Centenario del primer enterramiento en el Cementerio de Santa Lastenia
Por Miguel Ángel Noriega Agüero (Publicado en asotavento el 28 de enero de 2016).
Se acercaba el final del siglo XIX y el viejo Cementerio de San Rafael y San Roque, amenazaba con su saturación. Durante casi todo ese siglo este camposanto había ido acogiendo a numerosos difuntos y tras varias ampliaciones, fue clausurado en 1906, mediante Real Orden del 25 de junio. Años antes, en 1898 y previendo este cercano fin del cementerio capitalino, se autorizaba la creación de una nueva necrópolis que recibiría los finados futuros. Echaba a andar, de manera burocrática y administrativa, el futuro nuevo cementerio de Santa Cruz de Tenerife.
Antes de redactar proyectos y comenzar las obras, hubo de salvarse varios litigios, sobre todo con el Ministerio de la Guerra a cuenta del emplazamiento de las cercanas baterías militares ubicadas en esa zona suroeste de la ciudad, sobre todo la denominada como Alfonso XIII o Barranco del Hierro. Solventados estos contratiempos y ante la acuciante necesidad de un nuevo equipamiento mortuorio, en 1909 se decide la compra de unos terrenos, propiedad del entonces arquitecto municipal, el granadino Antonio Pintor, los cuales reunían las condiciones ideales en cuanto a características edáficas, de influencia de vientos dominantes (al igual que el de San Rafael y San Roque, estaría situado en el extremo opuesto a los alisios), de superficie (se disponían de más de 40.000 metros cuadrados) y, sobre todo, de lejanía a zona urbana (distaban en aquel momento unos dos kilómetros de la casa más cercana).
Entrada actual al Cementerio, obra precisamente de Antonio Pintor
Pero hubo de esperar unos años a que por fin este nuevo camposanto albergara el reposo de nuevos fallecidos. Sin ver acabadas las obras y ante la inviabilidad de nuevos enterramientos en el viejo cementerio, el Alcalde Casariego ordenó la inhumación de una joven fallecida en la ciudad. Esta chica, de apenas 16 años, tenía por nombre María Lastenia del Pino Rodríguez, y en su honor se procedió, siguiendo la tradición, a bautizar la nueva necrópolis: Cementerio de Santa Lastenia. (en los otros cementerios de la ciudad se siguió con la misma práctica: Cementerio Santa Rosalía de Igueste de San Andrés, por Rosalía Lopez (enterrada en este en noviembre de 1893); Cementerio de Santa Modesta en la Punta de Anaga, por Modesta Álvarez (fallecida en 1937) y Cementerio de Santa Catalina del Sobradillo, por Catalina Díaz (inhumada en él en 1927)).
¿Pero quién era esta infortunada muchacha? María Lastenia nació en el año 1900 y poco tiempo después fue recluida en la casa de maternidad de Santa Cruz. En octubre de 1903, con tres añitos, fue dada en adopción, tras solicitud de estos, al matrimonio compuesto por Francisco del Pino Cruz y Josefa Rodríguez. Desgraciadamente, la joven fallece en el invierno de 1916, un 27 de enero. Al día siguiente fue enterrada en la fosa común del estrenado, pero aún inacabado, nuevo cementerio chicharrero. Junto a ella, a lo largo de esa jornada del 28 de enero de 1916 recibieron sepulcro cuatro personas más.
Placa que recuerda a la joven Lastenia del Pino como primer enterramiento del cementerio
(se dice en la placa que carecía de familiares, a pesar de que, como hemos visto, fue adoptada y, por lo tanto, tenía padres en el momento de su fallecimiento)
Asistieron a esa luctuosa inauguración, además de los familiares y conocidos de la fallecida, el Alcalde Casariego, el Obispo de la Diócesis, que bendijo esa zona de la necrópolis, el Concejal inspector del Cementerio, el inspector provincial de Sanidad, Sr. Van Baunberghen, y el Secretario del Ayuntamiento, Luis Sarmiento y Carla, quien levantó acta. Además, del acto se dio buena cuenta en la prensa local del día siguiente:
“Diario de Tenerife, 29 de enero de 1916
Ayer se efectuó la primera inhumación en el nuevo Cementerio de esta Capital. Muchos años hace que el antiguo Camposanto era insuficiente á pesar de sus sucesivas ampliaciones; pero dificultades de diversa índole que no son desconocidas por nuestros lectores, habían hecho imposible al Ayuntamiento, disponer de terreno adecuado para los enterramientos.
Hallóse este al fin, y se comenzaron las obras; pero como antes de estar terminadas se presentó el conflicto de no ser ya posible efectuar ni un enterramiento en la fosa común del antiguo cementerio, el Alcalde señor Casariego, allanando dificultades y precipitando trámites solucionó ayer el conflicto.”
Un lustro más tarde del fallecimiento de Lastenia, el 1 de febrero de 1921, el ayuntamiento capitalino, bajo el mando del Alcalde Mandillo Tejera, acordó por unanimidad la concesión a perpetuidad y de manera gratuita de los terrenos en donde reposaban los restos de la joven a su padre Francisco del Pino, en atención a haber sido el primer cadáver inhumado en ese cementerio.
Cementerio de Santa Lastenia en la actualidad
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