La Naviera de Tenerife (Puerto y puerta - 85)
Por Rafael Zurita Molina (Publicado en el Diario de Avisos el 25 de noviembre de 2012).
En similares ocasiones, cuando estas líneas tratan sobre un tema ya escrito en el libro Crónicas del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Siglo XX, del que soy autor, digo que la oportunidad me exime de emplear otras palabras; también próximas en el recuerdo.
Fue el día 1 de diciembre de 1914, a los pocos meses de estallar la Primera Guerra Mundial, cuando se creó la Cooperativa Agrícola del Norte de Tenerife. Dos años después, en 1916, sus fundadores constituyeron la “Naviera de Tenerife”, comenzando su actividad con dos vapores gemelos: Punta Anaga y Punta Teno. Era el principio del anhelado deseo de los agricultores plataneros y demás productores agrícolas de Canarias de contar con una flota propia para el transporte de la fruta hacía los mercados exteriores.
Lamentablemente, este prometedor proyecto se malogró. El Punta Teno, cuando se dirigía con un cargamento de fruta al puerto de Londres, fue hundido por un submarino alemán el 29 de enero de 1917; y, para mayor desgracia, el Punta Anaga zozobró en aguas de Puerto de la Cruz en ese mismo año.
La Cooperativa conserva una carta manuscrita del capitán del Punta Teno, dirigida al entonces presidente don Casiano García Feo. La misiva, fechada el 31 de enero, remitida desde la localidad coruñesa de Cariño, constituye un interesante documento de la Gran Guerra. El capitán, que firma Pérez, describe con sencilla claridad el hecho irremediable del progresivo hundimiento del buque. El episodio vivido deja traslucir, desde la primera línea, el desencanto y desánimo del autor: “Calamitosa es, en verdad, la época que atravesamos”.
Sólo unas pinceladas sobre el proceso del hundimiento del buque:
“A las 8 horas de la mañana del día 29 del actual, un submarino nos avisó su presencia en el horizonte, por medio de un disparo de cañón... Mandé al primer oficial con toda la documentación de despacho a bordo, con instrucciones de que dijera y suplicara a su comandante que si nos iba a echar a pique nos comprometíamos a arrojar al mar todo el cargamento y nos marchábamos para Tenerife o Cádiz... No lo consentía, y que abandonáramos el barco enseguida... Se arrojaron los botes salvavidas al agua... Bogamos para tomar la costa de Cabo Ortegal... A las 9.35, cuando ya había una hora que nos habíamos separado del costado de nuestro buque, sale de la cámara de máquinas una gran humareda negra... y el buque empezó a inclinarse a babor; pocos momentos después se abrasó y la popa iba sumergiéndose... Rápidamente quedó el casco vertical de proa a popa y seguidamente desapareció”.
Y, ahora, el próximo sábado, primero de diciembre, la Cooperativa cumple noventa y ocho años.
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