El Campo Militar (Retales de la Historia - 18)

 Por Luis Cola Benítez   (Publicado en La Opinión el 7 de agosto de 2011).

          A mediados del siglo XVIII Santa Cruz contaba con algo más de 6.000 habitantes. Ya los comandantes generales habían trasladado su residencia al Lugar y Puerto, cuya actividad comercial y económica entraba en una pujante etapa, y el caserío que lo formaba comenzaba a crecer a impulsos de ese movimiento. En el plano de Antonio Riviere, levantado en 1740, se aprecia que ya el barrio de El Toscal se va consolidando en detrimento de las huertas y fincas que lo habían ocupado, aunque todavía quedaban algunas importantes entre el barranco de Guaite o de San Francisco y el de Almeyda. Pero por el centro del pueblo, ladera arriba, el crecimiento urbano sufría un cierto estancamiento. Tomando como eje la calle del Castillo sus edificios apenas rebasaban la del Corazón de Jesús, actual Teobaldo Power, y poco más arriba la calle Suárez Guerra, entonces conocida como San Roque, no alcanzaba a asomarse a la citada del Castillo. Más arriba de estas últimas casas, nada, sólo pedregoso erial y terrenos balutos.

          La redención de estas tierras llegó cuando en 1754 se construyó el puente Zurita, abriéndose así un nuevo y más cómodo camino a La Laguna, que transcurridos los años se llamó Rambla Pulido. Más abajo, a la derecha del barranquillo del Aceite, ya se habían formado las calles de las Canales y Consolación –que daba nombre a aquel barrio-, y ambas confluían a la altura de la actual calle Alfaro, desde donde partía un denominado “camino real”, que apenas sería poco más de una vereda. En aquella zona, un famoso personaje llamado Amaro Rodríguez Felipe, más conocido como “Amaro Pargo”, pocos años antes había comprado una porción de tierras que a su muerte pasaron a su sobrino y heredero Amaro González de Mesa, quien a la vista del movimiento que se producía por el nuevo camino a La Laguna construyó una amplia casa terrera, posiblemente para mesón o posada, de la que se decía podía albergar dos viviendas. Esta casa, que era la primera que se encontraba al llegar de La Laguna y que hoy podemos situar al inicio de la calle de La X, fue alquilada por el comandante general López Fernández de Heredia en 1769 para alojar a las tropas de Infantería y, conocida como cuartel de San Miguel, fue la primera instalación militar de la zona, más tarde usada como cárcel o presidio.

          Cuando un nuevo comandante general, el Marqués de Tabalosos, decidió en 1776 construir un Hospital Militar, adquirió un amplio solar al otro lado del camino a La Laguna, dentro de cuyos límites estaba el espacio de lo que hoy es plaza Weyler. Así nació la segunda instalación castrense de la zona, a cuya amplia explanada o terraplén anexo que hoy es la plaza comenzó a llamársele Campo Militar. Allí se celebraba cada 14 de septiembre la fiesta del Cristo de los Dolores, que se veneraba en la capilla del establecimiento. Como cuenta Martínez Viera, era una fiesta de empaque y algarabía, de animación inusitada. De todas formas, aquel descampado se consideraba tan alejado que, en 1852, el Ayuntamiento señaló el lugar como punto de descanso y dar de comer a las bestias que hacían el tráfico con el interior de la isla, para que no entorpecieran el centro urbano.

          Poco después el arquitecto Manuel de Oráa construyó, pensando en dedicarlo a mesón, una casa frente al Hospital, que la Real Hacienda le compró en 1862 para instalar la Maestranza de Artillería. En 1875 el Ayuntamiento prolongó la calle del Castillo a partir de la de San Roque –Suárez Guerra- y pidió permiso al ramo de Guerra para plantar algunos árboles en el Campo Militar, que ya empezaba a contar con atributos de plaza. Al mismo tiempo se comenzó a abrir hacia el Sur la calle Nueva o de la Maestranza –actual Galcerán-, que facilitaría la comunicación con lo que hoy es el barrio Duggi. Tres años después llegó el general Valeriano Weyler, que logró autorización para derribar el Hospital, construir otro nuevo y levantar en su lugar el palacio que serviría de sede a la Capitanía General de Canarias. Quedaba así confirmada la vinculación de la plaza con el estamento castrense.

          Pero aún hay más. Al lado Norte del Palacio de Capitanía, en terrenos conocidos como Campo de los Belgas, se había comenzado a formar una calle, que en 1873 se llamó calle de la República y hoy es Juan Pablo II. En aquella zona existió un picadero militar en el que se domaban los potros que se traían de la Argentina, lugar frecuentado por chicos y mayores aficionados a los caballos, que encaramados en los muros que cerraban el recinto disfrutaban del espectáculo. En este solar el Ayuntamiento, a cambio de solares del ramo de Guerra resultantes del derribo del castillo de San Cristóbal, edificó en 1929-30 la sede del Gobierno Militar, hoy Subinspección del Mando de Canarias, que aún existe y, posteriormente, el dedicado a Caja de Reclutamiento, actualmente Subdelegación de Defensa.