El Castillo de San Juan Bautista y la Casa de la Pólvora (Fortificaciones de Tenerife - 11)

 
Por Alastair F. Robertson  (Publicado en Tenerife News en su número 483 - 6 a19 de septiembre de 2013). Traducción de Emilio Abad.
 
 
 
El Castillo de San Juan Bautista 
         
           En 1619 el Cabildo de Tenerife consideró necesario contar con algún reducto defensivo en el extremo Sur de Santa Cruz. Con carácter de urgencia se trató de levantarlo, pero en 1625 las dificultades económicas retrasaron la construcción. Sin embargo, como consecuencia de la amenaza derivada de la guerra contra Portugal, entre 1640 y 1643 se construyó el Castillo de San Juan Bautista, también conocido como el Castillo Negro por sus oscuros muros de piedra. En 1765 tuvo que reconstruirse la fortaleza porque, como sucedió con Paso Alto, sus cimientos habían sido socavados por el mar.
 
           San Juan se declaró inadecuado para uso militar en 1924 y se planeó su demolición para permitir un ensanchamiento de la refinería de petróleos, pero una explosión ocurrida en ella en 1939 llevó a que los trabajos de ampliación, iniciados en 1942, se alejaran de la ciudad. En 1948 se pensó convertirlo en un Museo Militar, y hacia 1950 ya se contaba con presupuesto para ello; sin embargo, el proyecto no prosperó, lo que resultó ser una suerte, pues pronto se habría demostrado que San Juan era demasiado pequeño.
 
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Castillo de San Juan Bautista. Mirando al Sur desde la plataforma 
 
         
          Es difícil creer que esta pequeña fortificación, ahora aún más achicada por el Auditorio, fuera una de las tres principales organizaciones defensivas de la ciudad, pero así fue. El fuerte es tan pintoresco en el interior como en su exterior. El edificio, ahora vacío y en desuso, se encuentra en muy buenas condiciones de conservación, y desde sus almenas puede disfrutarse de buenas vistas de la ciudad y del espectacular Auditorio.
 
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En el interior del Castillo de San Juan. Obsérvese que nuestra guía usaba un chaleco con la Union Jack.
 
 
 
La Casa de la Polvora
 
           Cerca del Castillo de San Juan hay un antiguo depósito de municiones, la Casa de la Pólvora, construido en 1756-57 para sustituir a otro cercano a San Pedro que estaba demasiado próximo para la seguridad de la creciente ciudad de Santa Cruz. En 1782 el Cabildo se percató de que el nuevo polvorín era vulnerable a fuego enemigo procedente del mar y se sugirió trasladarlo más al interior de la isla; sin embargo, por razones económicas eso no sucedió. Como contrapartida, para contribuir a su defensa se levantó a su alrededor un alto y grueso muro de protección, que se demolió hace ya algún tiempo.
  
          Hoy en día la Casa de la Pólvora permanece como un edificio de aire misterioso, con su semicilíndrica techumbre de hormigón y sus poderosos contrafuertes, completamente fuera de lugar enclavada en el moderno parque que la rodea. Se puede ver el techo sobre las almenas en la parte derecha de la fotografía de San Juan. Cuando se está en su sombrío interior es difícil imaginar que el amplio y vacío edificio, en su apogeo, hace 250 años, se encontraría lleno de municiones y armamento.
 
 
 
 
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