Las calles del Toscal (Retales de la Historia - 180)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 28 de septiembre de 2014).
 
 
          Cuando en el siglo XVII aún no existía el que hoy es uno de los barrios más populosos y populares de Santa Cruz, ya existían tres calles, más bien caminos, que delimitaban aquel sector: la Marina, junto a la marea, San José, que era hasta donde llegaba el caserío, y por arriba un incipiente camino de ronda que pronto se conocería como Paseo de los Coches, origen del primer tramo de las actuales Ramblas. Dentro de este perímetro todo eran eriales, “toscales” y algunas pocas huertas que aprovechaban las escorrentías de barrancos como los de Ancheta, Guaite o San Antonio.
 
          En el último cuarto del siglo XVII tuvo lugar la fundación franciscana de San Pedro de Alcántara sobre la ermita de la Soledad, San José y San Antonio, lo que propició el comienzo de la urbanización de aquellas tierras,  constituyendo su principal eje de desarrollo la calle San Francisco, conocida en principio como “camino que va a Paso Alto”, a cuyo costado pronto le acompañó una hermana algo más modesta con el nombre de San Juan Bautista. Cuando a principios del XVIII llegaron las aguas del Monte Aguirre en un recorrido de más de doce kilómetros por canales de madera, precisamente fue por la parte alta de aquellos toscales por donde entraban al pueblo, en atarjeas soterradas que dieron nombre a la calle Canales Bajas, actual Dr. Guigou. A partir de entonces aquellas tierras comenzaron a disponer de un rudimentario y precario regadío que dio vida a huertas con distintas clases de cultivos. 
 
          Hacia 1780 la calle San Francisco ya rebasaba el barranquillo de San Antonio y en su último tramo casi alcanzaba la Huerta de los Melones, cerca de Almeida. Desde esta calle y su paralela de San Juan Bautista, transversalmente y ladera arriba comenzaron a formarse caminos, como el de la huerta del administrador de Correos Juan Fernández Uriarte, hoy Santa Rosalía; el de la huerta del capitán Pascual Ferrera, arrendada luego a la familia Falcón, y que hoy es San Vicente Ferrer; el camino del Rayo, actual San Francisco Javier; o el de la huerta que tenía desde 1716 Francisco Fernando Sanmartín Llarena, que como en el caso de la del capitán Pascual Ferrera se reconvirtió en santo y hoy es la calle San Martín. También se llamó a esta calle “Camino de las Pescadoras”, que desde la playa de Roncadores subían por allí y atravesando los valles de Jiménez y Tabares iban a vender a La Laguna.
 
          Otras huertas importantes de la zona fueron la del veedor Pedro Catalán, la de Parrado, la de Casalón y la famosa de Megliorini, situada en Santa Rosalía, con entrada también por San Juan Bautista, en la que se plantaron las primeras cepas de cochinilla, que durante varios años del siglo XIX, venido a menos el cultivo de la vid,  constituyó el principal producto de exportación. Poco a poco aquellas tierras fueron convirtiéndose en la primera zona de expansión urbana de Santa Cruz y, en 1797, año de la victoria sobre Nelson, ya existían en El Toscal nada menos que 35 casas edificadas, algunas más o menos alineadas con las incipientes calles y la mayor parte desperdigadas. 
 
          A partir de 1818 se prohibió que el agua corriera libremente por las calles y se comenzó a canalizar con atarjeas soterradas, prometiendo el suministro a los que contribuyeran a las obras, comenzando por Santa Rosalía, que fue la primera en recibir esta mejora, y siguiendo por San Felipe Neri –actual Emilio Calzadilla-, parte de San Francisco, San Juan Bautista, La Rosa y San Martín. 
 
          Hoy la principal arteria “toscalera” es sin duda la calle de La Rosa, la más ancha y de mayor vitalidad, cuyo nombre dicen algunos que responde a que era el camino que llevaba a la batería así llamada, lo que no se entiende puesto que la batería de La Rosa o del Rosario estaba en la calle de la Marina al final de la Alameda. Sin embargo, esta calle no se abrió al centro de la ciudad hasta muy tarde y no llegó a conectar con la calle del Norte hasta los primeros años del pasado siglo, gracias a negociación del alcalde Juan Martí Dehesa con los propietarios de unas casillas que cerraban el paso a la altura de la plaza del Patriotismo.
 
          Antes de que se abriera la calle Méndez Núñez el Toscal sólo se conectaba con el centro por San Francisco, pues todas las demás vías quedaban interrumpidas al llegar a la calle del Pilar o aún antes. Esta fue la razón de que a finales el XIX el ayuntamiento intentara mejorar la comunicación del barrio dándole salida hacia la zona de la plaza Weyler y calle de La Laguna, actual Rambla Pulido, para lo que se pensó prolongar Callao de Lima o Jesús Nazareno hasta unirlas a la calle San Miguel. Se encargó el proyecto al arquitecto municipal, se establecieron plazos y se hicieron cálculos, pero cuando se supo lo que costaría pagar a algunos propietarios las expropiaciones necesarias para realizar el proyecto, todo quedó olvidado.
 
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