Las trebinas de Milagros García Talavera

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 27 de noviembre de 1993).
 
 
          En un rincón privilegiado de nuestra casa no se han marchitado esas enredaderas que yacen plácidamente sobre artesanales muros de piedra al borde de caminos de mazapé. Ni se marchitarán jamás porque, entre otras cosas, han sido trazados por Milagros García Talavera, ecologista, romántica pero realista: siempre atenta al descubrimiento, a la trocha recóndita, al sendero escondido, al ángulo inédito. 
 
          Milagros ha vuelto a colgar sus cuadros y, de nuevo, hemos comprobado que sigue huyendo del bullicio, que parece aterrarle el asfalto, que sigue refugiándose en todos aquellos lugares que, desgraciadamente, van desapareciendo, poco a poco, de nuestros campos y de nuestras campiñas.
 
          A ella le sigue encantando estudiar el plano y el entorno; le otorga vida al paisaje. Se detiene, con un estilo muy especial, en aquellas trebinas, que suelen festonear nuestros caminos con las paletadas de verdes y amarillos. Y se embelesa en aquella casa con morera donde ésta acaricia la teja rojiza de una casa aledaña.
 
          Nos sigue gustando esta pintura, la pintura figurativa de Milagros García Talavera, que sigue enamorada de los maizales y de las papas de Guamasa; que se traslada a Vallehermoso para inmortalizar su increíble cordillera; que se detiene en los patios de Hermigua, donde su espíritu detallista y observador no deja pasar la presencia del inevitable geranio. 
 
          Milagros sigue eliminando lo negativo de las cosas, mientras sigue ofreciéndonos senderos limpios como patenas, donde, de vez en cuenta, surge la esbelta palmera para mostrarnos la erguidez del trazo y la presencia de un símbolo canario.
 
Inspiración
 
          Intuimos que cuando esta inspiración se adueña de ella, le resultará aflictivo desprenderse de sus cuadros. 
 
          Por eso, en más de una ocasión, ha manifestado que estas exposiciones, sus muestras, le resultan como un parto doloroso, que se olvida, al instante, con la nueva vida de las ideas, con el alumbramiento de otras rutas y sitios peculiares, que da rienda suelta a su condición autodidacta, cuya terapia es la pintura, su pintura, que le entretiene, que le transporta, que le hace seguir viendo con benevolencia.
 
          Milagros, amante de los amigos, fiel cultivadora de la amistad, siempre ha sido generosa, igual que sus lienzos que rezuman un exquisito carácter rural, bucólico, pastoril, que ella se encarga de perpetuar, con inmarchitable fidelidad, en sus cuadros, que llevan un sello muy personal e indeleble. 
 
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