140 años del Palacio de Capitanía General de Canarias

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 30 de mayo de 2021).
 
 
Capitanía General de Canarias Personalizado
 
Palacio de Capitanía General
   
  
          La figura del Capitán General de Canarias fue creada en 1589 por Real Orden  de Felipe II, al nombrar para el cargo a Luis de la Cueva y Benavides, y diciéndole que “la principal causa que me ha movido a instituir y establecer el cargo que lleváis, ha sido la defensa y seguridad de las islas”. A partir del citado año, el Capitán General sería la persona con mayores poderes reconocidos en el Archipiélago, pues también desempeñaba la presidencia de la Real Audiencia y tenía la máxima responsabilidad de la Real Hacienda.
 
          En 1661, el Rey Felipe IV autorizaría al Capitán General Jerónimo de Benavente y Quiñones para  que “residiera en la isla que mejor estimara para el más eficaz servicio”, decidiendo establecerse en La Laguna, en la denominada Casa de los Capitanes Generales, situada en la calle Obispo Rey Redondo, muy cerca de la Plaza del Adelantado; aunque, en 1723, el Comandante General de Canarias, Lorenzo Fernández de Villavicencio, Marqués de Vallehermoso, trasladaría su residencia desde La Laguna al Castillo de San Cristóbal, en el puerto de Santa Cruz. 
 
         Sus sucesores establecerían la Capitanía General en distintas casas alquiladas a particulares en Santa Cruz, tales como, en la calle de La Marina, esquina con Emilio Calzadilla; en la calle San José, esquina a San Francisco; en la esquina de  las calles San Francisco y Castillo, dando frente a la plaza de La Pila (La Candelaria); y en el Palacio de Carta, en la plaza de la Candelaria, desde 1853 a 1881, aunque en 1852  hubo la intención de levantar un edificio propio para la Capitanía en la huerta del antiguo convento de San Francisco -hoy plaza del Príncipe-, a lo que el Ayuntamiento accedió, siempre que se reservara algún espacio para plaza pública.
 
          Por el Palacio de Carta pasarían 16 Capitanes Generales antes de que  lo hiciera don  Valeriano Weyler Nicolau, el 5 de abril de 1878. Debido a las lluvias torrenciales acaecidas en el mes de diciembre que le  ocasionaron daños en el mobiliario de las habitaciones, al caerse parte del techo principal, le escribió al Ministro de la Guerra exponiéndole el estado lamentable en que se encontraba esta vivienda, por la que se pagaban 4.000 pesetas anuales de alquiler, y reiterándole que le autorizara a construir un edificio en el lugar donde en aquellos momentos se levantaba el Hospital Militar.
 
El palacio de Capitanía
 
          Cuando el 23 de septiembre de 1878 el Gobierno aprobó el proyecto para construcción de la Capitanía y el nuevo Hospital Militar, realizados por el ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo-Olivares, todas las Sociedades y Corporaciones tinerfeñas felicitaron al General Weyler, reuniéndose los habitantes de Santa Cruz en la Plaza de la Candelaria, delante del Palacio de Carta, para darle “vivas y exclamaciones”, mientras la banda de música actuaba en la Plaza. 
 
          Para que esta obra se pudiera llevar a cabo, el Ayuntamiento colaboraría con la institución militar cediéndole los solares para que construyera el nuevo Hospital, además de acoger a los soldados enfermos en el Hospital Civil, mientras duraron las obras. 
 
          Los trabajos del Palacio de Capitanía comenzaron el día 1 de mayo de 1879 y finalizaron el 31 de diciembre de 1880. Las obras estuvieron a cargo del contratista Rafael Clavijo y Armas y el maestro de obra sería Domingo Sicilia González. 
 
          Para su construcción, la piedra se trajo de las canteras del Sauzal (Tenerife) y de la de Arucas (Gran Canaria); las losas chasneras para el pavimento procedían de las canteras de Abona (Sur de Tenerife); la cal vino de Fuerteventura; la  madera de la Isla de La Palma; etc. 
 
          El edificio resultó ser un claro exponente del clasicismo romántico, al que Tomás Clavijo le aportó novedades que le confieren esbeltez, gracia y una ligereza peculiar; a ello contribuye el mayor preciosismo de los ornamentos que engalanan la fachada,   con el juego cromático que ofrece el contraste de la piedra con el revoco blanco del frontis, rematado sobre sus tres huecos centrales por un enorme frontón triangular que alberga el escudo del Reino, al que sustentan dos leones y acompañan trofeos militares, obra del artista tinerfeño Gumersindo Robayna Laso. 
 
         El frente principal del Palacio consta de tres cuerpos de dos alturas. El central, más saliente que los laterales, tiene en la parte inferior la gran puerta de entrada al edificio y en su planta superior una balconada de rejas, a la que se accede por tres puertas rematadas por frontones curvos. Los laterales se caracterizan por tener las  ventanas y puertas del piso bajo acabadas en guardapolvos, mientras que las del piso alto están coronadas por frontones triangulares.
 
          El interior del Palacio dispone de un amplio patio claustrado, en los que destacan los azulejos sevillanos y las elegantes columnas de fundición que soportan la galería superior, también de procedencia andaluza.
 
          La escalera por la que se accede a la planta noble desemboca en una galería con cerramiento de tracería neogótica, desde la que se da entrada al magnífico Salón del Trono, concebido para llevar a cabo los principales eventos del estamento militar. Su ornamentación cubre completamente sus paredes con ricos cortinajes y los espacios con un suntuoso mobiliario. Las pinturas del techo, realizadas en 1881 por Gumersindo Robayna Laso, tienen un componente emblemático e iconográfico sobre las Islas Canarias, pues muestra a varios aborígenes que portan los símbolos de la concordia y el progreso, enalteciendo la memoria histórica. Los doce conjuntos plásticos que conforman la gola del techo del Salón muestran la representación de cada  una de las Islas, el Reino, la Provincia de Canarias, la Monarquía, el reino de Castilla y León, y el escudo de la  Ciudad. También se muestran las iníciales V y W, en alusión al impulsor del edificio, Valeriano Weyler. Aunque la fisonomía del edificio no ha cambiado, en él se pueden apreciar las modificaciones llevadas a cabo en las obras realizadas los años 1910, 1978 y 1986.
 
          Al construir el Palacio de Capitanía, la zona comenzaría a tomar gran impulso ya que propició la nueva apertura de la calle Méndez Núñez y la avenida Veinticinco de Julio, que darían lugar al señorial barrio de los Hoteles. También se sustituyó el nombre a la calle de la Maestranza por el de Galcerán, en recuerdo de una de las acciones de guerra del General Weyler en la Península.
 
          El Capitán General solicitaría al Ayuntamiento que en el terraplén situado frente al edificio se plantaran árboles que sirvieran de ornato, a lo que la Corporación accedió a cambio de recibir las piedras que se obtuvieran de la “sorriba” de la plaza. Estos trabajos serían realizados por migrantes de Fuerteventura y Lanzarote que habían llegado a Tenerife huyendo de las sequías y hambrunas existentes en aquellas islas.
 
          El 7 de febrero de 1879, a la nueva Plaza que hoy es la elegante antesala del noble y monumental Palacio de la Capitanía General, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife acordó  ponerle el nombre de Weyler.
 
          Durante estos 140 años, por este edificio han pasado 73 Capitanes Generales. Actualmente lo ocupa don Carlos Palacios Zaforteza, como General Jefe del Mando de Canarias, al que felicitamos con motivo del Día de las Fuerzas Armadas 2021.
 
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