Cosas de nuestra moda textil

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito (Comunicación en Radio Muelle el 24 de junio de 2022).
 
 
            
          El buen amigo Ezequiel en nuestro anterior encuentro me pedía que habláramos de usos y costumbres en nuestros trajes regionales. Un trabajo que para el que pretende ser serio en cuestiones de nuestra historia canaria no es nada fácil. Aquí verán la prueba.
 
          Empezaremos por intentar dar una pincelada de como nos veían o les contaron que nos veían los varios autores de toda época que se atrevieron a dar noticias sobre la imagen del canario del siglo XIV hasta el siglo XVI. La lista es variada y muy abundante pero siempre nos queda la duda ¿ellos lo vieron o se lo contaron?
 
          Pongamos el asunto en modo detective. La conquista de Gran Canaria, Tenerife y La Palma se cierra entre los años 1478 y 1496. No entraremos para no abusar en complejidad en la conquista normanda de Lanzarote y Fuerteventura, ni en las islas de Señorío Gomera y Hierro.
 
          Cuando empezamos a ver crónicas, al menos las conocidas, sobre la vestimenta de los antiguos canarios ya iniciamos el calvario de resolver quién copia a quién. ¿Copió alguien la crónica del conquistador en Gran Canaria Antonio Sedeño y esa copia la hizo Gómez Escudero? Para ambos casos la discusión esta servida. ¿Podremos decir que hay algo anterior al siglo XVI en que se hable de los vestidos de los canarios?
 
          Porque el listado es largo y nos tendremos que valer de las crónicas mas conocidas pero con el mismo tema de quién copia a quién. ¿Quién ve lo que cuenta, o solo dice lo que los mas viejos aborígenes ya castellanizados le dicen?
 
          En el capitulo IX de la obra de Gómez Escudero hay una descripción completa de los vestidos de los antiguos canarios, y ya aparecen las pieles como vestimenta común de hombres y mujeres, con la inclusión para los hombres de un a modo de calzoncillo de tejido de palma. Lo veremos en Torriani.
 
          El fraile  Alonso de Espinosa en su obra  Historia de Nuestra Señora de Candelaria. La presencia de Espinosa en Canarias no es nunca anterior a 1580. Recordemos de forma insistente que la última isla, Tenerife, ha sido castellanizada en 1496. Así dice Fray Alonso de Espinosa en el capitulo sexto de su obra:
 
                    “Su traje era (porque no tenían género de lino ni algodón) un vestido de pieles de cordero...a manera de camisón sin pliegues cosido con correas del mismo cuero. Este genero de vestiduras llamaron tamarco... y era común a hombres y mujeres”
 
          Un poco de lo que narraba Abreu Galindo, en realidad Argote de Molina, en 1632:
 
                    “Vestían los de esta isla de Lanzarote un hábito de cuero de cabras como tamarcos hasta las rodillas, las cuales cosían con cuerdas del mismo.”
 
          De Fuerteventura decía...”los vestidos de esta isla….de pieles de carnero...con ropillas hasta el codo, calzón angosto hasta la rodilla ( como los franceses)”
 
          Y largo y cansino será el ir relatando una a una las descripciones que cada historiador o cronista hace de lo que difícilmente ya no ve pero que otros le han dicho.
 
          Nuestro Torriani debió o pudo leer en algún documento, hoy desconocido, una vestimenta que resulta original sobre las conocidas de anteriores cronistas:
 
                    “Los canarios vestían telas de hojas de palmera tejidas junto con juncos, con admirable labor y artificio. Con éstas hacían ciertas faldillas, más o menos como las romanas, y se las ceñían por encima del talle, para cubrirse honestamente las carnes. Después con algunas pieles de cabras blancas, muy bien preparadas y cosidas, se vestían el busto; y encima, a manera de capa, llevaban en invierno dos más, con su lana, abiertas por un lado, como si fuese una hopalanda, a la cual llamaban tamarco “.
 
          Hasta nos dejó algunos dibujos que han llegado hasta hoy... pero Torriani estaba en Canarias cuando ya finalizaba el siglo XVI. Luego difícilmente vio lo que describía. Torriani tenía gran admiración por la botánica y prueba de ellos es que hablaba de barcos de drago con velas de palma.
 
          Creo necesario hacer una aclaración sobre la vestimenta de nuestros ancestros porque es la única  cuestión insistente en cuantos navegantes pasaron por nuestras aguas antes de la conquista europea. La mas extensa será la del cartógrafo italiano Benedeto Bordone en  1528.Unos nos veían desnudos y otros cubiertos de pieles.
 
          ¿Y de qué tejidos y ropajes hablábamos ya en nuestros testamentos de guanches en el siglo XVI?
 
          Testamento de Hernando de Ibaute, guanche  16 de mayo de 1536:
 
                    “Item digo que el dicho Ibo[n]e Hernánd[e]z me [ha d]ado [al]gún trigo, de lo cual no [t]enemos hecho prec[io] ninguno, ni me acuerdo la ca[n]tidad de ello. Para la paga de lo cual yo le he dado siete doblas, y algunos carneros, y lana y otras cosas de que no me acuerdo la cantidad de ello. Y me remito a su libro y juramento, y que aquello [que] el dicho [Ibo]n[e] Hernández jurare que del dicho trigo le resto debi[en]do mando que se pague de mis bienes 
                    Item [di]go que yo hube llevado y llevé toda la lana de los [c]orderos que el dicho Ibone Hernández y yo teníamos de partir por el San Juan pasado de mil y quinientos y treinta y cinco años. De la cual toda yo g[o]cé sin dar parte al dicho Ibone Hernández. Mando que en refacción de ello que el dicho Ibone Hernández goce de la lana de los cor[de]- ros de este año de quinientos y treinta y seis al tiempo que se trasquilare.”
 
          ¿Tejíamos esa lana o tenía solo un uso para aderezar camas?
 
          Francisca González, guancha. 22 de enero de 1529:
 
                    “Item mando que una [m]i saya colorada traída se dé a mi señora madre Isabel de las Casas.”
 
          Alonso de Salazar, guanche. 23 octubre 1524: 
 
                    “Y más una capa de ferrete algo traída, y un sayo de burel, y una jaqueta, y otra giraldeta, y tres camisas y calzones.”
 
           La confección de ropa se inició bien pronto en las islas. Un apunte: Solo en Las Palmas, los profesionales de la ejecución y confección de ropa, con sus talleres y tiendas abiertas, abundan desde bien pronto: entre 1499 y 1525 habitan en la ciudad diez sastres, un borceguinero y un calcetero. 
 
           Pero ya pasados los siglos, y trajeados todos a la manera usual de la vieja Europa, nos sale alguna vez el deseo de vestir como debieron ser nuestros antepasados en sus días de mejores galas.  Mal asunto si para ese estudio tenemos que basarnos en la pobreza de nuestro vestir hasta hace muy pocos años. Baste ver los archivos de algún fotógrafo del pasado siglo XX en sus primeras décadas.
 
          Todos los pueblos han elegido como traje regional, y para algunos nacional, aquel vestido que les recuerda mejor su historia no tan pasada, pero si que les recuerda un origen familiar, festivo en muchos casos. Un traje que sigue en la memoria presente como resto de lo que pudo ser el atuendo diario del campesino, del artesano, del marinero o pescador.
 
          Y cada isla canaria va ajustando su atuendo a lo que ensueña de sus mayores, embelleciendo los trajes con lo que nunca fue real, pero si muy similar al  recuerdo, a veces forzado, de sus orígenes.
 
          Ponemos solo un ejemplo notorio pero de una evidencia indiscutible. ¿Cuantos naturales de las islas portuguesas del Atlántico, Madeira, Azores vienen a nuestras Canarias desde el mismo momento de la incorporación a Castilla?  El listado es tan largo y tan documentado que sabemos con rotundidad que buena parte de la comarca de Daute era el lugar de trabajo de la numerosa colonia portuguesa. Lo mismo va a ocurrir en la Isla de La Palma en su zona norte. Y con menor pero significativa presencia en el resto de las islas.
 
          Ahora pongamos en nuestra retina a una campesina de nuestras islas de Tenerife o La Palma, para no ir mas al fondo de cada isla, y veremos que la diferencia de los trajes de Madeira y los de estas islas Canarias citadas está solo en el calzado. El calzado nuestro, negro; el madeirense de cuero sin pintar. Las faldas de cada traje femenino, con su rayas verticales de variados colores. Las damas, una a manera de pequeña capa. La misma que nuestras tinerfeñas. Los hombres, con pantalón a media pierna generalmente de color negro o azul marino. Como nuestros queridos magos.
 
          La manta esperancera abriga mucho, pero es lo mas inglés que ha salido de Londres. Un sucedáneo en forma de abrigo camisón a rayas verticales, el que llevaban los campesinos grancanarios de los que existen fotografías en pleno siglo XX.
 
          Extraña ocurrencia nacida del romanticismo: Un traje femenino en Lanzarote, imaginado en 1930, con sombrero del Norte de Marruecos. A ocurrencias y facilitar el trabajo al vecino africano no nos gana nadie. Como era tan sugerente lo copió Fuerteventura.
 
          Y me perdonaran que no cite a Alfred Diston en este capítulo de trajes canarios. Mi conocimiento de  nuestra historia no me da para tanta imaginación. Pero como lo cortés no elimina a lo valiente, agradecer al Sr. Diston que nos trajera  la variedad Cavendish del plátano que el Sr. Thomas Fyffe exportaría mas tarde a Inglaterra en la última década del siglo XIX.
 
          Un traje expresión de nuestra CANARIEDAD: el usado por las  féminas de la Orotava. El traje de Icod, tierra de portugueses, Borges, Moleiro, Aguiar, Luís, que en las sabias manos de un miembro de las familias Monteverde (flamencos), Lugo (galaico- andaluces) o  Viña (italianos) dio a la luz el traje que hoy es indiscutible en nuestras fiestas y romerías.
 
          Hoy, con mayor o menor fortuna, muchos grupos que embellecen nuestro folclore musical con sus bailes y cantos lucen trajes que, si no ortodoxos, hacen que no perdamos el vínculo con  nuestro rico pasado. O el presente, como el traje que para Gran Canaria diseñó el pintor polifacético Néstor de la Torre en el siglo XX.
 
          Una vez más demos gracias al Altísimo por dejarnos fraguar cada día LA CANARIEDAD.
 
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