75 aniversario del Molino de Gofio La Salud, el único que queda en Santa Cruz de Tenerife

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en La Opinión el 6 de mayo de 2018).
 
 
 
          El gofio, nuestro más significativo y tradicional alimento a lo largo de la historia, por su sencilla elaboración y su vigoroso poder de conservación, lo obtenían los aborígenes triturando el trigo o la cebada en morteros de piedra basáltica, hasta que los castellanos construyeron molinos de viento al Sur del barranco de Santos -Llano de los Molinos-.
 
Llano de Los Molinos Custom
 
Llano de los Molinos
 
          En el siglo XX, comienzan a instalarse molinos de gofio, accionados con motores de combustión interna, de explosión y compresión diesel; concediéndose las primeras licencias, en 1911, a Manuel Franchi y Felipe Rodríguez, en el barrio de El Toscal; en 1929, a Enrique Trujillo Santos, en las Cuatro Torres; y, en 1938, a José Fumero de la Rosa, en la Rambla de Pulido, 10, éste último accionado por motor eléctrico.
 
          En 1950 ya existían en el municipio de Santa Cruz de Tenerife dieciséis molinos que elaboraban Gofio artesanalmente; de los cuales, en 1980, sólo quedaban cuatro y, en la actualidad, sólo queda uno, el molino de gofio La Salud.
 
          Por ello, a los hermanos, Moisés, David y Abel García García, tres, de los cinco hijos de José y Ana María, se les puede catalogar como auténticos herederos de la Cultura del Gofio en Santa Cruz de Tenerife, pues regentan el Molino que sus padres, José y Ana María, adquirieron en 1955, aunque la industria llevaba funcionando desde 1943, año en que la abrió su primer propietario, Celedonio Pérez, en una época en la que el trigo estaba racionado y por lo tanto la producción de gofio era escasa.
 
Molino de Gofio La Salud Custom
 
Molino de Gofio La Salud
 
          El Molino de Gofio La Salud, situado en el número 22 de la avenida de Venezuela, esquina con la calle Princesa Guacimara, en el barrio de La Salud, siempre ha aunado lo tradicional con lo moderno; desde aquellos años de la posguerra en que el gofio era un artículo de primera necesidad, tanto por su valor nutritivo como por el precio, 3 pesetas el kg y, aún así, aunque al principio estaba situado en una zona habitada por familias humildes, a partir de 1960, comenzaría a crecer cuando el Ayuntamiento autorizó parcelar las fincas de plataneras de Cambreleng, Molina y Ojeda, y se abrió al tráfico la avenida de Venezuela.
 
          Pues el gofio, hecho con cereales tostados y molidos a la piedra, siempre ha sido el protagonista en la mesa de los hogares canarios; tanto en el desayuno, diluido en la taza llena de leche; en las comidas, donde el gofio escaldado o escaldón de gofio, revuelto con el caldo del potaje o la cazuela de pescado en un lebrillo; como postre, mezclado con leche, miel, almendras y pasas,  o en turrones, helados, etc.
 
          También el gofio se puede consumir en polvo, directamente a la boca (gobiar); acompañado de un vaso de vino (cabrilla); en infusiones de gofio y vino (ralera); aderezado con azúcar, etc.  
        
          Pero lo más tradicional y característico de la isla de Tenerife es el gofio amasado; para ello, el zurrón se llena de gofio hasta cierta altura, se le añade el agua necesaria, se restriega contra las rodillas y, como remate final, se moldea con la palma de la mano hasta lograr la “pelota de gofio”. 
 
          El zurrón con el que se amasa el gofio se hace con la piel del cabrito. Para curtirla se  rellena de paja durante un par de semanas, luego se limpia y se guarda en un lugar fresco durante siete días. Para que quede blanco, se introduce en leche durante un día.
 
          En el Molino de Gofio La Salud producen distintas variedades de gofio, todos con marca registrada: trigo, millo, mezcla de trigo y millo, mezcla de trigo, millo y cebada, mezcla de siete cereales, y frangollo; además, dadas sus propiedades nutritivas, ricas en hidratos de carbono, vitaminas, proteínas, calcio, magnesio, hierro, sodio, fosforo, potasio, y minerales, se vende el gofio de tres cereales para los más pequeños, y el gofio de siete cereales para los deportistas.
 
          Desde que el grano se recibe en el Molino, la máquina limpiadora lo criba y aspira eliminándole semillas, piedras y polvo. Luego, se tuesta en el horno, dándole diferentes grados. Cuando el grano se ha enfriado, se lleva a uno de los dos molinos, donde tiene lugar la molturación. Por último, lo envasan y distribuyen a pequeños comercios, supermercados y grandes superficies; o al pormenor, a los clientes que mantienen la costumbre de comprarlo directamente en el Molino; aunque, no como antiguamente, que lo recogíamos en el “saquito del gofio” para luego, en casa, conservarlo en la “lata del gofio". 
 
          Para certificar la calidad del producto, esta empresa se ha adaptado a las nuevas normas dictadas por la Consejería de Sanidad e Industria del Gobierno de Canarias y a la normativa europea vigente; por ello, ha tenido que adecuar sus instalaciones, el proceso productivo, y las formas de distribución; tal es el caso, que han tenido que sustituir los sacos de hilo por cubetas de plástico, las cajas de madera por otras de acero inoxidable, la balanza por un sistema electrónico, etc. 
 
          Desde 1994, existe un Consejo Regulador de la Denominación Específica Gofio Canario que vigila la clase, calidad, y origen del grano, al que se le exige un Certificado de Origen, así como las operaciones de tueste, molienda y envasado. Asimismo existe una Asociación de Productores de Gofio Canario que lucha por mantener esta herencia de los guanches. 
 
          Consideramos que el gofio debería estar incluido en el currículo escolar, como Unidad Didáctica, realizando para ello visitas a los Molinos, incluidos los de Viento, Museos, etc. Además, en los menús de los comedores escolares se debe incluir el desayuno con leche y gofio pues, como muchos padres trabajan, las prisas para llegar a tiempo al colegio hacen que el desayuno de los niños se substituya por bollería industrial. 
 
          Para potenciar su consumo, en el pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, del 26 de mayo de 2017,  se aprobó una moción para instar al Gobierno de Canarias a  promocionar la cultura del gofio en el Municipio. 
 
          Como el gofio forma parte de nuestra identidad, cuando muchos canarios viajan a otros lugares a visitar a parientes o amigos, el Gofio es el regalo más característico pues, nada más olerlo, ayuda a rememorar el terruño. En el caso de Miami, en los Estados Unidos de América, existen 70 puntos de venta de gofio canario. 
 
          El gofio también se utiliza como ayuda humanitaria de la población africana en los campamentos de Tinduf, enviado por las ONG  isleñas. 
 
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