El coronel Gutiérrez y un incidente en Gibraltar

 
Por Alastair F. Robertson (Traducción del inglés de Emilio Abad Ripoll) (Publicado en el Diario de Avisos el 12 de mayo de 2021). 
 
 
En el 222 aniversario del fallecimento del general D. Antonio Gutiérrez 
 
 
 
          El capitán general Don Antonio Gutiérrez fue el hombre que lideró la victoria sobre el ataque británico a Santa Cruz de Tenerife, dirigido por el contralmirante Horacio Nelson el 25 de julio de 1797. Hoy sigue siendo el héroe de Tenerife. El general Gutiérrez es absolutamente desconocido en Gran Bretaña, pero la prensa británica recogió su nombre en dos ocasiones, la más importante de las cuales, por supuesto, fue en septiembre de 1797, cuando la noticia de la derrota de Nelson llegó a tierras inglesas y se reconoció la “noble y generosa conducta” de aquel vencedor español. La otra ocasión había tenido lugar años antes, en 1780.
 
          Durante la mayor parte del siglo XVIII Gran Bretaña estuvo en guerra contra  alguien, generalmente España. Así, encontramos la Guerra de Sucesión Española de 1701 a 1714, en la que los británicos tomaron Gibraltar; otra guerra de 1718 a 1720, en la que España perdió Sicilia; la Guerra de la Oreja de Jenkins, que duró de 1739 a 1748, motivada especialmente por el intento británico de acabar con el monopolio español del comercio con Sudamérica y que se solapó en el tiempo con la Guerra de Sucesión Austríaca;  la Guerra de los Siete Años de 1756 a 1763, con Gran Bretaña y España de nuevo en lados opuestos; y después…
 
          El 4 de julio de 1776 las trece colonias británicas en América del Norte proclamaron su independencia de la metrópolis, dando así comienzo a la Revolución Americana, más conocida generalmente como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. En Europa, los rivales de Gran Bretaña decidieron aprovechar la oportunidad que les brindaba la situación.  En diciembre de 1777 Francia declaraba la guerra, y en febrero del año siguiente, y como consecuencia de los Pactos de Familia establecidos entre la Casas Reales borbónicas, España haría lo propio. Y en 1780 serían seguidas por Holanda. La única aliada de Gran Bretaña en el continente europeo era Prusia, pero se negó a renovar su alianza. Así, con el grueso del ejército terrestre británico a 3.000 millas de distancia, en América, al otro lado del Atlántico, las guarniciones británicas en muchos lugares contaban con pocos efectivos y estaban en clara desventaja. Gran Bretaña tenía ahora varios frentes abiertos; por decirlo suavemente estaba en un serio aprieto, y Gibraltar, ‘el Peñón’ a la entrada del Mediterráneo, estaba especialmente amenazado. 
 
          La posesión británica de Gibraltar había sido ratificada por el Tratado de Utrecht en 1713 y de nuevo en el Tratado de París en 1763, y Gran Bretaña estaba decidida a retener el Peñón. Esta situación constituía una ofensa para España, al igual que lo sigue siendo hoy en día. En 1727, los españoles levantaron a través del istmo un muro fortificado, con una serie de bastiones, llamado La Línea de la Concepción, con objeto de cortar las comunicaciones entre Gibraltar y el continente. Desde sus parapetos, los soldados españoles miraban ceñudos a los británicos, mientras que, tan solo a 1.600 metros, éstos devolvían las hostiles miradas.
 
GIBRALTAR PARA ARTÍCULO ALASTAIR Personalizado 1 
 Mapa de Gibraltar (Juan Caballero, 2 de noviembre de 1782)
Ministerio de Cultura de España. Archivo General de Simancas
(Referencia MPD 01 030)
 
         
          En junio de 1779, un gran ejército combinado hispano francés, bajo el mando de Martín Álvarez Sotomayor, con 14.000 soldados y casi 100 cañones y morteros, además de una flota naval mandada por el almirante Barceló, comenzó un asedio que iba a durar hasta febrero de 1783 (1).  La intención era rendir por el hambre a la guarnición británica.
 
          Basándose en fuentes españolas, las noticias de la situación eran debidamente divulgadas en la prensa británica, de forma ligera y, quizás de manera sorprendente, sin opiniones  ni comentarios editoriales. En noviembre de 1780, varios periódicos repetían un informe que había sido recibido en Madrid desde Cádiz el 26 de septiembre:
 
                    “Gibraltar está más estrechamente bloqueado que nunca, al punto que la fragata inglesa Enterprize y otro pequeño barco, que intentaron recientemente zarpar de la bahía, no pudieron hacerlo, y se vieron obligados a retroceder. El 13 de septiembre, desertaron dos soldados irlandeses y fueron llevados al Campamento de San Roque; por ellos supimos que la plaza sufre graves penalidades. La guarnición solo se alimenta de bizcochos y sal, y hay falta de madera, carbón, vino, cerveza y brandy; los soldados también necesitan zapatos. Agotadas las reservas de cueros, se hicieron zapatos de fieltro, y una vez acabados estos, ahora los usan hechos de tela; pero como muchas posiciones defensivas se encuentran en las alturas de la montaña, los caminos que conducen a ellas son muy ásperos y duros, por lo que el calzado pronto se inutiliza.” (2)
 
          Más detalles se recibían desde Algeciras, al otro lado de la bahía de Gibraltar, fechados el 29 de septiembre:
 
                    “Todas las embarcaciones del Mediterráneo y la costa de Berbería que últimamente han intentado colarse en la bahía con nuevas provisiones, han sido interceptadas por los barcos del almirante Barceló. Hacen un total de veintidós, que han sido traídos aquí y llevados a Cádiz.” (3)
 
          El asedio estaba surtiendo efecto. Además, a fin de agravar el problema de la carencia de alimentos de los ingleses, se ideó un plan para destruir algunos grandes huertos que suministraban comida a la guarnición, junto con sus pozos y algunas cercanas cabañas de pescadores. Las plantaciones estaban situadas en tierra de nadie, entre las líneas enemigas, pero más cerca de los británicos, y al parecer no habían sido atacadas hasta ahora, dado que se encontraban vigiladas y protegidas desde posiciones inglesas. Partiendo del extremo oeste de La Línea, las tropas españolas cavaron trincheras zigzagueantes en dirección a los huertos, al amparo de la ligera cubierta que ellos mismos ofrecían;  de esta manera, los soldados que avanzaban no estaban a la vista y podían protegerse en caso necesario. Además era imposible que una bala de cañón, por muy bien dirigida que estuviera, pudiera batir la trinchera en toda su longitud. Este trabajo comenzó en la noche del 30 de septiembre con la intención, asimismo, de construir una batería lo suficientemente grande como para artillarse con ocho morteros.
 
          Es en este punto cuando aparece el coronel Antonio Gutiérrez, ya que era él quien dirigía este audaz golpe de mano.
 
          El informe de la acción, recibido desde Madrid y fechado el 30 de octubre, se publicó así en la prensa inglesa:
 
                    “El General Comandante en Jefe del Bloqueo de Gibraltar (Sotomayor), al percatarse de los beneficios que la guarnición enemiga obtiene de los huertos situados en el exterior de la Plaza y siendo consciente de la importancia que tendría privarlo de esos auxilios, tomó las medidas oportunas para ello y, tras reconocer la zona, decidió que al mismo tiempo se destruyeran los pozos que se utilizan para regarlos y se quemaran algunas chozas y alojamientos de tropas. Con ese fin ordenó levantar un parapeto a unos 540 metros de nuestras líneas, para servir como batería; y en la noche del 30 de septiembre envió varios oficiales de artillería con algunos soldados y dos oficiales voluntarios del Regimiento de Aragón, bajo el mando del coronel Gutiérrez, que se acercaron en silencio a los puntos de partida previstos. Cumplieron su misión, prendiendo fuego a las vallas y empalizadas de las obras exteriores, y se retiraron antes del amanecer, sin más percances que el de que un soldado resultara  levemente herido y otro recibiera un tiro en el muslo. La guarnición británica no se apercibió del hecho, pues de lo contrario seguramente nos hubieran molestado mucho con su artillería. Los centinelas avanzados hicieron algunos disparos de mosquete que fueron contestados con tiros de pistola por nuestros hombres, después de haber depositado haces de leña sobre las empalizadas. El enemigo se mantuvo inactivo a lo largo de todo el día y a las siete de la noche vimos comenzar el fuego. La guarnición británica, sin duda creyendo que haríamos alguna intentona a lo largo de la siguiente noche, disparó siete bombas incendiarias, que pronto fueron extinguidas por nuestros puestos avanzados”. (4)
 
          Con satisfacción se acogía en Cádiz el 6 de octubre el éxito de la operación:
 
                    “El golpe dado por los sitiadores a la guarnición de Gibraltar…  con la quema de los huertos del gobernador, que llegaban casi hasta nuestras líneas, y que han quedado reducidos a cenizas en la noche del pasado día 30, debe acarrear importantes consecuencias.” (5)
 
          Pero una noticia reconfortante para los británicos llegó con la información recibida en Madrid el 18 de octubre, cuando se reconoció que algunos barcos de de suministro habían burlado el bloqueo:
 
                    “A pesar de la actividad de Barceló, varios barcos pequeños han entrado últimamente en Gibraltar; la mayoría procedía de la costa africana, donde el cónsul británico en Tánger ha pagado un alto precio por la carga. (6)
 
          Tal vez para elevar la moral, el general Elliot, Gobernador de Gibraltar, comunicaba a Inglaterra: 
 
                   “Por los informes que acabo de recibir se deduce que la guarnición de Gibraltar está en perfecto estado de salud y ánimo; y, excepto de leña, no hay necesidad de ningún otro suministro.” (7)
 
          Aun así, la guarnición no podía relajarse, todavía estaba en apuros. Desde Londres el 13 de noviembre la prensa informaba:
 
                    “Por cartas de Lisboa nos enteramos que el ataque realizado hace unas fechas desde las posiciones españolas contra Gibraltar ha sido de una extraordinaria violencia y que los proyectiles cruzaron el aire sin descanso, día y noche; como consecuencia de ello, el general Elliot ordenó que se retiraran los almacenes de madera y navales cercanos a los polvorines, para evitar que un incendio alcanzase las municiones.”
 
          También se añade, que :
 
                   “... los cañones de una batería española (la batería al final de la zanja que Gutiérrez utilizó como base de partida para su golpe de mano), que se elevaba ocho pies por encima del terreno fueron desmontados por el fuego de la batería de Willis; y que el general Elliot no estaba preocupado en absoluto por el provecho que el enemigo pudiera obtener de su ataque.” (8)
 
          Como para remachar lo anterior, poco después llegaba otro mensaje de confianza:
 
                   “LONDRES, 16 de noviembre. Los últimos informes del general Elliot, gobernador de Gibraltar, son bien claros en el sentido de que la Plaza no tendrá necesidad de víveres o apoyos hasta el próximo mayo.” (9)
 
          Sin embargo, el gobierno británico supo interpretar lo que escondían esas líneas y no cayó en el engaño, reconociendo que…
 
                    “… , por supuesto, la guarnición de Gibraltar está muy preocupada por la carencia de alimentos frescos. (10)
 
          La última palabra de estas críticas semanas llegó de Londres el 18 de noviembre con esta noticia: 
 
                   “Se dice que, para aliviar la presión sobre Gibraltar, el Ministerio estaba tomando seriamente en consideración el inmediato envío de una gran flota, bajo el mando del almirante Derby.“ (11)
 
          La audaz acción del coronel Don Antonio Gutiérrez, en el intento español de hacer capitular a la guarnición británica al destruir una fuente crucial de alimentos, si bien contemplada de forma aislada podría considerarse de poca importancia en el marco general del asedio, tuvo la consecuencia de mostrar a las claras la vulnerabilidad de Gibraltar y provocó una reacción al más alto nivel gubernamental británico. 
 
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Referencias 
 
1. Hibernian Journal: or, Chronicle of Liberty, 20/11/1780 
2. Oxford Journal 4/11/1780, Manchester Mercury 7/11/1780, Northampton Mercury   
     6/11/1780, Saunders’s News-Letter 14/11/1780.
3. The Scots Magazine 1/11/1780
4. Oxford Journal 4/11/1780, Manchester Mercury 7/11/1780, Northampton Mercury 
     6/11/1780, Saunders’s News-Letter 14/11/1780
5. Stamford Mercury 16/11/1780, Ipswich Journal 18/11/1780, etc.
6. The Scots Magazine 1/11/1780
7. Newcastle Journal 18/11/1780 
8. Stamford Mercury 16/11/1780, Northampton Mercury 20/11/1780
9. Oxford Journal 18/11/1780
10. Northampton Mercury 27/11/1780 
11. Reading Mercury 20/11/1780
 
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