El Faro de Anaga: 150 años de luminosa historia
Por Miguel Ángel Noriega Agüero (Publicado en asotavento.com el 20 de noviembre de 2014).
Se cumple este año el 150 aniversario de la entrada en funcionamiento del primero de los faros de Canarias: el Faro de Anaga. Situado en la ladera que desciende a Roque Bermejo desde la atalaya de Tafada, este faro lleva siglo y medio ininterrumpidos iluminando las noches de la costa noreste de Tenerife. Está considerado como de primer orden y se eleva a 237 metros sobre el nivel del mar, siendo, por lo tanto, el tercero a mayor altitud de todo los situados en el litoral español, tras el faro Punta de La Polacra (281m) y el faro de Castell de Ferro (240m), ambos en Andalucía.
Faro de Anaga, Roque Bermejo y Punta del Jurado, desde la atalaya de Tafada
El 5 de julio de 1861 comenzaron los trabajos de construcción de este faro, según proyecto de Francisco Clavijo y Plo, primer ingeniero civil de la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, concluyendo las obras dos años más tarde, el 15 de septiembre de 1863, y entrando en funcionamiento el 19 de septiembre de 1864. Tres décadas más tarde (4 de diciembre de 1895) entraría en funcionamiento el Semáforo de Igueste de San Andrés, instalación esta en cambio de uso militar, pero igualmente concebida para uso marítimo, si bien destinada a comunicación y observación y no a señalización nocturna. Junto al de Punta del Hidalgo, es uno dos faros situados más al noreste de la isla y enclavados en la península de Anaga.
Bernardo López Balboa fue el primero de los fareros de esta instalación. Vino de la península acompañado de su esposa, gallegos ambos, y una vez en el faro nacieron sus cuatro hijos: Juan, Antonio, Clotilde y Antonina. Se da la curiosidad que uno de estos, Antonio, sería quien, años más tarde y ocupando el puesto de farero antes desempañado por su padre, encontraría la imagen del Cristo del Naufragio en la costa de Anaga, resto del naufragio del buque Flachat, hundido el 15 de febrero de 1898. Esta talla de Jesucristo crucificado y articulado fue donada a la Parroquia de las Nieves en Taganana, junto a una Inmaculada Concepción, aparecida junto al Cristo. Hasta que en los 90 del siglo XX que deja de tener farero de estancia permanente en el lugar, por este faro han pasado otros muchos torreros, de entre ellos: Rafael Alvarellos, Demetrio González Velasco y Baudilio Brito Rodríguez.
Si bien el pequeño núcleo costero de Roque Bermejo ya existía previo a la construcción y puesta en funcionamiento del faro, esta instalación supuso para esta zona de Anaga poder disponer de un pequeño embarcadero así como de un camino de acceso a esta zona de Anaga, comunicandose así con los senderos que llegan a Chamorga, por Tafada, y a Benijo, por Las Palmas y El Draguillo. Y es que desde el embarcadero sale un camino ancho y preparado para el paso de bestias y carga, que serpenteando por la ladera, asciende hasta la misma entrada del faro.
Un tramo del camino de acceso al Faro desde Roque Bermejo
Junto al faro, que dispone de una torre de 12 metros de altura y el edificio principal sobre el que se asienta esta, con oficina y residencias para fareros y peones (y sus familias), se puede ver hoy en día, en estado ruinoso, el almacén de combustible, aún con bidones de petróleo oxidados en su interior. Y es que este faro se nutría en los comienzos de su funcionamiento, de aceite de oliva prensado en frío y empapado en una mecha cilíndrica de algodón, que se ponía dentro de un tubo de cristal. Después, en los años 30, comenzó a funcionar con petróleo (unos 6.000 litros de petróleo y otros 2.000 de gasoil), combustible que era descargado en el embarcadero citado en finales del verano, con las bonanzas del mar en esta zona del atlántico. Ya en épocas mucho más recientes, en los 90 la lámpara multivapor de 220 V y 175 W funciona con energía solar, gracias a 46 paneles de 75 W instalados sobre el techo del edificio principal del faro.
Faro de Anaga y almacén de combustible en la actualidad
A este faro llegaba y llega aún en la actualidad un tendido telefónico que desde Chamorga desciende por el Barranco de Roque Bermejo y remota la ladera desde El Moral, para llegar a él por la ladera sur del Lomo del Faro. El agua en cambio llega al faro desde la otra vertiente de Anaga, desde la Fuente del Junquillo, en la ladera norte de Tafada. Esta fuente, junto al camino de acceso a Las Palmas, tiene un tomadero desde el que sale una tubería, hoy plástica y antes galvanizada, y que recorriendo paralela al sendero algo más de un kilómetro llega hasta el faro, surtiendo de agua a aquellos que en él vivían y trabajaban.
Fuente del Junquillo y, junto a ella, una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Lourdes
Este faro ha visto y ve pasar cada día a multitud de senderistas que transitan por esta zona de Anaga y así seguirá siendo en el futuro. Su estratégica situación en la ladera y el estar junto al sendero de acceso a Roque Bermejo, hacen de esta instalación una de las más conocidas del macizo. Como curiosidad, siguiendo con la relación de este edificio con el mundo del montañismo, cabe decir que se trata del punto de partida de la ruta denominada Travesía Cesáreo Tejedor, en honor al primer presidente y fundador del Grupo Montañero de Tenerife y laFederación Tinerfeña de Montañismo, fallecido en 1969 en la ladera norte del Teide, Esta ruta es popularmente conocida en la isla como la “Faro a Faro”, ya que enlaza este lugar con la Punta de Teno, pasando por la cumbre del Teide.
Imagen del grupo de montañeros del Grupo Montañero de Tenerife que realizó la primera “Faro a Faro” en 1969, previa a la salida
Iluminando siglo y medio nuestras costas del norte de la isla, ha representado y representa la primera visión que los navegantes llegados de Europa reciben de Tenerife. Por esto, por su historia y todo lo que ha visto pasar con el tiempo, por sus fareros y familias y para que esa luz nunca cese de destellar, muchas felicidades pues a este faro, que forma parte de la historia de Anaga y de todo Tenerife.
Torre del Faro de Anaga
Más información en Faro de Anaga. El más antiguo y único de primer orden del Archipiélago, de José Manuel Ledesma Alonso.
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