La impavidez de la Europa preislamizada y el terror yihadista que la acompaña

 
Por Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en El Día el 29 de agosto de 2017).
 
 
 
          Cuando el 14 de febrero de 1989 el ayatollah Ruhollah Jomeini declaró una fatwa contra el escritor británico de origen indio Salman Rushdie, por considerar blasfema su novela Los Versos Satánicos, hacía toda una declaración de intenciones. Con esta fatwa instaba a todos los musulmanes del mundo a "ejecutar" al autor del libro y a toda persona relacionada con su publicación. Desde ese instante, Scotland Yard se hacía cargo de la seguridad del escritor durante las 24 horas del día, bajo la responsabilidad del gobierno británico. La soflama del integrista Jomeini provocó graves disturbios ocasionados por fanáticos musulmanes en Reino Unido y en Estados Unidos, principalmente, que protestaron por la publicación de aquella obra, y le costó la vida al traductor japonés Hitoshi Igarashi. Aquel fue un ataque salvaje a la libertad de expresión, a la libertad en sí misma, pilar fundamental de nuestra civilización. Hoy, Salman Rushdie sigue bajo protección policial y cambia de domicilio cada seis meses.
 
El radicalismo islámico hoy.
 
          Aquel radicalismo sin sentido es el mismo que hoy ataca Europa, a nuestra civilización. No es cierto que sean unas minorías de musulmanes fanáticos, desubicados socialmente, los dispuestos a atentar contra nuestras vidas, como ha sucedido en Barcelona, y en Londres, Manchester, París, Bruselas y en otras ciudades del Viejo Continente en estos tiempos recientes. No son solo unos jóvenes inadaptados, son muchos los musulmanes radicalizados dispuestos a matar al infiel, es decir, a nosotros, si se brinda la posibilidad; y a morir en el intento, absolutamente convencidos de alcanzar con ello el paraíso. En torno al 15-20% de los musulmanes son radicales islamistas, confirman diferentes agencias de seguridad, ¡250 millones de individuos en el mundo! Porque son millones los que han sido y son adoctrinados en el odio a Occidente y en el objetivo de hacer de Europa un califato irrenunciable, afirmación que puede parecer ciencia ficción, pero que no lo es, que está escrita en los manuales de Daésh y de Al Qaeda, por ejemplo. El especialista en la yihad, David Garriga, en su libro La yihad, ¿qué es? (Comanegra, 2015), analiza "La gestión del salvajismo" (también conocido como "La gestión de la barbarie"), manual de Daésh, escrito por Abu Bakr Naji. En él podemos leer: "Nuestra batalla es larga y todavía está en sus inicios (?). Sin embargo, su larga duración proporciona una oportunidad para la infiltración entre los adversarios (Occidente). Nosotros debemos infiltrarnos en las fuerzas policiales, los ejércitos, las empresas de seguridad privadas y las instituciones civiles sensibles". También señala Garriga que en el texto de Abu Bakr Naji se explica que "es importante crear un sentimiento de inseguridad en regiones enteras de Occidente, áreas de salvajes que se dejarán gestionar por yihadistas que se verán como salvadores de todo ese caos. Una vez que el orden islámico se haya implantado y la armonía que aplica la sharía se haya restaurado, el paseo hasta el califato fluirá solo".
 
          Se adoctrina en el odio a Occidente en la misma Europa.- Se adoctrina en la sharía, en la yihad y en el odio al infiel, en mezquitas salafistas en ciudades del Viejo Continente, ante la pasividad de las autoridades. Europa ha cometido el grave error de haber franqueado sus fronteras sin control alguno a una sociedad que ve el mundo de manera absolutamente diferente a la nuestra (donde los derechos humanos son reconocidos, donde la libertad individual es protegida, al contrario que en sus países de origen), sin intención de integrarse en su mayoría, y que, para colmo de males, pretende imponer su forma de vida (al margen de nuestras leyes) y sus creencias allí donde se establece, como lleva haciendo el islam desde el siglo VII. Con la particularidad de que en el islam se prohíbe levantar iglesias de otras religiones, y en Europa se les ofrecen todas las facilidades para que abran sus mezquitas. Lo cierto es que ya son cientos de barrios en ciudades europeas convertidos en pequeñas repúblicas islámicas, bajo el mandato de grupos salafistas, donde se impone la sharía; donde se agrede a quien asoma la cara con una cámara de televisión; donde se refugian yihadistas y preparan atentados; donde imponen sus leyes partidas de policía religiosa a las órdenes del imán de la zona, que a su vez alecciona a sus fieles en el integrismo; donde hay colegios de enseñanza musulmana en los que se instruye a los niños en cómo aplicar las pertinentes torturas y cómo llevar a efecto las ejecuciones según la sharía; donde se les incita al odio al no musulmán. Se puede ver un vídeo en YouTube, grabado con cámara oculta, concretamente en una escuela de Londres, donde la profesora les dice a los niños que "el castigo para el homosexual es matarlo, tirarlo del lugar más alto que se encuentre en la zona", y que a la adúltera hay que "apedrearla hasta la muerte". ¿Cómo van a integrarse y vivir en una sociedad de libertades e igualdad como son las democracias occidentales, con todos sus defectos? Son cientos de barrios europeos donde no actúan las fuerzas del orden, como sucede, por ejemplo, en el funestamente conocido Molenbeek-Saint-Jean en Bruselas. Existen miles de distritos en ciudades de nuestro continente donde se exhiben carteles que advierten textualmente: "Usted está entrando en una zona controlada por la sharía: reglas islámicas obligatorias". Zonas denominadas como "no-go" en Francia, Reino Unido, Holanda, Suecia, Bélgica, Alemania, Italia.
 
          Ignacio Para Rodríguez-Santana, en su libro Europa en peligro y España en la encrucijada, recuerda lo afirmado por el presidente de Argelia Huari Bumedian ante la asamblea de Naciones Unidas en su famoso discurso pronunciado en 1974: "Un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria. Al igual que los bárbaros acabaron con el Imperio Romano desde dentro, así los hijos del Islam, utilizando el vientre de sus mujeres, colonizarán y someterán a toda Europa". Así como lo que el imán Yusuf al-Qaradawi, uno de los líderes intelectuales más importantes de los Hermanos Musulmanes -declarada ya organización terrorista por varios países, entre ellos EEUU-, proclamó en 2005: "El islam volverá a Europa como conquistador victorioso tras ser expulsado de ella dos veces, una desde el sur, desde Al Ándalus, y la segunda desde el este, cuando llamó a las puertas de Atenas (se refería a Viena). Conquistando Europa, el mundo será del islam". Y lo augurado por Muammar el Gadafi: "Hay signos de que Alá garantizará la victoria islámica sobre Europa sin espadas, sin pistolas, sin conquistas. No necesitamos terroristas, no necesitamos suicidas, los más de 50 millones de musulmanes en Europa la convertirán en un continente musulmán en pocas décadas". Y no iba desencaminado el desaparecido gobernante libio, puesto que el promedio de hijos por matrimonio europeo está en 1,5 al año y los musulmanes asentados en el Viejo Continente alcanzan casi los seis.
 
          Es una falacia atribuir la causa del terrorismo yihadista a las políticas de Occidente en el Oriente Próximo islámico. Recordemos que los suníes y chiíes llevan matándose entre ellos desde hace catorce siglos y hoy siguen haciéndolo. Así como unos y otros han perseguido, torturado y asesinado -siguen haciéndolo también, ante la indiferencia de gobiernos e instituciones occidentales- a millones de cristianos en Asia y África. Según el estudio elaborado por Center for Study of Global Christianity ("El Centro para el Estudio del Cristianismo Global"), 90.000 cristianos, a causa de su fe, fueron asesinados por musulmanes en 2016. ¿Acaso estos cristianos indefensos son responsables de las políticas de Estados Unidos, Francia o Reino Unido?
 
          Lo que une a los terroristas islamistas es su común odio a Occidente, pues no tenemos más que observar el origen de los autores de las diversas masacres recientes. Londres, 4 de junio: KhuramButt, paquistaní; Rachid Redouane, libio-marroquí; y Yusef Zaghba, italo-marroquí. Son orígenes diversos, Siria, Paquistán, Afganistán, Argelia, Marruecos, etc. Cuando el objetivo es acabar con la vida del infiel, no hay naciones de procedencia, no hay chiitas ni sunitas ni salafistas, sólo hay islam. Y la crueldad no tendrá límites. Como no la tuvo en la sala Bataclan, donde los yihadistas mutilaron genitales y torturaron a los heridos, aún vivos. ¿Lo sabías? Pues así consta en los documentos de la Comisión Parlamentaria que el Gobierno francés mantuvo ocultos hasta hace poco. Según dicho documento, los policías que acudieron en un primer momento a la sala de fiesta declararon encontrar el cadáver de un joven al que habían amputado los testículos y metidos en la boca, además de arrancarle un ojo; que varias mujeres fueron apuñaladas en los genitales; que hubo personas destripadas, degolladas y decapitadas. Toda aquella barbarie había sido perpetrada en el segundo piso de la discoteca, mientras la policía mantenía un tiroteo con uno de los terroristas antes de conseguir acceder al interior.
 
La población europea en la inopia.
 
          Las naciones europeas renuncian a sus orígenes cristianos, a su identidad en favor de las imposiciones musulmanas en nuestro suelo. Está la ciudadanía europea, en su mayoría, tan atolondrada como acobardada, en una inopia superlativa en cuanto a la realidad de lo que nos está sucediendo. Es preciso poner severo coto al avance islamista. Para empezar, cerrando las mezquitas salafistas y deportando a los imanes que proclamen la sharía y la yihad e inciten el odio al "infiel". De esta manera se favorecerá a que los musulmanes que quieran escapar de esos círculos perniciosos e integrarse en la sociedad europea -como lo hacen otras etnias- puedan hacerlo.
 
          Mientras Europa contemple impávida su estado de preislamización, más preocupada, ¡hipócrita!, de posibles flujos de islamofobia que de la ya no tan silenciosa invasión musulmana, seguirán muriendo europeos en las calles y plazas de nuestras ciudades a manos de yihadistas, así como seguirán multiplicándose barrios musulmanes por cuyas cercanías no podrán circular mujeres que no vistan según el precepto del islam. No nos equivoquemos, el problema al que nos enfrentamos no es sólo el atentado latente en cualquier plaza de Europa, puesto que peligra nuestra civilización, aunque pueda parecer ciencia ficción.
 
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