En el tricentenario de un héroe malagueño olvidado: Matías de Gálvez, de artillero a virrey
Por José Alberto Ruiz de Oña Domínguez (Publicado en la revista malagueña Péndulo en octubre de 2017).
Introducción
En el presente año 2017 se cumple el tricentenario del nacimiento de un ilustre alagueño cuya biografía ha estado casi olvidada desde su fallecimiento. Don Matías de Gálvez y Gallardo procedía de una familia que había conseguido la hidalguía por los servicios prestados a la corona durante siglos. Su ascendencia era humilde pero honrada y fiel servidora de su rey, de esa índole donde se forjan los verdaderos héroes que nutren y engrandecen nuestra Historia. Matías de Gálvez fue un gran militar y gobernante que honró el reinado de Carlos III con sus excepcionales triunfos, que tuvieron Centroamérica como escenario. Fue un verdadero héroe, y merece figurar en un lugar destacado de los anales de la historia española.
La Axarquía
Macharaviaya, su pueblo natal, era una antigua alquería hispanomusulmana enclavada en la comarca malagueña de la Axarquia, sobre una colina espaciosa circundada de montañas en forma de anfiteatro y en el margen izquierdo del arroyo Iberos, a diecisiete kilómetros de la capital. Sus calles eran angostas y tortuosas. Por aquel entonces contaba con una pequeña iglesia y apenas cincuenta viviendas. En la zona montañosa de pizarra en la que se asentaba el pueblo se daban bien los viñedos aunque también se producía aceite y se cosechaban higos, almendras, algarrobas y algunas hortalizas, a la vez que se pastoreaba el ganado cabrío y algún porcino. La caza de liebres y perdices era otro recurso.
Los Gálvez llevaban ya varios siglos establecidos en Macharaviaya. En 1572, el rey Felipe II había otorgado a Alonso de Gálvez, llamado el Rubio o el Bermejo, “unas casas en la villa de Benaque, y varias suertes de viñas, árboles frutales, y toda clase de haciendas en el término de dicha villa, y la de Macharaviaya” por sus señalados servicios en la “guerra por rebelión de los moriscos de la Alpujarra”.
Partida de bautismo de Matías de Gálvez
(España. Ministerio de Cultura. Archivo Histórico Nacional. Orden de Carlos III)
Matías nació en Macharaviaya el 24 de julio de 1717, siendo bautizado cinco días más tarde en la iglesia parroquial. Era hijo de Antonio de Gálvez y de Ana Gallardo que contrajeron matrimonio el año anterior. Tuvieron cinco hijos: José (1720), Francisco Antonio (1722), Antonio (1724), Miguel (1725) y Antonio Miguel (1728), de los cuales Francisco Antonio y Antonio fallecieron a muy corta edad y el ultimo, Antonio Miguel, nació después del fallecimiento de su padre.
La infancia y adolescencia de Matías transcurrieron en su pequeño pueblo natal, entre el cultivo de las tierras y el cuidado del ganado que poseía su padre en Macharaviaya. Siendo el mayor debió sacrificar su juventud para sacar adelante a sus hermanos ya que, apenas tenía 11 años cuando su padre murió en 1728, a los 37 años, dejando tres hijos varones y otro en camino.
El futuro de los cuatro hermanos no se perfilaba como muy distinto al de sus padres y ascendientes. Sin embargo, la oportunidad se presentó en 1733, cuando el obispo de Málaga, Diego González de Toro y Villalobos, realizó una visita pastoral y quedó impresionado con la inteligencia de José, por lo que decidió tomarlo bajo su protección. Esta valiosa ayuda le sirvió para ingresar en el Seminario de Málaga, pero al no tener vocación sacerdotal, su sucesor el obispo Gaspar de Molina y Oviedo le envió en 1737 a estudiar leyes en Salamanca.
Las buenas relaciones de José con destacadas personalidades permitieron posteriormente a Matías ir a Madrid a estudiar e ingresar en el Real Cuerpo de Artillería, donde “destacó por su carácter y no vulgar inteligencia” (Vázquez de Acuña), aunque pronto lo dejó para volver a su pueblo natal para hacerse cargo de su patrimonio familiar, donde se casó con Josefa Gallardo, su prima segunda y tercera, en octubre de 1745, fruto del cual nacieron sus hijos Bernardo en 1746 y José en 1748. A consecuencia de este parto su esposa Josefa falleció pocos días más tarde, quedando Matías viudo a sus 31 años, con un niño de dos años y otro recién nacido.
En 1749 falleció su madre Josefa Gallardo y Jurado a los 50 años, y un año más tarde, en agosto de 1750, Matías matrimonió con pariente en tercer grado, Ana de Zayas y Ramos. La ceremonia se celebró en la villa de Iznate, situada a escasa distancia de Macharaviaya.
Pronto marcharon a Madrid con los dos pequeños, Bernardo y José. De este segundo matrimonio nacieron tres hijos que fallecieron todos muy pequeños. Matías y Ana seguían viajando a Macharaviaya con frecuencia para atender su patrimonio y asistir a actos familiares. En octubre de 1751 asistieron a la boda de su hermano Antonio con Mariana Ramírez de Velasco. Igualmente, en octubre de 1752 fueron testigos del matrimonio de Dorotea de Zayas, hermana de Ana, con José Fernández de Córdova y Ortega, familia a la que estaban tan ligados que posteriormente acogieron a sus descendientes al morir sus padres. También en 1754 viajaron a Málaga para ser testigos del enlace de Clemente Fernando de Cabrera, su primo segundo por parte materna, y Ana Ramírez del Pino, prima hermana por parte paterna, que serían posteriormente futuros consuegros de su hermano Antonio de Gálvez.
Pero en 1756, residiendo en Madrid le sobrevino otra gran desgracia al fallecer su segundo hijo José, que apenas tenía ocho años. Tras este triste suceso, marcharon a otras tierras y para ello contaron con la ayuda de su hermano José de Gálvez, que les puso en contacto con los marqueses de Guadalcázar que poseían tierras en Canarias y buscaban a alguien responsable para su administración.
En las Islas Canarias
Por ello en 1757, junto a su esposa y su hijo Bernardo, que tenía 10 años, Matías de Gálvez llegó a la isla de Tenerife para hacerse cargo de la administración de la Hacienda La Gorvorana y de las Aguas del Burgado, situados en el valle de la Orotava. Esta hacienda era una de las mayores de la isla, y estaba situada en el Realejo Alto, actual municipio de Los Realejos.
El Valle de la Orotava (Navas Joyeros. Canarias)
La zona tenía un clima sano, cielo puro, aguas abundantes y extensos viñedos. Tenía fama de ser las tierras más fértiles de Tenerife, y no en vano el Adelantado Fernandez de Lugo eligió allí su hacienda en 1499.
Hacienda La Gorvorana
En Tenerife Matías pudo desarrollar sus conocimientos agrícolas y ganaderos ya que se daban muy bien todo tipo de frutales, así como la caña de azúcar, la viña y el gusano de seda, por lo que la hacienda La Gorvorana se convirtió en un referente del archipiélago.
Gracias a su buen hacer nuestro personaje fue nombrado Administrador de la Real Aduana y responsable de la Renta de Tabaco del Puerto de la Orotava, actual Puerto de la Cruz, por donde pasaban la mayoría de las mercancías de la isla, después de la ruina del puerto de Garachico por la erupción del Teide el año 1706.
Pero Don Matías, que simultaneaba las citadas tareas con su carrera militar, no olvidaba su espíritu castrense, que transmitió a su hijo Bernardo. En 1771 recibió el real despacho de capitán de Artillería en el regimiento de Milicias e Garachico y posteriormente en 1774 el de capitán de la compañía de Artilleros Milicianos del Puerto de la Orotava.
El prestigio y ascendencia que iba teniendo se refleja en los diversos cargos que obtuvo: Síndico Personero del Común el año 1767 en la Junta Local del Puerto de la Orotava, hoy Puerto de la Cruz, cargo que se elegía por el voto de todos los vecinos y contribuyentes y servía como defensor de los intereses de la comunidad ante instancias administrativas superiores. De la misma manera entre 1769 y 1771 desempeño el cargo de “Alcalde de Agua”.
En 1771 hizo un viaje a la península, donde consta que estuvo en Madrid, Málaga y Granada. Así el 18 de septiembre consiguió una Real provisión por la que la Chancillería de Granada le confirmaba, a él y a sus hermanos, “el recibimiento de hijosdalgo de sangre”. Además ese mismo año ingresó en la Real Congregación del Dulce Nombre de Jesús de Vélez-Málaga, cuyos miembros habían de ser hidalgos probados.
En Tenerife los citados cargos afianzaron sus lazos de amistad con las mejores familias de la isla, especialmente del Valle de la Orotava, como los Franchi, Cologan, Lynch, Viera y Clavijo, Cullen, Betancourt … y también en San Cristóbal de la Laguna, que frecuentaba con regularidad por asuntos oficiales y por actividades culturales. Tales personas eran “amantes de la buena instruccion, estaban unidas por los vinculos de la amistad y procuraban acercarse a los conocimientos de la Europa sabia”, y asistían a la tertulia de don Tomás de Nava Grimón, marqués de Villanueva del Prado.
En esa tertulia, embrión de la futura Real Sociedad Económica de Amigos del País, se concentraba la actividad cultural de la isla de Tenerife y allí entabló amistad con José de Viera y Clavijo y con la familia Betancourt. Su relación con ellos le permitió detectar la gran inteligencia del joven Agustín de Betancourt por lo que se convirtió en su mentor y posteriormente financió su traslado a Madrid en 1778 con 20 años, en donde gracias al apoyo de José de Gálvez, el joven e inteligentísimo Betancourt pudo realizar sus estudios.
Consciente Don Matías de la importancia del Puerto de la Orotava para la exportación de mercancías, fundamentalmente vino de malvasía, contribuyó a fortalecer su defensa y en 1767 sustituyó la pobre empalizada de piedras y riscos que existía, desde la calle Santo Domingo hasta la Batería de San Telmo, por una buena muralla de mampostería. Asimismo mandó construir el castillo o fuerte de San Carlos para defender la ensenada del llano de Martiánez, y un fondeadero enfrente del mismo, que entró en servicio en 1770.
Plano del Fuerte de San Carlos en el Puerto de la Orotava
(Museo Militar. Almeyda. Santa Cruz de Tenerife)
Matías de Gálvez efectuaba viajes periódicos a la península por razones oficiales o familiares. Uno de ellos lo hizo en 1774 tal como recordaba Álvarez Rixo en sus Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava:
“Este senor se ausentó ahora para la Peninsula, de donde era natural, y con el tiempo llegó a servir grandes cargos de la monarquia, según queda ya indicado, siendo lástima que en Tenerife no se hubiesen sabido aprovechar del buen afecto que conservó a la Isla, principalmente a este Puerto de la Cruz donde tantos anos vivió en pública estimación.”
En 1775 tuvo que hacer otro viaje con su mujer debido al matrimonio en terceras nupcias de su hermano José, esta vez con María de la Concepción Valenzuela de Fuentes, y a la enfermedad de su cuñada Dorotea de Zayas. Días antes de partir, el 18 marzo, hizo testamento en Santa Cruz. En este viaje estuvo en Madrid, donde recibió el nombramiento de castellano del fuerte del Cristo de Paso Alto en Santa Cruz de Tenerife.
Pero tuvo que regresar con urgencia a Macharaviaya por la grave enfermedad de su cuñada, ya viuda de José Fernández de Córdoba, que finalmente falleció en octubre de ese año, dejando a sus tres hijos huérfanos. Ante esta penosa circunstancia decidió hacerse cargo de sus dos sobrinos menores, Francisco de 18 años y Ana María de 16, aunque años más tarde también se incorporaría la mayor María Josefa, y todos ellos irían con el matrimonio a América en 1778. De ello dio cuenta Antonio Lope de Guerra:
"Traxo consigo dicho Galvez a su muger y a un sobrino y sobrina. Era persona que estaba bien querida en la Isla, y que después de su venida a ella se comenzó a su imitación a plantar las parras de barra, lo que antes se hacia con mucho trabajo y costo. El primer lagar que se fabricó de piedra fue por su dirección en dicha hacienda de la Gorvorana, y en esta ocasion ha traido sarmientos de buena calidad de uvas para que se produzcan en estas Islas, y tambien un telar de medias, que es el 1o que entra en ellas."
Esas tres cosas contribuyeron de forma muy significativa a mejorar la vitivinicultura y la artesanía en Tenerife.
Pero Matías aspiraba a más y quería retomar su carrera militar, por lo que, gracias a su hermano José, en 1776 fue ascendido a teniente coronel y nombrado gobernador del castillo de Paso Alto en 1776, en Santa Cruz de Tenerife. Dicha fortificación era una de las más importantes de la isla y defendía el flanco septentrional de la capital.
Documento realtivo a una inspección de tropas firmado por Matías de Gálvez
(Fondo Taberes de Nava. Real Sociedad Económica de Amigos del País. San Cristóbal de la Laguna. Tenerife)
Ese mismo año se estaba reorganizando el ejército de las islas y se creó un cargo nuevo denominado Teniente de Rey, llamado luego “Segundo Cabo”, que era el segundo Comandante de las Islas Canarias, con el sueldo de 50 escudos al mes. Matías de Gálvez fue designado para el mismo, pero el Rey autorizó que continuase desempeñando el gobierno de Paso Alto. El cargo incluía además el de Subinspector de las Milicias de la Comandancia General de Canarias La toma de posesión de tan importante cargo se realizó el 21 de noviembre de 1776, con la asistencia de las máximas autoridades y presidida por Eugenio Fernández de Alvarado, marqués de Tabalosos, por ser el Comandante General del archipiélago.
El propio Viera y Clavijo lo refleja en sus Noticias de la Historia General de las Islas de Canarias:
“La corte acaba de conferir la tenencia de rey de nuestras Canarias al teniente coronel don Matias de Galvez, gobernador del Castillo de Paso Alto, caballero amante y vecino benemerito de las islas …"
Ese mismo año 1776 también seria memorable para otros miembros de su familia, ya que su hermano José fue nombrado ministro de Indias y su hijo Bernardo, coronel del Regimiento Fijo de Luisiana y gobernador de dicha provincia.
Al dejar Matías los cargos de Administrador de la Real Aduana y de la Renta de Tabaco fue nombrado para este último su hermano Antonio de Gálvez, que llegaría a la isla al año siguiente aunque su estancia fue corta ya que en un viaje a la península fue cogido prisionero y, aunque fue liberado, ya no volvería más a la isla.
Entretanto su actividad cultural continuaba y no dejaba de ir a La Laguna a las reuniones de la Tertulia de Nava, donde Matías de Gálvez fue uno de los promotores de la creación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Consecuentemente firmó una carta el 6 de septiembre de 1776 para alentar a los vecinos de la isla a inscribirse en esa sociedad que se iba a establecer en esta capital a imitacion de la establecida en la corte, y que fue fundada el 15 de enero de 1777, y en la que fue admitido como socio en 1777.
Tras su ascenso a coronel por real orden de 29 de marzo de 1777, llegó una real orden ordenándole reclutar 700 hombres para formar el segundo batallón del regimiento de Luisiana. Notició esto al Comandante General, que se opuso diciendo que si los Gálvez querían hacer su fortuna a cuenta del Rey no lo permitiría, ni libraría dinero de la Tesorería a este fin. El cronista Lope Antonio de Guerra dejó escrito al respecto:
“Presentóse dicha orden al Cabildo y este, atendiendo a las circunstancias, no tuvo por perjudicial se levantase dicho batallon para La Luisiana, en donde se repartirian terrenos a los que vayan y se podra formar una colonia de canarios que puedan ser utiles a la labranza y manufacturas”.
En sucesivos viajes los nuevos soldados embarcaron para América con sus familias, totalizando más de 3.000 personas, que se asentaron en aquellas tierras, y aún hoy sus descendientes mantienen las costumbres, el folklore y el idioma español: son los “isleños” de Luisiana.
Pero, muy a pesar suyo, pronto llegó a su fin la estancia de Matías Gálvez en tierras canarias ya que, el 21 de enero de 1778 se le confirió el empleo de Segundo Comandante General e Inspector de las tropas y Milicias del Reino de Guatemala y en abril de 1778 con 61 años partió para aquellas tierras americanas con su mujer Ana de zayas y sus sobrinos Mª Josefa, Francisco y Ana María, llamada esta familiarmente “Anica”.
Atrás dejó muchos amigos y leales compañeros y, aunque no regresó nunca a las islas, sus repetidas cartas a la familia Cologan reflejan su cariño por ellas. Buena prueba es la carta del 23 de abril de 1778 dirigida a los regidores Lope de Guerra y Juan Antonio García Cocho en la que se despedía del Cabildo con estas palabras:
”Siempre he estado reconocido a la estimación con que los naturales de esta Isla me han distinguido por su propia bondad; de que me da una nueva prueba el noble cuerpo que le representa; he procurado manifestar mi afecto a su Patria, por todos aquellos medios a que han podido extenderse mis facultades, con el disgusto solamente de que estas no hayan sido capaces de poder producir cuantas felicidades le desean los mas verdaderos patricios. De este intimo dolor me hallo bien penetrado; y jamás podré olvidar a la isla de Tenerife …"
Guatemala
Su primera misión en el territorio Centroamericano fue trasladar la capital de Guatemala a un nuevo lugar, al haberse destruido la Antigua por un terremoto en 1773. A Don Matías de Gálvez le correspondió la construcción de la Nueva Guatemala de la Asunción, sobre unos terrenos en el valle de La Ermita. Allí creó una Casa de Moneda e impulsó la construcción la nueva Catedral, que quedó sus paredes elevadas al término de su gestión. Su labor fue de tal importancia que el Ayuntamiento criollo lo nombró Primer padre de la Patria.
En noviembre de 1778 su sobrina Ana María se casó en Nueva Guatemala, y fueron sus padrinos Matías de Gálvez y Ana de Zayas. El novio era Ramón de Posada y Soto, que alcanzaría elevados puestos en la administración. La joven pareja se conoció en Tenerife.
En 1779, Gálvez adoptó enérgicas medidas para que los pobladores y artesanos de Santiago de Guatemala se trasladaran a la nueva ciudad, en el Valle de la Ermita, consiguiendo así una Guatemala moderna, dotada de los servicios urbanos necesarios.
De ahí que se le considere artífice de la nueva Guatemala y se le recuerde con verdadera veneración e históricamente se le reconozca como el gran hombre que realizó tan meritoria labor cultural, social y económica en aquel territorio. Debido a su experiencia mejoró el comercio y los cultivos de la región, estableció el Montepío de Cosecheros de Añil, y reguló las ferias de ganado.
Un ejemplo de su genio lo tenemos en el encargo que realizó al arquitecto Miguel Galisteo de la nivelación del lago Nicaragua respecto a los océanos Atlántico y Pacífico. Aunque el informe de éste fue desfavorable, por la considerable diferencia de altitud entre ambos, este estudio fue posteriormente uno de los utilizados para la construcción del actual Canal de Panamá.
Ascenso a Brigadier
(España. Ministerio de Cultura. Archivo General de Simancas. Guerra Moderna)
A principios de 1779 ascendió a Brigadier, y pocos meses después a Mariscal de Campo. Como Capitán General de Guatemala y Presidente de su Real Audiencia su jurisdicción comprendía los actuales estados de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador y el estado mexicano de Chiapas. En poco tiempo reformó la estructura de las tropas de la región y mejoró la preparación de las unidades de infantería y caballería bajo su mando.
Fue el primero en ostentar el título de Superintendente General de la Real Hacienda, con la responsabilidad de la recaudación y distribución de los impuestos, a la vez que se le asignaban los títulos de: Inspector General de la Tropa Veterana y de Milicias, Juez Conservador de la Renta de Tabaco y Subdelegado de Correos y del Ramo de Azogues.
Carta enviada por don Matías a su hijo Bernardo al conocer la conquista de Mobila
En abril de 1779 el riesgo de guerra con Gran Bretaña había aumentado enormemente. Ante la advertencia del ministro de Indias de “prepararse para la inminente guerra con Inglaterra” Matías de Gálvez lo hizo y consecuentemente planificó ataques contra los puestos británicos en la región, aumentando sus fuerzas y suministros y la formación de sus oficiales y hombres. Cuando España declaró la guerra a Inglaterra en junio de 1779 una buena parte de la costa de América Central, en concreto la llamada Costa de los Mosquitos, estaba bajo control o influencia del gobernador de Jamaica. Uno de los objetivos enunciados por el rey Carlos III en la declaración de guerra fue reducir o eliminar esta presencia inglesa: esa fue la misión de Matías Gálvez en la zona, donde demostró ser un gran estratega.
Sus principales objetivos eran: Bacalar, base del contrabando inglés en el Caribe y centro de la explotación del “Palo de tinte”, Omoa, llave del comercio y prosperidad de la Audiencia de Guatemala y el río San Juan, fundamental enclave para la seguridad de Centroamérica.
Inicialmente Matías de Gálvez envió un destacamento al fuerte de San Felipe de Bacalar, en la península mexicana de Yucatán, que le sirvió de base para conquistar el fuerte inglés de San Jorge en Belice el 15 de septiembre de 1779, con lo que se aseguró una zona importante de esa costa caribeña.
Los ingleses pretendían ocupar una zona de América Central que les permitiese unir el Pacífico con el Caribe y así dividir el virreinato de Nueva España. La misión de Gálvez era evitarlo con las escasas fuerzas que tenía y pese a la gran extensión de territorio a defender.
Los españoles se concentraron en la costa del Pacífico y en los valles de las tierras altas. Las tribus indígenas de estas áreas en gran parte habían llegado a ser católicos e hispanos; pero los de las selvas del norte y los de las tierras bajas (zambos, misquitos y caribes), permanecían leales a los comerciantes británicos.
Bahía de Omoa
(España. Ministerio de Cultura. Biblioteca Nacional. Madrid)
Don Matías se esforzó en aprestar un ejército de unos 30.000 hombres, siendo su bastión principal el castillo de San Fernando de Omoa, uno de los más importantes de toda América, situado en la costa hondureña.
Honduras: Omoa
En octubre de 1779, los ingleses sitiaron el citado castillo de Omoa, pero Gálvez se adelantó y con una tropa de algo más de mil hombres, en lo que fue una de las marchas más duras de esa guerra a través de un difícil terreno de selvas y montañoso, recorriendo unos 500 kilómetros, consiguió alcanzar las proximidades de Omoa… pero poco antes de llegar, el castillo de San Fernando había caído en poder de los ingleses.
Castillo de San Fernando de Omoa (Honduras)
Omoa era la entrada natural a Guatemala a través del camino real, pero era una “trampa mortal” para el que no la conociese debido a que se trataba de un terreno abundante en ciénagas y cubierto por manglares. La altísima humedad era causa de que varias enfermedades fuesen endémicas, como la fiebre amarilla, que provocaba en los afectados súbitos vómitos de sangre y la pronta muerte. Para combatirla la Corona tenía el monopolio de la valiosa quinina, procedente del Perú, el único remedio entonces existente para dicho mal, del que los ingleses no disponían fácilmente.
Por Omoa, rezaba un texto del momento, “se hace todo el comercio de Espana y del Mar del Norte con Guatemala … ciudad de un comercio muy considerable y particularmente de cacao, vainilla, de anil que es muy estimado y de cueros…”
Plano del Castillo de Omoa
(España. Ministerio de Defensa. Instituto de Historia y Cultura Militar. Archivo Militar de Madrid. HND 02-06)
De ahí la gran importancia del castillo de San Fernando. La guarnición española no llegaba a los 100 hombres, incluidos los oficiales al mando del ingeniero Simón Desnaux, que había llegado el 24 de septiembre de 1779 al castillo conociendo su escasa guarnición. Ese mismo día se vieron en el horizonte 3 fragatas inglesas que tantearon el castillo y se fueron dos días después. El 16 de octubre aparecieron 14 navíos que desembarcaron y, después de un nutrido fuego cruzado que duro 4 horas, donde fue dañada una fragata, los ingleses prefirieron atacar por tierra. La defensa del fuerte de San Fernando duró hasta el 20 de octubre.
Tiempo después, el 28 de noviembre de 1782, tras cinco días de duros combates, las fuerzas españolas al mando de Don Matías recuperaron el castillo de San Fernando y con ello logró además expulsar a los ingleses de otros enclaves del golfo de Honduras: Puerto Limón, Criva, Quepriva (a dos leguas del anterior, que era el principal), Mosquitos, capturándoles varios centenares de prisioneros.
No podemos dejar de reseñar que el 23 de agosto, cuando los ingleses conquistaron el fuerte de Quepriva, pasaron a cuchillo a todos sus defensores, incluso al teniente Vicente de Soto, jefe de la guarnición.
Nicaragua: Río San Juan
La expedición británica que al mando del capitán John Polson partió de Jamaica hacia el río San Juan, reforzada con milicias reclutadas en la Costa de los Mosquitos, tenía como objetivo llegar al Lago Cocibolca y capturar la ciudad de Granada, con lo que lograría cortar la América española en dos y conseguir un acceso al Océano Pacífico.
Plano del fuerte de la Inmaculada en el río San Juan
Viendo el peligro de las incursiones inglesas, Matías de Gálvez se desplazó a la provincia de Nicaragua, estableciendo su cuartel general en Granada y se preparó para la defensa del lago Nicaragua y los fuertes del rio San Juan. Pero no llegó a tiempo de impedir su caída, aunque pronto los recuperaría.
La pérdida del fuerte merecería un libro aparte, pues era una pequeña defensa con apenas 130 hombres que resistieron épicamente contra más 9.000 ingleses y que, después de la entrega, fueron llevados prisioneros a Jamaica en un viaje calamitoso del que solo sobrevivieron tres hombres. Asimismo, la caída del castillo de la Inmaculada solo se logró cuando los españoles se quedaron sin agua, sin municiones y sin capacidad para atender a los heridos, después de 18 días de asedio ante una fuerza muy superior.
Proyecto del castillo de la Inmaculada en el río San Juan . Nicaragua (www.latinamericanstudies.org)
Como ha dejado escrito el periodista tinerfeño Miguel Ángel Noriega: “La defensa del lago Nicaragua y la recuperación del fuerte de la Inmaculada a principios de 1781 fueron una de las hazañas mas importantes de la guerra contra Inglaterra, donde los ingleses perdieron cerca de 3.000 hombres, gracias a la iniciativa, el valor y las argucias de Don Matías de Gálvez, ya que consiguió victorias épicas y superó dificultades que otros, en distintos momentos, suponían imposibles.”
Debido al clima tropical y a las características del terreno se estimaba que solo se podía atacar el fuerte de noviembre a marzo, pero los ingleses llegaron a la desembocadura el 24 marzo y el 11 abril ya estaban frente al castillo. La fuerza naval inglesa había partido de Jamaica el 23 de febrero de 1780, y de ella formaba parte un capitán de 21 años llamado Horacio Nelson, al mando del Hinchinbroke. Por la imprevisión británica, los problemas logísticos militares y las enfermedades, la expedición resultó un costosísimo fracaso.
Castillo de la Inmaculada en el río San Juan (www.orgullodemipais.com)
Las fuerzas inglesas eran 300 soldados del 80º regimiento, 400 del 39º regimiento de voluntarios de Liverpool, unos 8.000 hombres de los Cuerpos Realistas Irlandeses, así como varios cientos de reclutas locales, incluyendo zambos mosquitos y negros que vivían libremente en la zona. Sumaban pues más de 9.000 soldados. La guarnición española del fuerte era: 1 castellano, el capitán Juan de Ayssa, 1 capellán, 1 cirujano, 45 veteranos y 78 gente de color, es decir un total de 128 hombres.
El día 9 de abril, en el primer combate terrestre de su carrera, Nelson llevó a cabo un asalto contra una batería española en la isla de Bartola, que conquistó. Ocho kilómetros río arriba estaba el castillo de la Inmaculada Concepción, que fue sitiado desde el 13 de abril. Debido a la pésima planificación y la pérdida de suministros, los británicos pronto comenzaron a ver escasear la munición para los cañones, así como las raciones de comida para sus hombres. Tras las lluvias tropicales que comenzaron el 20 de abril, los hombres empezaron a enfermar y morir, probablemente de malaria y disentería.
Nelson fue de los primeros en caer enfermo y estaba en cama el 28 de abril cuando los españoles rindieron finalmente el fuerte, ya que los ataques nocturnos impidieron á sus defensores abastecerse de agua y, agotados por la constante fatiga y la sed, se vieron obligados a capitular con garantía de vida quedando prisioneros de guerra Juan Ayssa y la guarnición. Cerca de 4.500 refuerzos británicos llegaron el 15 de mayo para intentar alcanzar el lago Nicaragua remontando el río San Juan.
Horacio Nelson con el Fuerte de la Inmaculada al fondo
La guarnición prisionera fue embarcada con destino a Jamaica, pero el viaje estuvo lleno de incidencias, debido a tempestades y enfermedades, por lo que murieron más de 100 españoles y en diciembre de ese año de 1780 solo lograron llegar a la Habana, tras ser liberados por canje, Juan de Ayssa, el teniente Pedro Brizzio, Antonio de Antonioti y el soldado Carlos Aguirre.
Los invasores ingleses habían empleado cerca de dos meses en remontar el río y apoderarse del castillo. Por ello tuvo tiempo Matías de Gálvez de preparar la adecuada respuesta, fortificando la boca del lago de Nicaragua. Los españoles se hicieron cada vez más fuertes con los auxilios que recibían de San Miguel, Guancapla, Choluteca y otras provincias inmediatas, mientras que en la escuadra inglesa cundía el desorden.
Aunque los ingleses persistieron en intentar reunir refuerzos para un ataque, la enfermedad continuaba llevándose a una ingente cantidad de hombres, y la expedición se retiró el 30 de noviembre de 1780. El brigadier Gálvez los persiguió hasta el castillo de la Inmaculada, que fue fácilmente recuperado el 3 de enero de 1781, haciendo más de 200 prisioneros. Francisco Saavedra envió una carta al Rey diciendo “deberíamos contar la defensa del lago Nicaragua como una de las grandes victorias de esta guerra”. En total, más de 3.500 ingleses murieron, lo que hizo de esta expedición de San Juan “el desastre británico mas costoso de toda la guerra”. En reconocimiento a sus extraordinarios méritos, y por real orden de 17 julio, casi a la vez que su hijo Bernardo ascendía a teniente general, don Matías de Gálvez fue ascendido a mariscal de campo.
Hoy en varias web de Nicaragua su nombre no es citado, aunque si aparece el de Nelson… Una muestra de lo mucho que España tiene que hacer para recuperar su Historia, aquí y allí.
Honduras: Roatán
En el territorio de la Capitanía General de Guatemala los británicos llevaban ya tiempo establecidos de manera irregular en la costa Sur de la península del Yucatán, hoy Belice, y en la costa de los Mosquitos, en las actuales Honduras y Nicaragua, dedicados a la explotación del palo de tinte y otros recursos forestales. Para Matías de Gálvez aquella guerra era una oportunidad única para expulsarlos de manera definitiva.
Perdida por los británicos su capacidad ofensiva tras ser expulsados de Nicaragua, Gálvez aprovechó la situación y continuó su ofensiva en la costa norte de Honduras durante el año 1782.
Plano de la isla de Roatán atacada por las fuerzas de Matías Gálvez. (Congress Library. Washington)
Allí los ingleses tenían varios enclaves, siendo el principal la ciudad de Port Royal en la isla de Roatán, situada a unos 64 kilómetros de la costa de Honduras. Su comandante, Edward Marcus Despard, la utilizaba como base de las operaciones de guerrilla para mantener o ampliar la influencia británica en la Costa de los Mosquitos y para el corso contra buques españoles.
Para esta operación Gálvez reunió una fuerza de más de 3.000 hombres en Trujillo y zarpó hacia Roatán el 14 de marzo de 1782 con las fragatas Santa Matilde, Santa Cecilia y Antílope, la corbeta Europa y algunas lanchas cañoneras. El día siguiente se iniciaron los bombardeos sobre la plaza, que se rindió el día 17 tras el desembarco de algunas tropas españolas, pero no sin antes, debido a que la costa tenía poco fondo, tener que firmar ante los oficiales de la Armada, un documento en el que “se hacia responsable ante el rey si les ocurría algo a los buques”, curioso caso, en cierto modo similar al que tuvo su hijo Bernardo en la toma de Pensacola.
Se tomaron en Roatán más de 400 prisioneros y abundantes armas, municiones y pertrechos. Se destruyeron edificios y plantaciones de la isla y se quemaron la mayoría de los barcos del puerto para evitar que fueran nuevamente utilizados para el contrabando.
Aprovechando el éxito obtenido, el resto de la expedición regresó a Trujillo y Gálvez optó por continuar la campaña para apoderarse de la zona de Río Tinto, llamado Negro por los ingleses, en la costa atlántica de Honduras. La escuadra, a la que se habían unido 22 embarcaciones menores, zarpó el día 27 de marzo y puso proa hacia Criva, donde después de una campaña de varios meses conquistaron todos los asentamientos de esa zona hasta que el 16 de abril de 1782 se dieron por concluidas las operaciones, lo que constituyó una importantísima victoria ya que quedaban liberadas del yugo inglés tanto el interior como la costa caribeña. En reconocimiento a las extraordinarias victorias conseguidas Matías de Gálvez fue promovido al empleo de teniente general el 7 de junio de 1782. Se dio así un caso singular: padre e hijo con la máxima categoría militar.
Ascenso a Teniente General
(España. Ministerio de Cultura. Archivo General de Simancas. Guerra Moderna)
Las vastas extensiones de terreno reconquistadas necesitaban hombres para su defensa por lo que Don Matías propuso que esta parte de Centroamérica fuese poblada con "gente pobre y necesitada" de Espana y, cuatro años después, llegaron dos naves con colonos de Asturias y de la isla de Tenerife. Este proyecto prueba no solamente el esfuerzo de la corona española por mantener sus dominios transatlánticos, trasladando mano de obra según las necesidades regionales, sino que también enfatiza la importancia estratégica de la Costa de los Mosquitos para los intereses españoles.
En marzo de 1783 Don Matías escribió al Rey asegurándole ser los españoles “dueños absolutos de todo el seno de Honduras”. Había terminado su gloriosa y heroica campaña contra los ingleses, que además supuso distraer importantes fuerzas para evitar que participaran en la guerra contra las Trece Colonias. Por ello la Independencia de Estados Unidos, además de deber mucho a Bernardo de Gálvez, también debe mucho a Matías de Gálvez.
México
En reconocimiento a tan brillantísimos éxitos por real orden de 14 de octubre de 1782 Carlos III nombró a Don Matías de Gálvez virrey interino de Nueva España. Recibida la noticia partió de Guatemala el 8 de marzo de 1783, y tras 52 días de viaje llegó a las proximidades de la capital del Virreinato. Siguiendo la tradición el día 28 de abril recibió el bastón de mando en la pequeña ciudad de San Cristóbal Ecatepec. Era el cuadragésimo octavo virrey de aquel territorio. Al siguiente día solemnemente recibido en la ciudad de México, en la que entró a caballo.
Su mandato fue muy corto pero muy fructífero, ya que, entre otras destacadas acciones contribuyó al establecimiento de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, dividió a la ciudad de México en ocho cuarteles principales y treinta y dos menores con la finalidad de mejorar la administración pública y la seguridad en las calles y embelleció el Zócalo. Inició los trabajos previos para la construcción del castillo de Chapultepec, que luego su hijo Bernardo proseguiría, aunque tampoco llegó a verlo terminado, pues las obras se dilataron hasta mediado el siglo XIX. También mandó limpiar las acequias, empedrar las calles y ordenó el primer censo de vehículos. En su gobierno impulsó la publicación de la Gazeta de México y se preocupó mucho por el pueblo mexicano, al que se refería en un bando publicado para mejorar las condiciones de vida de los indios en el que se decía:
"Ellos deben ser privilegiados y mirados con consideración por las leyes y por otros muchos motivos justos que les asisten y les califican acreedores a la protección y el favor…”
Entre otras muchas iniciativas protegió el comercio, la agricultura y la minería, reguló el excesivo número de abogados, y propició nuevos estudios para asegurar el desagüe de México, quizá el mayor problema que tenía la ciudad, proponiendo la construcción de un nuevo canal, aunque su corto mandato impidió desarrollar este proyecto.
España. Ministerio de Cultura. Biblioteca Nacional. Madrid.
Don Matías de Gálvez, recordado por la rectitud y prudencia de su gestión, falleció a la edad de 67 años el 3 de noviembre de 1784, siendo enterrado en la iglesia de San Fernando de la ciudad de México. El rey apreció tanto su labor que otorgó la dispensa del juicio de residencia al que estaban obligados todos los funcionarios públicos, incluidos altos cargos como los virreyes.
Francisco de la Maza. Las piras funerarias en la historia Juicio de Residencia. Cortesía de Luis Caruana
y el arte de México. México. 1946
Epílogo
Como ha quedado expuesto, durante toda su vida y en sus diversos destinos, Don Matías de Gálvez y Gallardo desarrolló con gran eficacia cuantas tareas se le encomendaron en ambos hemisferios de los dominios españoles. Es necesario mencionar aquí la inmensa tarea realizada por la Asociación Bernardo de Gálvez de Málaga para el estudio y difusión de las biografías de los miembros de la familia Gálvez. Asimismo quiero resaltar el esfuerzo y dedicación de Carlos Cologan por estudiar y difundir el archivo familiar que se conserva en Santa Cruz de Tenerife.
Miguel Ángel Gálvez Toro, presidente de la Asociación Bernardo de Gálvez, descubriendo una lápida en la ermita de Nuestra Señora
de Guadalupe, sita en Los Realejos, junto a la Gorvorana.
La familia Acevedo, propietaria de la citada ermita, accedió gustosamente
a que se colocara esta lápida.
El 16 de junio de 2016, gracias al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y con los fondos reunidos por suscripción popular, fue descubierto en el histórico edificio de la Real Aduana de dicha ciudad tinerfeña un busto de Don Matías, copia del existente en el cementerio de Macharaviaya. Ha sido el primer homenaje tributado a su memoria.
Inauguración de un busto de don Matías de Gálvez en el edificio de la Real Aduana del Puerto de la Cruz
(De izquierda a derecha: Carlos Cólogan Soriano, José Alberto Ruiz de Oña, Miguel Ángel Gálvez Toro, Lope Domingo Alonso Hernández, Efraín Media Hernández y Jesús Morales Martínez)
Pero hoy aun son muy pocos los que conocen la extraordinaria figura de Don Matías de Gálvez, que por sus grandes méritos merece estar entre los más grandes héroes del Ejército español, en un nivel similar al de su hijo Bernardo. Con estas líneas hemos intentado recordar la vida y los hechos de este héroe, que tuvo una insigne trayectoria al servicio de España.
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