Vino y cerveza para hacer las paces

 
Por Patricia Ginovés (Publicado en La Opinión el 22 de julio de 2015).
 
 
El comandante británico Horatio Nelson y el general castellano Antonio Gutiérrez se intercambiaron bebida y un queso para dar por terminado el intento frustrado de invasión
 
 
          Un queso, un barril de cerveza y otro de vino sirvieron para firmar la paz entre ingleses y españoles tras la Gesta del 25 de julio de 1797. Y es que los meses de preparación que empleó el almirante Horatio Nelson para hacerse con la costa de Santa Cruz y poco a poco con todo Tenerife de nada sirvieron. Los chicharreros vencieron a la Marina Real británica, que se tuvo que ir por el mismo sitio por el que había llegado. Sin embargo, ambos bandos demostraron una gran madurez y las relaciones entre ellos fueron buenas tras la dura batalla.
 
         Los ingleses llegaron a las costas de Tenerife en julio de 1797 con la idea de encontrar grandes caudales de dinero o de cargamentos llegados desde Filipinas, de la Tesorería o, incluso, riquezas particulares. Además, en una carta fechada el 12 de abril de 1797, Horatio Nelson comunicó al almirante John Jervis, jefe de la flota inglesa del Mediterráneo, que el capitán Troubridge, comandante del navío Culloden, le había informado de la presencia del virrey de México en Santa Cruz, donde se custodiaba una formidable partida de oro valorada entre los seis y los siete millones de ?libras, una cantidad extraordinaria para la época. Sin embargo, apunta el escritor y autor del libro El fuego de bronce, Jesús Villanueva, "esta información resultó ser falsa". A pesar de ello, ese posible botín suponía un aliciente a sumar al soñado proyecto de invasión del recién nombra almirante inglés.
 
           Pero tras quedar demostrado que todo lo imaginado nunca se cumpliría y protagonizar un batalla que dejó tras de sí centenares de muertos, la comida jugó un papel importante puesto que sirvió, en parte, para firmar la paz. Las cartas que se intercambiaron el general Antonio Gutiérrez y el almirante Horatio Nelson incluyen una idea de los presentes que se hicieron llegar para dar por finalizada la contienda y mostrar la buena voluntad de ambas naciones.
 
          Por parte de Nelson fue el primero en enviar una carta, aunque es indiscutible que la misiva no la escribió él, puesto que acaba de ser operado para amputarle el brazo derecho. En ella, invitaba al general español a aceptar "un barril de cerveza inglesa y un queso". Mientras tanto, Gutiérrez ofreció "un par de limetones de vino" de los que, afirmó, "creo no sean de lo peor que se produce" en la Isla.
 
          Asimismo, los altos mandos de ambos bandos protagonizaron un importante almuerzo el día 26 de julio de 1797, después de que la batalla concluyera. A pesar de que no se conoce el lugar exacto en el que se desarrolló este encuentro, el escritor Jesús Villanueva aventura que los dos escenarios más plausibles fueron el propio castillo de San Cristóbal, donde se firmó el acta de capitulación tras el enfrentamiento, o la casa del general Antonio Gutiérrez. "En aquella época era habitual que los actos de cortesía se celebraran en el mismo hogar del protagonista", comenta Villanueva. Añade, además, que meses antes de la Gesta, esta misma casa acogió algunas cenas entre los altos mandos militares españoles que se encontraban en la Isla debido a la sospecha del general Gutiérrez de un posible ataque por parte de la Marina Real británica. Esta casa se encontraba ubicada en la esquina entre la actual calle San José y San Francisco y recibía el nombre de Le Brun.
 
          No existe un listado en el que se incluya a todas las personas que acudieron a esta comida, pero es de esperar que en ella estuvieran todos los altos mandos militares de ambos nacionalidades, exceptuando al propio Horatio Nelson, que en aquellos momentos se encontraba a bordo del Theseus, aún convaleciente tras amputarle el brazo derecho. Jesús Villanueva explica que, por parte del bando inglés, aquellos que no pudieron faltar a esta cita fueron: Thomas Troubridge, capitán del Culloden y comandante que se hizo cargo de las fuerzas del desembarco en ausencia de Nelson; Samuel Hood, capitán del Zealous, quien firmó la capitulación; y Thomas Thompson, capitán del Leander. Por su parte, los españoles presentes fueron: el comandante jefe de ingenieros, el coronel Luis Marqueli; y el comandante jefe de artillería, el coronel Estranio.
 
          Así, la victoria sobre los ingleses no impidió que los mandos españoles dispensaran un buen trato a los vencidos. Así, tras la firma de la capitulación, comenzaron los trámites para el reembarque de las tropas inglesas, que desfilaron con las banderas desplegadas ante las tropas canarias que estaban en formación en la plaza de la Pila. Los soldados fueron embarcados con todos los honores y obsequiados con raciones de pan y vino como muestra de caridad por parte de la población canaria. Todo ello quedó reflejado en las misivas escritas por el comandante Thomas Troubridge y enviadas a Horatio Nelson.
 
          Pero no solo fue comida lo que pusieron a disposición de los ingleses los habitantes de Santa Cruz. Y es que todos aquellos heridos fueron atendidos también en los recintos hospitalario de la época.
 
- - - - - - - - - - - -