Ermita de San Sebastián

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 17 de enero de 2021).
 
 
Su festividad se celebra el próximo miércoles 
 
 
 Ermita de San Sebastián Personalizado
 
Ermita de San Sebastián
 
         
          El camino de La Laguna, primera vía que comunicaba el puerto de Santa Cruz con el interior de la Isla, pasaría a llamarse camino de San Sebastián en 1588, después que los vecinos entronizaran al Santo en una pequeña ermita, levantada en un descampado de las afueras de la Villa de Santa Cruz, por lo que está considerada una de las construcciones religiosas más antiguas de la ciudad.
 
          Por tanto, en la demarcación comprendida entre los barrancos de Santos y del Hierro, conocida como Costa Sur de Santa Cruz, los habitantes que cultivaban la tierra, cuidaban rebaños de cabras y ovejas, y producían gofio en los molinos que habían construido, aprovechando los vientos reinantes, eran los que sostenían el culto de esta aislada ermita, la cual también solían  utilizar como lugar de reunión. 
 
Ermita de San Sebastián en la Costa Sur Personalizado
 
Ermita de San Sebastián en la Costa Sur
 
         
          Esta ermita era el primer edificio que los caminantes encontraban al bajar desde La Laguna, pues su puerta principal les daba la bienvenida al estar dirigida en esa dirección. La citada puerta  se abriría hacia el Naciente en 1736, cuando al ampliarla se construyó un  nuevo presbiterio, retablo y sacristía. En el citado año, el Marqués de la Concordia, utilizando fondos de Fortificaciones, empedraría el camino que conducía hasta ella y construiría la plaza. 
 
          La ermita adquiriría el aspecto que hoy presenta en 1892, al añadirle la torre con el campanario. Las obras fueron realizadas gracias a las aportaciones de los vecinos, quienes siempre le han prestado atención y la han mantenido aseada y reparada.
 
          Su arquitectura contiene las constantes tradicionales canarias; es decir, tapiales de mampuesto, cubierta de tradición mudéjar, etc. En su interior existe un óleo sobre lienzo que representa La Anunciación, obra de la segunda mitad del XVII, posiblemente donado por  algún feligrés.
 
          En 1966, el Obispo Franco Cascón la proclamaría como Parroquia del populoso barrio que conserva el nombre de Los Molinos.
 
          La primera imagen del santo, talla del siglo XVI que se veneraba en una hornacina de la pared, sería pasto de las llamas mientras la restauraban en el taller del especialista Antonio Ayala, por lo que fue sustituida por una preciosa imagen del siglo XVII, de la que desconocemos su procedencia.
 
          Como a San Sebastián se le consideraba abogado e intercesor de la enfermedad de la “peste” y el llamado “mal de puntada”, la primera rogativa pública que existe documentada en Santa Cruz fue para evitar la epidemia de peste de 1788, traída por un pasajero portugués que viajaba en un buque procedente de Cádiz.
 
          Lope Antonio de la Guerra y Peña, Regidor Perpetuo de Tenerife y Síndico Personero General de la Isla, cuenta que ”la imagen fue trasladada desde su ermita a la parroquia de la Concepción, donde, después de hacerle novenario se devolvió a su ermita. La enfermedad no se adelantó mucho, ya que el Santo concedió lo que se pedía”. Esta rogativa se volvería a repetir en 1801, con motivo de la gran epidemia de peste en la Península. 
 
          Su fiesta, que se viene celebrando desde 1882, era una de las más populares y concurridas de Santa Cruz. El 11 de enero se le subía a buscar a su ermita para trasladarlo hasta la Parroquia de la Concepción, donde se le hacía un novenario, y el día de su onomástica (20 de enero), era llevado en procesión romera a su ermita.
 
          Los asistentes a la fiesta utilizaban la campiña aledaña para saborear las viandas que habían preparado, a la vez que bailaban y cantaban. Durante el siglo XX, esta fiesta se celebraba con ventorrillos y quema de fuegos de artificio. Su procesión siempre era acompañada por disparos de artillería desde el castillo de San Cristóbal, siendo muy comentado el gasto de pólvora que se efectuaba a lo largo del trayecto.
 
          En 1966, el Obispo Franco Cascón la elevó a la categoría de Parroquia del populoso barrio de Los Molinos.
 
El martirio de San Sebastian. Oleo de El Greco. Catedral de Palencia Personalizado
 
El martirio de San Sebastián  (Óleo de El Greco. Catedral de Palencia)
 
         
          San Sebastián nació en Narbona (Francia) en el año 256 de la era cristiana. Siendo joven se mudó con su familia a Milán (Italia), ingresando en el ejército  de Roma, donde llegaría a ser comandante de la Guardia Pretoriana que servía de escolta y protección al emperador Diocleciano.
 
          Cuando tenía 32 años fue condenado a morir asaeteado por seguir la doctrina de Jesucristo. Llevado al Coliseo, le desnudaron, le ataron a un poste, y le lanzaron una lluvia de flechas, hasta que le dieron por muerto. Recogido por sus amigos, una noble cristiana romana le curó las heridas y lo mantuvo escondido en su casa hasta que se restableció.
 
          Aunque le aconsejaron que se ausentara de Roma, Sebastián se presentó ante el Emperador para reprocharle su conducta, por lo que fue azotado hasta morir, y su cuerpo tirado en un lodazal. Recogido por los cristianos, sería enterrado en una Catacumba de la Vía Apia (Roma), donde hoy se encuentra la iglesia de San Sebastián, llamada de Extramuros para distinguirla de la que está en el Palatino. En la citada Vía se encuentra la Puerta de San Sebastián, la más grande y mejor conservada del cinturón defensivo de las murallas de Roma. 
 
          En el año 826, los restos de San Sebastián serían llevados a la Iglesia de San Pedro, en el Vaticano, por temor a que los sarracenos profanasen la iglesia de extramuros, hecho que llegaría a materializarse. En una de las capillas de la citada iglesia, hoy reedificada, se encuentra una de las flechas que lo mató y parte de la columna a la que fue atado durante el suplicio.
 
         Su culto es muy antiguo, tanto en la iglesia católica como en la ortodoxa, siendo  invocado contra la peste y el mal de la puntada. En arte se le conoce como el Apolo cristiano, ya que es uno de los Santos más representados en pinturas y esculturas.
 
 
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