Ricardo Génova (Puerto y puerta - 156)
Por Rafael Zurita Molina (Publicado en el Diario de Avisos el 15 de junio de 2014).
Si la semana que concluía el pasado domingo la señalaba excepcional por la trascendencia que supuso la abdicación del rey Juan Carlos I, esta otra que hoy concluye no está exenta de especial movida por su diversidad informativa. De cierta forma se significa.
El desarrollo de la prevista sesión del Congreso de los Diputados que el miércoles día 11 hizo efectiva la Ley de Abdicación, se conjuga con el polémico debate —predomina en la actual política de Canarias— sobre la búsqueda de petróleo en aguas próximas al Archipiélago. Sin entrar en otras subjetivas consideraciones, confieso que me cuesta entender la abstención de Coalición Canaria en el Congreso. Y, además, en otra dimensión que supera lo estrictamente deportivo, se inicia el anhelado espectáculo futbolístico que constituye el Mundial de Brasil.
Al tiempo de los expresados acaecimientos, el pasado día 8 nos llegaba la triste noticia del fallecimiento de don Ricardo Génova Araujo (1923-2014), destacado marino relacionado con el mar y con el puerto. De tal manera, las siguientes líneas son para resaltar, con obligada concisión, su dilatado brillante vital itinerario. Nos sirve de guía su libro Cien años de marina mercante en el mundo (2001), generosamente editado por su hijo Ricardo Génova Galván.
En principio, la cronología de su vida académica y profesional es elocuente. Entre 1941 y 1984 transcurre su formación y ejercicio profesional. Tras sus estudios, como piloto y capitán de la Marina Mercante, ejerce en la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos (CAMPSA), en calidad de oficial e inspector de Flota. Desde 1952 es práctico del puerto de Santa Cruz de Tenerife, además de profesor en la tinerfeña Escuela de Náutica.
Repitiéndome en pasadas referencias, con motivo de la Exposición Marítima V Centenario de Santa Cruz de Tenerife (1494-1994), Ricardo Génova Araujo, como presidente de honor de la Asociación de Veteranos de la Marina Mercante, invocando el tantas veces requerido Museo Marítimo, escribió sobre lo que todavía es un proyecto. Unos escogidos párrafos: “Pretendemos los organizadores que esta importante muestra no sea un fin en sí misma. Nos gustaría que fuese un proyecto mucho más ambicioso que, en nuestra opinión, Santa Cruz merece. Cuando clausuremos la presente exposición debemos empezar a pensar, planear y llevar a la práctica el Museo Marítimo”.
Recordaba el admirado amigo el Santa Cruz de antes, cuando su gente se asomaba al puerto para contemplar las faenas de carga y descarga, atraques y desatraques de los barcos que se sucedían casi sin interrupción, embarque y desembarque de pasajeros... Y ahora podría añadir que las plataformas que están en los muelles no rompen la estampa del puerto, “que es lo primero”. Descanse en paz el querido amigo.
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