Un año más, la Gesta (Retales de la Historia - 275)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 31 de julio de 2016)
 
 
          A propósito, como en ocasiones anteriores, hemos dejado pasar la fecha exacta del 25 de julio, en la que se conmemora la mayor gesta de la historia de Canarias desde su incorporación a la corona de Castilla, según hace constar el historiador marqués de Lozoya. Deseábamos ser observadores lo más alejados posible a los cercanos avatares y vemos cómo muchos de los responsables políticos, incluso municipales, olvidan sus obligaciones de representatividad de todos los ciudadanos, de cualquier signo que sean.
 
          Pero el peso de la realidad histórica resulta inevitable cuando se recuerdan opiniones de los que entre nosotros fueron grandes próceres en el quehacer periodístico, el insigne Patricio Estévanez, el gran luchador por su tierra Leoncio Rodríguez, el maestro de periodistas Víctor Zurita. Este último hasta encontraba similitudes, salvando las circunstancias históricas y territoriales, entre la capitulación de las tropas inglesas que a las órdenes de Nelson intentaron conquistar Canarias y la rendición de Breda, inmortalizada en el conocido y famoso cuadro de las lanzas.
 
          La mayor parte de nuestra población desconoce o no es consciente de la enorme importancia histórico-política de aquel acontecimiento, incluso de los que por obligación deberían conocerlo, que pudo cambiar el signo de nuestro devenir, y del mérito que adquirieron los defensores de su patria y hacienda, mal pertrechados y sin experiencia militar, frente a una tropa experta y aguerrida. Es cierto que las circunstancias climatológicas de aquellos días y el imperfecto conocimiento de la topografía del litoral, favorecieron las medidas defensivas e hicieron más efectivas las que desde bastante tiempo antes, con muy escasos medios, había previsto y tomado el general Antonio Gutiérrez, veterano jefe y máximo responsable de sostener en nuestras Islas la soberanía de siempre. Y no se puede aludir a otra soberanía anterior a la española, pues aquello era otra cosa.
 
          El concepto de "patria y hacienda" de entonces era muy distinto al actual y lo seguía siendo a finales del siglo XVIII. La patria, la nación, era algo difuso, de difícil percepción e incontrolable en la lejanía de una Corte, presidida por un Rey, todo lo cual, para el ciudadano común, solo le atañía y se hacía realidad a través de impuestos, gabelas y levas forzosas, por lo que dentro de la natural admiración que podía concitar se encontraba también el temor a sus consecuencias.
 
          El ciudadano común, el labriego, nuestro entrañable "mago", no sabía de otras cosas, y constituían sus máximos valores, su mujer y sus hijos, su casa, su huerta, su ternera y sus cuatro cabras. Y esto, que para él eran todo su mundo, sin saberlo, sin tener conciencia de ello, era su Patria, su Nación, la razón de su existencia. Y cuando como miembro de las Milicias Canarias era requerido para defender estos valores, cambiaba sus herramientas de trabajo o de labranza por un fusil, posiblemente viejo y oxidado, y se agregaba a su Regimiento o al Batallón de Infantería de Canarias, formado pocos años antes y siempre incompleto, para dar la cara donde fuera preciso. Dice el jefe de dicha Infantería, el coronel Güinther, dejando constancia de ello, que en las calles de la Cruz Verde, San Pedro de Alcántara, Botón de Rosa y otras transversales a aquellas por las que las tropas inglesas corrían hacia el convento de Santo Domingo, nuestros milicianos -decía- se batieron como unos leones. Junto a unos pocos centenares de tropas profesionales, con los mejores deseos pero mal y deficientemente dotadas, las Milicias Canarias tuvieron el más relevante papel en la defensa de Santa Cruz, que era la de Tenerife y la de toda Canarias. En el intercambio de notas y órdenes entre Nelson y su superior el almirante Jervis, queda totalmente claro, sin duda alguna, que el objetivo del ataque era apoderarse del Archipiélago, no solo de un puerto, ciudad o isla.
 
          La Tertulia Amigos del 25 de Julio pretende, desde hace años, involucrar a toda la Isla en la conmemoración de la trascendental victoria, al menos a los municipios que tuvieron el honor de sostener a alguno de los bravos regimientos de Milicias Canarias, cuyas denominaciones de entonces correspondían a La Laguna, La Orotava, Garachico, Güímar y Abona. Hemos logrado realizar un pequeño pero sentido acto de homenaje en Garachico, con la celebración de una tertulia abierta en el Hotel Quinta Roja. Está de más referirnos a Santa Cruz, puesto que entonces era La Laguna. Nos queda Abona, Güímar y La Orotava, en la que tenemos un especial interés, puesto que el mayor número de caídos en la defensa, prácticamente el 20% del total, pertenecían a aquel Regimiento, pero no hemos encontrado facilidades en las autoridades locales.
 
          Estamos seguros de que si la batalla y defensa ante las tropas británicas hubiera tenido lugar en cualquier otra localidad ya contaríamos con varios largometrajes de inusitado interés histórico, artístico y comercial. Temas y argumentos para ello no faltan, sin necesidad de variar la verdad histórica.
 
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