Solitario raíl
Por Miguel Ángel Noriega Agüero (Publicado en ASOTAVENTO. com el 17 de diciembre de 2015)
Inoperativo, inútil e ineficaz. Así es un solo raíl sin su paralela pareja.
Los márgenes del litoral de los puertos siempre han estado ligados al ferrocarril y la costa chicharrera no podía ser menos. Entre el barranco de Santos y San Andrés varios kilómetros de lineas férreas fueron utilizadas como necesarias herramientas de transporte de las miles de toneladas de piedra y tierra arrancadas de las laderas bajas de las montañas del sur del macizo de Anaga. El objetivo, realizar las labores de relleno y construcción de dársenas y muelles del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Este material era originario de las entrañas de las montañas de Altura, La Jurada y Los Pasitos (Jagua), horadadas una vez concluida la extracción de piedra bajo el Toscal frente a lo que hoy es la Avenida Francisco La Roche, en el enclave conocido como San Pedro, junto al castillo de igual nombre.
Cantera de La Jurada y raíles junto al litoral
De esta manera, al expandirse el puerto hacia el norte y la necesidad de perforar laderas rocosas cada vez más alejadas del centro, se llevó una línea de ferrocarril hasta el Bufadero y así poder repartir por el litoral las toneladas de piedra extraídas de La Jurada, bajo la Mesa del Ramonal. Así en la última década del siglo XIX comienzan los trabajos en esta cantera al norte de la desembocadura del barranco de Valleseco, llevándose a cabo la primera voladura el 28 de noviembre de 1899. Es en esos años cuando se lleva hasta esa zona el indispensable ferrocarril.
A mediados del siglo XX surge la necesidad de mejorar la carretera de acceso a San Andrés y el litoral de Santa Cruz comienza a cambiar. Son derribadas las fortificaciones de San Pedro, San Miguel, San Antonio, así como diversas edificaciones e infraestructuras hasta ese momento ligadas al puerto. Surgen pues nuevas necesidades y, además, la extracción de piedra en La Jurada se fue aminorando con el paso de los años. De esta manera fueron desapareciendo los muchos rieles que se tendían a lo largo de la ribera marítima chicharrera.
Líneas de ferrocarril junto al Puerto de Santa Cruz (actual tramo frente al Edificio de Junta Obras del Puerto)
Pero a veces, paradojas de la vida, surge el milagro. Junto a la carretera de San Andrés, actual TF-11, frente a los viejos y ruinosos Balneario y batería del Bufadero, se encuentra hoy en día, arrinconado en la cuneta, un tramo de apenas 20 metros de aquellos viejos raíles de oxidado hierro. Se nos presenta como lo que es, un vestigio de lo que antaño fue una zona de inmenso trajín de piedras, vagonetas y canteros. El pobre riel, hoy solitario y olvidado, nos mira desde el suelo, y nos cuenta, sin decirnos nada, como de útil fue hace un siglo, cuando, unido junto a sus hermanos, propició la expansión portuaria y el desarrollo económico de una ciudad, Santa Cruz de Santiago de Tenerife, ligada a su costa y a su puerto.
Estado actual del raíl que aún permanece en el borde de la TF-11, frente al Balneario
Y gracias a una fotografía antigua podemos ver o al menos situar en imágenes pasadas a este desamparado raíl. Así, en la siguiente figura podemos hacernos a la idea de como era esa zona del Bufadero, ligada a la cercana cantera de La Jurada. Quizás nuestro amigo sea uno de esos rieles sobre los que una locomotora sale del oscuro interior de un edificio. Quizás.
Poco queda de esa imagen además del raíl motivo de este artículo. Sí podemos ver a la derecha, detrás de unos arboles, a la centenaria batería del Bufadero. Además, si hoy en día observamos in situ la zona con detenimiento podemos encontrarnos con el edificio que aparece a la izquierda de la fotografía. Actualmente está muy cambiado. Pintado de blanco y rodeado de tuberías, pero sigue conservando la puerta y los ventanales del pasado, tal cual se nos muestra en la imagen.
El Bufadero y las líneas de ferrocarril que discurrían por esa zona
Detalle de la imagen de la zona en donde está situado el raíl en cuestión
En esta zona precisamente tuvo lugar un fatal accidente en el verano de 1928. Un muchacho de 24 años, residente en Villa Benítez y de nombre Nicolás Hernández, sufrió la amputación del pie izquierdo al ser atropellado en una de estas vías. Y es que Nicolás, dedicado a la extracción de arena en las playas de la zona, tras el almuerzo se echó una siesta, seguro que merecida, a la sombra de un árbol, como solía hacer cada día. La mala suerte vino cuando el chico ya dormido dejó una de sus piernas sobre uno de los muchos raíles que por allí había, con la mala suerte que, sin darse cuenta ni él ni el maquinista, una de las ruedas traseras del último vagón arrolló ambas extremidades inferiores. Los gritos del fatídico despertar del bueno de Nicolás frenaron la marcha del tren y tras ello fue llevado a la Casa de Socorro primero y al Hospital Civil después. Los doctores García Ramos y Robayna le realizaron la amputación del pie izquierdo y practicaron curas en el derecho, que tenía varios huesos fracturados. El suceso, como es lógico, fue puesto en conocimiento de la Justicia.
Extracto del periódico "El Progreso" del 5 de julio de 1928
Les propongo pues que hagan una visita a este solitario raíl, situado a apenas 250 metros de la locomotora F-6 (de la cual ya hablé en un artículo anterior), expuesta junto al litoral de Valleseco y que seguro discurrió sobre él en innumerables ocasiones.
- - - - - - - - - - - - - - - - -