Epifanía (Puerto y puerta - 91)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 6 de enero de 2013).

 

          Por ocasional coincidencia, cuando estas líneas lleguen a ustedes, amables lectores, es el día de Reyes. Adentrados en el nuevo año, con los arraigados recíprocos deseos nos despedimos de la Navidad en disposición de afrontar la inveterada cuesta de enero, que, además, en la actual lamentable coyuntura puede prolongarse sin plazo fijo.

          Sin embargo, coincidente con esta fecha me enviaron un mensaje, optimismo para 2013, que me permito transcribir por su oportunidad y clásico origen. Comenta el amigo remitente que cuando Don Quijote y su fiel Sancho llevaban una mala racha, el mejor de los caballeros andantes hizo la siguiente reflexión en voz alta: “Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucederse bien las cosas; porque no es posible que el mal y el bien sean durables, y de aquí se sigue que habiendo durado mucho el mal, el bien ya está cerca”. ¡Ojalá!

          Acorde con la festividad, las buenas noticias pueden homologarse a un grato regalo. Como la que nos brinda la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife con referencia al tráfico de cruceros de turismo, al verificar que el pasado año 2012 concluyó con 322 escalas  y 680.735 visitantes; con respecto al 2011, significan mejoras en 34 escalas y 73.369 cruceristas.

          También en esta fecha traspasamos la puerta del puerto con nuestra bonita ciudad -por qué callarlo-, que bien puede alardear de contar con múltiples arboladas calles, ramblas y avenidas, que se ornan con frondosos y ajardinados parques y plazas. Un día que nos propone concurrir a la Pascua Militar que se prolonga a los aledaños de la Capitanía General de Canarias, con desfile incluido. Tradicional ceremonia castrense, instituida en el año 1782 por el rey Carlos III, que se celebra, con otras escogidas ciudades españolas, cada 6 de enero.

          Y, en igual día, retrocedemos al año1947 para memorar una sencilla historia concorde con la condición portuaria de Santa Cruz, que rindió un homenaje póstumo al eximio maestro Manuel de Falla (1876-1946), residente en Argentina desde 1939. Sobre las nueve comenzó a avistarse la silueta del trasatlántico Cabo de Buena Esperanza, que, en línea regular, procedía de Buenos Aires; conduce los restos mortales del glorioso músico hispano.

          A la misma hora llegaba el minador Marte, que lo trasladaría a Cádiz para recibir cristiana sepultura. El muelle y alrededores se hallaba abarrotado de público. En el Ayuntamiento tuvo lugar un solemne acto necrológico en el que fue interpretado por la tinerfeña Orquesta de Cámara una de sus obras más celebradas, “El amor brujo”; sin faltar los “Cantos Canarios” de nuestro Teobaldo Power.  ¡Feliz Epifanía!

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