CONMEMORACIÓN  DEL  110º  ANIVERSARIO  DE  LA  BOTADURA  DEL  CORREÍLLO  LA  PALMA 

 
 Por Luis García Rebollo  
 
  
          Se cumple el 110 aniversario de la botadura del correillo La Palma en los astilleros W. Harkess & Son Ltd. en al este de Inglaterra. Un mes más tarde recalaría en Santa Cruz de Tenerife, por entonces ciudad, puerto y plaza fuerte. Además de cabecera marítima y capital única de Canarias, circunstancia de la cual también este año se cumple el bicentenario desde que los argumentos de José Murphy, que era sindico personero del ayuntamiento santacrucero, convencieran a sus señorías en el Congreso de los Diputados en Madrid.
 
          Aunque Santa Cruz en la práctica ya asumía ese papel capitalino desde que las principales autoridades fueran trasladando sus residencias a la ciudad tras la victoria contra Nelson, de la que este año también se cumplen 225.
 
          No obstante, cuando a mediados de mayo de 1912 este barco atracaba en este puerto, el más importante de Canarias, como había expuesto Murphy. Y como avalaba una larga historiografía de casi 500 años, desde que el piloto mayor de la Casa de Contratación, Juan Díaz de Solís, recalara aquí antes de partir en busca de la especiería y después Magallanes y Elcano, y Blas de Lezo, y Jorge Juan y Ulloa, cuando fueron a medir el meridiano, y todas aquellas flotas de Indias a veces con tantos tripulantes como habitantes tenía la ciudad, se aprovisionaran aquí de todo cuanto necesitaban. Y como cuando el reglamento de libre comercio de 1778 abrió el tráfico trasatlántico con América, este puerto continuó siendo el protagonista y el único de Canarias autorizado para hacerlo.
 
          Pero, como digo, cuando este barco atracaba en este puerto por primera vez en mayo de 1912. Se construía en Las Palmas de Gran Canaria la Comandancia de Marina, en palabras del doctor Márquez Quevedo: “un símbolo material que condensase en si mismo el nuevo poderío comercial y portuario, un edificio considerado emblemático”. Destinado a albergar toda la gestión marítima y portuaria de Canarias, como así ocurriría años más tarde.  
 
          También la condición de plaza fuerte de Santa Cruz de Tenerife caía con los muros, cuatro veces centenarios, del castillo de San Cristóbal derruido en 1928. Y con ellos también ese “símbolo material”, parafraseando de nuevo al doctor Márquez, pero esta vez en referencia a la hegemonía política y defensiva de la capital Tinerfeña.
 
          No obstante, el correíllo La Palma inaugura ahora el recién creado, por real decreto, reglamento de buques y embarcaciones históricos. Es algo tangible, está amparado por el Cabildo de Tenerife, por el ayuntamiento de Santa Cruz y por el puerto que le da refugio. Queremos pensar, que son nuevas voluntades las que van a construir el futuro del ya único vestigio que se conserva del protagonismo que tuvo el puerto santacrucero. Haciendo memoria de una importante época de la navegación interinsular canaria, recuperando nuestro patrimonio marítimo y nuestra identidad isleña. Y eso es una buena noticia.
 
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