A Santa Cruz le faltan un título y un monumento

 

Por Emilio Abad Ripoll   (Publicado en Diario de Avisos en noviembre de 2010)

          

          De todos los lectores es bien sabido que Santa Cruz de Santiago de Tenerife ostenta con legítimo orgullo los títulos de Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica, pero no es tan extendido el conocimiento de que la Ciudad tiene derecho también a blasonar de Fiel. Y pasamos a explicarnos.

          Cuando hace un par de años se acercaba el bicentenario del inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1814), la Tertulia Amigos del 25 de Julio inició algunos trabajos de investigación para, a lo largo del año 2008, difundir cuál fue la participación canaria en ese hecho tan señalado de la Historia de España.

          Al repasar los difíciles primeros momentos de las repercusiones en Canarias, y más concretamente en Tenerife, del levantamiento popular que se había producido en el mes de mayo de 1808 en muchas ciudades peninsulares, consideramos importante detenernos en el estudio de la documentación existente relativa a la creación de la Junta Suprema de Canarias, establecida en La Laguna y nacida a semejanza de las que aparecieron en el resto de España, y de los trabajos que desarrolló aquel organismo Trabajos de los que había quedado constancia en diversos archivos insulares, especialmente en el de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, en la ciudad del Adelantado.

          Por esa documentación y las obras de diversos autores (Rumeu de Armas, Buenaventura Bonnet, Desirée Dugour, etc.) llegamos a conocer que, desde que se tuvo noticia de la instauración por la fuerza de la dinastía bonapartista en España, la Villa, Lugar y Puerto de Santa Cruz de Santiago decidió, por voluntad popular y patriótica, seguir manteniendo la fidelidad a la borbónica; Y también por las mismas fuentes supimos de la explosión de júbilo que sacudió Santa Cruz semanas después, cuando el 3 de julio de 1808 arribaron a la rada santacrucera dos navíos españoles en los que viajaban unos comisionados de la Junta Suprema que se había constituido en Sevilla y que notificaron el levantamiento generalizado en la Península y la declaración de guerra a Francia. Aquella misma tarde, en diferentes lugares de la población, y, ante una multitud, el Alférez Mayor del Ayuntamiento, don José de Guezala Bignoni, tremoló el Pendón de la Villa y leyó la siguiente proclama:

                     “La Villa de Santa Cruz de Santiago de las Canarias proclama y reconoce por su Rey y Señor natural y de toda la Provincia al Señor don Fernando VII, que lo es igualmente de las Indias Orientales y Occidentales y demás reinos y posesiones adyacentes a la Corona de España.”         

          Santa Cruz, que no era ni la capital de la Isla, ni, obviamente, de la Provincia, es decir de las Islas Canarias, fue sin embargo la primera población del Archipiélago que proclamó su fidelidad a la Corona de España. La Junta Suprema de Canarias, en sesión celebrada el 4 de octubre del mismo 1808, y en nombre de la autoridad real -autoridad que las Juntas habían recabado para sí por aclamación popular en tanto el Rey estuviese fuera de España y no hubiese sido repuesto en el trono- reconoció el significado del hecho y acordó conceder al Ayuntamiento de Santa Cruz el siguiente privilegio, que reproducimos con su ortografía original:

                   “La Junta Suprema de estas Yslas, entregada en los primeros momentos que siguieron a su erección, a asegurar la Provincia, restablecer el extinguido erario público, reunir los pueblos y las opiniones, e instruir sobre sus deberes patrióticos a todas las clases del Estado, no podía atender desde luego a otros objetos importantes que también exigían su desvelo.

                 Cuando la borrasca hubo desaparecido y se tranquilizaron los movimientos impetuosos, pero necesarios, de la lealtad y la actividad de las urgencias, recibimos las plausibles noticias que el público de esa Villa no ignora. Las famosas batallas de Baylén y de Valencia, las repetidas victorias de Zaragoza y otras muchas que han cubierto de gloria el Nombre Español y la aprobación que la Junta Suprema de Sevilla daba al establecimiento de la de esta Capital y a sus operaciones, no nos permitieron ya más tardanza en hacer partícipes de nuestro gozo y respectiva gratitud a los Pueblos leales de estas Yslas.

                 Ha visto pues la Junta, no sin especial satisfacción, que en el examen comparativo que se hizo de los méritos de cada uno, sobresalían en general los de esa Noble Villa, teatro glorioso en que brilló, más que en otro alguno, el amor al Rey y a la Patria. Cierto es que las circunstancias proporcionaron a Santa Cruz dar un testimonio más auténtico de su virtud y decidido valor, pero no lo es menos que logró el honor de arrastrar y destruir aquella pérfida opinión, que, fortificada con la prepotencia, intentó violar la fidelidad de las Canarias.

                 A conseqüencia, esta Junta Suprema, en recompensa y para perpetua memoria de la lealtad de esa Plaza y Villa, ya acreditada con haber en otro tiempo merecido de la Real Piedad el título de Leal e Invicta, ha acordado que en el centro de sus Armas pueda poner un sobreescudo con la figura alegórica de la FIDELIDAD, o más bien y para mayor notoriedad, levantar una Columna, en cuya base se lea la inscripción adjunta u otra que contenga igual sentido.

                Pondrá V. en nombre de ese Ilustre Ayuntamiento este oficio, haciendo que nadie ignore la Gracia que a nombre de Nuestro REY y SEÑOR D. FERNANDO VII dispensamos a la muy Noble e Invicta Villa de SANTA CRUZ DE SANTIAGO.

                Dios guarde a V. muchos años. Ciudad de La Laguna, Capital de Tenerife, a 4 de octubre de 1808. El Marqués de Villanueva del Prado. Dr. Dn. Josef Martínez. Pedro José Bencomo. El Marqués del Sauzal. Marcos de Urtusaustegui. Bartolomé Agustín González de Mesa. David O’Daly. Fr. José González y Soto, Secretario. Juan Tabares, Secretario. Señor Dn. Miguel Bosq”.

          Y adjunta se incluía la posible redacción de la inscripción citada más arriba:

“Para perpetuar memoria de la fidelidad de esta Villa,
que intentó amancillar con engaño José Bonaparte, fingido Rey de las Españas,
mandó erigir este monumento la Suprema Junta Gubernativa de estas islas,
siendo Comandante General el Excmo. Sr. Don Carlos O’Donnell.
Año MDCCCVIII”

          El 18 de octubre de aquel mismo año, el Alcalde Real de Santa Cruz, don Miguel Bosq Assier ordenaba publicar un bando, que se leyó en los diversos barrios y se fijó en los lugares de costumbre, para que los santacruceros conociesen el honor que les hacía la Junta Suprema.

          Sin embargo, de todos es conocido que nunca figuró en el escudo de la Ciudad la figura alegórica de la FIDELIDAD, como sugería la Junta Suprema de Canarias, y ni siquiera se incluye en él la palabra FIEL. Ni tampoco se levantó el monumento que igualmente proponía la citada Junta. La consecuencia es obvia: el pueblo de Santa Cruz desconoce aquel hecho y, como es lógico, no puede sentirse ni honrado ni orgulloso por esa fidelidad que sus antepasados demostraron a la Corona y a España.

          Desconocemos si alguna vez el Ayuntamiento de Santa Cruz habrá elevado al Ministerio correspondiente (del Interior o de la Gobernación según las épocas) la, suponemos, preceptiva solicitud para que se autorizase la inclusión de la palabra FIEL en su escudo, aunque nuestro contertulio Luis Cola, en su permanente labor de amorosa investigación sobre el pasado de la ciudad y de toda la isla, ha localizado un acta del Pleno Municipal celebrado el 30 de mayo de 1938 y en la que se recoge haberse dado lectura a un escrito firmado por don Buenaventura Bonnet Reverón, en representación del Instituto de Estudios Canarios, reivindicando el título de FIEL concedido en 1808 a la ciudad. La Corporación Municipal acordó elevar la petición al Ministerio del Interior, sin que hasta el momento podamos precisar si se efectuó esa solicitud al Gobierno.

          Sea como fuere, creemos que en estos momentos nuestras autoridades municipales podrían retomar el asunto y pedir al Gobierno de la Nación que se cumplimente lo que, hace ya casi 202 años, determinó la Junta Suprema de Canarias.

          Y ante lo expuesto, también hoy reiteramos al Ayuntamiento, ahora ante la opinión pública, la propuesta que en varias ocasiones hemos elevado por escrito: que se erija un sencillo monumento -la Columna que recomendaba el oficio de la Junta Suprema de Canarias- con expresión  en ella de las palabras recogidas más arriba y la inclusión de algún símbolo o figura clásica o tradicional de la FIDELIDAD. Además de embellecer alguna plaza o calle de la ciudad, recuperaríamos así un retazo de su historia.