La Capitanía (Puerto y puerta - 80)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 21 de octubre de 2012).

 

          Muchas veces dan ganas de airear ciertos acaecimientos del pasado; darles actualidad. Como ahora, cuando me acerqué a los relacionados con el proceso creador de este puerto y la ciudad que lo abraza; sólo unas pocas líneas de imprenta abarcaban 175 años. Dicen que a partir de  1548 empezó a fabricarse un rudimentario muelle de piedra que se arruinaba periódicamente, hasta que en 1723  el general Lorenzo Fernández de Villavicencio, marqués de Vallehermoso, se comprometió a  impulsar definitivamente las obras portuarias. Se explica.

          En ese año fue cuando el mencionado marqués de Vallehermoso, tras tomar posesión en La Laguna del cargo de comandante general de Canarias que se le había asignado, decidió fijar su residencia en el puerto de Santa Cruz; se justificaba atendiendo a su deseo de sentirse próximo a las fortificaciones de la plaza. Una determinación esencial para que el entonces lugar alcanzara el rango que le otorgaba ser la sede de la máxima autoridad militar del Archipiélago.

          Ciento cincuenta y cinco años después, en 1878, reafirmaba el arraigo de la Capitanía General en este Puerto y Plaza; fue en el punto que era nombrado capitán general de Canarias el teniente general Valeriano Weyler y Nicolau. En este tiempo iba a propiciarse que la primera institución castrense de las Islas dispusiera de una sede propia, digna y con empaque. El 4 de marzo de 1882, se aprobó la recepción del flamante palacio de Capitanía, cuya esplendidez arquitectónica se muestra en el paisaje urbano de Santa Cruz de Tenerife, enmarcando la primorosa plaza denominada  Weyler en memoria del insigne militar.

          Durante su mando se construyó el Hospital Militar, que, tras suspender sus funciones, se habilitó por el Cabildo Insular como Centro Sociosanitario. Entre otras interesantes realizaciones, se amplió el fuerte de Almeida, en cuyo recinto se halla en la actualidad la dirección del Centro de Historia y Cultura Militar (Museo, Biblioteca y Archivo); además, obtuvo del Gobierno la inclusión de una cantidad para subvención de vapores interinsulares, que aún no pudiendo realizarse por falta de licitadores, cundió su propuesta al constituirse en 1888 la Compañía  de Vapores Correos, con los buques León y Castillo y Viera y Clavijo.

          Con la credencial de Hijo Adoptivo de Santa Cruz de Tenerife, el general Weyler dejaba estas Islas el 9 de diciembre de 1883. Puede advertirse que fue en este año cuando se concretó el tendido del cable desde Cádiz, que, superando las sabidas vicisitudes, amarró en nuestro litoral; y tres días antes de su partida, el 6 de diciembre, se recibía el primer telegrama.

          Y, por último, subrayar que en 1887 se le concedió el título de marqués de Tenerife, para sí, sus hijos y sucesores legítimos. 

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