Entrevista a Jesús Villanueva (Nelson el marino humillado)

Por Juanca Romero Hasmen  (Publicado en el Diario de Avisos el 4 de agosto de 2012).

 

Nelson, el marino humillado

Hace apenas dos semanas se celebraban en la isla de Tenerife los actos conmemorativos de la Gesta del 25 de Julio, rememorando el momento en el que el ejército que defendía las costas de Tenerife, venció a las tropas del todopoderoso Horatio Nelson. Jesús Villanueva Jiménez es el autor del libro El Fuego de Bronce donde se recoge con magistral claridad y todo lujo de detalles, minuto a minuto, el desarrollo de los acontecimientos en los que el almirante Nelson perdió su brazo como consecuencia de un disparo del cañón Tigre, él es ya el eterno olvidado.

          -¿Es la Gesta del 25 de julio de 1797 un hecho escrito con letras minúsculas en los libros de Historia?

               Desgraciadamente, ni siquiera en letras minúsculas. Los historiadores españoles apenas se han ocupado de este episodio, cuando su importancia es mucho mayor de lo que piensa generalmente la gente que, al menos, lo conoce. De haber caído la victoria del lado británico, Canarias sería hoy otra colonia como Gibraltar. Afortunadamente, la Tertulia Amigos del 25 de Julio se ha ocupado en los últimos 17 años de que cada vez más se conozca este acontecimiento histórico. Últimamente, se van animando otras iniciativas que conmemoran cada aniversario. Además, el actual alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, está comprometido con la divulgación de la Gesta. Y eso está muy bien. De la historiografía británica, mejor no hablar, porque o han ocultado o falseado la realidad de los hechos.

          -¿Se ha convertido al almirante Horatio Nelson en un héroe derrotado?

               Nelson fue un marino extraordinario. El mejor del mundo anglosajón, quizá. De ahí otro plus que adquiere nuestra Gesta, porque solo fue derrotado en Santa Cruz, a lo largo de su brillantísima y transcendental carrera militar. No obstante, en términos coloquiales, les zarandeamos aferrándolos por la pechera, los chicharreros y todos los defensores de muchas partes de España que aquí se batieron con valor, al mando del general Gutiérrez. Insisto: en Santa Cruz sufrió Nelson su única derrota, perdió el brazo derecho y a punto estuvo de perder la vida.

          -¿Por qué motivo se habla más de la derrota de Nelson que de la victoria del General Gutiérrez?

               Porque la figura de Nelson es universal, indiscutiblemente; tiene una fuerza histórica enorme. Y si a esto le unimos que en España sufrimos de un mal, que no logro comprender, por el cual no valoramos a nuestros héroes y grandes hombres de la Historia, se une el hambre a las ganas de comer.

          - Nelson, como otros muchos estrategas de la guerra, gozaba de sus luces y sus sombras. ¿Podría destacar algunas pinceladas en ambas direcciones?

               En mi opinión, su principal luz fue su valentía y audacia, dos virtudes que, empujadas por una enorme ambición, ansia de gloria, de laureles, lo llevó a la temeridad en más de una ocasión, y a sus grandes victorias: San Vicente, Abukir, Copenhague y Trafalgar. Su sombra es consecuencia de esa ambición desmedida que lo empujaba a la temeridad. En Santa Cruz menospreció las defensas españolas. Se precipitó temerariamente en el desembarco en la madrugada del 25 de Julio. Como comandante de la escuadra, no debió arriesgar así la vida. Si aquella metralla que disparó El Tigre le da en la cabeza, en lugar de en el codo, no se hubiese producido ni la victoria británica en Abukir, ni en Copenhague, y quién sabe si en Trafalgar. Caer gravemente herido en Santa Cruz fue demoledor para la moral de sus oficiales y marinería.

          -¿Cuántos muertos hubo durante la Gesta en ambos bandos?

               Españoles, 24. Británicos, sobre 300. Solo del cúter Fox, cañoneado y hundido, casi seguro por la artillería del fuerte de San Pedro, se ahogaron 110 británicos. En la playa de La Alameda, la metralla del cañón El Tigre, que se situó mirando a la orilla, por iniciativa providencial del valiente teniente Grandi, santacrucero de nacimiento, hizo estragos entre los británicos que trataron de desembarcar por allí la madrugada del 25.

          -¿Podríamos afirmar que de no ser por el resultado de la Gesta hoy seríamos otra Gibraltar británica?

               Estoy, como afirmé antes, absolutamente seguro. Semejante plataforma logística, además de la riqueza de la posesión en sí misma, no la hubiese soltado la Gran Bretaña, si no es por la fuerza de las armas. Como sucedió en Menorca en 1782, en donde, por cierto, el general Gutiérrez, entonces brigadier, al mando del Regimiento de Infantería de África, participó valerosamente en su reconquista.

          -A su parecer, ¿ese hubiese sido un aspecto positivo o negativo para el Archipiélago canario?

               Sin duda, negativo. Canarias es tan España como el mismísimo centro de Madrid. Gibraltar no es más que una colonia, y sus habitantes son británicos de segunda con acento andaluz y apellidos como Pérez y García, muy “british”. Los británicos diferencian muy bien, y siempre lo han hecho, “la isla” de sus lejanas posesiones. Me consta que hay canarios que lloran aquella victoria española el 25 de julio de 1797, porque hubiesen preferido la derrota de sus antepasados, de los canarios que lucharon con valor. Pues lo tienen fácil si desean ser británicos: que se marchen para allá y soliciten la nacionalidad, que no sufran sin necesidad.

          -¿El bando español estaba compuesto por soldados profesionales o, por el contrario, se trataba de personas reclutadas más o menos a la fuerza?

               Los 247 soldados del Batallón de Infantería de Canarias, al mando del teniente coronel Guinther, formaban un bloque profesional y experimentado. La mayor parte de ellos eran veteranos de la Guerra del Rosellón. La dirección de Guinther, que siguió sobre el terreno la estrategia marcada por el general Gutiérrez, sumada a la ejecución extraordinaria del conjunto del Batallón, fue vital para la victoria sobre los británicos. Pero era la única tropa profesional que defendió Santa Cruz, además de unos 60 artilleros. Sin el Batallón, nos hubiesen masacrado, casi seguro.

          -¿En qué porcentaje podemos afirmar que El Fuego de Bronce es una novela estrictamente histórica?

               Como bien se sabe, con la historia real que narro en mi novela se entrelazan las vidas, aventuras y desventuras, amores y desamores, de personajes de ficción. Fermín, Damián, Pilar, Candelaria, Carmita, Segismunda, Juan Diego, y muchos más, forman lo que debió ser aquella sociedad chicharrera y lagunera de finales del siglo XVIII. En relación a la parte real, me he ceñido escrupulosamente a las fuentes documentales. Quien lea El Fuego de Bronce podrá enterarse con sumo detalle de los antecedentes, la batalla y las consecuencias de la Gesta del 25 de Julio de 1797. Y vibrará leyendo sus páginas, me atrevo a asegurar.

          -Sabiendo lo difícil que debe ser escribir un volumen de este tipo. ¿Cuánto hay del autor entre las páginas escritas?

               Mucho. Sinceramente, mucho. Los principios de amor a la patria, la amistad, la lealtad, son prioritarios para mí, y lo dejo reflejado en la conducta de algunos de mis personajes.

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