Bicentenario de la estancia de Leopold von Buch
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 6 de diciembre de 2015).
Buch fue el primer senderista que ascendió al pico del Teide por la cara sur. / DA
Christian Leopold von Buch nació en Stolpe (Uckermark), estado federal de Brandeburgo (Alemania), el 26 de abril de 1774, en el seno de una familia perteneciente a la aristocracia prusiana, y murió en Berlín el 4 de marzo de 1853. Después de completar su sólida formación científica en las universidades de Halle y Góttingen. Su discurso de ingreso en la Academia de la Ciencias en Berlín lo pronunció el 17 de abril de 1806. Fue miembro honorífico en más de cincuenta sociedades científicas en Alemania, Francia e Inglaterra. Los últimos años de su vida los dedicó al estudio de la historia de la tierra y a la paleontología.
Buch reunía en su persona una serie de características que lo convirtieron en un científico excepcional, pues, además de disfrutar de una holgada situación económica, tenía un especial talento, una sólida formación en todos las ramas de la ciencia, una memoria prodigiosa, gran capacidad de trabajo, y una condición física que le permitió recorrer a pie varias regiones de Alemania, Italia, Los Alpes suizos, Escandinavia y las islas de Tenerife, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote. Por lo tanto, se le considera el primer senderista alemán, y el primero que subió al Teide por el lado sur.
Llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife, el 6 de mayo de 1815, con el fin de completar la obra que su amigo Humboldt no había podido llevar a cabo quince años antes, por falta de tiempo. Venía acompañado del médico y botánico noruego Christian Smith, con quién realizó el primer catálogo científico de la flora del Archipiélago.
A continuación se dirigieron al puerto de La Orotava y, el día 18, emprendió la ascensión al Teide. A la semana siguiente volvieron a realizar la misma caminata, desviándose en el llano de las retamas para dirigirse al sur de la Isla, donde visitaron el barranco del Infierno, quedando maravillado de la cantidad de agua y vegetación; bajaron a Los Cristianos, extrañándose de su aridez; cruzaron el Valle de Santiago hasta llegar a Icod, caminando por las riadas de lava que habían destruido Garachico en 1706. Desde aquí regresaron a La Orotava. En este recorrido, llevó a cabo el primer estudio detallado del conjunto volcánico de la Isla, implantando la teoría de los cráteres de levantamiento, como explicación científica de la formación de las calderas.
En La Laguna permanecieron del 12 al 23 de junio. Durante su estancia realizaron excursiones al Monte de Las Mercedes, Taganana, Tegueste, Tacoronte, etc. Aquí dedicó muchas horas a indagar en la biblioteca del Marqués de Nava. El 24 de junio bajan a Santa Cruz para conocer a Francisco Escolar, un ciudadano que había investigado todas las Islas desde el punto de vista geognóstico. Sus colecciones y datos le fueron de bastante utilidad. Desde la capital se dirigen a Candelaria y Güímar.
Christian Leopold von Buch. / DA
Primera guía turística
Por la mayoría de los pueblos por donde pasaban “los famosos doctores” recibían la hospitalidad de sus habitantes, que le ofrecían cama y comida. En el Sur de la Isla bebieron leche de cabra con la que le obsequiaron los pastores. Después de pasar más de tres meses recorriendo la isla de Tenerife, se desplazaron a Gran Canaria, del 28 de junio al 11 de agosto; y a La Palma, del 21 de septiembre al 3 de octubre. La visita y estancia en Lanzarote del 17 al 27 de octubre fue por casualidad, pues el barco en el que regresaban a Inglaterra, aparte de llevar vino, tenía que completar su carga con barrilla.
De sus recorridos por las Islas nos deja innumerables observaciones de lo que encuentra a su paso. Por ello, la introducción de su obra puede considerarse como la primera guía turística para viajeros y científicos alemanes: cuadros estadísticos (temperaturas, lluvias, vientos, población 193.907 habitantes); observaciones sobre el clima; medidas de las alturas; sinopsis de la flora; producción de vino, orchilla y barrilla; descripciones geognósticas; naturaleza de las manifestaciones volcánicas y su conexión con otros volcanes de la tierra; mapa de Tenerife.
En 1819, cuatro años después de haber estado en el Archipiélago canario, Buch comenzó a publicar sus trabajos en la revista Abhandlungen der Physikalischen Klasse der Akademie der Wissenschaften, recopilándolos en un solo volumen en 1825, con el título Descripción física de las Islas Canarias, traducida al castellano en 1999, por el tinerfeño José A. Delgado Luis.
La ‘Descripción’ de Buch
“El Pico, cuya altura sobrepasa los 800 pies, se eleva de una forma inclinada y los pequeños fragmentos de piedra pómez que lo cubren tienen tan poca consistencia que se tendrían que hacer grandes esfuerzos para subir su pendiente si en la superficie no existiera una cresta dura de lavas en las que uno se puede apoyar para ascender… El cráter no es más que una solfatara de vapores sulfurosos, que son liberados del interior casi por todas partes, tanto por la cima como por el recinto exterior. Estos vapores transforman las rocas en una arcilla blanca y el azufre se deposita en el interior de los huecos formando hermosos cristales…”.
“Desde los puntos donde terminan los peñones perpendiculares que forman el circo, por encima de Adeje, toda la falda de Las Cañadas está cubierta de lavas volcánicas, las cuales integran masas tan considerables que se extienden sobre un espacio de varias leguas, formando pequeñas corrientes negras y desiguales. Una gran cantidad de conos, que se elevan a una corta distancia y un poco más arriba de ese mar de lavas, y otras bocas volcánicas que se contemplan todavía más lejos, en dirección a la montaña de Chahorra, volcán cercano al Teide, indican nítidamente las fuentes de donde han emanado esas prodigiosas masas de materiales…”.
“A los pies del borde occidental del Pico se contempla un cráter más considerable, el de Chahorra. La pendiente del Pico es extremadamente inclinada por este lado, con un desnivel de 200 pies…Este cráter no tiene una gran profundidad, quizás no sobrepase los 140 pies, pero hay que emplear más de una hora para darle la vuelta completa…”.
“El Pico y la montaña de Chahorra deben ser considerados como formando un solo volcán con dos cumbres; la distinción entre los dos conos solo aparece evidente porque el Pico se eleva a una altura más considerable. En medio de la pendiente, las dos montañas están enteramente unidas y no presentan discontinuidad alguna.La masa de los dos conos se eleva de forma uniforme y empinada por encima de las protuberancias próximas y no forma más que un todo único rodeado por el cinturón de rocas que integran el cráter de levantamiento. Todo lo que forma parte de estas montañas está compuesto de traquita o de rocas que proceden directamente de la traquita. Por lo tanto, es evidente que los dos volcanes no son otra cosa que una inmensa cúpula de traquita, rodeada casi enteramente por un manto de capas basálticas. Su forma y su situación hacen suponer, y esta hipótesis es casi una certeza, que fueron originados por el levantamiento de una masa, empujada por las fuerzas internas, al abrirse de paso y que, al romper en medio del cráter de levantamiento, provocaron que la masa superior tomara la forma de una bóveda…”.
“No se debe considerar en la Isla más que un solo volcán, que es la cúpula traquítica al que se ha dado el nombre de Pico de Teide y que las erupciones laterales de tiempos históricos se han producido en las proximidades del cono principal y forman parte del cráter central. Por el lado oeste, casi en el extremo del recinto de roques que rodea el circo, en la base de la montaña de Chahorra, se elevan cuatro conos volcánicos que el 17 de junio de 1798 recordaron a los habitantes de Tenerife que vivían al pie de un volcán. Los conos están situados siguiendo una línea que discurre desde aquella base hasta los roques del circo. Por consiguiente, esta disposición señala la línea de fractura. Las bocas inferiores se encuentran bastante más abajo que las más altas. Éstas vomitaron muy poca lava, pero de la tercera emanó una corriente que se prolongó muy lejos. Alcanzó los roques del circo y se extendió por el lugar conocido como Cañada. La muralla que forman estos roques impidió que continuara más allá y alcanzara los lugares habitados…”.
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