El Puerto lucirá desde finales de mes las piedras del primer muelle de Canarias

 
Redacción de La Opinión (20 de octubre de 2013)
 
 
Algunas rocas conservan el impacto de los proyectiles del ataque de Nelson de 1797 y su recuperación ha costado 70.000 euros.
 
 
           La Farola del Mar y La Marquesina, dos emblemas del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, estarán acompañados desde finales de este mes de un nuevo elemento patrimonial que otorgará un mayor valor histórico a este ámbito, los sillares de piedra basáltica con los que se construyeron el antiguo muelle de la capital, que a su vez fue el primero de Canarias que se edificó con este tipo de material, en 1784.
 
          Los restos quedaron soterrados bajo la Avenida de Anaga en 1995, al desplazarse la vía hacia el mar y realizarse los aparcamientos subterráneos de la Plaza de España. Los trabajos ejecutados recientemente en la Vía Litoral, sin embargo, eran los que amenazaban irremediablemente con hacer desaparecer los restos del antiguo muelle.
 
          Tras el informe favorable emitido por la Sección Técnica de Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife en octubre de 2010 sobre el proyecto de traslado de elementos patrimoniales afectados por las obras y remitido por la Dirección General de Infraestructura Viaria del Gobierno de Canarias, la Autoridad Portuaria de Santa Cruz, junto con la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, comenzó con los trabajos para recuperar dicha infraestructura, lo que supone una inversión de 70.000 euros.
 
          El antiguo muelle de Santa Cruz se ejecutó con sillares de piedra basáltica que en el momento del traslado se encontraban, en general, en buenas condiciones, manteniendo incluso las marcas de los impactos de bala de cañón, testimonio físico del ataque de la armada inglesa, al mando del contralmirante Nelson, el 25 de julio de 1797.
 
          Las obras realizadas, ya en su proceso final de ejecución, han consistido en el desmontaje, recuperación, adecuación y posterior traslado para su reutilización en los muros de hormigón existentes, formando así un conjunto histórico junto con la Farola y la Marquesina.
 
          Como especifica al maestro cantero y escultor figurativo Regis Chaperon, coordinador de los trabajos que se están llevando a cabo, para ello fue necesario catalogar y nominar cada piedra labrada, habiéndose conseguido que una parte del muro reproduzca “al milímetro” el muelle original.
 
          La construcción del antiguo puerto capitalino concluyó el 3 de marzo de 1787. Su principal cometido era acoger a las pequeñas embarcaciones que venían a atracar en la ciudad. Los grandes buques, sin embargo, siguieron fondeando lejos durante años. En total, tenía una distancia de poco más de 137 metros y corría en dirección oeste-este porque así lo vieron oportuno los ingenieros expertos de la época. Servía de atraque para llegar a la playa anexa de La Carnicería, frente al Cabildo. En la parte central tenía una batería con capacidad para siete cañones, instalada frente a un gran muro con espacio para poder disparar con total seguridad a cualquier posible enemigo que se acercara por mar. También tenía varias escaleras y un hueco semisubterráneo para que las navíos pudieran abastecerse en el mismo muelle sin necesidad de transportar en barcas hasta sus navíos la mercancía.
 
          Algunos restos han requerido de nuevos remates para posibilitar el encaje de las farolas. Las piedras más afectadas por el paso del tiempo y el soterramiento se han sometido a trabajos a base de cal y arena que han difuminado las diferentes manchas y óxido. También el sillar donde quedó el impacto de la bala de cañón fue sometido a un cuidado especial, tratamiento que asimismo se le dará una vez terminen en su totalidad todos los trabajos.
 
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