Escalas señaladas (Puerto y puerta - 96)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 10 de febrero de 2013).

  

          En la introducción del libro Crónicas del puerto de Santa Cruz de Tenerife, tantas veces invocado, expresaba la importancia que tiene componer historias con medios tan cercanos a la sociedad como la prensa escrita. Valoraba la arraigada calificación de los periódicos diarios, que, con la lírica expresión de hojas volanderas, se reafirma que una vez pasada su fecha, dejan, generalmente, de interesar.

          Sin embargo, esas hojas volanderas que tienen la frescura de la cotidianidad, tanto en las noticias como en los puntuales comentarios, permanecen cronológicamente guardadas en las hemerotecas, tanto en soporte de papel como en digital. Fijadas páginas de prensa portadoras de crónicas en disposición de mostrarse para quien quiera recordarlas o saberlas; “componen unos textos escritos con premura, en el fragor de la inmediatez, sin tiempo casi para aderezarlos”.

          Sin más dilación, resumiendo, el 11 de febrero del año 1961 el diario La Tarde publicaba que  “Santa Cruz de Tenerife presenció un emocionante espectáculo, sin precedente alguno en estos últimos años, con ocasión de la llegada de la turbonave portuguesa Vera Cruz, que traía a bordo los pasajeros que unas horas antes vivieron las jornadas dramáticas del Santa María. Millares de personas cubrían las galerías altas y las calzadas del muelle, así como la avenida de Anaga convertida en espléndido marco de la bahía”.

          El día 13 de febrero el vespertino refiere la llegada del Santa María: “A las seis y treinta de la tarde de ayer, arribó en viaje directo desde Recife. La entrada del buque portugués, con las banderas a media asta, fue presenciada por la multitud en medio de un gran silencio. El hermoso trasatlántico fue acercándose al muelle, al que quedó adosado a las siete menos quince minutos. Sus 365 tripulantes lucían brazaletes negros en señal de duelo por la muerte del segundo oficial.”

          El capitán del buque, Mario Simôes Maia, convocó una conferencia de prensa en la que señaló que “después de producirse el asesinato del segundo oficial, sorprendido por la espalda cuando se hallaba en el puente de mando, él fue conminado por Galvao y sus secuaces, que portaban pistolas y metralletas, a entregar el buque”. Y dijo más.

          Haciendo un conciso recordatorio, el 20 de enero, cuando el Santa María se encontraba en La Guaira embarcaron 20 hombres; en Curaçao se incorporaron Galvao y tres más. El día 22 los secuestradores tomaron el buque; en el tiroteo, murió el segundo oficial y heridos tres tripulantes. Tras diversas negociaciones diplomáticas, el día 2 de febrero el Santa María fondeó en Recife (Brasil), en donde los pasajeros fueron embarcados en el Vera Cruz, que partió rumbo a Tenerife.

 
  
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