El Chorro de Arriba, de Corazón de Jesús al barranco de San Francisco (Retales de la Historia - 239)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 22 de noviembre de 2015).
 
 
          La antigua calle Corazón de Jesús enlazaba la del Castillo con el tramo medio de la que entonces recibía el nombre de San Roque, actual Suárez Guerra, desde la cual, ladera arriba, se podía alcanzar el Paseo de los Coches atravesando lo que es hoy parque García Sanabria por una mala senda conocida como “Caminito de la Tierra”. Cuando en la década de los cincuenta del siglo XVIII un sobrino del obispo Guillén construyó la ermita de Nuestra Señora del Pilar en el llamado “Cerrillo del Toscal”, empezó a consolidarse la urbanización de aquel sector de la población y se fue olvidando la anterior denominación de Corazón de Jesús, prevaleciendo el de calle del Pilar. Fue en 1894 cuando al tramo entre San Roque y Castillo se le impuso el nombre de Teobaldo Power, en  memoria del insigne músico tinerfeño. Queda claro, pues, que la calle del Pilar no llegaba como hoy a la de Valentín Sanz -entonces del Norte-, prolongación propuesta en 1930 por el concejal Andrés de Arroyo y que tardó más de una década en ser realidad.
 
          Por aquella zona bajaban las atarjeas del agua que abastecía la primera fuente de la población, la histórica Pila de la plaza de la Candelaria y poco después, aprovechando las mismas conducciones, se abrió en la esquina de Castillo con Corazón de Jesús otro punto de suministro para los vecinos, que fue conocido como el “Chorro de Arriba”. Las atarjeas y cañerías estaban muy someramente enterradas en las calles y el paso de carros y bestias terminaba averiándolas o rompiéndolas. Este fue el motivo de que en 1816 se decidiera hacerlas nuevas, al tiempo que se estudiaba el traslado del chorro a la calle de La Luz, hoy Imeldo Serís, o prolongar las cañerías calle del Castillo abajo. Al final se realizó el traslado, pero no a La Luz sino a la plazuela del Patriotismo, junto al barranquillo de Guaite, también conocido como de los Frailes o de San Francisco. Se trajeron “doscientos caños de Sevilla para la traslación del chorro”, caños de cerámica que costaron 1.134 reales y  10 maravedíes.
 
          El motivo de la “traslación” era la importancia que iba tomando el barrio de El Toscal y lo lejos que quedaba a sus vecinos los puntos en que podían suministrarse de agua pero, hablando de agua, nunca llueve a gusto de todos. Mientras que en su ubicación inicial la pila o chorro de la calle Corazón de Jesús quedaba junto a una huerta propiedad de María Delahanty y Calzadilla, lo que le permitía aprovechar el agua para el riego, con el traslado se veía privada de esta posibilidad, por lo que en sesión municipal del 6 de junio no dudó en reclamar y solicitar indemnización. También José de Acosta había solicitado el aprovechamiento de los derrames del chorro, lo que era habitual en otros lugares, lo que después de múltiples informes se le había concedido.
 
          En 1820, en época de gran escasez de agua, ya el chorro estaba instalado en la plazuela del barranquillo de San Francisco, inmediato a la huerta de los frailes y a la altura de la calle del Norte. El presupuesto de los maestros Mariano Pérez y Bartolomé Fariña, con el visto bueno del alcalde del agua Antonio Cifra y del síndico Vicente Martinón, alcanzó los 227 pesos y 5 reales, y en las cuentas presentadas se dice que “es hecho al principio de la bóveda del Barranco de San Francisco”
 
          Consecuencia del traslado fue el acuerdo municipal de arreglar aquella plazuela, que según se decía “había quedado en mala disposición”. Además, ante la buena acogida de los vecinos del barrio no sólo se pensó instalar otro chorro en la calle San Martín sino que se empezó a hablar de hacer unos lavaderos públicos. El chorro de San Martín se hizo pronto, pero los lavaderos tardaron unos cuantos años más en hacerse realidad.
 
          Como queda dicho, el de la plazuela del Patriotismo se había situado al comienzo de la bóveda que cubría el barranquillo hasta su salida al mar por la playa de la Alameda, pero no todas la aguas pluviales que llegaban embocaban el tramo cubierto y en ocasiones provocaban inundaciones en la calle San Francisco. Así ocurría hasta que en 1827 Matías del Castillo abrió una arquilla para dirigir las escorrentías al barranquillo, adelantando los 9 pesos y 4 reales que costó la obra, de los que tardaría una docena de años en resarcirse.
 
          Santa Cruz, aunque tímidamente, comenzaba a crecer, y en 1850 se decidió prolongar la bóveda del barranquillo hacia arriba, hacia Puerto Escondido, lo que obligó al traslado del chorro. Y no fue la última mudanza. En 1912 la fuente o chorro impedía el acceso pensado en el proyecto del local de espectáculos en construcción conocido como Parque Recreativo, y el empresario Ramón Baudet prometió al ayuntamiento asumir el gasto de un nuevo traslado a cambio de la permuta de un pequeño trozo de terreno hacia la calle de La Luna, lo que se aprobó.
         
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -