Una Gesta... desconocida. Dos testimonios inéditos del impacto social de un episodio histórico

 
Por Daniel García Pulido  (Publicado en El Día / La Prensa el 26 de julio de 2015).
 
     
Para ti, Alejandro, que te dejaste hechizar 
por el atrayente y bellísimo influjo de unos momentos intensos
que marcaron nuestro pasado, definen nuestro presente 
y acaso se perfilen como parte de tu futuro. 
 
 
Cartas Custom
 
Introducción
 
          Al acercarse las fechas conmemorativas de julio de 1797, sin duda la página más célebre de nuestros anales insulares, acuden a nuestra memoria y a nuestro recuerdo más cercanos todos los acontecimientos, personajes y escenarios vinculados a ese trascendental suceso, revisados y reconocidos una y otra vez, con incansable pasión, por infinidad de estudios e investigadores. No cesan de desfilar ante nosotros figuras de la talla del general Antonio Gutiérrez, del contralmirante Horacio Nelson, del teniente Francisco Grandi Giraud o del capitán Thomas Troubridge, entre otros, bajo la sombra de los desaparecidos castillos y rincones de la ciudad, de la arboladura de los navíos de línea, entre la densa humareda de los disparos, el eco impetuoso de innumerables cañonazos y la recia pulcritud de los uniformes, los despachos militares, las banderas... 
 
          Ante nuestra mirada renacen imágenes vívidas de aquellos momentos trascendentes del ayer pero hemos de reconocer que todo ese entramado histórico, absolutamente fascinante y fascinador por sus causas, características y consecuencias, adolece de manera evidente, en su vertiente de conocimiento del componente humano, de ese matiz social y cercano del habitante de a pie, de las reacciones emanadas y emitidas por los propios habitantes que veían quebrantada su calma de forma tan brusca y amenazante. Al no habernos llegado sino testimonios deslavazados de información sobre la reacción de la población ante tan devastador evento (Nota 1), la visión que se ha ido construyendo sobre la Gesta ha descansado en una narrativa epopéyica de hazañas innegables, de meritorias heroicidades, de errores y aciertos estratégicos que conformaron la realidad a grandes rasgos de unos instantes en los que se decidía la suerte de las Islas y de España en el transcurso de la guerra; y todo ello ha dejado al margen las señas del sufrimiento, la tensión y el desconcierto de un pueblo anónimo que quedaría marcado por la magnitud de un acontecimiento de primer orden.
 
          Las líneas que prosiguen nacen con el propósito de contribuir en cierta medida a conocer mejor esa realidad intangible de las sensaciones, de las percepciones, de los temores vividos en 1797, asociados siempre de forma tan íntima e indisoluble a la esfera de los sentidos y creencias más propias e intemporales, sentidos y creencias que nos acercan a aquella y a cualquier época de nuestra Historia de una forma que pocos testimonios consiguen.
 
Hallazgo de sendas cartas inéditas
 
          Para alcanzar el anhelado objetivo de adentrarnos en ese espacio adscrito a la subjetividad de los habitantes contamos con la fortuna de dar a conocer el contenido de sendas misivas contemporáneas a los hechos, inéditas hasta hoy en día según nuestras pesquisas (2), cartas que a pesar de su brevedad y concisión son sumamente interesantes, en especial dentro de ese ámbito referido al plasmar de forma fehaciente sesgos del estado anímico que atenazaba a la población de toda Tenerife en aquel entonces. El objeto de ambos textos es informar a un tercero (Mateo Fernández de Salazar, vecino de Adeje) (3) sobre los acontecimientos acaecidos en el puerto de Santa Cruz de Tenerife durante las jornadas del asalto británico y mientras una, escrita desde La Sabinita (Arona) el mismo 25 de julio de 1797 fue redactada por Claudio Yusti, la segunda de ellas, de mayor tamaño, aparece signada cinco días más tarde, el 30 de julio, desde la localidad de La Orotava por José de Llarena y Mesa. 
 
          El primero de los suscriptores, Claudio Yusti, posiblemente hijo del comerciante genovés Francisco Yusti -asentado en Santa Cruz de Tenerife desde 1759 y dueño de una mercería desde 1765- (4), era ayudante mayor del regimiento de milicias de Abona y había ingreso en el horizonte de las armas como cadete a través del regimiento de infantería de Navarra el 9 de mayo de 1765. Tras haber ascendido al rango de subteniente en febrero del año siguiente, sirvió posteriormente en Andalucía, tierras norteafricanas, Galicia e Hispanoamérica, alcanzando la categoría de teniente y de primer ayudante, esta última en agosto de 1785 (5). Sobre el segundo de los remitentes, José Domingo de Llarena y Mesa, nacido en La Orotava el 15 de octubre de 1718,  fue gobernador de armas de la isla de La Gomera, director del Jardín Botánico de La Orotava, y contrajo nupcias con Teodora Flavia de Franchi y Llarena, con quien tuvo 3 hijos: María de la Concepción, Ignacio María, y Fernando. Persona vinculada íntimamente a la esfera cultural, fue socio miembro de la RSEAP lagunera en 1777, y amigo personal de José de Viera y Clavijo (6)
 
Análisis del contenido de las cartas
 
          La primera de las peculiaridades que salen a la luz tras la paciente lectura de estas misivas es la cuestión de los diferentes "tiempos" o velocidades en que todas y cada una de las diferentes localidades de la isla de Tenerife vivieron esta serie de hechos cruciales. Ante la precariedad de las redes viarias y de los sistemas de comunicación de finales del siglo XVIII en el Archipiélago no sorprende que Claudio Yusti afirme desde Arona, el propio día 25 de julio, cuando ya se celebraba la victoria en el puerto santacrucero, que había recibido noticia "que el 22 se hallaba bloqueado Santa Cruz por los ingleses" y que solo el día antes, el 24 de julio, su superior, el coronel Antonio Francisco de Franchi y Ponte "había tenido noticias por un propio que le despacharon de La Orotava" acerca de los primeros desembarcos en la zona de Valleseco.
 
          Asociado a ese desfase cronológico, del que se lamenta el propio Yusti en el transcurso de su misiva, aparece todo un cúmulo de noticias, avisos y contraavisos que evidencian el estado de nerviosismo en el que se vivía desde el interior de la isla lo acaecido en Santa Cruz de Tenerife. Si por un lado "decían [que] habían hecho desembarco en el Valleseco, que queda por detrás de Paso Alto pero que no se aseguraba esta noticia", poco después la confusión alcanza una magnitud desorbitada pues llega a incluir "que en el Puerto estaban 6 [barcos]", haciéndose eco de un posible avistamiento de la escuadra inglesa efectuado por algunos comerciantes del Puerto de la Cruz durante el 21 de julio. Este último supuesto, que fusiona información con temores infundados, fue desmentido a renglón seguido por el mismo Claudio Yusti: "Hoy en la misma ermita hablé con un hombre del Realejo que salió ayer y dice que no hay tal cosa de 6 barcos".
 
          Los rumores corrían como regueros de pólvora por todo el territorio insular mezclando hechos reales con suposiciones emanadas del imaginario popular, figuraciones que acrecentaban hasta límites indecibles el eco de los diferentes registros recogidos. Pruebas de este distorsionamiento subyacen cuando Yusti afirma, por un lado, que el número de embarcaciones que tomaron parte en el primer desembarco ascendía a la exagerada cantidad de "61 faluchos" o, de una manera más plástica y visible, cuando recoge que "otro [paisano] dijo ayer que el castillo de San Andrés lo habían arruinado".
 
          La queja sobre esta situación de incomunicación aparece patente en el texto, evidenciando esa diferente percepción del espacio/tiempo que se vivía entre la plaza fuerte de Santa Cruz y los diferentes enclaves poblacionales de Tenerife, y queda reforzada con una interesantísima alusión a la práctica pastoril como medio efectivo de envío/recepción de noticias entre el norte y sur de la isla. Según su testimonio, "lo cierto es que del [día] 22 en que se pasaron los oficios a los alcaldes hasta hoy 25 han mediados 4 días, y en ellos nada se ha sabido, ni correr la voz que por solo los pastores se podía cundir y se cunde en 4 horas" (7).
 
          Uno puede imaginarse con relativa facilidad el estado de emergencia que se viviría en los pagos y localidades de Tenerife -caso de La Sabinita (Arona), donde residía Claudio Yusti-, donde este ayudante mayor no dudó en tomar la iniciativa, ante la falta de indicaciones por el alto mando, de decir al "alcalde que [los] paisanos y milicianos no salieran de sus casas, y [así como] las bestias y cargas para que al toque de campanas se juntaran en la iglesia". Esas cuatro jornadas que corrieron desde el día 22 hasta el 25 de julio debieron ser un auténtico sufrimiento para la mayor parte de las familias, absolutamente ajenas a los hechos que acontecían invariablemente a unas decenas o cientos de kilómetros de distancia, teniendo como escenario la bahía de Santa Cruz de Tenerife.
 
          Introduciéndonos en los entresijos del hecho bélico, sobre los registros y referencias que del propio combate se fueron conociendo por parte de la población con el paso de los días es fiel reflejo la misiva de Llarena Mesa. Siguiendo los preceptos de la inmensa mayoría de los testimonios epistolares contemporáneos no duda en reflejar fielmente el número de embarcaciones y botes participantes en el asalto británico: "estos eran cuatro si contamos entre ellos uno de 50 pues los tres eran de 74, además de tres fragatas de 28 y 36, de una bombarda y de un cúter, con multitud de botes o lanchas".
 
          Tras hacer mención de los puntos de desembarco de las tropas británicas en la costa santacrucera -"el muelle, Carnicerías, San Telmo, etc."-, cita que el número de atacantes debía rondar la cifra de "1.500 hombres, cuando menos", guarismo que obtiene -como nos refiere puntualmente- "por buenos conductos" y deja testimonio rotundo de que "el fuego que se les hizo de la plaza fue vivísimo y acertado". Llarena Mesa llega a precisar que la artillería santacrucera destrozó en el mar "cuatro o cinco lanchas", al tiempo que en la orilla perdieron otras "14 o 15" embarcaciones, diferenciando ambas circunstancias de forma clara y taxativa, y resulta curioso la incertidumbre que siembra respecto al hundimiento del cúter: "también aseguran echaron a pique el cutér o balandra de orden que a lo menos [roto] [traía] 150 hombres aunque no falta quien los haga crecer hasta 300". Los intentos por apropiarse del hundimiento de esta embarcación llegaron al extremo de constituirse en motivo de pleito e informes sumarios al respecto, tal y como se ha documentado extensivamente en las Fuentes Documentales del 25 de Julio (8)
 
          Otro de los lugares comunes o puntos de coincidencia con otros relatos de la Gesta emerge al tratar acerca del número y calidad de las bajas, tanto españolas como foráneas: "Ignoramos el número fijo que tuvieron de muertos: unos los apoyan a 200, otros los hacen subir a 1000. Su almirante perdió un brazo y les matamos uno de sus más famosos capitanes (9) y algunos otros oficiales. De los nuestros dicen murieron pocos más de 20". La lectura de este breve fragmento subraya nuevamente algo que ha surgido de manera indirecta en más de una ocasión en otros testimonios narrativos acerca del evento histórico: la inmensa mayoría de la población ignoró totalmente que el protagonista principal del asalto británico era el entonces célebre Horacio Nelson y solo el paso del tiempo, con la lectura de los diferentes relatos impresos, acuñó la relevancia y magnitud del héroe invasor.
 
          No podemos dejar de reseñar el parecer de Llarena Mesa respecto al momento y circunstancias de la terminación del enfrentamiento -"se hizo y firmó la capitulación que todavía ignoramos con particularidad"-, dejando entrever cierto desencanto al no tenerse noticia exacta y rigurosa de los puntos que conformaban el proceso de finalización pactada del combate, un desencanto que tiene incluso visos de crítica cuando afirma en otro pasaje que "han habido entre el comandante inglés y el nuestro excesos de política y urbanidad y recíprocos regalos".  
 
Conclusiones
 
          La publicación íntegra de la transcripción de ambos testimonios pretende ser una de las colaboraciones de la Tertulia Amigos del 25 de Julio en el marco de la celebración del 218º aniversario de este episodio bélico, ofreciendo nuevo material para el análisis, estudio e investigación de un suceso que trasciende la esfera castrense, histórica, incluso la de las efemérides, para adentrarse en el patriotismo humilde de las emociones, de las inquietudes y de las más intensas sensaciones.
 
TRANSCRIPCIÓN NORMALIZADA
 
[Carta A]
 
                     "Julio 25 / [17]97. Respondida.
 
                    Paisano y amigo. Habiendo ido hoy a misa a Arona supe que por ese alcalde se había despachado a este unas cartas de oficio firmadas de dos escribanos del Cabildo, en que el 22 se hallaba bloqueado Santa Cruz por los ingleses, e igualmente unas cartas para el coronel Franchy, que fue a dársela a el Valle, diciendo eran del Real Servicio, y el hombre de la casa de la asistencia del dicho coronel le dijo que me las trajiera a mí como orden que había dejado por haber marchado aquella tarde a La Orotava y dijo que él a La Sabinita no venía, y se volvió con las cartas. Estimaré a Vm. vea qué cartas son y las recoja y con el dador me las mande que despacho a ello, haciendo que el alcalde lo castigue por no haberlas dejado. Ayer de mañana me escribió dicho Franchy que había tenido noticias por un propio que le despacharon de La Orotava que en el Valle de San Andrés estaban los navíos y 61 faluchos, y que decían habían hecho desembarco en el Valleseco, que queda por detrás de Paso Alto pero que no se aseguraba esta noticia, y que en el Puerto estaban 6 y soltaron 36 lanchas que habiéndoles cogido el día se retiraron. Hoy en la misma ermita hablé con un hombre del Realejo que salió ayer y dice que no hay tal cosa de 6 barcos. Otro dijo ayer que el castillo de San Andrés lo habían arruinado. Lo cierto es que del 22 en que se pasaron los oficios a los alcaldes hasta hoy 25 han mediados 4 días, y en ellos nada se ha sabido, ni correr la voz que por solo los pastores se podía cundir y se cunde en 4 horas, y lo más es que oficio de S.E. no se ha recibido, ni la más leve noticia, y también es cierto que continuamente están haciendo escuadras, desembarcos y otras noticias que ponen en movimiento; y a más de la remisión de las cartas, dígame Vm. qué es lo que sabe de cierto, sin retardo, y mande a su afectuoso, que sus manos besa.
 
                   Claudio Yusti [firmado rubricado]
 
                  Aquí dije a el alcalde que paisanos y milicianos no salieran de sus casas, y las bestias y cargas para que al toque de campanas se juntaran en la iglesia y que despachara a una a La Laguna. Llame Vm. al sargento Javier y que dé la orden a los milicianos para lo mismo".
 
YUSTI Claudio 1797-2 Custom
 
Firma de Claudio Yusti
 
[Carta B]
 
                   "Mi amigo y dueño: con justa razón desea vmd. [ilegible] [comu]nique noticias individuales de la invasión de los [ilegible] [eje]cutarlo malogrado que fue el desembarco de tropa [ilegible] 22 en El Bufadero (entre el Valle de San Andrés y Valle [ilegible] [co]gieron su gente y estuvieron dando bordos hacia Candelaria [hasta] el 24 en cuyo día se les unió otro navío de línea: estos eran cuatro si contamos entre ellos uno de 50 pues los tres eran de 74, además de tres fragatas de 28 y 36, de una bombarda y de un cúter, con multitud de botes o lanchas. En la noche del 24 al 25 estuvieron bombardeando el castillo de Paso Alto que no recibió daño alguno habiéndose acercado desde el 24 todas [las] 9 embarcaciones a tierra y fondeado para proteger el desembarco de tropas, que se verificó en la madrugada del 25 por el muelle, Carnicerías, San Telmo, etc, en número de 1.500 hombres, cuando menos. El fuego que se les hizo de la plaza fue vivísimo y acertado; les echaron a pique cuatro o cinco lanchas y les destrozaron 14 o 15 y también aseguran echaron a pique el cutér o balandra de orden que a lo menos [roto] [traía] 150 hombres aunque no falta quien los haga crecer hasta 300. Qué crecida la mortandad de [ilegible] tierra multitud de ellos y se esparcieron [ilegible] algunos de los cuales había acertados cañones [ilegible] que les causaron el mayor destrozo. Santa Cruz [ilegible] de 1 a 2. A las 4 de la madrugada del 25 [ilegible] era [ilegible] vocinglería, golpes de cañón y de fusil de los [ilegible] viéndose arrollados, notablemente disminuidos y en el [ilegible] pudieron últimamente reunirse en la plaza de Santo [Domingo] y apoderarse de este convento; pero desengañados del malogro de la empresa pusieron bandera parlamentaria.
 
                  Cesó el fuego. Fueron llevados dos jefes de la expedición con los ojos vendados a presencia del general después de haber pretendido y negádose la entrega de los caudales del Rey, y todo el valor del navío de la China y no sé si algo más. Se hizo y firmó la capitulación que todavía ignoramos con particularidad pero sí sabemos que ellos ofrecieron no hacer daño con su escuadra durante la presente guerra ni a esta isla ni a alguna de las otras y que el general les concedió los honores de la guerra, y embarcarse con sus fusiles y demás armas, sus prisioneros, etc, como se ha verificado con la mayor exactitud. Ignoramos el número fijo que tuvieron de muertos: unos los apoyan a 200, otros los hacen subir a 1.000. Su almirante perdió un brazo y les matamos uno de sus más famosos capitanes y algunos otros oficiales. De los nuestros dicen murieron pocos más de 20, entre ellos [roto] un oficial hijo de Fernández Uriarte, don [ilegible] Rooney, correspondiente de Barry en Santa [Cruz] [ilegible]. Concluida la [ilegible] el tratado por los jefes y embarcada la tropa [ilegible] [descarga]dos sus fusiles al mar según se había capitulado [ilegible] con todo honor, música, etc, por en medio de la nuestra que es[taba] en dos filas. Han habido entre el comandante inglés y el nuestro excesos de política y urbanidad y recíprocos regalos. Esta escuadra es una división de la que bloquea a Cádiz, de donde llegó sobre Santa Cruz en 4 días. Da por noticia que por dos noches inmediatas a su salida se estaba bombardeando la plaza de Cádiz, en la que habían causado algún daño. En el mismo día de nuestra gloriosa victoria se cumplieron 301 años de la conquista, desde cuya época no se ha verificado acción tan plausible. En todos los pueblos se han hecho y quedan haciendo funciones repetidas para dar gracias a Dios y a Santiago y San Cristóbal por tan inestimable beneficio, además de 3 noches de luminarias y regocijos públicos. Aquí tiene Vm. cuanto apreciable [roto] adquirir por buenos conductos. Es regular [ilegible] sin tardanza una exacta relación [ilegible] particularidad que ignoramos o que se [ilegible] con variedad. Ayer entró en Santa Cruz un barco [ilegible] con 4.000 fanegas de trigo, que apresó el osado falucho [ilegible] [t]amaño como un comino, que ha traído ya a Santa Cruz distintas otras presas. Sírvase Vm. leer esta al Antonio Ezquerro, quien escribo en esta ocasión repitiéndole las gracias que ya le había dado por medio de Vm. por su condescendencia en tenerme la mulita en los terrenos de la casa y demás favores que le he merecido.
 
                    Precísame mucho este animalito por lo que agradeceré a Vm. procure remitírmela en la primera ocasión que se presente oportuna, de que venga alguna persona de su confianza. Mis hijos devuelven a Vm. afectuosas expresiones y queda siempre a su obediencia para cuanto guste mandarle a su afectuosísimo y seguro servidor, que besa sus manos.
 
                     José de Llarena y Mesa [firmado rubricado].
 
                     Sor. D. Matías Fernández [Salazar]".
 
 
 LLARENA y MESA José de Custom
 
Firma de José de Llarena y Mesa
 
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NOTAS
1. Los autores contemporáneos que prestaron mayor énfasis y atención en reflejar en sus escritos la huella del impacto social del trascendental episodio bélico fueron, sin lugar a dudas, el comerciante Juan Aguilar y el propio alcalde santacrucero, Domingo Vicente Marrero. Véase ONTORIA OQUILLAS, P./ COLA BENÍTEZ, L. / GARCÍA PULIDO, D. [1997]: Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. pp. 58-65 y 123-172.
2. Originales custodiados en la BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA. Fondo MIGUEL TARQUIS: caja 34 - carpeta 1. Ambas misivas figuran escritas sobre una superficie de papel maltratado y visiblemente arrugado, con sensibles pérdidas de texto por manchas de humedad, especialmente la fechada en la jornada del 30 de julio. 
3. Con total seguridad puede decirse que la segunda de las cartas, fechada el 30 de julio, era para ese destinatario al figurar el nombre de “Matías Fernández [de Salazar]” en ella.
4. Información facilitada amablemente por la investigadora Ana Pérez Álvarez.
5. Universidad de La Laguna. Fondo Dacio Victoriano Darias y Padrón. Apuntes de expedientes militares. S.f.
6. FERNÁNDEZ de BETHENCOURT, Francisco [1952-1967]: Nobiliario de Canarias. [Edición por Juan Régulo Pérez et alii]. La Laguna: 7 Islas. Tomo I, p. 338; Tomo IV, pp. 984-985.
7. Esta interesantísima referencia a los pastores y su modo tan rápido y eficaz de comunicación parece estarnos hablando claramente de la existencia de la técnica de silbado en el campo tinerfeño, algo que ya adelantara, entre otros, el médico e investigador Juan Bethencourt Alfonso.
8. Véase Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797. Relatos de José Marrero (pp. 173-176) y de Vicente Rossique (pp. 204-212).
9.  Se refiere al capitán Richard Bowen, auténtica promesa de la Marina Real británica
 
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