Vía Litoral (Puerto y puerta - 92)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 13 de enero de 2013).

 

          En los últimos meses se hacen más ostensibles los trabajos de la llamada Vía Litoral que se realizan en determinados espacios portuarios -muelles de Ribera y dársena de Los Llanos- en su confluencia con los ambiciosos proyectos de las avenidas que los circundan. Unas  obras que conllevan la servidumbre de compatibilizar el copioso tráfico de personas y vehículos que soportan las zonas afectadas, superando las necesarias e ineludibles molestias.

           Hace un par de años, en enero de 2011, coincidente con el inicio de esta columna, me interesé por conocer el proceso y desarrollo de su ejecución. Conjuntamente con la información verbal que amablemente me facilitaron en la empresa adjudicataria, recibí un folleto explicativo de diez páginas, profusamente ilustrado, sobre el plan previsto para llevarlo a cabo. Y bien que me ha servido tal folleto para satisfacer la cotidiana curiosidad de observar la progresiva concreción del proyecto. Pueden sustanciarse en las siguientes resumidas referencias:

          La Vía Litoral afecta a la zona que discurre desde el Barranco de Santos, continúa por la Avenida Marítima, vía exterior de la Plaza de España y el inicio de la Avenida de Francisco La Roche. El nuevo túnel permitirá soterrar el paso de los vehículos en el tramo que comienza en las inmediaciones del Cabildo y acaba en las cercanías del edificio Puerto-Ciudad.

          Su construcción permitirá “la permeabilidad de los contactos entre el centro urbano y su borde marítimo”. Además de mantener la vía alternativa que segrega los tráficos urbanos y portuarios, “se permitirá el acceso al mar desde los puntos más emblemáticos, con la eliminación del efecto barrera que en la actualidad producen los viarios del frente marítimo y del puerto”.

         Con los expresados razonamientos, sin desdeñar de ninguna manera los heterogéneos tráficos que caracterizan a un gran puerto, como lo es, sin duda alguna, el de Tenerife, que se expande “desde el macizo de Anaga hasta la Punta del Camisón” (Alfonso García Ramos, en La Tarde, 12.05.1976), la reciente estampa del yate Venus -fue del magnate Steve Jobs (1955-2011)- atracado en la dársena de Los Llanos, induce a reiterar lo aquí escrito en junio del pasado año. Decía que anexo al espacio urbano que acerca la ciudad al mar, actualmente en obras, puede adecuarse la actual dársena para ubicar, con el máximo nivel de servicios, lo que demandan las escalas y estadías que generan las embarcaciones deportivas y los yates de recreo.

          Atendiendo a la acreditada marca de la Isla, el proyecto de una marina de megayates próxima al centro de la ciudad, además de generar una actividad económica y turística, es un atractivo más en el polícromo cuadro del puerto.

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