"Historia General de Villa de Mazo" de Cirilo Velázquez Ramos

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 1 de febrero de 2000).
 
 
  
          Belmaco, Tiguerorte, Tigalate, Montes de Luna, Tirimaga, Playa de la Cangrejera… Son núcleos que, desde muy pequeños, oíamos, una y otra vez en casa, ya que mi madre, en ocurrente cuarteta, nos recordaba, con evidente deleite y orgullo, aquello de: "Fui hecha en Barlovento // nacida en la ciudad // educada en Malpaís "// y bautizada en San Blas…"
 
          San Blas es la iglesia parroquial localizada en aquel Mazo, frutero, marinero e, incluso, ballenero, que ahora Cirilo Velázquez Ramos nos lo ha vuelto a recordar, de una forma muy especial, en un libro antológico: Historia General de Villa de Mazo, donde nos ha dado la agradable y enriquecedora sensación de estar hojeando un tomo escrito por el mismísimo Alejandro Cionarescu, que acaba de nacer para la muerte, ínclita fuente de donde, precisamente, ha bebido -¡y quién no!- este joven profesor que nos ha enseñado  en quinientas páginas de tanta prudencia como rigor científico, el valor de la investigación, profunda y fiel, binomio que podría servir de paradigma para otros municipios con ricas historias aún, desafortunadamente, por escudriñar. 
 
          En una documentada y amena prosa, Cirilo Velázquez, ya integrado en esa privilegiada lista de intelectuales canarios producto y compensación a su trayectoria investigadora, nos ofrece, en su Historia General de Villa de Mazo, un índice tan exhaustivo como convincente, una tarea tan compleja como apasionante, donde tienen cabida apartados tan interesante y sugerentes como lo son el espacio geográfico, el tiempo de los aborígenes, la vida administrativa y política, los aspectos económicos, la sociedad, la población, el urbanismo y la arquitectura. Por cierto, con el citado volumen, se ofrece una rica muestra de arquitectura doméstica de fuerte raigambre popular. Y Cirilo Velázquez, paciente y sensible, no se ha olvidado, por supuesto, de las parcelas de los transportes, comunicaciones y servicios; la asistencia y sanidad e, incluso, biografías de hijos ilustres, predilectos y adoptivos. ¿Qué falta, entonces, en este generoso tomo impreso por Litografía Romero, siempre una garantía editorial, y auspiciado por el Ayuntamiento macense bajo el manto tutelar del sempiterno Centro de la Cultura Popular Canaria?
 
          El prologuista, Luis Ortega Abraham, siempre enraizado, encariñado, con este malpaís costero, donde las euforbias y las viñas se solapan y donde se funden las casas y bodegas, se hace eco de lo que atinadamente había dicho Manuel Tuñón de Lara: “En otros tiempos se creía que las evocaciones del pasado de una ciudad o de una comarca eran cosas del erudito local, sin mayor relevancia. Grave error, que se explica porque, al ser entonces la investigación escasa se solían dar buenas las generalidades. Hoy, no; ya no se escriben síntesis históricas. Y una síntesis no es posible sin apoyarse en una previa elaboración monográfica con base documental”.
 
          Como simple espectador, nos unimos al docto criterio transcrito, porque Cirilo Velázquez -también ocasional y acertado retratista- nos ha proporcionado un excelente trabajo, donde ningún aspecto significativo de la historia de Mazo escapa a su riguroso examen, que viene a compensar, con creces, aquella ilusión durante años guardada por este joven investigador al que los macenses abrieron, de par en par, las puertas de sus casas y le hicieron depositario de su confianza y participe de sus vivencias. Por todo ello, Cirilo Velázquez Ramos, en sentida dedicatoria refleja su testimonio de cabal gratitud para todos los que le ayudaron en la selección de datos y elaboración de textos, donde el desvelo y la profesionalidad del autor se encargaron de que el trabajo recomendado resultara insuperable. 
 
          Al hojear, muy detenidamente, estas páginas, profusamente ilustradas con una documentación gráfica de enorme valor testimonial, me queda el remordimiento de no compartir este placer visual y literario con mi madre, ya desaparecida, que de niños nos recitaba, con evidente orgullo y deleite, aquello de: "Fui hecha en Barlovento // nacida en la ciudad // educada en Malpaís // y bautizada en San Blas." 
 
- - - - - - - - - - - - - - - - -