Batería y atrincheramiento de Altura
Por Miguel Ángel Noriega Agüero (Publicado en asotavento.com el 20 de septiembre de 2015).
Apenas unos meses después de la segunda quincena de aquel caluroso mes de julio de 1797, sin duda alguna marcada para siempre en la isla por la Gesta frente a la escuadra inglesa de Nelson, se comenzaban las obras de construcción de una batería y otros elementos asociados a ella en lo alto de la Montaña de Altura de Santa Cruz de Tenerife. El General Antonio Gutierrez de Otero, Capitán General de Canarias en ese momento, ordenó levantar ese puesto militar en la cima del risco, como apoyo a las fortificaciones de San Miguel y Paso Alto, situadas al pie de esta montaña, en la línea de costa que cerraba a Santa Cruz por el norte. Y es que Gutiérrez apreció la enorme utilidad de la cumbre de esta montaña durante el día del 22 de julio de 1797, jornada durante la cual se produjeron los dos primeros desembarcos ingleses. Antes del amanecer el primero de ellos, cercano a Paso Alto, y el segundo, en el entorno de El Bufadero, frustrado este al ser repelido por las tropas españolas situadas precisamente en la cima de La Altura. Desde esta cumbre, varias decenas de hombres armados de mosquetes y 4 cañones calibre 40 mm, denominados “Violentos”, repelieron el ataque e intento de toma de Anaga y Santa Cruz por parte del más del millar de ingleses que se apostaban en las inmediaciones del barranco de Valleseco y las laderas y los riscos de la Mesa del Ramonal. En total ascendieron a esta montaña y se destacaron en este risco: 40 miembros del Batallón de Infantería de Canarias, 60 reclutas de las Banderas de La Habana y Cuba, 16 artilleros, 25 Cazadores libres al servicio de la Plaza, 30 milicianos y 40 franceses, pertenecientes a la corbeta gala La Mutine, que había sido robada semanas antes por los ingleses (al igual que hicieron con la fragata Príncipe Fernando en abril de ese mismo año).
Mural dedicado al episodio acaecido el 22 de julio de 1797 en la Exposición sobre la Gesta del 25 de julio en el Museo Militar de Almeyda (verano de 2015)
Así, se crea esta batería fija, denominada como de “San Sebastián” y que según un documento fechado el 9 de enero de 1799, el General Gutiérrez le otorga el nombre de “Santa Cruz de Santiago” en conmemoración de la fecha de la Gesta, coincidente con la festividad de Santiago:
“En memoria de la Victoria conseguida por las Armas del Rey contra sus enemigos el día 25 de Julio del año penúltimo, he dispuesto que la obra empezada en la altura de Paso Alto de resulta del desembarco de éstos se nombre desde ahora Fuerte de Santa Cruz de Santiago lo que se prevendrá en la orden de este día para su puntual cumplimiento. Santa Cruz de Santiago, 9 de Enero de 1799.”(Fuente: Recuerdo de un bicentenario (1797-1997), página 91 (Pedro Ontoria))
“San Sebastián” o “Santa Cruz de Santiago”, esos fueron dos de los nombres de este emplazamiento situado en la cima de esta modesta montaña de Anaga, pero que, como gracias a un documento del Coronel Santiago Bethencourt fechado a principios del año 1900, podemos saber que también ha tenido los nombres de atrincheramiento de “La Altura” o “La Altura de los Ingleses”, esto último probablemente a raíz de lo acontecido frente a los hombres de Nelson, ya citado en líneas anteriores.
A finales de 1797, Gutiérrez encarga proyectar y dirigir la construcción de este nuevo puesto militar al Mariscal de Campo, perteneciente al Real Cuerpo de Ingenieros, Luis Marqueli Bontempo, a quien le encargó igualmente efectuar los reparos que fueran oportunos en el Castillo de Paso Alto. Marqueli es autor también del “Plano de la Altura de Paso-Alto y de las obras executadas en ellas” (1798) que aún se conserva en el Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias y del que ya hablé hace unos meses en esta misma web. En ese mapa podemos ver cómo era en esos primeros momentos la batería, compuesta de 5 emplazamientos y 7 explanadas, muralla, aljibes, alojamientos y depósitos. Además, mejorando el acceso a ella se construyó un camino de subida a la cima de metro y medio de ancho y unos 900 metros de longitud.
Plano de la Altura de Paso-Alto y de las obras executadas en ellas (Luis Marqueli, 1798) (Archivo Histórico Militar de Almeyda, Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias)
Ya comenzado el siglo XIX, en 1808, esta batería es desartillada, al igual que lo sería en esos años la de Santiago o de los Melones. Este emplazamiento de Altura volvió a ser artillado con 6 morteros de bronce en 1898, dispuestos en 4 explanadas, a raíz del conflicto originado entre España y los EEUU a causa de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. Así mismo, en ese momento se repara una caseta de madera construida años antes en la cima, destinándola al alojamiento de los 8 artilleros que conformaban ese puesto.
Comenzado el siglo XX, la cima de La Altura es utilizada como punto de observación y estación telemétrica entre las baterías de la ciudad. En 1913 se mejora ese emplazamiento reformando las instalaciones (destruidas por un temporal en el otoño de 1910) con una nueva caseta de madera de 6,50 x 3,25 metros dedicada a albergar en dos departamentos los aparatos telemétricos y telefónicos y servir de alojamiento al personal destinado en ese lugar. En ella estaba instalado el telémetro “Zaragoza”, que era utilizado gracias a un ventanal corrido hacia el lado mar, que permitía una visibilidad de 160º, desde el Bufadero, al norte, hasta la batería de Taco nº1, viéndose en esa perspectiva la estación telemétrica de Las Tiñosas, al sur. Anexo a esta se construyó, además, un tinglado, de 3,25 x 3,25 metros, para cocina, con depósito y aljibe.
Años más tarde, una vez estallada la II Guerra Mundial, la cima de La Altura sirvió de ubicación para la construcción de nuevas instalaciones, destinadas a puesto de mando, observación y telémetro, ligadas a la batería de Paso Alto, encuadradas en el Plan de Defensa de Canarias, proyectado por el Teniente General Serrador.
En la actualidad, la cima de La Altura de Paso Alto alberga varias antenas de comunicaciones y otras instalaciones ligadas a ellas, accediéndose a la cumbre mediante una pista que sube desde el Barrio de la Alegría, denominada aún “Pista Militar”. Además, se conservan en relativo buen estado la red de túneles y salas que albergaron el puesto de mando y telémetros establecidos en los años 40 del pasado siglo. De la primera batería de finales del XVIII y la segunda de 1898 poco queda en hoy en día. Únicamente permanecen en pie dos auténticas joyas (reliquias) construidas por Marqueli en 1798 y probablemente reformadas en décadas posteriores, ligadas a las mejoras realizadas para los siguientes emplazamientos militares ya comentados. Se trata de un tramo de casi 200 metros de la muralla que discurría por la cresta de la montaña y de un aljibe, situado por encima de la actual pista de acceso, y como complemento a este, un pequeño murete con atarjea que suministraba el agua de escorrentía que se deslizaba por esta parte alta de la ladera sureste de la montaña.
Restos de muralla por la cresta de la Montaña de Altura
Aljibe y atarjea
La antigua vereda de acceso a la cumbre se perdió por completo en su tramo bajo y medio, como consecuencia de la urbanización del barrio de la Alegría y la construcción de la pista militar. Únicamente en su tramo más alto, se intuye entre rabos de gato, balos, verodes y tabaibas el recorrido de esta vía y permanecen a la vista dos pequeños e insignificantes tramos de muros de contención del viejo camino de subida a La Altura. Alineando esos tramos de pared el camino llegaba a la cumbre, tras la última curva, en el lugar en donde hoy asciende por el talud de la actual pista una serie de escalones, construidos, quizás, para tener salida a ella. Esto me lleva a pensar que probablemente en el momento de construirse la pista militar (años 40 del pasado siglo) el vetusto camino de subida a la montaña aún se conservaba relativamente mucho mejor que ahora.
Tramo del muro de contención en la ladera ligado al antiguo camino de subida a la Montaña
Les invito a que asciendan a lo alto de la Montaña de Altura de Paso Alto y, además de disfrutar de sus formidables vistas, conozcan los restos de túneles y salas subterráneas del telémetro y, sobre todo, presten atención a los restos del camino de subida a la cima, la muralla, el aljibe y la atarjea, auténticas reliquias de las viejas baterías de los últimos años de los siglos XVIII y XIX.
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