La Torre de San Andrés, un monumento a la desidia.

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en el Diario de Avisos el 10 de enero de 2016).
 
 
 
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El estado de deterioro y abandono que presenta la histórica torre desde hace decenios hace temer que caiga en una ruina irremediable. / ANDRES GUTIÉRREZ
 
 
          Quien pase por las inmediaciones de la Torre de San Andrés, oriundo o foráneo, recibe el grito de dolor que le trasmiten sus piedras centenarias. Al observarla, la sensación de abandono que produce es directamente proporcional al desinterés que por ella han mostrado, hasta ahora, los responsables del Patrimonio Histórico de Santa Cruz de Tenerife.
 
          Alonso Fernández de Lugo le regaló el Valle de Abicor, también conocido como Ibaute, al capitán de la marina Lope de Salazar, por haberle ayudado en la conquista de Tenerife y porque con anterioridad había traído a la Isla a Diego García de Herrera, marido de Inés de Peraza -señora de las Islas- para establecer con el mencey de Anaga las paces del Bufadero, el 21 de julio de 1464. Lope de Salazar cambió el nombre guanche de Abicor e Ibaute por el de Valle Salazar, construyó allí su casa y la primera ermita con las imágenes de San Andrés y Santa Lucía. La construcción de una fortaleza en este lugar tenía vital importancia porque defendía la playa de San Andrés y el fondeadero del puerto de Santa Cruz, donde se refugiaban los barcos que huían de los piratas y los filibusteros que venían a hacer la aguada, apresando de paso a los vecinos de la pequeña población.
 
        En 1693, Lope de Salazar pidió al rey Carlos II edificar una fortaleza en aquel lugar, ya que sólo existían dos piezas de corto calibre para defender aquella zona. El rey, después de consultar al Cabildo de Tenerife y al capitán general Agustín de Robles accedió a su construcción en 1706. El ingeniero de S. M. Miguel Tiburcio Rossell de Lugo, aprovechando una pequeña ensenada que formaban los barrancos de El Cercado y Las Huertas, levantó la Torre de figura circular a barbeta, con un diámetro de 16 metros y una altura de 5, utilizando sillares de piedra diorita verde, extraída de una cantera cercana. La entrada se efectuaba por un puente levadizo de madera, por lo que había que subir tres escalones de piedra viva. En su explanada de adoquines cabían cinco piezas de artillería. Las aguas de lluvia que caían en la citada explanada eran vertidas a un aljibe, capaz de reunir 18 pipas. El cuerpo de guardia se encontraba al sur de la Torre, a unos 11 metros de distancia. Poseía un almacén abovedado a prueba de bombas para 100 quintales de pólvora, y otras dos bóvedas para la tropa, con capacidad para 50 hombres. Contaba con una campana de metal, fundida en 1787, con cepo de madera y abrazaderas de hierro, con la que se daba la señal de arrebato a los vecinos.
 
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Patrimonio español. La Torre de San Andrés es Patrimonio Histórico Español desde 1949 y Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1999.
 
 
Sucesivos aluviones 
 
          La Torre sufrió destrozos en 1740 ocasionados por la crecida de los barrancos, y aunque los daños producidos fueron reparados un año más tarde, tuvo que ser reconstruida en 1769 por el ingeniero Sánchez Ochando, dándole las dimensiones definitivas. Su primer castellano, Salvador Agustín de Vera, tomó posesión en agosto de 1770. Su guarnición, formada por un subteniente, un sargento, dos cabos, un tambor y 20 artilleros, se reunía los domingos para adiestrarse en el manejo de las armas. La acción más notable en la que participó la Torre de San Andrés, al mando de la cual se encontraba el teniente José Feo de Armas y Bethencourt, fue la victoria sobre la escuadra de Nelson. Los hechos transcurrieron desde las 6 hasta las 8 de la mañana del 25 de julio de 1797, cuando ya se había firmado la capitulación. El buque insignia Theseus -en el que se encontraba malherido Nelson-, la fragata Emerald y la bombarda Rayo, empujadas por la corriente, quedaron bajo el fuego de los cañones de la Torre. Entonces, el teniente José Feo de Armas, desconocedor de la rendición de los ingleses, dirigió el fuego contra los invasores, destrozándole una vela y un cable al Theseus. Los ingleses respondieron con algunas andanadas, mientras la bombarda Rayo se acercaba a la costa y lanzaba varias bombas sin éxito. Sin embargo, recibió varios impactos que casi la hicieron zozobrar. Cuando el ruido de los cañones llegó a oídos del general Gutiérrez, envió al teniente Sierra y a Gaspar Fuente para que cesara el fuego. Es de resaltar el estado deplorable en que ya se encontraba la fortaleza en la citada fecha, pues de las cuatro piezas artilleras que poseía, dos eran inútiles por habérseles roto el eje de las cureñas, y otra tenía uno de sus ejes a punto de rendirse. Causa de esta desidia, murió el artillero de milicias Francisco Talavera, al reventarle uno de los cañones, llamado curiosamente Asesino.
 
          La Torre quedó medio destruida en el aluvión del 24 de mayo de 1878, por lo que el capitán general ordenó desartillarla y entregarla al alcalde del barrio, con sus naves y sus cañones de hierro -cuatro culebrinas y dos cañones de largo alcance: Traidor y Asesino- y, prácticamente destruida, por el desbordamiento del barranco el 30 de octubre de 1893 y el 6 de marzo de 1894, motivo por el que se declaró en ruinas el 14 de junio, procediéndose a su posterior venta en pública subasta -cosa que nunca sucedió-. Fue valorada en 1.083,23 pesetas por el maestro de obras Domingo Pisaca. Otro aluvión, el 28 de octubre de 1898, terminó de derrumbarla, tal y como está en la actualidad. Declarada inadecuada para las necesidades del Ejército el 2 de enero de 1924, se entregó al Ayuntamiento de Santa Cruz el 15 de enero de 1926.
 
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Ruinas en peligro. Debido a su mal estado de conservación, la Asociación Hispania Nostra ha incluido la Torre en la Lista Roja de Patrimonio.
 
 
Abandono oficial 
 
          La Tertulia Amigos del 25 de Julio, desde sus inicios hace 20 años, ha intentado mover voluntades en pro de su restauración, pero siempre se ha encontrado con la opinión de técnicos que consideraban que debía quedarse como está, sin comprender que su estado actual se debe a una avenida del barranco y, por lo tanto, no conmemora ninguna heroica acción bélica. Es por lo que continuamos nuestra campaña de concienciar a las distintas Administraciones para que sea reconstruida, de acuerdo con los planos originales que se conservan, dado que es parte de nuestra historia, pues formaba parte de las defensas costeras de Santa Cruz y tuvo gran relevancia en el frustrado ataque del contralmirante Nelson en 1797. Además, está declarada Patrimonio Histórico Español (1949) y Bien de Interés Cultural (1999). Hoy no cuenta con ningún tipo de seguridad, por lo que se puede acceder a su interior, donde se acumulan basuras y excrementos. Es el símbolo del pueblo de San Andrés y del Macizo de Anaga, por lo que una vez restaurado podría utilizarse como centro de información del barrio, de la playa, y del Macizo de Anaga, Patrimonio de la Humanidad.
 
          Mientras tanto, la Torre de San Andrés sigue en la vergonzosa Lista Roja del Patrimonio.
 
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