90 Aniversario del fallecimiento de Esmeralda Cervantes
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día / La Prensa el 10 de abril de 2016).
Ildefonso Cerdá y Súñer, ingeniero y urbanista -autor del proyecto del ensanche de Barcelona- y Clotilde Bosch y Carbonell, pintora, se casaron en Barcelona en 1848. Sus tres primeras hijas: Pepita (1849), Rosita (1850) y Sol (1851) nacieron en rápida sucesión, pero Clotildina vendría al mundo el 28 de febrero de 1861.
Tres años después, cuando Ildefonso se entera de que Clotildina no era hija suya, madre e hija tienen que abandonar el hogar familiar y trasladarse a Madrid y luego a Roma, donde la niña, con apenas cuatro años de edad, comenzó a recibir las primeras lecciones de arpa.
Al año siguiente, cuando su madre pasó a ser dama de honor de Isabel de Borbón en el Palacio de Castilla de París -residencia oficial de la Reina durante su exilio- Clotildina recibiría clases del gran arpista Félix Godefroid, comenzando a dar conciertos en los salones de la nobleza, y convirtiéndose en “una niña prodigio”.
Clotilde Cerdá a los 6 años de edad.
Su primera actuación fue en el Teatro Imperial de Viena (Austria), el 12 de abril de 1873, a la edad de 12 años, dentro de los actos que se celebraban con motivo de la Exposición Universal.
En la recepción que posteriormente se celebró en la embajada de España, Clotildina recibió los mayores cumplidos de las personas que allí se encontraban; entre ellos, el eminente escritor francés Víctor Hugo, quien la bautizó con el seudónimo de “Esmeralda”, en memoria de la heroína de su novela Nuestra Señora de París, a la vez que Isabel II de Borbón le añadía el apellido “Cervantes”, el más ilustre de las letras españolas.
Tras el éxito obtenido, Richard Strauss la llevó con su orquesta por las principales ciudades alemanas, durante cuatro meses, recibiendo en Munich los elogios de Richard Wagner, quien la calificó de “Genio” ante el rey Luis de Baviera.
A partir de este momento, Esmeralda Cervantes, comienza su carrera artística, sin conocer fronteras, y a recibir la gloria del éxito pues, con tan sólo 13 años, actuó ante la reina de Inglaterra y el príncipe de Gales, en el londinense Palacio de Buckingham.
A los 14 años inicia una macro gira de conciertos por América, comenzando en Argentina, donde actúa en Teatro Colón de Buenos Aires, siendo recibida por el Presidente de la República. En Brasil, el emperador Pedro II la nombró Arpista de su Imperial Cámara. Durante su estancia en Uruguay, el Presidente la nombró Hija Adoptiva de la República, en reconocimiento a los muchos conciertos benéficos que había ofrecido. En Chile ofrece varios conciertos benéficos, cena con el Presidente de la República y consigue restablecer las relaciones de amistad entre Chile y España, rotas como consecuencia de la que se llamó Guerra del Pacífico (1865-66).
A los 15 años actúa en la Exposición Internacional de Filadelfia de 1876, dedicada al Centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En junio, reúne a más de diez mil personas en el Madison Square Garden de Nueva York. En Cuba funda la Academia de Bellas Artes de La Habana, y ofrece treinta y seis conciertos durante tres meses, entregando la recaudación de veintiocho de ellos a beneficio de los heridos de la guerra que, desde 1868, España sostenía contra los independentistas cubanos.
Sus 16 cumpleaños lo celebra en Méjico. Su estancia no sólo va a ser relevante por los éxitos artísticos, sino por dos hechos que luego relataremos. En su despedida, el Presidente Porfirio Díaz le obsequió con un arpa, cuya columna remataban el águila y la serpiente, animales que figuran simbólicamente en su Escudo Nacional.
A la edad de 18 años, forma parte del elenco artístico del concierto que el pianista Franz Liszt ofreció en Roma, el 30 de diciembre de 1879. Cuando el gran maestro la oyó interpretar la Fantasía de Oberon, op. 59 de Elías Parisk Alvar, exclamó: "¡Es la primera vez que siento el arpa! "
Cuando tenía 19 años participa en la velada artística que la Sociedad Académica de Lisboa celebra al cumplirse el tercer centenario del fallecimiento del escritor y poeta Luis de Camoens, y el rey Luis I de Portugal la nombra Arpista de la Real Cámara.
Los días 26 y 29 de julio de 1880, actúa en el Teatro Municipal de Santa Cruz de Tenerife en conciertos organizados por la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia –tenía 19 años-. El público que ocupaba todas las localidades -incluso hubo que añadir sillas- la aclamó con delirantes aplausos. El día 30 volvió a ofrecer otro concierto, tan brillante como los dos primeros, cuya recaudación se la entregó al Capitán General Valeriano Weyler para que pudiese financiar las obras de la plaza que luego llevará el nombre del militar. La citada Sociedad la nombró Socia de Mérito, al igual que la de La Laguna y la de Las Palmas.
Programa de un concierto en el Teatro Municipal de Santa Cruz
Después del “impasse” por su boda (1885-1889), retoma su carrera musical en Alemania, donde ofrece varios conciertos en Berlín, con la Berliner Philarmonischen; en Altenburg, con la Berliner Singakademie; y en Hamburgo, con la Berliner Opeembauss. También interviene en Londres, Bruselas, Frankfurt y Berlín, bajo la dirección de William Macet.
En agosto de 1893, es invitada a la Exposición Universal de Chicago (Estados Unidos) participando en un concierto con la orquesta dirigida por Theodore Thomas. El 1 de diciembre actúa en la Casa Blanca delante del Presidente Cleveland y, al día siguiente, ante el Cuerpo Diplomático, en el Metzerott Hall de Washington.
El 20 de enero de 1905, embarca para América, desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife, con el fin de dar una larga temporada de conciertos. A partir de esta fecha se le pierde su rastro, aunque no es difícil presumir que para Esmeralda ya había pasado el tiempo de los grandes éxitos; de esta etapa de su vida, sólo sabemos que, entre 1907 y 1915, vivieron en Méjico, donde fue profesora de arpa en el conservatorio del Distrito Federal.
Esta gran intérprete se atrevía con todo tipo de obras, sin importarle la dificultad que pudiesen presentar desde el punto de vista de la ejecución. Su repertorio se nutría de piezas de autores contemporáneos, como Parisk Alvar, Godefroid, Thomas, Oberthur, Gounod y Strauss hijo. También solía interpretar sus propias obras, pues fue autora de doce composiciones para arpa, algunas con participación de otros instrumentos o con acompañamiento vocal, como es el caso de su “Salutation Angelique”.
Ángel de la Caridad
Esmeralda solía compaginar sus actuaciones en los principales teatros, cortes reales, salones presidenciales y salas de la aristocracia, ofreciendo numerosos conciertos benéficos en favor de los pobres, los heridos de guerra, damnificados, etc. Por esta labor humanitaria y filantrópica, y como la ayuda al prójimo por parte de las clases más favorecidas era una forma de distinción en la sociedad del siglo XIX, las crónicas de la época la bautizaron como el Ángel de la Caridad.
En Méjico, con tan sólo 16 años, además de su éxito artístico, que ya hemos comentado, fue protagonista de dos hechos que conviene resaltar. En una cena que el Casino Español de Méjico le ofreció en 1877, y a la que asistía Porfirio Díaz, Presidente de la República, un socio levantó su copa proponiendo que los mejicanos pudiesen considerar a España como su propia patria, y los españoles a Méjico como la suya. El Presidente le respondió que ese compromiso de unión se había hecho efectivo en aquella fiesta consagrada a honrar el mérito artístico y las virtudes de una gloria española que el mundo conocía con el nombre de Esmeralda Cervantes. El otro asunto fue aún más llamativo, pues Esmeralda estuvo postrada ante el Presidente de Méjico solicitándole el indulto del líder obrero José María Tellez -que ya se encontraba en capilla- permaneciendo de rodillas ante él hasta que obtuvo la gracia.
Su sensibilidad humana la vuelve a demostrar en 1895, cuando después de casada fija su residencia en Belém, capital del Estado brasileño de Pará, construye, mantiene y dirige un pabellón para niños necesitados que, con el tiempo, acabaría convirtiéndose en la primera guardería infantil de Brasil.
Otros derroteros
Esta mujer adelantada a su tiempo, un genio femenino algo incompatible en el siglo XIX, durante varias etapas de su vida, deja a un lado las interpretaciones musicales y toma otros derroteros.
Al cumplir los 30 años, se da cuenta que la atracción que tenía su virtuosismo infantil y juvenil ha disminuido, y como aún no había lugar para las arpistas en las orquestas, considera que debe cambiar su vida itinerante por una más reposada, pues ya se sentía agotada; además, su situación económica no era fácil, pues su única fuente de ingresos eran los conciertos que ofrecía en los teatros, pues la aristocracia le pagaba sus actuaciones con joyas y regalos valiosos.
Se presenta a las oposiciones para la cátedra de arpa del Real Conservatorio de Madrid, pero como no gana la plaza, se desplaza a Barcelona, donde comienza a dar clases de arpa en su piso del Paseo de Gracia.
Colabora en la revista La Ilustración de la Mujer, en cuyo suplemento Revista de Modas y Salones publica “Cartas Musicales” y otros artículos. Dirige las revistas La Estrella Polar y El Ángel del Hogar, en la que publicó su obra “La historia del arpa”.
Funda la Academia de Ciencias, Artes y Oficios para la enseñanza de la mujer, en el piso superior del Hotel El Continental, en la barcelonesa Rambla de Canaletas, donde niñas y adultas de escasos recursos económicos se formaban en diversas disciplinas, entre ellas la música, teniendo que cerrarla tres años después por falta de apoyo institucional.
A la edad de 34 años, contrae matrimonio con el ingeniero Oscar Grossman, uno de los principales accionistas de la Companhia de Estrades de Ferro Urbanas Paraense. La boda se celebra en Belém, capital del Estado brasileño de Pará, donde fijan su residencia. Esmeralda se entretiene dando clases de arpa en el Conservatorio y se convierte en editora de otra publicación: A Revista.
Busto de Esmeralda Cervantes esculpido por Mariano Benlliure
La influencia de su madre
Más allá de su talento como concertista y compositora, las directrices de su madre tuvieron mucho que ver con el éxito artístico y su intensa relación social con los centros de poder de Europa y América, pues la solía acompañar como representante artística y asesora de imagen, a la vez que administraba la red de recomendaciones que le proporcionaba el entorno de la monarquía española.
La educación y los valores que le transmitió su madre hicieron que Esmeralda no formara parte de esos niños prodigios que pasan a ser juguetes rotos, pues desde niña vivió asumida en tantos dilemas que la hicieron acreedora de una vida de película; no nos olvidemos que desde los doce años vivió con dos nombres, con dos personalidades, que su nombre iba acompañado de admiración, por ser la mejor virtuosa del arpa de su tiempo, pero también por ser una mujer con personalidad, convencida del papel de la mujer, muy distinta a los convencionalismos de su tiempo.
Su madre, la fiel acompañante de sus viajes y gozosa partícipe de sus éxitos, fallece en 1895
Sus estancias en Tenerife
Como ya hemos comentado, Esmeralda llegó por primera vez a Santa Cruz de Tenerife, el 25 de julio de 1880, a la edad de 19 años, acompañada de su madre, y precedida de una gran fama mundial.
En los dos conciertos que ofrece en el Teatro Municipal, los días 26 y 29, organizados por la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, interpreta tres obras suyas -cuyas partituras, lamentablemente se han perdido- y una de su maestro Godefroid. Su "Adiós de las golondrinas", conmovió al respetable. Su "Fantasía sobre la ópera La Sonámbula", fue una ensoñación musical, y "El Carnaval de Venecia", con el que cerró el espectáculo, provocó innumerables aplausos.
Los días 2, 3 y 4 de agosto ascendió al Teide, caminando desde La Orotava, dejándonos un entrañable relato titulado: Un Recuerdo de mis Viajes. Subida al Teide, del que extraemos algunas frases:
“La cima del Pico forma un muro circular; a él subimos y colocados sobre su piedra más alta dirigimos una plegaria a Dios, dándole gracia por haber llegado sin accidente y, destapando unas botellas de espumoso Champagne, brindamos por nuestra querida España…
Mis ojos se velaron y soñé. Recordé mis viajes triunfales por Europa y América, vi flores y laureles ofrecidos por poetas y trovadores, y pueblos que aclamándome me tendían las manos para que deslizándome sobre las nubes abordase a sus playas cariñosas… Desperté a los cantos de mis compañeros que dedicaban a su patria y al amor, a la felicidad y al dinero… Recogí mi espíritu y pedí a Dios un retiro solitario, un nido oculto en la cumbre de una montaña, lejos de la envidia y la intriga, la calumnia y la hipocresía, pulsando mi arpa solo para Dios.”
El 19 de agosto de 1880, desde la cubierta del trasatlántico Pampa que la llevaba desde Tenerife a la Argentina, escribe:
“Cómo a una amiga querida, yo te saludo “Teide”, y te doy gracias desde lo más hondo de mi corazón, por haber sido el móvil que me trajo a estas islas que he conocido, y con tanto dolor me separo. Amigos sinceros y leales que llenarán de orgullo mi carrera artística; largo sería enumerar a cuantas personas se han desvelado para serme útiles, ya enseñándome las bellezas que encierran sus pueblos y campiñas, como preparándome laureles que, aunque inmerecidos, recojo con tanto placer, y los que a bordo del vapor estrechaban la mano de mi querida madre y la mía, reciban el último adiós que desde la nave les envía….”
Como se deduce, Esmeralda se prendó de nuestra isla y de nuestra ciudad, y cada vez que el barco que la llevaba o traía de América hacía escala en Tenerife, como era habitual, nos deleitaba con uno o varios conciertos.
Desde 1882 a 1884, figura inscrita -junto con su madre- en la Logia Tinerfe nº 114, en calidad de Hermana Hospitalaria de Honor y grado 3º.
El 25 de diciembre de 1901, el matrimonio Grossmann-Cervantes, hizo escala en Tenerife, procedente de Brasil, con destino Barcelona, ofreciendo dos conciertos en nuestro teatro, los días 1 y 3 de enero de 1902.
Desde el 20 de noviembre de 1902, el matrimonio reside en el número 25, de la calle de La Rosa, de Santa Cruz, donde imparte clases particulares de solfeo, piano, canto y arpa en su domicilio, desarrollando también una actividad similar en el Ateneo lagunero.
Durante este tiempo publica una serie de artículos en el Diario de Tenerife, titulados “Recuerdos de Viajes”, en los que cuenta su estancia en Constantinopla y su opinión sobre la mujer turca.
Ofreció un concierto benéfico, el 18 de abril de 1903, para recaudar fondos para la Junta de Caridad de Señoras de Santa Cruz de Tenerife. Forma parte del jurado en un concurso de bandas de música celebrado en el Club Tinerfeño (Náutico), con motivo de unas fiestas de Mayo de 1094.
La primera semana de 1905 la pasó en la isla de La Palma, donde quedó muy agradecida de las cariñosas atenciones y agasajos recibidos durante su breve estancia allí.
En 1918 adquieren un viejo caserón en la calle Bernabé Rodríguez nº 1, con entrada por la calle del Pilar, derribándolo para construir un chalet con jardín, huerta, y casa para el servicio -un matrimonio de San Miguel (Sur de Tenerife)-. También le acompañaba Virginia Espinosa Álvarez, una joven que la llamaba madrina.
En el mes de agosto sube a veranear a La Laguna, para disfrutar de la excelente temperatura.
Durante su estancia en Santa Cruz, Esmeralda brinda su apoyo, su experiencia y su arte a numerosas asociaciones; por ejemplo, en las Fiestas de Mayo de 1924, en el Teatro Principal, presentó y dirigió el Coro de Señoritas del Círculo de Amistad XII de Enero, en una actuación en la que también intervino el Orfeón y la Agrupación de bandurrias de la misma entidad. Aquel mismo año, el 27 de junio, interpretó escogidas composiciones religiosas en la misa que, en honor de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, se celebró en la santacrucera iglesia de San Francisco; el 1 de julio, en la inauguración de la iglesia de las Asuncionistas, ofreció bellas composiciones de música religiosa, mientras las alumnas del Colegio cantaron magistralmente la Misa y, en noviembre de aquel 1924, participó en la fiesta que se celebró con el fin de recoger fondos para ayudar a los soldados españoles que luchaban en Marruecos.
Estas actividades artísticas serían sus últimas actuaciones, porque en marzo de 1925 una hemiplejia la dejó inválida; sin embargo, esta “trotamundos” se resiste a quedarse encerrada entre las cuatro paredes de su casa y, pese a sus limitaciones, siempre que puede, y acompañada de su ahijada Virginia, pasea por la ciudad en un coche de caballos.
En 1926, apenas cumplidos los 65 años de edad, sufre un nuevo accidente cerebro-vascular y fallece pocos días después. Era el 12 de abril, exactamente la fecha en que se cumplían 52 años de su triunfal debut en Viena.
Las solemnes honras fúnebres tienen lugar en la iglesia de San Francisco. Como muestra del sentir ciudadano, el periódico EL PROGRESO, decano de la Prensa de Tenerife, publicó ese día una sentida nota necrológica.(Ver Nota 1)
Al año siguiente, su viudo, Oscar Grossman, solicitó permiso al Ayuntamiento de Santa Cruz para construir en el paseo central del cementerio de Santa Lastenia un mausoleo de mármol blanco, encargado a la casa Giovanni de Ferrari, de Génova. Su marido murió, el 7 de abril de 1931, siendo enterrado junto a ella.
Panteón del matrimonio Grossman Cerdá en el cementerio de Santa Lastenia (Santa Cruz de Tenerife)
Merecido homenaje
El tiempo cubre con una pátina de olvido a personajes que merecerían un recuerdo perenne. Quizás influya en ello esa dura transición, de la que tantos ejemplos existen en el mundo del arte y el espectáculo, como fue el caso de esta célebre concertista y compositora de arpa cuando pasó de niña prodigio a persona adulta.
En contraste con su éxito, en España no ha sido reconocida como se merece pues ni placas ni distinciones la recuerdan. Ni siquiera el Liceo de Barcelona –ciudad en la que nació- la ha homenajeado, pues sólo llevan su nombre los “Jardines Clotilde Cerdà”, muy cerca de la Plaza de las Glorias Catalanas. En Argentina lo lleva el puente de ferrocarril que cruza el río Yacuy, en la frontera conUruguay y Brasil.
Por lo que respecta a Santa Cruz de Tenerife, el Círculo de Bellas Artes le organizó -cinco años después de su fallecimiento- una velada necrológica en el Teatro Guimerá, en la que tomaron parte los artistas y escritores más relevantes de la Isla y, ocho años después de su muerte, el Ayuntamiento de Santa Cruz le puso su nombre a la calle que comunica Santiago Cuadrado con la de Salamanca, paralela al barranco de Santos. También nos queda su Mausoleo en el cementerio de Santa Lastenia, durante muchos años en el más absoluto de los olvidos.
Esmeralda simpatizó tanto con nuestra tierra y con nuestra gente que, después de recorrer todo el mundo recogiendo aplausos, distinciones y simpatías -nostálgica y agotada, eligió Santa Cruz para su retiro y descanso definitivo, junto a su marido Óscar Grosmann; por ello, todo cuanto ella fue, sus triunfos, los honores, la gloria, el éxito alcanzado en todos los teatros y palacios en los que actuó se quedó aquí, durmiendo la paz eterna en el cementerio de Santa Lastenia.
Pero nadie muere mientras alguien lo recuerde, y por ello la Tertulia Amigos del 25 de Julio, tenaz en el empeño de rescatar del olvido a personajes que en su época destacaron en el ambiente social, cultural o político de Tenerife, con la colaboración del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, ha querido recordar a esta singular e insigne arpista de la música española del siglo XIX; por ello, el pasado 28 de febrero -fecha de su nacimiento- se le rindió un sentido homenaje en el Salón de Plenos del Palacio Municipal, en el que doña Rosario Álvarez Martínez, presidenta de la Real Academia de Bellas Artes, glosó la biografía de Esmeralda Cervantes, y la arpista Victoria Carlisle interpretó varias obras de los que fueron sus Maestros. Al continuación, el Sr. Alcalde inauguró una exposición temática de la vida de la Arpista, en la Sala de los Mármoles del Ayuntamiento.
El próximo martes día 12, fecha de su fallecimiento, los actos de homenaje se trasladarán al Cementerio de Santa Lastenia donde, en su Mausoleo, se rezará un responso por el eterno descanso de su alma. Para esta ocasión, la empresa CETENSA, que gestiona el Camposanto, ha colaborado con nosotros reparando el Panteón, debido al mal estado en que se encontraba. Ese mismo día, se colocará una placa en la calle El Pilar, 19, lugar donde estaba su vivienda.
Confiemos que estos actos de homenaje sirvan para recordarnos que en suelo tinerfeño reposan los restos de esta noble mujer que vivió aquí sus últimos años por amor a esta tierra y a su gente.
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(1) Nota Necrológica, publicada en el periódico El Progreso, 12 de abril de 1926
HA MUERTO LA INSIGNE ARPISTA “ESMERALDA CERVANTES”
Víctima de larga y penosa enfermedad, esta mañana falleció en esta capital la respetable y distinguida señora Clotilde Cerdá y Bosch.
El fallecimiento de esta señora ha producido hondo sentimiento, no solo entre sus numerosas amistades, de quienes era muy apreciada por su carácter bondadoso, sino entre todos aquellos que la conocieron como artista. Pues ha de saberse que la finada era aquella insigne arpista conocida en el mundo del arte por el sonoro e ilustre pseudónimo de “Esmeralda Cervantes”. Y ha de saberse también que fue la mejor arpista del mundo, no solo en su tiempo, sino antes y después. La historia no registra otro caso como el suyo. Triunfó contundentemente con el arpa desde que se dio a conocer y mereció los más calurosos homenajes de reyes, emperadores, presidentes de repúblicas, compositores y concertistas eminentes, críticos, etc. Para sintetizar los méritos de “Esmeralda Cervantes” es suficiente decir que fue -según opiniones de personajes- la mejor arpista de que se tiene noticia.
Clotilde Cerdá y Bosch nació el 18 de febrero de 1861 en Barcelona. Su padre fue don Ildefonso Cerdá y Sunyer, ingeniero civil, autor de varias construcciones importantes y de valiosos libros, no solo relacionados con su carrera sino con sanidad, hidrología, climatología, etc. Fue diputado a Cortes y varias veces presidente de la Diputación Provincial de Barcelona. Su madre, doña Clotilde Bosch, era pintora aventajada. Padre y madre pertenecían a aristocráticas familias catalanas.
Casi niña todavía Clotilde, la señora Bosch de Cerdá se la llevó a Roma, con objeto de darle educación artística, propósito que fue acogido con tenaz resistencia entre su familia, embargada por preocupaciones de la clase social aristocrática, que tenía a menos que un miembro suyo se dedicara a profesiones de este género.
Con lo que producían los pinceles, la señora Bosch se sostuvo en Roma, pues su esposo no podía atender los gastos de educación y sostenimiento. Pasaron privaciones, pero confiadas en el porvenir las soportaron. De Roma fueron a París, para ensanchar la educación artística de Clotilde. Félix Godefroid, prendado de las grandes disposiciones de la niña la tomó bajo su dirección, envaneciéndose de que Clotilde figurase en el círculo de sus amistades artísticas. Fue admirado el talento de la niña por todo París. Entre sus admiradores se hallaba Víctor Hugo.
Todos animaban a la madre a sacar a Clotilde de la oscuridad de alumna; pero como madre e hija quisieran vencer las preocupaciones sociales de nombres y apellidos, antes de salir a la notoriedad artística, Víctor Hugo resolvió la mitad del problema bautizando a Clotilde con el pseudónimo de “Esmeralda” en memoria de una de sus más románticas producciones. El pseudónimo lo completó luego la reina doña Isabel de Borbón, decidida admiradora de la artista, añadiendo el "Cervantes", autor del inmortal “Quijote”.
En realidad, la vida artística de “Esmeralda Cervantes” no comenzó hasta que España se vio presa de una revolución, y Francia, su patria adoptiva, no se viese sumida en la guerra con Prusia. París era cañoneado por los prusianos, cuando “Esmeralda”, errante por Europa en busca de fortuna y fama se hallaba en Viena, en abril de 1873. La colonia española que entonces se hallaba en Viena, con motivo de la Exposición Universal, organizaron actos en honor del aniversario del autor del “Quijote”, participando “Esmeralda”, que ejecutó al arpa algunas melodías. Los elogios fueron calurosos y unánimes. Inmediatamente el famoso concertista Antonio Zamara se comprometió a presentarla espléndidamente en el mundo artístico, iniciándose los honores a la genial artista.
A todas las agencias diplomáticas de España en Europa fue recomendada “Esmeralda Cervantes”. Cabouli-Bajá. Embajador de Turquía le expidió el título de arpista de la embajada imperial de Turquía en Viena. El emperador Francisco José tuvo ocasión de hacerle el primer regalo de ricas y espléndidas joyas. Strauss y Sanquenbach se apoderaron de la niña y la llevaron en triunfo de Viena a Munich, durante cuatro meses, a las más importantes ciudades de Alemania. En Munich, Wagner que la admiró, dijo al rey de Baviera sobre la capacidad artística de “Esmeralda”: "Ese es el genio."
Firmada la paz con Alemania, “Esmeralda” volvió a París, desde donde hizo varias excursiones a Londres, y durante ese tiempo tocó con los principales concertistas del mundo. Gounad y Thomas, desde entonces, le profesaron gran cariño, y el pianista Kontsi al presentarla a la reina victoria de Inglaterra le dijo: "Esta es mi hija".
El álbum de “Esmeralda” contiene la firma y los elogios autógrafos de casi todos los soberanos de Europa de aquella época.
La reina de Wurtemberg le regaló un rico brazalete; un medallón la de Holanda; una sortija la de Bélgica; otra rica joya y un beso, la de Inglaterra; un rico aderezo de brillantes, perlas y rubíes, la de España; una rica pulsera de su uso continuo, la condesa de Montijo, madre de la que fue emperatriz Eugenia; el emperador del Brasil, unos brillantes en unos pendientes de inestimable valor, etc. En un solo concierto en Argentina se le regalaron joyas por valor de 220.000 pesetas. Algunas repúblicas americanas nombraron a “Esmeralda Cervantes” ciudadana de honor.
Un triunfo continuo fue la vida artística de “Esmeralda Cervantes”. De los primores que esta mujer privilegiada hacía con el arpa, a la que sacaba sonidos divinos, esta capital tuvo la honra de gustarlos varias ocasiones.
Cansada la eminente arpista del continuo trajín que le imponía su profesión, se retiró del arte, eligiendo a esta capital como lugar de residencia y de descanso bien ganado. En estos últimos tiempos, solo sus amistades tenían el supremo placer y el grande honor de oír a “Esmeralda Cervantes” pulsar su arpa.
Como mujer de carácter franco y amable, de exquisita sensibilidad y de cerebro bien cultivado, los continuados viajes saturaron su carácter de un gran amor a la Humanidad, profesando con cordialidad ideas avanzadas, no por “snobismo” sino por convencimiento que llevaba a la práctica.
Ha dejado de existir, pues, una arpista eminente de fama mundial y una demócrata entusiasta. Santa Cruz ha tenido la honra de velar en su seno el sueño eterno de la que fue “Esmeralda Cervantes”.
Reciban su viudo y demás familiares de la finada nuestro sincero pésame.
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