Luis Marqueli, Ingeniero Militar. Contribuyó a la gloriosa defensa de Santa Cruz

por José Manuel Padilla Barrera  (Publicado en el Diario de Avisos el 25 de julio de 2006)

Primer Premio General Gutiérrez de Periodismo (2006)

 


                  “En 1797 contribuyó, como es notorio, a la gloriosa defensa de la Plaza de Santa Cruz".

           Así reza la anotación en la hoja de Servicios de Don Luis Marqueli Bontempo, Mariscal de Campo, perteneciente al Real Cuerpo de Ingenieros de S.M. Los cronistas de la Gesta del 25 de Julio, no todos con el mismo entusiasmo, confirman su presencia en el Castillo de San Cristóbal, en aquella noche en que el General Gutiérrez se enfrentaba nada menos que con el que se había convertido en un héroe de leyenda, el audaz y hasta entonces invicto, Contralmirante Nelson. Marqueli, coronel entonces, era el de mayor antigüedad en las islas, por lo tanto, al que hubiese correspondido el mando en caso de causar baja el General, lo que hubiese podido ocurrir durante la valerosa, aunque temeraria, salida que hizo para visitar la batería del muelle, después de haberse oído la voz de ¡lanchas al muelle!

          No era un recién llegado, llevaba en Tenerife 8 años, pero antes, había estado durante otros 6. De los 77 años que vivió, 33 residió en Canarias y aquí se casó con una canaria. Su presencia se hizo sentir en las islas, a lo largo de todos esos años, hasta que por edad y estado de salud, tuvo, muy a pesar suyo, que dejar su cargo de Director Subinspector de Ingenieros en 1813.

          El retrato que está expuesto en el Museo Militar de Almeida, e ilustra este artículo, nos muestra a Luis Marqueli, con uniforme de Mariscal de Campo, máximo grado que alcanzó. Este cuadro es muy singular, pues quien posó fue una de sus hijas, con la que guardaba un asombroso parecido, con esto y un pequeño medallón de cuando era teniente y tenía 23 años, tuvo que arreglarse el pintor, porque Marqueli había muerto muchos años antes. El resultado, al parecer, fue muy bueno, porque su hija se deshizo en lágrimas, al ver el cuadro terminado, y comprobar la gran fidelidad a la figura de su padre. El caso es que el retrato nos permite ver una imagen del personaje que se corresponde, y mucho, con la personalidad de Luis Marqueli.

          El cuadro nos presenta un noble y enérgico rostro, con una mirada que denota un carácter orgulloso. Los duros pliegues de sus labios nos sugieren un hombre acostumbrado a imponer su voluntad. Su gesto, serio y adusto, no expresa, sin embargo, crueldad ni mala intención, sino una intolerancia incapaz de transigir en nada ni por nadie. Esta intransigencia le trajo no pocos problemas a lo largo de su vida. Marqueli era de esos hombres, que apoyados en sus indudables cualidades, despiertan grandes entusiasmos, pero también sus defectos les acarrean grandes rechazos. Entre los primeros se encontraba Domingo Vicente Marrero, alcalde de Santa Cruz, que en 1797 opinaba así de él:

                  "¡Qué gloriosa fuera esta isla si poseyera muchos jefes como Marqueli!.A la fidelidad de su Rey y amor a la cuna que les ha dado el ser, todo se desprecia sin temor, como nos ha enseñado nuestro compatriota el sabio y prudente Marqueli hombre digno de nuestro elogio y siéntase quien quisiere pues esta es la verdad bien acreditada".

          Este comentario venía a cuento de lo ocurrido al día siguiente del secuestro de la corbeta francesa La Mutine. Marqueli esperó, a las 8 de la mañana, a que llegara a la reja del Castillo, el capitán de Artillería Eduardo y a grandes voces le recriminó su desidia, por la cual no se habían encontrado las llaves de los arcones y sin mechas las baterías no pudieron hacer fuego. Las voces eran tan grandes que el propio General Gutiérrez le ordenó que entrara en el Castillo para no hacer pública aquella reprensión. Así era Marqueli, no pasaba por movimiento mal hecho.
Dentro del Real Cuerpo de Ingenieros, Marqueli gozaba de un gran prestigio. Su participación en la guerra de Portugal y en el sitio de Gibraltar, sus trabajos de ingeniería en Ceuta, Alicante o Cartagena le habían dado fama de ser un gran ingeniero militar. Francisco Sabatini, el famoso Sabatini, el de la Puerta de Alcalá, entonces Director General del Cuerpo, lo destacaba entre otros coroneles, en un informe al Rey:

                  "Y aunque todos son acreedores a la gracia de V.M. lo es con preferencia D.Luis Marqueli".

          Años más tarde, cuando ya era general, la Junta Consultiva de Generales lo elogiaba ante Fernando VII:

                  "Este Oficial General, Decano del Real Cuerpo de Ingenieros, con su ilustración, ha proporcionado a las Islas Canarias salubridad y hermosura y comodidad a sus calles por medio de obras proyectadas por Marqueli".

          La labor que Marqueli desarrolló, a lo largo de los treinta años en que trabajó para las islas, fue ingente; participó proyectando y dirigiendo, o bien supervisando, en todas la obras públicas, civiles o militares, que se ejecutaron en las islas durante esos años. Sin embargo su nombre no va unido a ninguna obra singular, estuvo siempre a la sombra de los Comandantes Generales, y no tuvo la suerte, que tuvieron Sempere con la torre de La Concepción o Amat de Tortosa con la Alameda.

          Pero también estaban los otros, los de los grandes rechazos. En mayo de 1797, el Coronel Jefe de la Artillería de Canarias, don Marcelo Estranio, especialmente enfrentado con Marqueli, se queja airadamente al Comandante General de sus intromisiones en asuntos que consideraba eran de la sola competencia de su Arma:

                  "Que su critica que tengo entendido ha hecho carece, como las demás razones de su oficio, de todo fundamento, y de aquí tendrá V.E. en conocimiento de las resultas que trae mezclarse a hablar los extraños en asuntos de otro Cuerpo".

          Se refiere Estranio a un escrito que Marqueli había dirigido al Comandante General criticando sus decisiones y proponiendo, incluso, mandar personalmente una batería, la del muelle, por ser la más avanzada y expuesta y considerarla puesto de más honor.

          Mucho más adelante en 1808, cuando Marqueli era ya Mariscal de Campo, la Junta Suprema de Canarias se dirige al Rey en queja de su comportamiento:

                  "Los procedimientos del Mariscal de Campo D. Luis Marqueli, Director Subinspector de Ingenieros en estas islas, la implicancia de sus opiniones, sus desavenencias con el Mariscal de Campo D. Carlos O´Donnell, Gobernador y Comandante General de esta Provincia, sus sarcasmos y temerarias conversaciones contra la Junta Suprema y su inobediencia a las órdenes de la misma autoridad, manifiestan claramente la índole y genial carácter de este General y merecen sin duda la alta atención de S.M".

          Esta queja fue refrendada por todos los componentes de la Junta, encabezada por el Marqués de Villanueva del Prado, que también opinó sobre él:

                  "El General Marqueli es fácil en hablar, siempre ha hablado del Gobierno y parece que no cesa en hablar de la Junta. No creo yo que el General Marqueli pueda hacer opinión y formar un partido peligroso, no hay hombre menos a propósito para semejante empeño, todo el mundo conoce su carácter".

          Es verdad lo que dice el Presidente de la Junta. Marqueli hablaba del Gobierno, quizás no siempre, pero sí, especialmente, desde que llegaron Godoy al poder y su amigo el marqués de Casa Cagigal a Comandante General de las islas. Su extrema rectitud no podía soportar la figura del favorito, ni la forma despótica de gobierno que se ejercía en Canarias. Tuvo continuos enfrentamientos con el marqués y además tenía por costumbre escribir en los márgenes de los escritos que recibía, precisamente de Godoy, que también era Director General del Cuerpo, comentarios jocosos sobre el antiguo guardia de corps. La infidencia de uno de sus subordinados, le costó perder el mando de Ingenieros. En 1808 se proclamó la Junta Gubernativa, que a su vez destituye y apresa al Comandante General, y repone en su puesto a Marqueli. Pero también nombra Jefe de las Armas de la Provincia al Teniente de Rey, Carlos O´Donnell, que sólo era coronel graduado y no había tenido empleo vivo en el Ejército más que el de Capitán en el Regimiento de Irlanda, y para adecuar su grado al cargo, la Junta lo asciende a Mariscal de Campo, saltándose así a Marqueli, que era el General al que por ordenanza correspondía. Esto provocó una frontal oposición entre los dos Mariscales de Campo, que acabó con que O´Donnell le impuso el primer arresto de su vida, aunque no el único. Pero además se produjeron nuevos ascensos, uno de ellos a Brigadier. La Junta justificaba estos ascensos por:

                  "Las pruebas de patriotismo y de lealtad que han dado en la memorable crisis que decidió la suerte de esta Provincia".

          Marqueli no podía soportar esta situación y se dirige al Rey en petición de amparo y dentro de una larguísima exposición dice:

                  "La irresistible fuerza de la verdad me obliga a interrumpir mi silencio que por natural moderación, buen ejemplo y respeto a esta Suprema Junta de La Laguna, conservé escrupulosisimamente (sic) hasta aquí, aún habiendo en mi perjuicio y desdoro."

                  "¡Pero aquí de Dios y de sus Santos!¿Qué crisis es esta?¿Qué peligros ha corrido aquí la patria?¿Qué motines, qué alborotos que sosegar?¿Qué enemigos que vencer?¿A dónde estábamos pues nosotros que nada de esto supimos, que nada de esto vimos, y sí un pueblo siempre muy quieto, muy fiel, muy obediente ,muy dócil, como son todos los naturales de esta isla y muy adictos a su amado Rey el Señor D.Fernando 7º? ¿Es posible que esto se haya dicho seriamente y expuesto a nuestros ojos? Esto sí que es querer burlarse de nuestra credulidad".

          Hay que reconocer que Marqueli escribía con una elegancia y una fuerza admirables. Se trasluce de sus escritos que era un hombre cultivado y que tenía un gran dominio de la lengua y eso que era de origen italiano pues había nacido en Savona.

          Toda esta permanente oposición de Marqueli le convertía para O´Donnell en un personaje incómodo, por lo que propuso y consiguió que se le ordenara embarcar hacia la Península en el primer barco que partiera de Santa Cruz, pero el marqués de Villanueva del Prado, en un gesto de caballerosidad y grandeza, salió en su defensa, al mismo tiempo que reprochaba a la Junta que presidía, su actitud para con el General.

                  "Don Luis Marqueli como General, es acreedor a mucho miramiento de parte de la Junta, que debe respetarse a si misma, como el mejor medio para que todos la respeten, y por lo tanto no degradar, antes bien, honrar y distinguir a los que el Rey ha distinguido y honrado con un carácter eminente".

          Todo quedó en su segundo arresto domiciliario, hasta que la Junta Suprema de Sevilla se lo levantó, limitándose a amonestarle.

          Los ingenieros militares de su época tenían, como una de sus principales misiones, la de ser asesores del mando, mediante la redacción de informes periódicos que aparte de los temas propios de la defensa, abarcaban todo tipo de asuntos. Los ingenieros se convertían así en verdaderos cronistas de la vida de la sociedad de su entorno.La seguridad de los barcos de pesca, continuamente asaltados y secuestrados, preocupaba a Marqueli que aconseja al mando, que se les diera protección con barcos armados. No hace mucho tiempo se pedía lo mismo, para proteger a nuestra flota pesquera en las mismas costas africanas. De paso, nos da a conocer, que lo que hoy se busca y se paga a altos precios, en las casas de comida, léase guachinches,de la isla, era entonces alimento de primera necesidad para las capas más pobres de la sociedad.

                  "Se hace precisa la providencia de una o dos fragatas, con dos bergantines armados, a las órdenes del Comandante General, en atención a nuestra pesca sobre la costa de África, pues la propia pobreza de estos isleños les obliga a alimentarse de aquel pescado salado, el cual se ha hecho años hace, alimento de primera necesidad."

          Elevó también su voz Marqueli contra la injusticia y la sangría que suponía, para Canarias, la emigración forzada de familias para poblar territorios americanos. Lo que ahora nos enorgullece, fue entonces un gran drama humano…

                  "La autorizada por el Juzgado de Indias continua transmigración de pasajeros de alforja a la América, al paso que con harto dolor se hecha sobrado de ver en el abandono de millares de familias y por tanto en las costumbres públicas y en el cultivo de los campos, no puede menos de hacerse sentir en grave perjuicio para la causa común de esta Provincia que al fin quedará despoblada si no se ataja tan nocivo y enorme abuso".

          Marqueli manifestaba la mejor opinión, casi admiración, sobre los isleños y su capacidad como combatientes, y al mismo tiempo nos cuenta el uso que hacían de la vara, para salvar barrancos y laderas, que hoy ha quedado limitado a algo folclórico en la isla de La Gomera.

                  "Siendo estos isleños amantísimos de su patria y Soberano y de su naturaleza dóciles, sobrios y guerreros, muy ágiles en trepar y correr por estos montes ,y transferirse con suma presteza, como aquí todos sabemos, de unos puestos a otros, salvando las mayores alturas y atravesando con ayuda de sus lanzas o garrotes que manejan de todos modos con singular destreza, al paso que revestidos dichas lanzas con hoces, o como aquí llaman rozaderas, son en sus manos armas mucho más temibles que la bayoneta o el sable".

          Cuatro años antes de que los ingleses hicieran el desembarco por Valleseco, intentando tomar la montaña de la Altura, Marqueli preveía cual iba ser el resultado: efectivamente, se aburrieron y tuvieron que desistir del intento.

                  "Estando estos naturales y sus milicias bien gobernados, con inteligencia y denuedo y queriendo hacer su deber, es imposible que el enemigo llegue a poner el pie en estas islas, pueda señorearse de ellas, por lo menos las de Tenerife, Canaria, Palma y Gomera, por su facilidad que su montuosidad y aspereza presentan a una sagaz y obstinada defensa, a la que será consiguiente gloria de cansar y aburrir al enemigo, haciéndole perder mucha gente, y por lo tanto desistir de la empresa, inutilizando su expedición".

          No son muchas las informaciones que se tienen sobre la actuación de Marqueli en aquella madrugada del 25 de Julio. La crónica de Monteverde a la que se considera como la oficial, se limita a decir, en una nota a pie de página, que estaba en el Castillo. Tolosa, más explicito, nos cuenta que se mantuvo en todo momento al lado de su General "para lo que pudiera ocurrirle en su facultad" y que también se encargó de la dirección de un cañón, en un ángulo del Castillo, por falta de oficiales de Artillería. El propio Marqueli sólo escribió un escueto escrito dirigido a Sabatini, informándole de lo sucedido, en el que no habla de si mismo, lo que indudablemente le honra. Sólo nos queda su hoja de servicios:

                  "Contribuyó como es notorio a la gloriosa defensa de la Plaza de Santa Cruz y a que no tuviese efecto la capitulación que ya se meditaba."

          No sabemos lo que Marqueli hizo para evitar ese posible intento de capitulación, ningún cronista habla de ello, aunque Marrero y Cologan sí que lo insinúan. Marqueli, sin embargo, lo asegura bajo su palabra de honor y estampa su firma al pie.

                  "Los servicios que quedan expresados son exactos lo que aseguro bajo mi palabra de honor"

          Conociendo su integridad, la valoración que Marqueli hacía de su honor es la que podíamos esperar de él. Y así se lo hace saber a su Rey:

                  "Con el mismo amor, inclinación, celo y eficacia le hubiera servido siempre, aunque fuese con un fusil al hombro o de cabo de escuadra, pero si puedo prescindir de ascensos, no así de mi honor que ha sido siempre mi ídolo y he sabido conservar intacto toda mi vida".

          El día 18 de diciembre de 1817, don Pedro Rodríguez de la Buria, Comandante General de Canarias remitía el siguiente escrito al Ministro de la Guerra:

                  "El martes 16 del corriente a las dos de la tarde falleció en esta plaza el Mariscal de Campo Don Luis Marqueli. Lo que aviso a V.E. para que se sirva ponerlo en noticia de S.M"