Nelson en Tenerife. (Narración de la Gesta en la Crónica General de España)

Por Pedro Ontoria Oquillas  (Publicado en El Día /La Prensa el 22 de julio de 2000).

 

          Con motivo del doscientos tres aniversario de la derrota de la escuadra de  Nelson en Santa Cruz de Tenerife, quisiéramos transcribir, para curiosidad de nuestros lectores, la narración que nos hace la Crónica General de España en el capítulo N de la segunda parte del volumen dedicado a la Crónica de las Islas Canarias que lleva por título "Nelson en Tenerife".  (Nota 1)

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          El lector curioso se dará cuenta de la objetividad de la exposición y  narración, aunque aparecen una serie de inexactitudes que nos permitimos rectificar en notas al pie de página, lo mismo que alguna otra cuestión pertinente. Como es lógico, la investigación sobre la Gesta del 25 de Julio de 1797, el acontecimiento bélico más transcendental de las Islas Canarias, ha sido objeto de gran investigación y, por consiguiente, en la actualidad se tiene un conocimiento más exhaustivo que el que tuvo el autor de la Crónica de las Islas Canarias hace 132 años (2). Sin otros preámbulos y prenotandos pasemos al trasunto o transcripción.

               "La conducta artera y mañosa de Inglaterra, que en los tiempos en que nuestras escuadras combatían juntamente con las suyas contra los franceses, obligó a Carlos IV a declarar la guerra a esta nación en 1796.

                La lucha se empeñó desde luego con gran ardor de una y otra parte, y la Inglaterra, que tantos golpes había asestado a las Canarias, envió allí a uno de sus mejores almirantes para ver de vengar las frecuentes derrotas que habían experimentado en sus aguas, los Drake, los Cumerland y otros no menos célebres marinos. Nelson, cuyo genio comenzaban a admirar los ingleses, fue el encargado de dirigir el nuevo golpe, y tomando el mando de una escuadra compuesta de tres navíos de 74 cañones; uno de 50, tres fragatas de 32 a 38 cañones, un cúter de 14 y una obusera de un cañón, se presentó a mediados de julio de 1797 en las aguas de Canarias.

                Después de algunas operaciones encaminadas a ocultar su verdadero intento, Nelson se presentó resueltamente delante de Santa Cruz de Tenerife. (3) Era a la sazón comandante general de las islas el mariscal de campo D. Antonio Gutiérrez (4) sujeto de edad avanzada, pero de corazón sereno y valor acreditado. Desde el momento en que la escuadra inglesa se presentó a la vista, acudieron las milicias a la defensa, y todo el mundo se colocó en su puesto. Los fuertes se encontraban bien artillados y con la guarnición necesaria, disponiéndose además de un respetable cuerpo de infantería para acudir allí donde fuera necesario. (5)         

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Nelson herido en Santa Cruz de Tenerife, por Richard Westhall (1806)

                Nelson, tratando de evitar los fuegos de la plaza para llevar a cabo el desembarco, lo verificó por Valleseco, una legua al N. de la plaza. Creía sin duda que los 1.200 hombres que echó en tierra no encontrarían oposición alguna, y que de este modo le sería fácil acometer la población por dos puntos a la vez, disminuyendo los fuegos que, sin esta operación, habían de recibir sus buques; pero tan pronto como estuvo en tierra y vió la disposición de nuestras tropas, esperando a pie firme sobre las alturas, comprendió que tenía que dirigir todas sus fuerzas sobre un punto si quería obtener alguna probabilidad de triunfo.

                Ordenó, pues, la retirada, y presentándose aquella misma noche, la del 24 al 25 de julio, sobre Santa Cruz, ordenó el ataque con una rapidez asombrosa. Cuando los vigías de la ciudad descubrieron al enemigo, se hallaban ya a tiro de cañón del muelle varias lanchas que llevaban 1.200 hombres escogidos y mandados por el mismo Nelson.

                Los fuertes abrieron inmediatamente un vivo fuego contra el enemigo; las campanas, tañidas en son de arrebato, aumentaron el estruendo, y aunque acudieron algunas tropas al punto amenazado y las balas de cañón echaron a pique dos de las lanchas inglesas, no pudieron impedir que la demás gente ganara el muelle. Nelson, apoderado del convento de Santo Domingo, en el primer empuje se consideró dueño de la población; protegida por los fuegos que desde allí hacían los ingleses, logró penetrar otra columna hasta la plaza Mayor, desde donde pugnó en vano por embestir la ciudadela. Pidió el almirante nuevos refuerzos a la escuadra, y en efecto, bogaron hacia la orilla otras quince lanchas cargadas de gente; pero el fuego de los fuertes se hizo tan certero, que tres de ellas se fueron instantáneamente a pique, y las demás, llenas de muertos y heridos, tuvieron que acogerse a los buques con la mayor precipitación.

                Sin embargo, la posición que ocupaba el almirante inglés era tan ventajosa, que creyó fácil la rendición de la plaza. Hizo callar a los fuegos y envió al comandante general un emisario intimándole la rendición en el término de dos minutos; pero aquella intimación no fue contestada. A pesar de los temores manifestados por algunos pusilánimes, el general Gutiérrez tenía la evidencia de que todos los puntos de la plaza se hallaban perfectamente defendidos, con excepción del muelle, y que nuestras tropas estaban casi intactas. Así, en vez de contestar al almirante, hizo detener al emisario, y cuando a poco se presentó un oficial de la marina inglesa repitiendo la misma intimación, el bravo general no le dio más que esta lacónica contestación:

                        «Aun tiene la plaza pólvora, balas y gente para defenderse».

                Estas palabras hicieron comprender a Nelson que la empresa era más ardua de lo que había creído y reparar en lo difícil que había de serle una retirada. Limitóse, pues, a pedir la entrega de los caudales del rey y de la compañía de Filipinas, cosa que tampoco pudo conseguir, y últimamente, habiendo perdido un brazo por una bala de cañón, tuvo que reducirse a obtener una capitulación que le proporcionara la manera de reembarcar. sus tropas sin ser molestado por el enemigo. Gutiérrez, que era tan humano como valiente, no puso obstáculo a esta proposición, y reemplazado Nelson por Hood en las funciones de comandante general, se firmó al fin la siguiente capitulación:

                       «Las tropas pertenecientes a S.M.B. serán embarcadas con todas sus armas de toda especie y llevarán sus botes si se han salvado, y se les franquearán los demás que se necesiten; en consideración de lo cual, se obligan por su parte a no molestar el pueblo de modo alguno los navíos de la escuadra británica que estaban delante de él, ni a ninguna de las islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes. Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor. Samuel Hood. Ratificado por J. Troubridje, comandante de las tropas británicas. D. Antonio Gutiérrez, comandante general de las islas Canarias».

                Como se ve, esta capitulación demuestra la completa derrota de los ingleses. Si las tropas de Nelson hubieran podido retirarse, es bien seguro que sus jefes no hubieran suscrito semejante documento, y no podían hacer otra cosa. 'Los ingleses, dice el parte oficial que se insertó en la Gaceta de Madrid de 25 de agosto, tuvieron una considerable pérdida, pues malogrado el objeto de tan costosa expedición, mandada por oficiales del mayor crédito, su almirante Nelson perdió un brazo; su segundo, Andrevos, fue herido, igualmente que varios oficiales; murió el capitán Bowen y muchos soldados, siendo también considerable entre éstos el número de heridos, y nuestra pérdida de corta consideración.'

                Efectivamente, tanto las tropas como los buques sufrieron pérdidas muy considerables; sólo los muertos se calculan en 22 oficiales y 566 soldados, mientras que por nuestra parte sólo murieron 24 soldados, el teniente coronel D. Juan Bautista Castro, comandante del regimiento de La Laguna, y el subteniente del batallón de Canarias D. Rafael Fernández, saliendo heridos D. Simón de Lara y D. Dionisio Navarro, subtenientes del indicado regimiento, y el cadete D. José Dugi con otros 26 individuos de tropa.

                Por lo que hace a los buques de la escuadra, casi todos sufrieron grave daño. El cúter Fox, que conducía 382 hombres de desembarco, o 450 según otros, fue echado a pique de resultas de los tiros que le disparó el castillo de Paso Alto, donde mandaba el capitán de artillería Rodríguez. (6)

                El Teseo, que arbolaba la insignia de Nelson, recibió tan de lleno los tiros del castillo de San Andrés, que quedó casi desmantelado; igual suerte sufrió otra de las fragatas que no pudo librarse de sus fuegos por abatirla las corrientes; por último, la obusera que arrojó diez bombas sobre dicho fuerte, aunque sin efecto, se fue a pique por efecto de los tiros.

                Entre los oficiales que se distinguieron se cuentan el teniente de rey D. Manuel Salcedo, el capitán de artillería Rosique, que mandaba el castillo de Paso Alto; el de igual clase, mayor de brigada, D. Antonio Eduardo y Wading, que mandaba el castillo principal de San Cristóbal (7); el teniente coronel Creag, que mandó las tropas que rechazaron a los ingleses de Valleseco; el capitán Siera, ayudante del general; el oficial de artillería de milicias D. Francisco Grandy, y los pilotos Franco y García, que con dos cañones sostuvieron un fuego muy vivo contra los ingleses.

                El general Gutiérrez llevó su generosidad a tal extremo, que suministró a los heridos todo lo necesario para su curación, encargó que se asistiera con el mayor esmero a los que por su gravedad no pudieron ser transportados a los buques y quedaron en los hospitales, y permitió a la escuadra surtirse de los bastimentas necesarios para el reembarque, conducta que encarecieron los ingleses, haciendo justicia a los humanitarios sentimientos del comandante español. Este fue ascendido a teniente general, confiriéndosele además una encomienda en la Orden militar de Alcántara (8).

                Tal fue el memorable ataque del almirante Nelson a Santa Cruz de Tenerife. El héroe de Aboukir y Trafalgar vió allí eclipsada su brillante estrella, como siglos antes la habían visto Drake y otros no menos insignes marinos de la Gran Bretaña."

          El lector habrá observado que en la sucinta narración, por otra parte difícil de resumir tales acontecimientos, aparece el error de presentar a Nelson en tierra, propósito u objetivo que no consiguió el almirante inglés. Por consiguiente atribuye a Nelson diversas acciones (toma del convento de Santo Domingo...) y confunde  diversas circunstancias (envío de emisario, reemplazamiento de Nelson por  Hood...) cuyos verdaderos protagonistas fueron otros mandos británicos. Son detalles obvios para los lectores y estudiosos actuales, pero que muchas verdades históricas se esclarecen con las investigaciones en el transcurso del tiempo.

 

NOTAS:

1. Crónica General de España o sea Historia Ilustrada y Descriptiva de sus Provincias y sus Poblaciones más importantes de la Península y de Ultramar. Obra redactada por conocidos  escritores de Madrid, de Provincias y de América. Crónica de las Islas Canarias por Don Waldo Jiménez Romera. Madrid. Editores: Rubio, Grillo y Vitturi, 1868. Agradecemos a D. Luis Martínez Conejero, miembro de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, haber puesto a nuestra disposición el volumen de este raro ejemplar de la Crónica de las Islas Canarias.
2. Con motivo del bicentenario de la gloriosa Gesta han aparecido una serie de estudios y trabajos dignos del mayor encomio, como así lo han reconocido los eminentes historiadores don Antonio Rumeu de Armas y don Alejandro Cioranescu. Entre las obras aparecidas cabe citarse: P. Ontoria Oquillas-L.Cola Benítez-D. García Pulido, Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797...; L. Cola Benítez-D. García Pulido, La Historia del 25 de Julio de 1797 a la Luz de las Fuentes Documentales...; J.C. Díaz Lorenzo, Puerto y Plaza Fuerte. Ataque anfibio de Nelson a Tenerife; La Gesta del 25 de Julio de 1797... Catálogo. Coordinado por el coronel D.Juan Tous Meliá; Apuntes históricos sobre la Gesta del 25 de Julio de 1797... Patrocinado por el Grupo Filatélico y Numismático de Tenerife; El General Gutiérrez y su época ... Coordinado por el general D. F. Santos Miñón; A. Guimerá Ravina, La Victoria de la Isla sobre la Escuadra de Nelson. ..; J. Tous Meliá-S. M. Delgado Campos, El Monumento a los Héroes del 25 de Julio de 1797 ..; P. Ontoria Oquillas, Florilegio poético al general Gutiérrez ...Santa Cruz de Tenerife 1999; Presbítero Curras, Sermón de la victoria sobre las armas inglesas ...Santa Cruz de Tenerife 1997; Recuerdo de un bicentenario (1797-1997). Edición del Museo Militar Regional de Canarias y la infatigable Tertulia de Amigos del 25 de Julio...
3. Hoy en día está fuera de duda que las verdaderas intenciones de Nelson era la conquista de las Islas Canarias, por más que algún autor británico moderno afirme que “Nelson no vino a conquistar Tenerife; solamente quería dar un golpe  de mano...” (EL DlA, sábado, 15 marzo 1997). El estado actual de la cuestión puede verse  en L. Cola Benítez-D. García Pulido, «La   Historia del 25 de Julio de 1797 a la Luz de las Fuentes Documentales». Santa Cruz de Tenerife 1799 pp. 77-87.
4. Don Antonio Gutiérrez para esas fechas ya era teniente general de los Reales Ejércitos de España. Véase Catálogo La Gesta del 25 de Julio de 1797... Santa Cruz de Tenerife 1997 p. 67; P. Ontoria Oquillas, General Antonio Gutiérrez (1729-1799). Vencedor de Nelson en Santa Cruz de Tenerife... Santa Cruz de Tenerife 1994 p. 26.
5. El autor se muestra un tanto optimista con nuestras tropas. Un análisis objetivo de nuestros efectivos puede consultarse en L. Cola Benítez-D. García Pulido, Op. cit., pp. 35-45, 107-116.
6. El gobernador del castillo de Paso Alto era el teniente coronel Pedro de Higueras y  comandante de la Artillería de la plataforma alta, el capitán Vicente Rosique. Tal vez sea una errata Rodríguez por Rosique, ya que más adelante pondrá correctamente el capitán Rosique.
7. El gobernador del castillo de San Cristóbal era el capitán José de Monteverde. El capitán Antonio Eduardo mandaba las baterías del centro y derecha mientras que las baterías de la izquierda (bastión de Santo Domingo) las mandaba el teniente Francisco Grandi.
8. Don Antonio Gutiérrez ascendió a teniente general en 1793, como ya hemos anotado.