Amaro Pargo "resucita" después de 270 años

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en el Diario de Avisos el 10 de abril de 2016).
 
 
El Pleno del Cabildo de Tenerife aprobó recientemente convocar un concurso de ideas con el fin de rehabilitar el entorno de  la casa de Amaro Pargo y  la ermita de Nuestra Señora del Rosario, catalogadas como Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico; ambas construcciones están situadas en el barrio de Machado, en el municipio del El Rosario. 
 
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           Desde el siglo XVI, piratas de diversas naciones, enarbolando la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas, robaban las ricas mercancías que los barcos dedicados al comercio transportaban entre Europa y América y, de paso, saqueaban las costas canarias atacando a los pueblos ribereños para robar su ganado y raptar a sus habitantes con el fin de venderlos como esclavos.
 
           Dos siglos más tarde, el florecimiento del comercio daría lugar a la piratería organizada, en la que los buques se desvalijaban como actividad lucrativa; por ello, en 1779, el rey Carlos III publicó una ordenanza para que los que fueran a dedicarse al “corso”  acreditaran el tipo de embarcación, armas, pertrechos, dotación, etc. y, además, depositaran una fianza en el Ministerio de Marina por la seguridad de su conducta.
 
         Por lo tanto, los corsarios poseían un permiso -Patente de Corso-, entregado por los propios gobiernos, con el que podían interceptar, saquear y destruir a los barcos enemigos, entregando los prisioneros al Gobernador del primer puerto que tocaran, pudiendo quedarse con el barco apresado y su mercancía; además, recibían una gratificación por los cañones que tuviese el barco, el número de prisioneros, etc. 
 
          Dada la importante función mercantil que jugaba el puerto de Santa Cruz en el comercio con las Indias, y con el fin de responder a la amenaza de los piratas británicos, el Conde de Floridablanca, invitó (1780) a los naturales de Canarias a que armaran sus buques para perseguir y dañar al enemigo inglés. 
 
          Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera, hijo de Juan Rodríguez Felipe y Beatriz Tejera Machado, nació en La Laguna (Tenerife), el 3 de mayo de 1678, en una casa próxima a la ermita de San Cristóbal. Fue bautizado en la iglesia de Los Remedios, por el sacerdote Manuel Hurtado Mendoza, siendo su padrino Amaro López. De sus seis hermanos, tres fueron monjas de clausura del convento de Santa Catalina, de ahí su relación con Sor María de Jesús. 
 
          Vivió en la calle Real, la más noble y distinguida de La Laguna, en una casa donde hoy se alza la vivienda nº 5 de la calle de San Agustín, de la que solo se conserva una pequeña y valiosa talla de mármol de la Virgen del Rosario, situada en un nicho sobre la puerta principal. 
 
        Conocido popularmente como Amaro Pargo, debido a que este pez le cautivaba por sus ataques muy parecidos a los asaltos navales, se enroló muy joven en las galeras reales, demostrando pronto su destreza en el arte de navegar pues, en medio de un combate, aconsejó a su capitán una maniobra que dio como resultado el apresamiento de la embarcación rival con toda su carga; a partir de este hecho, el joven Amaro comenzó a gozar de la estima de sus superiores, lo que le permitió ir ascendiendo, al tiempo que iba adquiriendo una sólida formación marinera y financiera.
 
          Considerado pirata por los enemigos y corsario por sus compatriotas, entre sus actividades también se encontraba la de negrero pues, según lo testifican los relatos orales y apuntes notariales, transportó esclavos de Guinea para los ingenios azucareros de las islas Canarias.
 
          Como maestre y dueño de una flota de navíos, siempre hizo alarde de sus nobles sentimientos de caballerosidad. En sus saqueos usaba sus dos armas principales: el engaño ante la presa, y el coraje en el abordaje. 
 
          Su flota estaba formada por los barcos: El Fortuna, Ave Maria (La Chata), Ntra. Sra. de Los Remedios, La Santísima Trinidad, San José, San Ignacio, El Blandón, La Isabela, y San Marcos (El Clavel), del que era capitán su hermano José. Este barco con 24 piezas de artillería, fabricado en La Caleta (Icod de los Vinos), se hundió en septiembre de 1728, cuando iba hacia el puerto de San Cristóbal de La Habana.
 
          Sus actividades económicas estaban vinculadas a la carrera de Indias pues desde Tenerife llevaba a los puertos de La Habana y La Guaira el vino cosechado en sus fincas de Geneto, Tegueste y Valle Colino, así como el aguardiente producido en sus destilerías de la calle de El Agua, en La Laguna, y La Miravala, en el Socorro (Tegueste); luego, regresaba a Génova cargado con tabaco cubano y cacao venezolano y, desde allí, volvía de nuevo a Santa Cruz con tejidos de Italia e Inglaterra. 
 
          Este comercio con Europa y América le reportó grandes cantidades de dinero, joyas, y propiedades (60 casas, 900 fanegadas de terreno, etc.). Alguna de las viviendas las adquirió en lugares estratégicos de la Isla; por ejemplo, la casa denominada hacienda Toriño, en el barrio de Machado (El Rosario), estaba situada en un altozano desde donde divisaba desde Punta de Anaga hasta los confines del Valle de Güímar; además, en la costa contaba con un refugio natural para el anclaje de  los navíos, llamado Guadamojete –actual Radazul-.
 
          Esta “casa del pirata” ha sido declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico, pero se encuentra en la más completa ruina puesto que sus muros han sido escudriñados en busca de los objetos de valor que la tradición ha divulgado que guardaba en ella. Consideramos que debería ser restaurada y convertida en museo donde se expongan todos los objetos relacionados con su dilatada vida.
 
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          La casa situada en Roque Bermejo, llamada "Murruñito del Puerto" -por el saliente rocoso que se encontraba en su entrada- era un excelente refugio natural para el anclaje de sus navíos, con abundante agua, víveres y lugar de descanso de las tripulaciones.
 
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          La casona de Punta del Hidalgo, situada en un promontorio donde la bahía le servía de refugio a sus naves, poseía una cueva de 88 metros de longitud, conectada con la playa, donde guardaba los tesoros substraídos en los asaltos. En dicha cueva apareció el cuadro de San Mateo que hoy se venera en la iglesia de la localidad. La citada gruta ha sido volada con pólvora en busca del botín.
 
          Todas estas viviendas han sido reducidas a escombros por los desaprensivos buscadores de tesoros de exaltada imaginación, así como por la poca sensibilidad que las autoridades han mostrado hacía determinados aspectos de nuestro patrimonio histórico.  Esperamos que a partir de ahora el tesoro cultural del legado del pirata pueda recuperarse y se haga en ella un museo y parque temático dedicado a la piratería y al Corso en Canarias.
 
          Como la posesión de grandes riquezas llevaba implícito la búsqueda del  reconocimiento social, Amaro decidió dar lustre a sus apellidos y, el 25 de enero de 1725, fue declarado Caballero Hijodalgo; dos años después, el 9 de enero de 1727, obtuvo en Madrid la real certificación de Nobleza y Armas, creando Mayorazgo y escudo de armas, formado por los símbolos de fuerza del guerrero con armadura, puñales y cañones. También el Rey le concedió la institución medieval de Señor de Soga y Cuchillo. 
 
          Amaro Pargo hizo su primer testamento el 19 de junio de 1746,  al que, el 1 de octubre de 1747, le añadió varias disposiciones y escrituras de fundación, de manera que conformaba un conjunto de libros con tapa de piel, ordenados alfabéticamente; de ellos, el tomo que contenía la relación del  tesoro, marcado con la letra D, no ha sido localizado. En el citado testamento, para conservar la memoria de su linaje, exigió que los que le sucedieran en el vínculo y mayorazgo, deberían ser hijos legítimos, nacidos y procreados de un confortable matrimonio, o por subsiguiente legitimados, debiendo casarse con personas nobles y de limpia sangre.
 
          Aunque era soltero, en La Habana (Cuba) tuvo un hijo con Josefa María del Vasdespino y Vitrián, llamado Manuel de la Trinidad Amaro, al que le solía enviar dinero regularmente. Como su madre se negó a que viviera en La Laguna, en su testamento no lo tuvo en cuenta; no obstante, el joven se presentó para reclamar el quinto de la herencia que le pertenecía, a lo que se opusieron sus herederos. 
 
          Amaro murió el 4 de octubre de 1747, a la edad de 69 años. El sepelio, celebrado en La Laguna, resultó muy solemne pues durante el traslado hasta la iglesia paró cuatro veces en su recorrido para que los cuatro capellanes que le acompañaban rezaran las letanías correspondientes.
 
          Está enterrado en la iglesia parroquial de Santo Domingo (La Laguna), en el sepulcro de sus padres, la familia Rodríguez Felipe. En su lápida, situada a la derecha de la entrada al templo, bajo el coro, figura su escudo de armas -un guerrero saliente con armadura, puñales y cañones- y una calavera con dos tibias cruzadas, guiñando el ojo derecho y el izquierdo abierto. En la misma cripta se encuentran los restos de Cristóbal Linche, un esclavo liberado por Amaro al que le unía un gran afecto; por ello, en el testamento obliga a sus herederos a que lo cuidaran cuando estuviera enfermo, que no le faltara comida ni vestimenta y, cuando falleciera, reposara en su misma sepultura, debiendo tener encendidas 4 velas sobre su ataud durante la misa de corpore in sepulto; además, debían ofrecerle 1.034 misas regladas por su alma. Su criado murió el 17 de enero de 1748, a la edad de 80 años. 
 
          Al exhumar el cadáver de Amaro Pargo, el 15 de noviembre de 2013, con el fin de reconstruir su rostro para realizar un videojuego, y de paso levantarle un busto en su ciudad natal, un grupo de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid descubrieron que, debajo de la lápida existía una cripta de 3 m de largo, 2 m de ancho y 2 m de alto, con un banco de piedra a cada lado, a la que se llegaba por una escalera de 6 peldaños, donde, en su día, existió una puerta y una reja que la protegía. 
 
          Se esperaba encontrar los restos óseos del corsario, de sus padres y del criado, pero dentro de la cripta habían huesos de nueve personas; entre ellos, los de un bebe (niña), una joven de 16 años,  un chico de 20 años con síndrome de Down, una mujer joven y una persona mayor, de la que no se pudo saber su sexo porque el esqueleto no estaba completo. Se cree que fuesen sobrinos o sobrinos-nietos.
 
          El corsario y su padre fueron identificados con certeza gracias a las muestras de ADN de la saliva que se tomaron a los descendientes que aún viven en La Laguna, Madrid y Asturias. Al hacer una reconstrucción facial de Amaro Pargo para perfilar su retrato, se determinó que tenía la cara alargada y angulosa. 
 
          El único que no tenía lazo sanguíneo con el corsario era su fiel esclavo negro, Cristóbal Linche, cuyo esqueleto medía 1,80 metros.
 
         Como en la cripta todos los huesos estaban amontonados sobre el citado banco, no había restos de los féretros, ni de ropa, se llegó a la conclusión que además de bajar a la cripta a dejar los cadáveres también esta fue saqueada para robarles los efectos personales.
 
          El estudio de los restos realizado por el equipo de arqueólogos, forenses, biólogos y antropólogos contratado por Ubisoft, empresa francesa de videojuegos, para su cuarta entrega de la saga de piratas Assassin´s Creed Black Flag,  ha dado como resultado que era un hombre muy delgado y pequeño (1,66 metros) y que de joven había recibido una puñalada que le partió una costilla.  
 
          Después de un año de trabajo, los restos se devolvieron a la cripta, clasificados en cajas individuales y una ficha con los datos obtenidos. En ese momento se ofició un responso en su honor.
 
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          Amaro Pargo fue un hombre de profundas ideas religiosas. Su capital lo destinaba a obras de caridad, especialmente en iglesias y conventos, con el fin de garantizarse el respeto de sus conciudadanos y muy especialmente los del clero, que recibía las liquidaciones de las primas del seguro marítimo.
 
          A lo largo de su vida mandó construir iglesias, fue benefactor de otras, adquirió el patronazgo de varias capillas, y fue mayordomo de las cofradías del Santísimo Sacramento, Los Remedios, y la Virgen del Rosario. En las puertas de la iglesia de El Socorro (Tegueste) aparece grabado su nombre como agradecimiento por haberla construido.
 
          En la iglesia del convento de Santo Domingo -donde está enterrado- costeó las obras del camarín y el retablo de la Virgen del Rosario, fundó la capilla y el altar de San Vicente Ferrer, construyó la capilla de San Francisco de Paula, donde mandó colocar a la Virgen de La Soledad, y donó la urna de plata del Señor Difunto que se utiliza en la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo lagunero: "Esta urna la mandó hacer el capitán don Amaro Rodríguez Felipe por su devoción, este año de 1732"
 
          Para mejorar la pobreza que veía en las calles, y que las personas pudieran ayudarles con limosnas, en una sesión del Cabildo solicitó que la moneda se fraccionase en cuartos y octavos, bajo el nombre de 4 y 2 maravedíes. En dicha sesión no intervino como Capitán sino en calidad de vecino y comerciante, dejando plasmada su firma en el acta. Ayudó a los niños expósitos, destino 3.000 reales para los que estaban encarcelados, etc. 
 
          En el proceso de profesión de su sobrina Sor Beatriz, afrontó la dote (1.000 ducados) para que la joven pudiera entrar en el monasterio como religiosa de coro y velo negro.
 
          Uno de los episodios más destacados del Corsario es su vinculación con Sor María de Jesús León Delgado (1643-1731), la Sierva de Dios, monja del convento de Santa Catalina de La Laguna. Tres años después del fallecimiento de la Monja, Amaro Pargo solicitó exhumar su cadáver. Al abrir la caja observaron que su cuerpo estaba entero y flexible, con todo su pelo en la cabeza, su color sonrosado, el paladar y lengua fresco, y que destilaba un líquido que mojaba los nuevos vestidos que le pusieron.
 
          Para guardar los restos incorruptos de la Monja, el Corsario mandó realizar un lujoso sarcófago, una obra artesanal realizada en madera policromada en rojo, azul y pan de oro, ornamentada con orlas que enmarcan cinco composiciones poéticas dedicadas a exaltar las virtudes de Sor María de Jesús. 
 
          Las primeras letras de los dos primeros versos contienen el nombre de AMARO PARGO.
 
                    "Aquí yace flor preclara,  //  María de Jesús pura,  //  A quién fue esplendor de clara,  //  Rara en virtud y hermosura,  //  O en todas las virtudes es rara.
 
                    Pare aquí el humano afán  //  A mirar con luz divina,  //  Rara ave peregrina,  //  Girando al cielo Guzmán,  //  O al trono de Catalina"
 
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          Para que los devotos puedan contemplar y venerar el cuerpo incorrupto de Sor María de Jesús, en el convento de las Catalinas de La Laguna, cada 15 de febrero, las monjas abren el sarcófago con tres llaves que giran en diferentes sentidos. Dos de estas llaves se guardaban en el convento de Santo Domingo, y en el monasterio de Santa Catalina, mientras que la tercera la custodiaba Amaro Pargo.  
 
          También el corsario encargó, al pintor José Rodríguez de la Oliva, un grabado de Sor María de Jesús que se conserva en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife.
 
          Entre las reliquias que se conservan de Sor María de Jesús, figura un cilicio cruciforme, que ella usaba para las penitencias, y que se lo había regalado al Corsario para que le sirviera de talismán. Al cilicio le falta un brazo que Amaro Pargo arrancó y tiró al mar para que se calmara la tempestad que ponía en peligro las vidas de los que viajaban en el barco.  
 
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