Discurso del alcalde en la entrega del título de Cronista Oficial a José Manuel Ledesma

 
Por José Manuel Bermúdez Esparza  (Discurso pronunciado en el acto de entrega del título de Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife a José Manuel Ledesma Alonso, el 30 de marzo de 2017).
 
 
          Buenas noches.
 
         El diccionario de la Real Academia Española define al cronista, en su primera acepción, como el autor de crónicas, y en su segunda, como el historiador oficial de una institución.
 
         Esta ciudad ha tenido la fortuna de contar siempre con cronistas que han reunido ambas cualidades. Que no solo se han afanado en escudriñar nuestras pequeñas y grandes historias, sino que también han sabido difundirlas con acierto. Es decir, han puesto al servicio de la sociedad todas aquellas lecciones que el pasado nos ofrece, en un ejercicio imprescindible para el mantenimiento de los lazos que nos identifican como comunidad.
 
        La historia de un pueblo no tiene sentido sin un relato. Es más, es precisamente el relato el que marca la historia de los pueblos y el que nos sitúa en el contexto adecuado. Por eso, el trabajo de divulgación es tan importante como el de documentación e investigación. 
 
        Los documentos y legajos que se acumulan inevitablemente en los archivos municipales tendrán, desde esa perspectiva, tanto más valor cuanto más se conozcan. Cuanto más se compartan.  Si todos nos sentimos concernidos por esa tarea, habremos dado el paso más importante: hacer de nuestra historia un factor decisivo de convivencia, además de transformarla en la correa de transmisión perfecta para canalizar nuestros deseos presentes y futuros.
 
          Tengo que decir que la nómina de cronistas oficiales de Santa Cruz ha cumplido siempre de manera extraordinaria las funciones a las que me vengo refiriendo. Supieron siempre sacar el máximo provecho a la historia de la ciudad –la mayúscula y la minúscula– para brindarnos a todos una estampa completa y certera de nosotros mismos. Hablo de personas brillantes y de personalidades singularmente atractivas. Alejandro Cioranescu, que fue el primero, Gilberto Alemán y Luis Cola Benítez prestigiaron la función histórica y la labor divulgativa del cronista oficial, aprovechando todos los canales de comunicación que tenían al alcance en sus respectivas etapas.
 
          Santa Cruz estará siempre en deuda con ellos y a ellos debemos un reconocimiento permanente y sincero. Su dedicación, profesionalidad, rigor y competencia seguirán siendo recordados, no ya como finos investigadores históricos, sino también como protagonistas de esa misma historia que tanto contribuyeron a difundir.
 
         Y hoy, en esta solemne sesión de honores, en la que hacemos efectivo el acuerdo de nombramiento del nuevo cronista oficial de la ciudad, José Manuel Ledesma toma el testigo de aquellos prohombres. Estoy absolutamente convencido de que no sólo estará a la altura de sus predecesores sino que su contribución será decisiva para consolidar y ampliar el trabajo iniciado ya hace tantos años.
 
          De hecho, lo está haciendo ya, aprovechando las nuevas herramientas tecnológicas que han venido a facilitar la parte divulgativa de su función, con la habilitación de un sitio específico en la web municipal. Tarea a la que se suma su colaboración periódica con los medios de comunicación social, como también hicieran tantos años el propio Gilberto Alemán o Luis Cola. 
 
          Tengo que decir que el relevo del cronista oficial, más allá de la sentida y lamentada pérdida de nuestro querido Luis Cola –a quien vuelvo a agradecer su trabajo–, ha sido el resultado de un proceso lógico. No podía haber mejor sustituto que José Manuel Ledesma. Desde la Tertulia Amigos del 25 de Julio, una asociación a la que Santa Cruz debe muchas y buenas cosas, ambos fueron tejiendo un relato construido en el rigor histórico, pero sobre todo en el amor incondicional por esta ciudad y sus gentes. Precisamente, la Tertulia fue uno de los diversos colectivos y entidades que realizaron la petición de nombramiento de Ledesma, decisión respaldada por el Pleno de esta Corporación el pasado mes de octubre.
 
          Conozco a José Manuel Ledesma desde hace mucho tiempo. Tanto que tuve el privilegio de ser su alumno. Comprenderán entonces que me sienta autorizado para valorar las cualidades y capacidades del nuevo cronista oficial de Santa Cruz y para felicitar a toda la ciudad por tener a su servicio a una persona como él: trabajadora y humilde; competente y constante; amable y atento.
 
          Además, su condición de profesor añade un plus al desempeño de sus nuevas funciones, en tanto buena parte del éxito de su labor –como he dicho antes– radica en la habilidad pedagógica; en la manera de trasladar el conocimiento y la verdad histórica al conjunto de la sociedad. No me cabe ninguna duda de que lo conseguirá.
 
          José Manuel Ledesma viene hoy a ingresar en la nómina de ilustres cronistas oficiales, personas unidas por su pasión por la historia, sí, pero sobre todo y especialmente por su devoción por esta ciudad. Una devoción que se manifiesta, más allá de la producción intelectual, en el contacto diario con la gente en nuestros barrios, plazas y calles.
 
          Precisamente, la combinación de la obra histórica con el pulso de la sociedad es la que hace más fuerte, más perdurable, más rigurosa la labor del cronista oficial. Porque no hay una historia de dos ciudades. No hay una historia de la ciudad de los legajos y archivos amarillados por el tiempo, por un lado, y una historia de la gente de la calle por otra. Ambas son la misma y ambas tienen la misma importancia y trascendencia.
 
          José Manuel Ledesma lo sabe perfectamente y nosotros sabemos que lo sabe. 
 
          Y esa es su grandeza. Y esa es nuestra fortuna.
 
          Muchas gracias y felicidades 
 
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