Con la Iglesia hemos topado. Gracias a Dios

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito  (Transcripción de una conferencia pronunciada en Radio Muelle en diciembre de 1920).
 
 
 
CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO, GRACIAS  A DIOS.
 
 
          Ya comprenderán mis queridos contertulios el atrevimiento que supone atreverse a dar explicaciones sobre un tema que lo mismo patrocina una larga época de paz como nos pone a todos en la labor de repartir garrotazos a diestro y siniestro.
 
          Mi atrevimiento tendrá que constar de más de un capitulo con permiso de los pacientes seguidores de esta Radio Muelle.
 
          Y con la petición de que la audiencia perdone mis atrevimientos vamos a hablar de la religión en Canarias y particularmente, cuando toque en Tenerife, desde los primeros tiempos históricos de nuestra isla. Yo con sinceridad no soy capaz de darles explicación alguna sobre estrellas como Canope ni cultos ancestrales. Para eso ya tenemos grandes investigadores como el Sr. Tejera Gaspar o el Señor Alfredo Mederos. Don Cirilo Leal lo hará más novelesco y entretenido Si que debo resaltar que cuando los que llegan hasta escondidos en la sombra  te dejan una imagen que gana el respeto de todos es que algo tiene el agua cuando la bendicen.
 
          Y así empezó nuestra religión histórica en Canarias .Se nos llena mucho la boca con castellanos malvados y esclavistas y así comenzamos nuestra historia por la mitad del libro. Cosa lógica recordar de vez en cuando que los barbaros invadieron Roma y los  visigodos y sus mareas invadieron  lo que luego fue España para siglos más tarde ponerlas en manos del Islam y tener que rehacerla nuevamente Eso es historia, un fenómeno cíclico que se hace inútil cuando intentamos criminalizar el pasado para no reconocer nuestra incapacidad en el presente y en el futuro.
 
          ¿Cuánto recuerda nuestra selectiva  historia canaria de los mallorquines?  Ya habían hecho una gran labor evangelizadora antes de que a ningún Herrera, Lugo o Vera, ni tan siquiera a los Reyes Católicos se les ocurriera llegar hasta estas islas Canarias. Bien es vedad que algún intento hubo que dejó constancia historia como el viaje de los Vivaldi en 1292, sin retorno conocido. En 1302 un novelesco Lancellotto Marocello viene a buscar a los Vivaldi y crea toda una saga en lo que luego fue Lanzarote
 
           Han desaparecido  los mallorquines evangelizadores de la historia de Canarias, al menos de la historia de a pie. Pero no desaparecen los documentos  ni los que saben leerlo .en catalán o mallorquín y para nada en castellano. De hecho la primera visita en afán de adjudicarse las islas se hizo en nombre del rey de Mallorca Jaime III porque él fue el iniciador de los viajes a las casi desconocidas islas Canarias con dos naves de las que conocemos sus nombres Santa Creus y Santa Magdalena, en 1341.
 
           Al Santo Padre Clemente VI se le fue un poco la razón y le inventó un reino, el de La Fortuna  en 1344 a un pobre noble de familia desterrada de todo reino en Castilla y Aragón que se llamó don Luis de La Cerda. El reino ni se inauguró por que el pobre don Luis no tenía ni un duro para gastos y solo con buenas palabras no se come.  
 
          Los mallorquines ya andaban por la costa de Gando desde abril de 1342. Como se ve bastante antes que los castellanos ¿Y por qué mallorquines?  Porque Mallorca era ya una potencia en el Mediterráneo y su reino no era ninguna provincia cualquiera .De la presencia de las lenguas catalanas en el Mediterráneo no es mala idea darse una vuelta por algunos pueblos de Cerdeña y escuchar con atención a que suenan el alguerés.
 
          Al pobre Rey Jaime III la alegría le duró poco porque la isla de Mallorca pasó al Rey Pedro IV de Aragón al que le siguió gustando el proyecto de evangelizar esas extrañas islas con nombres tan sugerentes como Afortunadas, Paraíso. Tan serio fue el caso que ya en 1351 teníamos obispo, Bernardo Font, como obispo de Las Islas de la Fortuna. Al Papa Clemente VI le seguía gustando el asunto. Diez años después se nombraría a Fray Bartolomé como segundo obispo .Como sin judío no hay historia, tuvimos que esperan a que el judío mallorquín Abraham Cresques en  1375 realizara su famoso mapa conocido como Planisferio Catalán. La evangelización no paraba y en  1382 ya había obispo en Telde, Juan Olcina. Bastaron diez años hasta 1392 para que los aborígenes grancanarios acabaran con toda los frailes en la sima de Jimanar. Y pequeño detalle, persiguieran a sus hermanos convertidos en cristianos.
 
          Y fue un suceso lamentable que seguramente precipitaron los mercachifles de siempre porque  en 1351 toda una expedición de frailes y doce aborígenes bautizados arribaban a las costas de las islas. Y para mayor garantía de éxito con hablantes del  ¿mallorquín o catalán? Y con ese  lenguaje los aborígenes canarios llegaron a Gran Canaria en las naves de Doria y Segarra. No podemos pensar que el viaje de los naturales a Mallorca fuera voluntario, pero si que se les devolvió a Gran Canaria con los hábitos y costumbres de la vida mallorquina. Asi dice el Sr. Serra  cuando habla del viaje a Gran Canaria de Arnald Roger ”en el año de 1352 diez años después de los primeros viajes mallorquines son buscados en la isla de Mallorca los esclavos traídos a ella para aprovechar sus conocimientos de la lengua catalana y  canaria y su adoctrinamiento en la religión cristiana” Aquí si que no hay dudas sobre aborígenes retornados. En esta parte de la historia no hay papeles que se perdieron ni recónditos armarios donde se encuentras los rollos del Mar Muerto de la historia canaria. Los documentos existen y tan perfectamente redactados que cualquier persona con buena vista pude leerlas sin el tedioso estudio de la paleografía procesal o cortesana. Cuánto le debe a esta parte de la historia y en tantas otras a la laboriosa actividad de don Elías Serra Ráfols que los leía en su lengua materna y a don Antonio Rumeu de Armas. Digo porque lo siento en el alma, que nos daría algo de vergüenza ver el estado de conservación de los documentos del Archivo de Mallorca “Cura del Lloctinent del Regne de Mallorca”.
 
          Aparece en 1375 el primer mapa serio, el Planisferio catalán del judío, para variar, Abraham Cresques, primer mapa en que aparecen las siete islas canarias Y no salgamos ahora con humedades ni climas tropicales. La indigencia económica y el descuido institucional nada tienen que ver con el laborioso trabajo de nuestros admirados archiveros a los que hemos convertido en mata bichos.
 
          Pero cuando castellanos y portugueses fueron viendo tanta ida y venida de barcos a las costa de Canarias y la vista del pomposo título de Príncipe de La Fortuna al descendiente de Alfonso X El Sabio, en buena lógica pensaron que se les escamoteaba un territorio a sus reinos. El rey de Castilla sacó a relucir un argumento que si alguien pica no es tonto. Canarias estaba en la región de la Mauritania romana y esa región quedó en la diócesis visigoda de Hispania, luego las islas eran de Castilla. No está mal, parece sustentable aunque tengas que desenterrar a Cesar Augusto.
 
         Y en Portugal  el rey Alfonso IV, por su parte desconociendo toda practica del mundo náutico, afirmó que una expedición suya en 1342 con marinos genoveses había explorado las islas en un nebuloso Febrero. La pifia fue de tal calibre que con el calor de la batalla diplomática olvidó que un genovés pagado por la corona de Portugal, un tal Lancelotto  Malocello  en 1302, ya había andado por ellas, sin saber donde estaba, buscando a los hermanos Vivaldi.  Y entre tanto quítate tú para ponerme yo, la labor misionera de los mallorquines fue desapareciendo.
 
          Y oyendo conversaciones de pasillo mientras ayudaban a dar de puñaladas al Pedro I rey de Castilla a cabo de su hermano Enrique II de Trastamara, un tal Rubín de Braquemont (o Bracamonte que suena más de andar por casa), y un Bertrand  Duglequin, aquel de “ni quito ni pongo rey “ empiezan a oír y pensar que el negocio le iría bien a un buen conocido de Rubín, un normando de nombre Jean de Bethencourt. Y su socio Gadifer de la Salle.
No parece que en aquel momento la situación de Francia y su comercio fuera propicia para aventuras hacia el sur de Europa. Ya tenían bastante ocupación con su feudalismo interior y las guerras con sus vecinos germanos a los que siguen sin tragar hasta hoy. Pero siempre habrá algún curioso con ánimo de prosperar. Y los Sres. Bethencourt y La Salle cometieron ese error tan común al emigrante de pocos recursos que vende la huerta de sus padres o la casita terrera, para pagarse un pasaje a Venezuela. Esa que compra el rico espabilado que no emigra nunca si el Dorado ya se lo han puesto en bandeja. Porque, según dicen las crónicas del Rey francés Carlos VI,  los aventureros Bethencourt (Señor de Granville e Teinturiere  lugar famoso en la época por su industria textil) y La Salle vendieron sus propiedades en Francia para pagar la expedición a esas Islas Canarias .Parece ser que fue la primera cita en la historia en que se vendió una tintorería para dedicarse a la busca de las Islas de La Fortuna.
 
          Como suele  ocurrir en tantas historias, si son historia y no folletines, los documentos si son fiables, son escasos, y para conocer la aventura normanda en Canarias tendremos que conformarnos con la crónica conocido como Le Canarien que al igual que tantas historias aparece escrita por más de uno donde cada cual pone al otro según le conviene.
 
          Pero ya empezamos a ver que las expediciones a pesar de las bulas papales no vienen a evangelizar sino que la palabra negocio, comercio, esclavos tienen más presencia. Bueno no podía ser el negocio cuando las islas a las que llegan, empezando por la Graciosa arrasadas anteriormente por piratas anteriores apenas tenían población. Los que parecieron alegrarse realmente fueron los escasos majos que vieron en los normandos alguien que los iba a librar de tanta desagradable visita de piratas. Todo bien hasta que  las cosas se complican por una ausencia de La Salle y Bethencourt; el personaje que habían dejado a cargo de la isla, Bertín de Berneval, cautivó y vendió rápidamente a cuanto majorero tuvo a su alcance en rápido viaje a la península ibérica.
 
          Nos vamos a disgustarnos, para que no le cojamos ojeriza a los Proudonmhe, Guillamume, Bethencour, Berriel y dejemos el resto de la cristiandad para una segunda parte, Al fin y al cabo, Rubicón fue también obispado y el resto de los futuros obispados canarios le deben mucho a su creación. Porque cierto es que con las islas de Lanzarote, Fuerteventura y alguna visita al Hierro, sumando entre las tres, para unos optimistas unas 700 personas y para el cura Bernáldez, algo más pesimista, apenas 300 entre ellas y añadiendo su escasa riqueza,  de prosperidad, había poco futuro.
 
          Lo cierto es que Maciot de Bethencourt, sobrino de Jean, a la vista del poco beneficio, por el año de de 1418 vendió los derechos sobre las islas que ya eran vasallas del Rey de Castilla por deseo del propio Jean de Bethencourt, al conde de Niebla, Don Enrique de Guzmán. Y empezamos a darle un matiz castellano a la cristiandad en Canarias.
 
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