199 aniversario de la designación de Santa Cruz de Tenerife como Capital de las Islas Canarias (1822-1927)

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 24 de enero de 2021).
 
 
 
          El privilegio de Villa Exenta concedido por el Rey Carlos IV a Santa Cruz de Santiago de Tenerife en 1803, en reconocimiento a la victoria sobre la escuadra británica al mando del contralmirante Horacio Nelson en 1797, sería el origen de su posterior engrandecimiento, aunque ya en esta Villa tenían su residencia oficial los capitanes generales, y estaban establecidas las sedes del Juzgado de Indias, Real Audiencia, Hacienda del Reino, Junta de Fomento, Junta de Sanidad, y el servicio de Correos, además de ser el único puerto canario habilitado para el comercio libre con las Indias occidentales. 
 
          El primer triunfo de Santa Cruz en pro de sus derechos de capitalidad -derechos que a nadie arrebató, puesto que no existía capitalidad alguna hasta entonces- fue cuando la Constitución española de 1812 decretó la formación de las Juntas preparatorias electorales, y los diputados canarios se enzarzaron en discusiones sobre si la citada Junta se instalaría en La Laguna o en Las Palmas, sin percartarse que en el artículo 3º del citado Decreto se explicitaba que  el presidente de la Junta sería el capitán general de la provincia, y que su sede estaría en su lugar de residencia.
 
          Por tanto, cuando el 18 de diciembre de 1812 se aprueba en las Cortes el establecimiento de la Junta electoral en Santa Cruz de Tenerife y, el 30 de mayo de 1813, se celebran las elecciones de Diputados a Cortes y Provinciales, la Diputación Provincial se instaló en Santa Cruz de Tenerife como cabecera de todas las islas Canarias.
 
          En 1814, al quedar abolida la Constitución de Cádiz y disolverse las Diputaciones Provinciales, suprimiendo los jefes políticos (gobernadores civiles), los capitanes generales se encargarían de sus funciones, recuperando también la presidencia de la Audiencia. 
 
          Cuando en 1820 se vuelve a proclamar la Constitución, y se restablece la Diputación en Santa Cruz de Tenerife, como máximo órgano de ámbito provincial, la Corporación Municipal comisiona al procurador síndico, José Murphy y Meade, para que hiciera valer nuestro patrimonio en las Cortes de Madrid, a donde viaja con suficientes argumentos para defendernos. A pesar de no ser diputado en las Cortes, supo desenvolverse en un ambiente desconocido para él, desarrollando una laboriosa gestión personal de “diplomacia de pasillos” en busca de apoyos.
 
José Murphy. Óleo de Gumersindo Robayna y Lazo 1895 Personalizado
 
José Murphy  (Óleo de Gumersindo Robayna y Lazo, 1895)
 
         
 
          El 22 de octubre de 1821, Murphy informaba al Alcalde de su ciudad natal: “Tengo la satisfacción de comunicar a V.S. Iltma. que las Cortes Extraordinarias, en sesión del 19 del corriente, se han servido designar a esa Muy Noble, Leal e Invicta Villa, por Capital de las Islas Canarias”.
 
          El 27 de enero de 1822, Fernando VII firmaría el Real Decreto por el que se establecía la división del territorio español en 52 provincias, y se designaban sus respectivas capitales. 
 
“Canarias (Islas): Población: 215.108 almas. Diputados: tres. Capital: Santa Cruz de Tenerife”.
 
          José Murphy y Meade, que en su momento apoyó las libertades que proclamaba nuestra primera Constitución, sería uno de los 23 diputados que al reinstaurarse el absolutismo en 1823, votó a favor de la incapacidad temporal de Fernando VII, por lo que fue sancionado con la confiscación de sus bienes y la pena de muerte a garrote, la cual esquivó exiliándose primero a Londres, a través de Gibraltar, y luego a Méjico, donde se casó con una hija de Juan Creagh y nieta del ingeniero Amat de Tortosa. 
 
          En 1834, al ser amnistiado, y normalizadas las relaciones políticas España-Mejico, desempeñaría las funciones de Cónsul General de España, sin recibir emolumento alguno; por ello, cuando cesó en el cargo, su segunda esposa solicitó una pensión por carecer de medios de subsistencia, alegando que su marido no regresó a España por tener que ocuparse del Consulado Español hasta un año antes de su muerte. La pensión le sería denegada, al igual que le fue a su viuda. 
 
          Como en Tenerife se ignoraba dónde podían estar sus restos mortales, la Tertulia Amigos del 25 de Julio,  al considerar que este ilustre personaje debería descansar en paz en su ciudad natal, comenzó a investigar su paradero para llevar a cabo su repatriación. En 2006, el historiador mejicano Walter O. Arias Estrada, informaba que había fallecido en Méjico, Distrito Federal, el 4 de julio de 1841, y que su defunción se registró en la Parroquia del Sagrario Metropolitano de Guanajuato (Méjico), siendo sepultado en un Panteón del Cementerio de Santa Paula, desaparecido a finales del siglo XIX.
 
Reconocimientos a Murphy por el logro de la capitalidad única (1822-1927).
 
          En 1903, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ordenó que el  documento que Murphy había enviado con la feliz noticia se encuadernara en el Libro Verde y se custodiara en la caja fuerte del Ayuntamiento. En 1895 el arquitecto municipal y concejal del Ayuntamiento, don Manuel de Cámara y Cruz, propuso denominar con su nombre a las calles Saltillo (Castillo a Villalba Hervás) y Consistorio (Villalba Hervás a Círculo de Amistad). 
 
          Y sería en 1974, coincidiendo con el bicentenario de su nacimiento, cuando don Marcos Guimerá Peraza publica un minucioso estudio, pormenorizado y documentado de la vida de don José Murphy y, dos años más tarde, en sus libros: La capitalidad y la división en Canarias y El Pleito Insular, nos desvela su inmensa dimensión humana y política, y lo mucho que nuestra ciudad le debe.
 
          Por ello, en 1978, un grupo de ciudadanos tinerfeños rindieron homenaje de gratitud a tan esclarecido hijo, colocando una placa en la vivienda que hoy ocupa la casa en la que nació y vivió, en la calle San Francisco, esquina San Martín, la cual muestra un pequeño relieve de su busto, realizado en bronce por Francisco Borges Salas. 
 
          También, la Tertulia Amigos del 25 de Julio le propuso al Ayuntamiento capitalino la erección de un monumento, obra del escultor Roberto Barrera Martín, que fue inaugurado en la Plaza San Francisco, el 30 de septiembre de 2003. Con este monumento, nuestra ciudad saldaba una deuda histórica para con uno de sus hijos más preclaros, José Murphy y Meade, padre político de Santa Cruz de Tenerife.
 
          Ese mismo año, el Ayuntamiento aprobó conmemorar anualmente esta efeméride cada 27 de enero -fecha de la firma del Real Decreto-, para que las nuevas generaciones fueran conscientes de la relevancia de su propia historia, y también se le fue concedido el título de “Padre Político de Santa Cruz”.
 
          Santa Cruz de Tenerife mantendría la citada capitalidad hasta el 23 de septiembre de 1927, cuando el gobierno de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja decretó la división de las Islas Canarias en dos  provincias: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas.
 
 
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