Capitanes Generales en el Palacio de Carta. Narciso Ametller

 
Por José Manuel Padilla Barrera  (Publicado en La Opinión el 13 de junio de 2017).
 
 
   
          El  pasado domingo día 4, José Manuel Ledesma Alonso, cronista oficial de Santa Cruz, publicó en este mismo periódico un  muy interesante y documentado artículo sobre el Palacio de Carta, que concluía con la buena noticia de que el citado inmueble se destinará a Centro de Información turística  y Museo de la Historia de la ciudad. No lo dice pero el rescate del edificio se debe en gran parte al tesón y entusiasmo de ese grupo que él preside conocido como  la Tertulia de Amigos del 25 de  Julio.
 
Palacio de Carta 1868
 
Palacio de Carta (1868)
 
         
          Nos cuenta Ledesma que durante 28 años el palacio fue sede de la Capitanía General de Canarias y que por sus dependencias  pasaron  17 capitanes generales. Muchos de ellos tuvieron vidas y actuaciones apasionantes que merecen ser recordadas.
 
          Uno de esos capitanes generales fue  Narciso Ametller y Cabrera que llegó a Santa Cruz el domingo 15 de agosto de 1858 a bordo de un buque de guerra que llevaba por nombre Ter, curiosa coincidencia, el rio de su patria chica, Gerona. Tenía 48 años y era mariscal de campo. Traía a sus espaldas una azarosa vida. Había participado en la primera guerra carlista, la empezó de teniente y por méritos de guerra la terminó de coronel. De allí sacó un sentimiento de admiración  y  lealtad absoluta  hacia el general Espartero, lo que le traería no muy buenas consecuencias.
 
          En octubre de 1841 O´Donnell, Gutiérrez de la Concha y Diego de León se conciertan para derrocar a Espartero de la Regencia y devolvérsela a María Cristina. Ametller que se encontraba en Gerona marchó sobre Madrid,  con tres batallones de las Milicias Catalanas , en defensa del regente. La sublevación fue pronto sofocada.
 
          En mayo de 1843 se produjo un nuevo levantamiento que provocó la salida de España de Espartero . Un mes antes Ametller  había ascendido a Brigadier. Como  Comandante General, Jefe del Ejército de Operaciones en Cataluña, fiel a Espartero, no solo no secundó este pronunciamiento militar que guiaban Narváez, O’Donnell y Prim sino que se puso al frente de los llamados “centralistas” en la revuelta conocida como  de “la Jamancia” . El gobierno envió al general Prim para apagar la revuelta barcelonesa y después de derrotar a Ametller en San Andrés de Palomar  lo siguió hasta  Gerona y más tarde  al castillo de San Fernando en Figueras, donde finalmente se entregó el 1 de enero de 1844 y Prim, en lugar de llevarlo ante un consejo de guerra, ordenó que fuera conducido a Francia. ¿Por qué esta benevolencia? Había razones para ello:
 
          En julio de 1841,Prim era diputado y con motivo de uno de sus discursos, Modesto Lafuente en su revista satírica “Fray Gerundio” publicó un artículo muy fuerte contra él, donde además modificaba su apellido llamándole el Sr.Pringue. Prim, indignado, le envió sus padrinos para retarle a duelo; estos padrinos eran el poeta José de Espronceda y Narciso Ametller. Lafuente se negó a batirse en duelo, pero eso no impidió que  Prim  lo esperara a la salida del teatro Príncipe y lo moliera a bastonazos. Prim y Ametller eran muy amigos, ambos eran socios del Casino de Madrid recién constituido y estaban envueltos con otros militares como Ros de Olano en el ambiente romántico que reinaba en Madrid. Esa amistad le salvó la vida a Ametller.
 
          Acogiéndose a una amnistía regresó de Francia el año 1847, rehabilitado fue destinado a Badajoz, y allí volvió a tener serios problemas, se enfrentó con la autoridad civil y tuvo que huir a Portugal y desde allí de nuevo a Francia. En febrero de 1849 aparece de nuevo en la 2ª guerra carlista, pero en el sentido contrario al esperado, cruzó la frontera con 150 hombres para unirse con los carlistas de Marsal, tratando de derrocar al gobierno de Narváez. Y se repite la historia, esta vez es el general Gutiérrez de la Concha, el que le derrota y le obliga a refugiarse en Francia. Ni que decir tiene que de la Concha era también socio del Casino de Madrid. En 1852 logra regresar a Madrid y se le repone en su antiguo empleo de brigadier.
 
          En junio de 1854, conociendo sus antecedentes el conde de San Luis, jefe de gobierno, había ordenado encarcelarlo, pero al mes siguiente O´Donnell le libera y lo incorpora al movimiento precisamente contra San Luis. Su actuación en la pacificación de Madrid fue decisiva, su discurso a las tropas desde la Casa de Correos en la Puerta del Sol, se hizo famoso.  Tres días después de la llegada del general Espartero como nuevo jefe de gobierno fue ascendido a mariscal de campo. 
 
General Narciso Ametller y Cabrera Custom
 
General Narciso Ametller y Cabrera
 
         
          En 1858 es nombrado Capitán General de Canarias y el 15 de agosto de ese año entra por primera vez en la  que sería su residencia durante su estancia en Canarias, el Palacio de Carta.
No tardó mucho Ametller en dar lustre al Palacio; poco más de dos meses después  de su llegada, el 29 de octubre, lo utilizó para celebrar  su santo, san Narciso patrón de Gerona, con un gran baile, baile en el que estuvieron presentes todos lo que por una u otra razón cultural, profesional o social destacaban en la isla, las primeras autoridades, los cónsules extranjeros, entre ellos Sabino Berthelot, los altos cargos militares, todos con sus respectivas señoras como es natural y por añadidura el capitán y los oficiales de la corbeta de guerra americana Marion
 
          Antes del baile hubo un concierto. El segundo de sus números  fue “Fantasía para guitarra”, cuyo autor era Julián Arcas, considerado entonces como el mejor guitarrista de España,  y esa noche los invitados del general iban a tener el privilegio de  escucharla interpretada por otro  guitarrista que le disputaba esa fama . Sorprendentemente ese guitarrista no era otro que el propio general Ametller. En la crítica sobre  un concierto que dio en Madrid en su despedida para venir a Canarias, se  decía que era uno de los más sublimes guitarristas de Europa.
 
          Pero no era solo guitarrista, también era un buen cantante, el último número del concierto era un dúo de barítono y soprano del "Asedio de Corinto" de Rossini, que el general  interpretó con una aficionada local la señorita Cifra, que esa noche, según las crónicas, mejoró notablemente su nivel interpretativo gracias a la dirección y enseñanzas del gran músico que era  Narciso Ametller. 
 
          El 23 de enero del año siguiente el Palacio de Carta abrió de nuevo sus puertas para ofrecer otro gran baile de gala, esta vez sin concierto y con motivo de la onomástica del Príncipe de Asturias.  La crónica del Eco del Comercio del sábado siguiente aseguraba que las salas presentaban una visualidad que en nada desmerecía de las que pueden ofrecer las más elegantes y concurridas de la Corte.
 
          Salgamos del Palacio de Carta, bajemos un poco  y crucemos la plaza para acudir a otro baile, esta vez en el Casino de Santa Cruz, que entonces se llamaba así y estaba situado justo enfrente de su actual ubicación. Porque en la noche del 20 de febrero se ofrecía un homenaje al Capitán General; los homenajes en ese entonces siempre se traducían en bailes.  
 
          A las once de la noche se abrió el baile con el rigodón de honor en el que el Capitán General  formaba pareja con la esposa del presidente del Casino. Hacia las dos de la mañana, para reponer fuerzas se pasó al ambigú y allí tuvieron lugar los momentos más importantes de la noche: Los brindis, expresión viva del romanticismo que imperaba en aquellos años. Nada menos que tres poetas compitieron con sus versos en honor del general y a ellos se añadió el propio  Narciso Ametller agradeciendo, también en verso, los elogios recibidos.
 
          Uno de los vates de esa noche era  Rafael Martín Fernández Neda, que años más tarde, en 1865, residiendo  en Madrid, publicó un gran libro de poemas titulado Auroras que tuvo un gran éxito. Llevando al extremo su condición de poeta romántico, cuando  su mujer murió se quitó la vida sobre su tumba. 
 
          En su contestación a Fernández Neda y cerrando los brindis, Ametller terminaba así su intervención con estos versos que, declamados con su viril voz de barítono, despertaron el entusiasmo entre todos los presentes.
 
                    “No echaré nunca en olvido  //  de Santa Cruz la afección  //  y tendré en toda ocasión  //  cualquiera que sea el caso  //  para defenderla, un brazo  //  para amarla, un corazón.”
 
          Curiosamente 11 años antes, el 8 de enero de 1848, Espartero cuando volvió  de su destierro inglés a Madrid, fue recibido por la reina y se despidió de ella con las siguientes palabras: ”Suplico a Vuestra Majestad me llame siempre que necesite una espada para defenderla o un corazón para amarla”.
 
          ¿Plagió Ametller a Espartero? Creo que no. No puedo demostrarlo pero estoy seguro que esta frase la escribió  Narciso Ametller para que su admirado general Espartero pudiera lucirse ante la reina. 
 
Ametller Custom
 
Narciso Ametller
 
         
          Ametller estuvo en Canarias, como Capitán General, hasta el día 1 de Mayo de 1861 en que embarcó en la fragata de guerra Ferrol, con destino a Cádiz. El motivo de su partida fue su delicada salud. Polifacético como era escribió una ópera “Los Guerrilleros” que tuvo mucho éxito en Italia en su versión de concierto; además fue autor de varios libros con temas históricos entre los que destaca El Monje gris. Catalanes y aragoneses en Oriente que, como curiosidad, hoy vale 2.500 euros en librerías de viejo de Madrid.  En 1865 fue presidente del Casino de Madrid.
 
          Durante la Gloriosa en 1868,  la revolución que derrocó a Isabel II, tuvo una importante participación, lo que le valió que su antiguo amigo/enemigo Prim, ministro de la Guerra del gobierno provisional, le ascendiera a teniente general. Sus últimos años, retirado ya de toda actividad, los pasó en su Bañolas natal, murió en 1877 y  en su entierro recibió grandes honores militares.
 
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