El reloj del Sr. Cubillo no marca la hora

 Por Pedro Ontoria Oquillas  (Publicado en El Día / La Prensa el 7 de agosto de 2010)

          Los lectores de este periódico independiente estamos habituados a los reiterativos productos de "colonia lavanda" que nos vende el infatigable don Antonio Cubillo. El pasado sábado, día 31 de julio, nos ofrecía un nuevo producto colonial, "el cañón Tigre" (1), producto ya caducado, y cuyo trasnochado envoltorio demuestra que está anclado en el más remoto pasado y no ha leído, o ignora, todo lo que luego se ha publicado. No ha dado cuerda a su reloj de la historia y se le paró en don Francisco María de León. La ciencia avanza que es una barbaridad, a decir de la españolísima zarzuela, y estamos en la época de los relojes digitales.

          Conviene recordar que el admirado José Antonio Padrón Albornoz, el descubridor de la piedra filosofal donde Cubillo encuentra todo el intríngulis del cañón "Tigre", escribió en una de sus obras (Santa Cruz a la sombra de Anaga. Santa Cruz de Tenerife, 1994, p. 164):

                    "Así era, en un pasado casi reciente, la entrada de la ciudad que sentía, como hoy y mañana, la embriaguez de la mar plena y sola. Vivía la temblorosa pulsación del camino ancho del Atlántico y a la fresca sombra de las montañas de Anaga. Cerca nació el trozo de muelle que, a fuerza de años, se ha convertido en nave de piedra. Aquí fue donde Claudio Farrére meditó ante el sillar que, desde julio de 1797, dice mucho y bien de la españolidad de Tenerife, de todas las Canarias".

           ¡Cómo no! Lo del cañón "Tigre" es una estupidez que los españoles se inventaron a principios del siglo XX y que estuvo poniendo de moda el régimen de Franco y ahora los nostálgicos del colonialismo. ¡Faltaría más! Francisco Franco el creador de la estrofa: “Maté a Bowen atrevido, / a Nelson le quité un brazo, / a veinte y dos de un balazo / muertos, al inglés vencido”. La leyenda solamente resalta y ensalza al cañón "Tigre" como símbolo de la victoria y no queramos difamar más. Un estudio objetivo: El Tigre. Un cañón de a 16. Historia y Leyenda, Santa Cruz de Tenerife, 1999.

          A los canarios les seduce el tema nelsoniano -no en vano "es la página más gloriosa de la historia canaria desde su incorporación a España" (marqués de Lozoya)- y sus estudiosos han investigado los más variados temas relativos a la Gesta del 25 de Julio de 1797. Cubillo nos aconseja, como primicia, que nos vayamos a Londres a rebuscar en las bibliotecas y en los archivos de la Marina Británica -los tenemos a la esquina de casa y para colmo mileuristas- si queremos informamos mejor sobre la operación que realizó Mr. Thomas Eshelby en el brazo de Nelson. La "Historical Maritime Society" reproducía en Internet una curiosa noticia sobre el destino final del miembro amputado al famoso marino: el brazo de Nelson se conserva bajo el altar mayor de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, sin que, hasta el momento, nadie haya refutado esa teoría ( http://www.jrancel.org/sc-eng.html ). (En todas partes cuecen habas...). Sería más decente informar que el tema ha sido ya estudiado y publicado hace años en este mismo periódico y recogido en Recuerdo de un bicentenario [1797-1997]. Santa Cruz de Tenerife 1998 pp. 92-93; pero ignora lo publicado en su tierra sobre un tema que él expresamente ha planteado, a no ser que quiera figurar como el promotor y llevarse la gloria en las Islas Canarias. Fallacia alia aliam trudit: Una mentira arrastra a otra (Publio Terencio Afer).

          El quid y meollo del artículo es la transcripción íntegra de la piedra filosofal de don Francisco María de León, cuya finalidad es vejar y denigrar al invicto general Gutiérrez. De manera sibilina se recrea en el texto cuyos interrogantes nunca podrá resolver, pues su reloj se paró en siglos pasados y no le ha dado cuerda para conocer los nuevos hallazgos. Si ignora o no quiere reconocer las investigaciones modernas nunca podrá responder a "¿cómo puede comprenderse esa capitulación; en qué y por qué se deja reembarcar a los enemigos con sus armas y con los honores de la guerra, cuando debieron haberlas rendido y quedado como nuestros prisioneros?" o "¿cómo no haberse aprovechado de los planes mismos y contraseñas aprendidas, para haber hecho acercar la escuadra, ya impotente por falta de su tripulación y tropas, y haberla rendido o a lo menos algún buque de ella, bajo el cañón de nuestros castillos y fortalezas?" Lean los lectores y estudiosos la contestación que da el General Gutiérrez en Addenda. Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797, Santa Cruz de Tenerife, 2008, pp. 32-35, y  El general don Antonio Gutiérrez, vencedor de Nelson, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2006, pp. 120-124. Tengamos presente que la verdad suele ser amarga o, si prefieren, la verdad nos hace libres.

 
(1) El cañón español 'Tigre' y su falsedad