EL ESCUDO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

 

EL  ESCUDO  DE  SANTA  CRUZ

 

         La mayoría de los santacruceros, al menos una vez al día, ve en algún lugar público, en una bandera, en un documento, etc. el escudo de su ciudad, "sus armas", pero quizás, y desgraciadamente -ojalá nos equivoquemos-, también muchos no saben su origen ni el significado de las figuras en él representadas. Esta miniserie de un sólo capítulo queremos que sirva de introducción a otras dedicadas a "las cabezas de león" que figuran en el blasón municipal.

          Pero empecemos por el principio, hablando de cómo se empezó a gestar el escudo de Santa Cruz de Tenerife. Y sería difícil hacerlo mejor a como lo narra don Antonio Rumeu de Armas en su trabajo  “La nueva estructura político-administrativa de Santa Cruz de Tenerife en el siglo XVIII”, incluido en La torre (Artemisa Ediciones. La Laguna, 2005)

                 “(Tras) la resonante victoria obtenida por los moradores de Santa Cruz, guarnición y paisanos, contra la escuadra y fuerzas de desembarco comandadas por el Almirante Horacio Nelson en la memorable jornada del 25 de julio (…) (y) llegada la hora de las recompensas, fue el propio Comandante General, don Antonio Gutiérrez, quien sugirió al Alcalde la conveniencia de solicitar del soberano reinante el honroso privilegio de Villazgo, junto con su Escudo de Armas, ofreciendo para ello su valiosa mediación y apoyo.

    El Ayuntamiento, con febril actividad se dispuso a ganar la partida en la Corte (…) Su primera resolución fue convocar a los vecinos para constituirse en junta general, sesión que se celebró el 29 de julio en la Iglesia del Pilar, y en la que fueron proclamados por patronos la Cruz Redentora y el Apóstol Santiago, con unánime asenso de los asistentes.

Las posteriores jornadas las emplearon lo munícipes en discutir el diseño del futuro blasón, bello dibujo en colores que pudo ser entregado al Comandante General el 25 de agosto, con ocasión del besamanos en honor de la Reina María Luisa. En este original documento se desmenuza, en esmaltes y figuras, el oculto simbolismo de la heráldica, traduciendo en signos un glorioso pasado y una limpia ejecutoria. El 13 de septiembre el Alcalde Marrero, el Diputado Villa y el Síndico Domínguez ponían en las manos del General Gutiérrez sendos memoriales dirigidos al Rey, impetrando la triple gracia de aprobación de Patronos, declaración de Villa exenta y aceptación del Escudo de Armas. Una fragata americana, por razón de la guerra, condujo a Cádiz el pequeño expediente, desde donde fue transmitido a la capital del Reino.

   Cinco meses vivió Santa Cruz a la expectativa de los acontecimientos, pues aunque Carlos IV aprobó las tres gracias por su Decreto de 21 de diciembre de 1797, la Real Orden del ministro Jovellanos, dando aviso de la merced, no llegó a manos de don Antonio Gutiérrez hasta febrero de 1798. Por ella se enteraron el pueblo y su Ayuntamiento de que la urbe había sido condecorada con el título de Villa y los dictados anejos de Noble e Invicta que se solicitaban en el Memorial, a los que el monarca había añadido, por iniciativa propia, el de Leal. En cuanto al Escudo propuesto, Carlos IV sólo había introducido una variación para más honrar a Santa Cruz: autorizarle a timbrar el blasón con la corona real en lugar de la ducal que el diseño figuraba.” 

 Pero, ¿cómo era el diseño de aquel escudo que había sido aprobado, y mejorado, por el Rey? Del libro Fundación, raíces y símbolos de Santa Cruz de Tenerife, de Luis Cola Benítez, (Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Organismo Autónomo de Cultura, 2006) transcribimos íntegramente la respuesta a esa pregunta, junto con el propio escudo elevado a la aprobación del Rey:

 

 

       DISEÑO  Y  EXPLICACIÓN  DEL  ESCUDO  DE  ARMAS  QUE  SE  SOLICITA

  PARA  LA  MUY  NOBLE,  LEAL  E  INVICTA  VILLA, PUERTO  Y  PLAZA  DE  SANTA  CRUZ  DE  SANTIAGO

 

Presentado al Excelentísimo Señor Comandante General don Antonio Gutiérrez, el 25 de agosto de 1797, en celebridad de los felices días de la Augusta REYNA, Nuestra Señora que Dios guarde.

 

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Ensayo de un escudo de armas, con que el Puerto y Plaza de Santa Cruz de Tenerife puede esperar se sirva distinguirle la Real Munificencia, si Su Majestad tuviese a bien condecorarle con el título de VILLA.

 

Descripción blasonada de sus esmaltes y figuras. 

          Escudo ovalado en campo de oro (1), una cruz de sinople (2) aislada, por cuyos quatro extremos se descubren los otros quatro de la espada de gules de la Orden de Santiago (3), brochantre, con tres cabezas de león, de sable (4), dos en los flancos, a derecha e izquierda de la cruz, y otra baxo su extremo inferior, a la qual atraviesa la hoja de dicha espada. En bordura, de azul ondeado (5), una peña o isla de figura piramidal, en medio del geje (6), tres castillos (7), dos en los flancos y el otro abaxo, y quatro áncoras interpoladas (8); la isla, castillos y áncoras de plata. Y por timbre una corona ducal de oro u real, si fuese del Soberano Agrado. 

 

Significado e inteligencia del Escudo de Armas. 

          1. Campo de Oro: expresa la lealtad más acendrada y fina, con que ha brillado sobre en este territorio el amor de los xefes y habitantes de Tenerife en defensa del Soberano y de la Patria. 

          2. Una Cruz: por haberla fixado en esta Ribera (llamada antes Añaza), el adelantado don Alonso Fernández de Lugo el día 1 de mayo de 1493, en que, por la primera vez, aportó a ella, y erigídola altar en que se celebró la primera misa el 3, día de su invención, intitulándose desde entonces Puerto de Santa Cruz, cuya denominación conserva aún este pueblo, que la venera como su Titular. Verde: porque no se marchite su devoción ni desmaye la esperanza que funda en su protección, de obtener mayores triunfos de sus enemigos, a cuyo fin trata de aclamarla en debida forma por Patrona.

          3. La Espada o Cruz de la Orden de Santiago, como insignia característica del Santo Apóstol y Patrono general de España, en cuyo día alcanzó por su intercesión, como piadosamente lo cree, la última y más señalada victoria de sus enemigos, por lo que también pretende reconocerle por especial Protector suyo; y, añadiendo religiosamente su nombre augusto al primitivo, intitularse N. de Santa Cruz de Santiago. Rosa por serlo de la Orden y por la mucha sangre que costó al enemigo el desembarco.

          4. Tres cabezas de león; este animal sirve de cimera al escudo de Ynglaterra, cuyas cabezas se representan quebradas en las tres Ynvasiones que aquí ha practicado esta nación: 1ª por el almirante Roberto Blake, en 30 de abril de 1657, siendo Capitán General don Alonso Dávila, con el fin de apoderarse de la rica flota de don Diego de Egues, que no logró; 2ª por el almirante Juan Jennings, en 6 de noviembre de 1706 que, mandando las armas el corregidor y capitán a guerra don Agustín Robles, intentó con engaños y armas someter al Archiduque estas Yslas, que siempre reconocieron al Sr. Don Felipe V por su legítimo soberano; y 3ª por el contra-almirante Horacio Nelson, que desembarcó sus tropas en la madrugada del 25 de julio de este año de 1797 en que es su digno comandante general el Excmo. Sr. Don Antonio Gutiérrez, con el objeto igualmente frustrado de sorprender la plaza y apoderarse de los caudales públicos con el cargamento de una Fragata de la Compañía Real de Filipinas. Negras: porque lo han sido las tres empresas que le cubren de otros tantos borrones. La atravezada con la espada denota el gran destrozo que, para escarmiento suyo, experimentó últimamente por mar y tierra. 

          5. Bordura de Azul ondeado: por el mar atlántico que la baña. 

          6. Una Ysla: la de Tenerife con su famoso Teyde. De Plata tanto por la nieve que el cubre, quanto por el candor de su fidelidad jamás violada.

          7. Tres Castillos: los de esta Plaza. Del propio metal porque lo han valido siempre en su defensa. 

          8. Quatro Áncoras: por su puerto de mar. También de Plata, así por su limpieza e importancia, como por la riqueza que en él se han salvado de la codicia enemiga.

 

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          Gracias a la Gesta, ya el Lugar era Villa, ya su nombre era el de Santa Cruz de Santiago y ya tenía su escudo de armas, porque así era la voluntad real. Voluntad que se expresaba de la bella forma en que a continuación transcribimos de la Real Cédula expedida por Carlos IV el 28 de agosto de 1803:

               "... cuyas armas os doy y señalo a Vos, la Muy Noble, Leal e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, las podáis usar, poner y llevar, uséis, pongáis y llevéis perpetuamente, por siempre jamás, en vuestros sellos, en vuestros pendones y banderas, en vuestros castillos, torres y puertas, en vuestros edificios y obras que al presente tuvieseis y en los que en adelante hiciereis, fabricareis o pintareis y en los demás parajes públicos que quisiereis..."

          Y todavía hay quienes protestan porque nuestro Pendón, el que nos regalaron muchas generaciones de santacruceros, con su trabajo honrado y continuo del día a día -y también con las armas en la mano cuando hizo falta-  salga a la calle con todos los honores que se merece en las fiestas grandes de la ciudad. Unos por aquello que el sabio mago calificaba de “falta de ignorancia”, y otros, los que no tienen perdón cívico, por la más profunda de las inculturas, la de quienes, empecinados en el error, no quieren saber.