Madrugada heroica
Por José Ramón Budiño Sánchez (Publicado en el Diario de Burgos el 25 de julio de 2012).
Hoy se cumplen 215 años de la defensa de Santa Cruz de Tenerife por parte del teniente general arandino Antonio Gutiérrez hasta la victoria y capitulación de las tropas de Nelson.
“Tras varios días de ataques y enfrentamientos armados, y a pesar del cansancio y desgaste físico, continuaremos con la honrosa defensa de nuestra tierra y de nuestro orgullo”. Este pudo ser el pensamiento que el teniente general Antonio Gutiérrez defendiese hasta la victoria y capitulación inglesa aquel 25 de julio de 1797. Las Islas Canarias eran objetivo deseado de soberanía británica para así convertirlas en la principal estación de rutas hacia el Atlántico Sur, enriqueciendo notoriamente las bases ya adquiridas en Zanzíbar, Adén y Nigeria.
Los ambiciosos planes del contralmirante Nelson desconocían la hombría y la preparación del general que por aquel entonces se encontraba al frente del archipiélago canario. Aquel militar vocacional que desde los 7 años vivía uniformado y preparado para tan honrosa vida marcial, natural de Aranda de Duero y por cuyas venas corría sangre noble, castellana y solidaria (ya que su propia pérdida carecería de relevancia si la causa era la defensa de su Patria), era veterano campeador, puesto que se había enfrentado a los británicos en las últimas campañas de Felipe V, así como en las propias Malvinas.
En la noche del 24 de julio, tras varios ataques frustrados y respondidos con gallardía por el Batallón de Infantería de Canarias, unidad caracterizada principalmente por el adiestramiento de los regimientos provinciales y constituido por milicianos de una calidad militar bastante irregular, el contendiente británico realizaría su última y más directa apuesta por el asedio y control de Santa Cruz de Tenerife.
Desoyendo los consejos diplomáticos que el propio cónsul francés, Pierre François Clerget, pronunciaba sobre el descuido defensivo que se había otorgado a la Gran Canaria en beneficio de la isla de Tenerife, el general Gutiérrez era sabedor de las pautas a seguir para la consecución de la victoria.
“Mantendremos un destacamento pequeño en cantidad pero grande en honrosa valentía en Paso alto; concentraremos las fuerzas en defensa de la propia ciudad; reforzaremos los puertos y mantendremos en alerta las instalaciones defensivas”. Arriesgada pero certera táctica. Una de las grandes cualidades del general era la “intuición militar”.
La madrugada.
Tras varios desembarcos británicos repelidos por las fuerzas españolas, de madrugada y bajo lonas que dificultaban la visibilidad de la defensa, varias lanchas inglesas comenzaron el avance hacia tierras canarias. Al ser percatada de dicha circunstancia la fragata española San José, comenzó el que sería el último intento de las tropas de Nelson por hacerse con la titularidad de las Islas.
Desde el castillo de Paso Alto se abrió fuego contras tropas británicas, hiriendo de gravedad al contralmirante invasor. “Somos conocedores del precario estado que sufre nuestra muralla defensiva. Su escasa altura dificulta los movimientos estratégicos intramuros. Tiraremos de valentía y honor”. Premisa del general Gutiérrez cumplida fielmente por sus hombres.
Capitulación
En medio de la madrugada, soldados británicos llegaban a pie a la plaza de Santo Domingo tomando el convento ubicado en dicho espacio. Pero los planes imperialistas de Nelson se verían desvanecidos tras la captura de cinco soldados ingleses, que, tras ser puestos a disposición del general Gutiérrez, cantaron y detallaron cuales eran los planes britanillos y su situación actual.
Siguiendo sus planes iniciales y conocedor del precario estado de las fuerzas invasoras, el general movió sus fuerzas y sitió a los británicos en sus posiciones.
Aquella nueva victoria (militar amén de estratégica) animó al capitán de navío Troubridge del Culloden a negociar con el general Gutiérrez una salida de los suyos cuanto menos honrosa.
La caballerosidad, la hombría y la clase del teniente general (conocedor también de las justas capacidades militares de los suyos) permitieron una salida decorosa, pero desde el punto de vista de la dignidad, triste y humillante.
Las cartas
El contralmirante Nelson, escribiendo y firmando con su brazo izquierdo, puesto que el derecho lo había perdido en el último de los ataques a las islas, quiso mantener una conversación epistolar con el general Gutiérrez agradeciéndola la humanidad y atención recibida, acompañado de una cerveza inglesa y un queso, contestada a su vez por el español con gran dosis de caballerosidad y hombría.
El final
Tras este heroico capítulo, el Rey Carlos IV asciende al general Gutiérrez otorgándole también la Encomienda de Esparragal en la Orden de Alcántara. La salud de Antonio Gutiérrez empeoró el 22 de abril de 1799. diagnosticándosele una perlesía (parálisis en el brazo y en la pierna).
El 14 de mayo de aquel mismo año fallecía y era sepultado en la capilla del Apóstol Santiago de la Parroquia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Aquel héroe y honroso militar, con su valor y entrega, escribió un capítulo brillante de nuestra larga e imperiosa historia.
Su mayor condecoración es y será nuestro recuerdo y agradecimiento infinito.
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