A consulta el futuro de la Torre de San Andrés

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en La Opinión el 11 de noviembre de 2018).
 
     
 
          Las piedras centenarias de la Torre de San Andrés están pidiendo a gritos la reconstrucción de sus paredes derruidas; por ello, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife está llevando a cabo una consulta ciudadana en el Barrio de San Andrés con el fin de saber la opinión de sus habitantes para decidir si se reconstruye o se rehabilita la estructura actual de la Torre. 
 
03.- Estado actual de la Torre de San Andrés Custom
 
Estado actal de la Torre de San Andrés
 
         
          En la encuesta,  independientemente de esta actuación genérica, también preguntan si consideran que sea un monumento exclusivamente de vista externa o un parque ajardinado transitable por visitantes, que se dedique a oficina de Información Turística, Centro de visitantes conmemorativo de la historia de la Torre, dependencia municipal para algún servicio administrativo, espacio para uso cultural, etc.
 
          Desde hace varias décadas, la Tertulia Amigos del 25 de Julio lleva intentado mover voluntades en pro de su restauración, pero siempre se encontró con la opinión de distintos técnicos que consideraban que debía quedarse como está, sin comprender que su estado actual se debe a una avenida del barranco y por lo tanto no conmemora ningún hecho de relevancia histórica. Para no incurrir en un falseamiento histórico, la Tertulia es partidaria de la reconstrucción de las paredes derruidas, con la salvedad de que se distinga lo original de lo restaurado.
 
          La Torre, declarada Patrimonio Histórico Español (1949) y Bien de Interés Cultural (1999) fue una  de las defensas costeras de Santa Cruz que tuvo especial relevancia en el frustrado ataque del contralmirante Nelson en 1797. Para nuestra vergüenza sigue formando parte de la Lista Roja del Patrimonio, a nivel Mundial.
 
Historia de la Torre de San Andrés
 
          Alonso Fernández de Lugo le regaló el Valle de Abicor, también conocido como Ibaute, al capitán de marina Lope de Salazar, por haberle ayudado en la conquista de Tenerife y porque con anterioridad había traído a la Isla a Diego García de Herrera, marido de Inés de Peraza -señora de las Islas- para establecer con el mencey de Anaga las paces del Bufadero, el 21 de julio de 1464.
 
          Lope de Salazar cambió el nombre guanche de Abicor e Ibaute por el de Valle Salazar, construyó allí su casa y la primera ermita con las imágenes de San Andrés y Santa Lucía.
 
          En el año 1656 ya existía un reducto para defender aquella zona, con dos piezas de corto calibre, y una Compañía de Milicias Canarias, formada por unos 40 vecinos del valle, de entre 16 y 60 años, quienes se reunían los domingos para adiestrarse en el manejo de las armas.
 
          Como la construcción de una fortaleza en este lugar tenía vital importancia, porque a la vez que defendía la playa de San Andrés, en la que se refugiaban los barcos que huían de los piratas, alejaba a los buques enemigos hasta hacerles perder su barlovento, tan necesario para poder acercarse y batir los castillos de Paso Alto y San Miguel, en 1693, Cristóbal de Salazar, Conde de Salazar, pidió al rey Carlos II edificar una Torre en aquel lugar. Tras consultar al Cabildo de Tenerife y al capitán general Agustín de Robles, se accedió a su construcción en 1706. 
 
          El ingeniero de S. M. Miguel Tiburcio Rossell de Lugo, aprovechando una pequeña ensenada que formaban los barrancos del Cercado y las Huertas, levantó la Torre de figura circular a barbeta, utilizando sillares de piedra diorita verde, extraída de una cantera cercana. Tenía un diámetro de 16 metros y una altura de 5 metros y la entrada se efectuaba por un puente levadizo de madera, por lo que había que subir tres escalones de piedra viva. Las aguas de lluvia eran vertidas a un aljibe, capaz de reunir 18 pipas.
 
          En su explanada de adoquines cabían cinco piezas de artillería. El cuerpo de guardia se encontraba al sur de la Torre, a unos 11 metros de distancia. Poseía un almacén abovedado a prueba de bombas para 100 quintales de pólvora, y otras dos bóvedas para la tropa, con capacidad para 50 hombres. Contaba con una campana de metal, fundida en 1787, con cepo de madera y abrazaderas de hierro, con la que se daba la señal de "a rebato" a los vecinos.
 
          La Torre sufrió destrozos ocasionados por la crecida de los citados barrancos en 1740 y, aunque los daños producidos fueron reparados un año más tarde, en 1769 tuvo que ser reconstruida por el ingeniero Alfonso Sánchez Ochando, dándole las dimensiones definitivas, 17,6 metros de diámetro y una altura de 8,4 metros. 
 
           Su primer castellano -que lo sería vitalicio-, Salvador Agustín de Vera, fue nombrado en agosto de 1741 y su guarnición estaba formada por 1 subteniente, 1 sargento, 2 cabos, 1 tambor y 20 artilleros; los cuales se reunían los domingos por la tarde para adiestrarse en el manejo de las armas.
 
          La acción más notable en la que participó la Torre de San Andrés, al mando de la cual se encontraba el capitán Bartolomé Miranda, fue la victoria sobre la escuadra británica al mando del contralmirante Horacio Nelson. Aunque la pequeña guarnición de la Torre estuvo en permanente alerta durante el ataque, pues la tarde del 24 de julio dos cañonazos suyos hicieron alejarse a un navío que se acercó demasiado a tierra, la acción más importante en la que participó transcurrió entre las 6 y las 8 de la mañana del 25 de julio de 1797, cuando ya se había firmado la capitulación, hecho que se desconocía en San Andrés.
 
          El buque insignia Theseus -en el que se encontraba malherido Nelson-, la fragata Emerald, y la bombarda Rayo, al ser empujados por la corriente quedaron bajo el fuego de los cañones de la Torre. Entonces, el teniente de artillería José Feo de Armas y Bethencourt, desconocedor de la rendición de los ingleses, dirigió el fuego contra los invasores, destrozándole una vela y un cable al Theseus y ocasionándole importantes desperfectos a la bombarda Rayo, que casi la hicieron zozobrar cuando se acercó a la costa para lanzar varias bombas sin éxito. Aunque los ingleses respondieron con algunas andanadas, pronto se alejaron lo máximo posible de la costa de San Andrés. Cuando el ruido de los cañones llegó a oídos del general Gutiérrez, envió al teniente Sierra y a Gaspar Fuente para que cesara la contienda.
 
          En la batalla murió un artillero miliciano, el carpintero Vicente Talavera, al reventar un cañón como resultado de los numerosos disparos realizados, aunque se le estuvo refrigerando constantemente con cubos de agua. Los vecinos del lugar denominarían a este cañón “El Asesino”.
 
          Es de resaltar el estado deplorable en que se encontraba la fortaleza en la citada fecha, pues de los cuatro cañones que poseía, dos de ellos (de a 24) eran inútiles por habérseles roto el eje de las cureñas, y los otros dos (de a 16) uno tenía rendido su  eje y sólo el otro era útil. 
 
02.- San Andres en 1894 Custom
 
San Andrés en 1894
 
          Los desbordamientos de los barrancos del Cercado y las Huertas, producidos el 30 de octubre de 1893 y el 6 de marzo de 1894, ocasionarían  un grave derrumbamiento de la fortaleza. Al desbordarse de nuevo los barrancos, el 6 de marzo siguiente, se vendría abajo otro trozo de la torre.
 
01.- Torre de San Andrés en 1894 Custom
 
La Torre de San Andrés en 1894
 
         
          Por ello, por R.O. de 14 de junio de 1894 sería declarada en ruinas, procediéndose a su posterior venta en pública subasta por 1.083,23 pesetas, según la valoración efectuada por el maestro de obras Domingo Pisaca. Venta que no se llevaría a efecto. Otro aluvión, el 28 de octubre de 1898, terminó de derrumbarla, tal y como está en la actualidad. 
 
          Finalmente, el 2 de enero de 1924, otra R.O. la declaraba inadecuada para las necesidades del Ejército y dos años después, el 15 de enero de 1926, se entregaba al Ayuntamiento. 
 
          Como dato curioso, antes y después de esta entrega se sucedieron algunos intentos para darle algún uso, tales como la petición que presentó el comandante de Caballería Bendala, en 1925, solicitando “su usufructo”, petición que por supuesto fue desestimada; así como el expediente abierto en 1936 para convertirla en orfanato para hijos de los pescadores, expediente que se cerró en pocos meses.
 
          Sin embargo, entre los años 1950 y 1970 se utilizó como calabozo del Ayuntamiento y, años más tarde, como almacén municipal de diversos objetos y utensilios que se utilizaban en el mantenimiento urbano de San Andrés.
 
 
 - - - - - - - - - - - - - - - - - - -