Presentación del libro de Miguel A. Noriega "Fortificaciones de la Isla de Tenerife"

 
A cargo de José Alberto Ruiz de Oña (Palabras pronunciadas en la presentación del libro Fortificaciones de la Isla de Tenerife, de Miguel Ángel Noriega Agüero, el 6 de abril de 2017).
 
 
          Mi General, Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades, Muy buenas tardes, señoras y señores. Asociaciones: Tertulia Amigos del 25 de julio, Gesta 25 de Julio, Amigos del Museo Histórico Militar, Defensa del Patrimonio Histórico de S/C de Tenerife, a las cuales me siento muy honrado en pertenecer.
 
          Es un verdadero honor para mí poder estar hoy con todos ustedes. Primero por poder estar otra vez en esta maravillosa isla con la que tanto me siento identificado. Segundo por volver también a este entorno de Almeyda que tantos recuerdos me trae y tercero por poder compartir con todos ustedes las maravillas de este libro de Miguel Ángel Noriega que creo marcará un hito en la defensa del Patrimonio de esta isla.
 
          Al poco de hacerse cargo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias en 2015, D Miguel Ángel Clavijo Redondo me planteó su idea de patrocinar un libro de cada isla de este archipiélago que sirviese como catálogo del patrimonio castrense defensivo existente en cada una de ellas. Todo ello con la pretensión de, una vez identificado lo que se tiene, elaborar un Plan Director para su conservación y mantenimiento. Como comprenderán, la idea me entusiasmó. Desde el principio le dije que yo no me sentía capaz de hacerlo ya que conozco mis limitaciones, y además sabiendo que había mucha gente con grandes aptitudes para realizarlo. La elección de Miguel Ángel Noriega ha sido un gran éxito ya que conjuga unas cualidades idóneas para ese cometido, al que agradezco profundamente que me permitiese hacer el prólogo.
 
          Pero vayamos al libro en cuestión. Se ha pretendido hacer un libro divulgativo por lo que se han incluido muchas imágenes gráficas que facilitan su comprensión. Desde aquí quiero agradecer la cesión de las magníficas fotos aéreas de Antonio Márquez que embellecen y clarifican los diferentes sistemas defensivos.
 
          El libro es fácil de leer y está estructurado de una manera secuencial en el tiempo, tratando por primera vez uno de los sistemas de apoyo defensivo cruciales, como son las atalayas.
 
          Después de casi 100 años de luchas, se logró en 1496 la incorporación de este archipiélago a la Corona de Castilla y a partir de ahí, la codicia por los tesoros indianos de las flotas españolas que recalaban en la isla, atraían una presencia casi constante de corsarios europeos y africanos en el Atlántico, a los que denominamos piratas, que intentaban apoderarse de ellos, a lo que se sumó el temor ante una posible invasión de Francia, Inglaterra u Holanda, en función de la época que se trate.
 
          Las torres o atalayas, que se levantaron por todo el litoral isleño, fueron parte de un sistema de vigilancia de las costas que permitía avisar rápidamente del ataque, para que pudieran intervenir las gentes de armas de las fortalezas y las ciudades cercanas.
 
          Las atalayas son un tipo de fortificación utilizada en muchas partes del mundo. Por lo general, son estructuras aisladas y su objetivo principal es proporcionar un lugar elevado y seguro desde el cual poder realizar la vigilancia y hacer observaciones militares. También son denominadas atalayas las prominencias naturales con buena capacidad para atalayar (que según el diccionario es “registrar el campo o el mar para dar aviso de lo que se descubre, observar, espiar”).
 
          En la Península existen también un gran número de fortificaciones de este tipo, especialmente en la costa (torres de vigilancia costera), en los contornos isleños y en las zonas que fueron fronterizas entre la Corona de Castilla y el Reino nazarí de Granada, consistentes usualmente en torreones, llamados torres-vigía o torres ópticas. Solían formar sistemas complejos de vigilancia, situándose a distancia suficiente como para ser visualizadas unas desde otras.
 
          Se utilizaron las torres o almenaras para avisar de la presencia enemiga, en las que se encendían hogueras por la noche y humaredas durante el día, siendo éste un sistema que, de manera directa, los cristianos tomaron de los musulmanes, de ahí el nombre de almenara, pero que en realidad data de tiempos más antiguos, pues es conocida una cita de Plinio acerca de las torres de Aníbal, en las costas españolas y africanas, que avisaban del peligro mediante el fuego.
 
          Los ataques eran rápidos y jugaban con la sorpresa, de ahí la necesidad de las torres que avisaran del peligro, todo lo cual justificó el temor y la necesidad de defenderse que tuvieron las poblaciones costeras. La mejor manera de defenderse no era abortar esos ataques en el mar, pues resultaba bastante difícil controlar todos los lugares por los que el enemigo podía aproximarse, sino procurar defenderse de ellos mediante la fortificación de la costa con un sistema de fortalezas, cerrando así el territorio con una suerte de muralla imaginaria de la que los vigías eran las torres.
 
          La situación estratégica de estas islas, como puente entre Europa y América, supuso la necesidad de defenderla con fuertes defensas. Defensas que era necesario reformar constantemente debido a las innovaciones de los navíos atacantes (coraza, alcance de sus cañones, etc.) o a la vetustez de las propias fortificaciones.
 
          Tenerife fue la isla principal durante mucho tiempo y la más rica y, por lo tanto apetecible, por ello sufrió muchos ataques. Pero al final, jamás fue conquistada. No en vano ostenta el título, bien merecido, de “Muy Noble, Leal e Invicta Ciudad”.
 
          Durante más de 300 años fue atacada muchísimas veces, bien fuesen piratas, corsarios, franceses, holandeses y sobre todo ingleses. Pero todos sin éxito. ¿Por qué sucedió esto? Se podrían hacer varias reflexiones:
 
          - Principalmente, por los hombres que la defendían: las valientes milicias canarias.
 
          - Por otra, por los mandos que había en cada momento, que supieron acertar en sus decisiones.
 
         - También por las propias piezas de artillería que tenían, que en cada momento eran similares o superiores a los del atacante (baste recordar al cañón Hércules, que fue decisivo en las victorias sobre los almirantes Blake en 1657 y a Jennings en 1706).
 
          - Y por las fortificaciones defensivas que tenía, las cuales estaban colocadas acertadamente.
 
         Pero de lo que “hubo” a lo que “queda” hoy en día, hay mucha diferencia, debido, por una parte, a la antigüedad de las fortificaciones y, por otra, al empuje del desarrollo urbanístico que ha destruido un importante patrimonio de todos nosotros.
 
          Hoy día, estas organizaciones defensivas, son testigos vivos y, a veces, únicos de esa historia por la que los españoles somos lo que somos.
 
          Soy consciente que se han hecho muchos estudios y trabajos para intentar mejorar la conservación de las fortificaciones que quedan, sin embargo las acciones tomadas siguen siendo insuficientes y existe una gran preocupación en la ciudadanía por el futuro de ese legado histórico. Este libro descriptivo, que pretende ser un inventario de las fortificaciones que hubo y hay en esta isla de Tenerife, confío que sirva para definir una metodología de actuación y programar medidas concretas de protección, restauración y mantenimiento, en coordinación con los diferentes organismos implicados, que permitan el establecimiento de programas de difusión para promover la visita del público en general, el conocimiento y la adecuada interpretación de ese patrimonio, lo cual redundará en la afluencia de visitantes a sus localizaciones y entorno.
 
          Las fortificaciones existentes en la isla de Tenerife tienen su peculiaridad propia debido a la propiedad de los inmuebles:
 
         • Unas son de propiedad particular, como el Castillo de San Joaquín y la Casa-Fuerte de Adeje, lo cual dificulta su restauración. Es de destacar la importancia del Castillo de San Joaquín que es una joya del patrimonio canario y desconocido para la mayoría.
 
         • El Fuerte de Almeyda es la única fortificación de propiedad estatal, del Ministerio de Defensa, y se mantiene en buen estado debido a encontrarse en sus instalaciones el CHCMCAN.
 
         • El resto son de propiedad de organismos oficiales (Ayuntamientos, Cabildo, Autoridad Portuaria, etc) los cuales, a priori, son más fáciles de restaurar y conservar.
 
          Confío en que el esfuerzo realizado por Miguel Ángel Noriega Agüero sirva para que cualquier ciudadano tenga un mayor conocimiento sobre la arquitectura militar defensiva de esta isla de Tenerife, testimonio de nuestra memoria histórica. Es un libro que debería estar en cualquier biblioteca de un centro de enseñanza, a (a vez que puede sirve de embrión para futuros estudios.
 
          Pero vayamos ahora a conocer al autor, a Miguel Ángel Noriega Agüero.
 
          Miguel Ángel Noriega nació en Torrelavega, por lo que además de honrarme con su amistad coincidimos en ser los dos cántabros. Pero reside en Tenerife desde hace más de diez años, habiendo vivido antes dos años en Francia por estudios y trabajo.
 
          Es licenciado en Geografía por la Universidad de Cantabria y además Experto Universitario en Ordenación del Territorio y Medio Ambiente por la Universidad Politécnica de Valencia. También posee la certificación oficial de habilitación como Guía de Turismo de Canarias, si bien no trabaja en esa materia.
 
          Actualmente es Socio y técnico de la empresa nacional AGRESTA Sociedad Cooperativa, cuya delegación regional está en esta ciudad de Santa Cruz (Rambla Pulido 53), desarrollando su labor profesional en Canarias en los campos de la ordenación del territorio, la cartografía, la evaluación de impacto ambiental y el uso público, sobre todo relacionado con senderos, entre otros tipos de trabajos ambientales. Es un gran conocedor de los espacios naturales protegidos del archipiélago, redactando incluso los instrumentos de ordenación de alguno de ellos como, por ejemplo, el del Parque Natural de Corona Forestal, el de mayor extensión de Canarias.
 
          Desde muy temprana edad practica el montañismo y otros deportes de montaña, como la escalada y el esquí de travesía, siendo un gran conocedor de los senderos y las montañas del archipiélago, además de otras zonas montañosas de la Península Ibérica y Europa. Así ha realizado multitud de ascensiones en Picos de Europa, Pirineos y Alpes.
 
          Es un apasionado de la investigación y la recopilación de información relacionada con la geografía e historia de las islas con más de una decena de artículos publicados en prensa. Se ha especializado en la investigación relacionada con las infraestructuras y edificaciones militares históricas en Tenerife. Ligado a este tema ha impartido varias conferencias relacionadas con las fortificaciones militares y las atalayas, algunas de ellas en este Centro.
 
          Pero también es administrador y propietario de la página web asotavento.com en la cual cuelga periódicamente sus artículos relacionados siempre con la historia y la geografía de Canarias.
 
          Por último, cabe decir que es miembro de la Tertulia Amigos del 25 de Julio desde hace más de un año.
 
          Y es él quien a partir de ahora tiene la palabra.
 
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