Palabras pronunciadas en el descubrimiento de una placa en el Cementerio de San Rafael y San Roque

Por José Manuel Bermúdez Esparza (Cementerio de San Rafael y San Roque, 5 de noviembre de 2012).

          Señoras y señores:

          Con el descubrimiento de esta placa conmemorativa, que viene a perpetuar los orígenes de este camposanto, hace ya dos siglos, el Ayuntamiento quiere dar un nuevo paso en la tarea que se impuso al comienzo del presente mandato: que el antiguo cementerio de San Rafael y San Roque recupere el papel que nunca debió perder como elemento referencial para la memoria y el conocimiento de la historia de Santa Cruz.

          Para hacer viable esta exigencia, hemos de reconocer el papel desempeñado por personas y entidades, capaces de perseverar y no decaer en la defensa de una reivindicación más que justa, para que todos los santacruceros entendiéramos el verdadero valor del patrimonio civil.

          Lo decíamos hace pocas fechas, con motivo de la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad al Colegio Oficial de Titulados Mercantiles y Empresariales, y lo repetimos ahora: “En nuestra tierra existen ejemplos que se distinguen singularmente, tanto por los resultados obtenidos como por los obstáculos que han debido superar para lograr alcanzarlos”.

          Y entre esos ejemplos queremos significar hoy el encarnado por la Asociación Parque Funerario San Rafael y San Roque, con personas como Teresa Laborda e Isauro Abreu, y por la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, mediante el empuje de miembros como Luis Cola Benítez, cronista oficial de la Ciudad, quien me ha antecedido en el uso de la palabra; Sebastián Matías Delgado o Daniel García Pulido, autor del documentadísimo libro San Rafael y San Roque. Un camposanto con historia, acerca de su historia.

          Al frente de un movimiento ciudadano tan responsable como tenaz, estas entidades y personas enarbolaron desde tiempo atrás -mucho tiempo atrás- la bandera en pro de la rehabilitación de este cementerio, un fin que poco a poco ha empezado a materializarse, con el desarrollo de una serie de actuaciones de índole diverso, a las que próximamente uniremos el inicio de la restauración del conjunto monumental, en el que reposan los restos de más de 35.000 vecinos del municipio.

          Porque es grande el valor que encierra este lugar. Como indicaba Sebastián Matías Delgado en el prólogo del libro citado de Daniel García Pulido:

               “Esta necrópolis forma parte de la memoria histórica de la mejor época del modo de ser santacrucero, del que se movía con el vigoroso latido de las mejores aspiraciones y los más nobles impulsos colectivos, de aquella ciudad abierta, generosa, tolerante, inquieta y políticamente ejemplar”.

          Para añadir que en este camposanto...

               “... hallaron sepultura varias generaciones de aquellos santacruceros ilustres (de nación o de adopción, que nunca establecimos barreras) que se dejaron la vida en sus afanes para engrandecer más o menos modestamente, según su fuerzas, esta ciudad, y para definir su estilo y personalidad hoy, por desgracia, menguados. Sus familias aún los recuerdan, y, tanto ellas como cualquier ciudadano sensible, tienen en este lugar una cita indeclinable con su propia memoria”.

          Personalidades de gran talla que, a su muerte, aquí recibieron sepultura, como el científico Sabino Berthelot, coautor de una monumental obra sobre la naturaleza canaria e hijo adoptivo de esta ciudad; el periodista e historiador José Desirée Dugour; el político liberal Luis Benítez de Lugo, secretario de las Cortes en Madrid; el médico Eduardo Domínguez Alfonso, primer presidente del Cabildo Insular constituido en 1913; el militar y político Imeldo Serís, senador del Reino; el sacerdote Santiago Beyro, catedrático del Seminario Diocesano, o el periodista y político Secundino Delgado, padre del nacionalismo canario.

          Porque, como ha señalado García Pulido, aquí estaba plasmada “gran parte de la historia de esta ciudad desde principios del siglo XIX hasta los comienzos del XX, una historia que se definía a la perfección por las figuras y personalidades que descansaban eternamente en este cementerio, y que, a su vez, era una historia imposible de escribir sin hacer referencia a todas esas vidas”.

          Sin duda alguna, el deber, el respeto y la responsabilidad -igual que el amor por nuestra ciudad y su pasado- no sólo nos obligan a preservar de una vez este espacio y todo lo que aquí se guarda. También tenemos que ser capaces de reforzar el conocimiento popular sobre lo que supuso su apertura, hace más de dos siglos; el tránsito de la ciudad mientras permaneció al servicio de los santacruceros -su cultura y relaciones comerciales, sus quietudes y desgracias- y la trayectoria de tantísimas personalidades que aquí hallaron lugar para su eterno descanso.

          Se trata de un compromiso que asumimos, conscientes de la necesidad de reparar los errores del pasado y ennoblecer la salvaguardia de la memoria popular.

          Muchas gracias.

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