Una identidad esquiva a la Historia. Taganana y su alcalde frente a Nelson en 1797

 
Por Daniel García Pulido y Amós Farrujia Coello  (Publicado en El Día / La Prensa el 16 de julio de 2016). Este artículo fue galardonado con el Premio General Gutiérrez de Periodismo en su XVII edición (2016)
 
 
 
"A los héroes solo los premia el recuerdo de los demás"[Javier Cercas. Soldados de Salamina]
 
 
 
Introducción
 
          La literatura histórica emanada del episodio de la Gesta del 25 de Julio de 1797 continúa engrosando páginas y páginas de obras y artículos especializados, desgranando mil y un aspectos que corroboran la fascinación que suscita en la sociedad el recuerdo de los pormenores de este acontecimiento. La riqueza de los elementos actuantes (el escenario, los protagonistas, la propia acción bélica), reforzada hasta límites insondables por condicionantes subjetivos como el patriotismo, la victoria del débil frente al poderoso o la necesidad de reafirmar los éxitos de nuestros antepasados, constituyen argumentos que tienen y tendrán siempre eco en el interés público general. 
 
          No obstante, en este sentido hay quienes consideran que nos encontramos frente a un tema “trillado”, absolutamente exprimido, aduciendo incluso un cansancio ante la aparición repetitiva de referencias sobre este evento del pasado, y para manifestar una vez más lo erróneo de ese razonamiento queremos traer a escena aquí un nuevo foco de atención, absolutamente inédito hasta la fecha, y que patentiza el hecho de la necesidad de una revisión, de una relectura y constante investigación tanto de este como de otros muchos momentos de nuestro pasado. Ojalá este artículo sirva para renovar ese estímulo por continuar estudiando y conociendo la Gesta desde sus múltiples facetas, muchas de ellas inexploradas en la actualidad, y refuerce esa sensación de que estamos ante un hecho histórico que involucró a la isla de Tenerife por entero, participando en una u otra forma todos sus habitantes en el mismo. 
 
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Camino de Taganana, salida del pueblo, reza la postal
 
          Hoy nos vamos a centrar en la anónima figura del “alcalde de Taganana”, personaje hasta la fecha sin identidad, quien a la cabeza de un grupo de paisanos de dicho pueblo tuvo certificada presencia en la defensa de Santa Cruz de Tenerife en aquellos últimos días del mes de julio de 1797 y al que no se le ha prestado la suficiente atención en las investigaciones sobre este evento. La Tertulia de Amigos del 25 de Julio y la Asociación Histórico-Cultural Gesta del 25 de Julio consideramos que la Historia, en mayúsculas, tenía una deuda de gratitud tanto con este alcalde -y, a través suyo, con su bellísimo pueblo-, y estas líneas pretenden ser el preludio de ese agradecimiento, que tendrá su reflejo palpable en la inauguración de  una placa conmemorativa en la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves el próximo 21 de julio.
 
El paisanaje de Tenerife en la defensa frente a Nelson
 
          Hacia finales del siglo XVIII la defensa de la isla de Tenerife se componía de un pequeño núcleo de tropas regulares, las compañías de infantería que posteriormente formarían el Batallón de Infantería de Canarias con 600 hombres aproximadamente, y los cinco regimientos de milicias provinciales, con unos efectivos teóricos situados en torno a los 4.000 hombres. Aparte existían las compañías fijas de artillería y las de milicias. En la década de 1790 España mantuvo diversos conflictos bélicos, primero contra la Francia republicana en los años de 1793-1795, y posteriormente con Gran Bretaña entre 1796-1802. Canarias se vio inmersa en ambas guerras de forma muy activa, no sólo se tomaron una serie de medidas defensivas para hacer frente a cualquier ataque, sino que se envió un cuerpo de tropas compuestas por el Batallón de Canarias y un número significativo de milicianos con destino al Ejército del Rosellón para combatir a los franceses. Años más tarde la misma isla de Tenerife sufriría en sus propias carnes el ataque del contralmirante británico Horacio Nelson. Estos años de guerra casi continuos para España preocuparon al comandante general Antonio Gutiérrez. Sabía que el Batallón era muy escaso en número para defender Tenerife, y las milicias se hallaban en un estado lamentable, con la instrucción suspendida, sin uniformes y con pocas armas de fuego. Por si fuera poco la emigración afectó a los varones más jóvenes e ideales para cubrir los puestos en las milicias con lo que el número de milicianos descendió significativamente en algunos de los regimientos de la isla. Es por ello que Antonio Gutiérrez ordenó el reclutamiento del paisanaje.
 
          Los paisanos eran aquellos considerados como no militares, un conjunto de individuos reunidos “en arrebato” y a toda prisa para acudir a defender la isla frente a una amenaza, y una vez remitida esta, regresaban a sus quehaceres diarios. La principal diferencia entre paisanos y milicianos no es que los segundos tuvieran uniforme, instrucción o armas pues esto no siempre se dio, sino que los milicianos estaban sujetos a una reglamentación, el Reglamento de Milicias Canarias de 1771 del inspector de milicias y segundo comandante general Nicolás Macía Dávalos, y disfrutaban además de fuero militar (una serie de privilegios como la posibilidad de que, en caso de pleito, actuaría por la justicia militar y no la civil, entre otras cuestiones) y el paisanaje no disponía de ninguno de estos dos elementos. En el siglo XVIII en Canarias solo podemos hablar por el momento de movilización del paisanaje para la defensa en la isla de Tenerife y en una fecha tan tardía como 1793. En ese año contamos con una lista de diversas localidades de la isla de Tenerife donde se señaló el número de paisanaje alistado. Los más numerosos eran La Orotava con 1.272 paisanos, Santa Cruz con 678, seguidos por Icod con 403, La Laguna con 308 y Candelaria con 226. El paisanaje de Taganana tan destacado en los días de la Gesta de julio de 1797 aparece en la lista con 85 paisanos. El número total de individuos alistados era de 6.642 hombres con edades comprendidas entre los 15 y los 56 años en Tenerife (Nota 1). Por desgracia de los pormenores de la lista solo han quedado los datos de seis pueblos, y ninguno sobre Taganana. Sin embargo el comandante general no debió quedar muy satisfecho con el resultado del alistamiento del paisanaje pues dos años después, en 1795, encargaba nuevo alistamiento. De nuevo el motivo se hallaba en el temor a una invasión de la isla de Tenerife. Por todo ello es preciso señalar que el comandante general de Canarias Antonio Gutiérrez de Otero fue bastante previsor en esta cuestión años antes de que se produjese el ataque británico de Horacio Nelson. Fue entre 1793 y 1795 cuando se diseñaron nuevos planes de defensa, se formó el Batallón de Infantería de Canarias, se reforzaron guarniciones y se formó el paisanaje. En el momento del ataque británico a la plaza de Santa Cruz el comandante general no se vio sorprendido, sino todo lo contrario, activó el protocolo de defensa diseñado años antes.
 
          El 20 de marzo de 1795 Gutiérrez, por las “críticas circunstancias del momento”, confirió comisión al VI marqués de Villanueva del Prado para alistar a todo el paisanaje de la isla de Tenerife ordenando que todos los alcaldes colaboraran con el marqués en dicha tarea (2). Los veinticuatro alcaldes colaboraron con el alistamiento que se amplió abarcando a los varones con edades comprendidas entre los 15 y 60 años. La lista específica del alistamiento alcanza diecisiete pueblos por lo que hay algunos que hasta la fecha no han aparecido o se perdieron definitivamente incluyendo la de Taganana. Podríamos suponer que si en este pueblo había 85 paisanos alistados en 1793 con edades entre los 15 y 56 años en 1795 habría algunos más al incrementarse el reclutamiento hasta los 60 años.
 
          En definitiva, el paisanaje era una fuerza reunida a toda prisa, sin instrucción militar y con escasas armas de fuego pero luchaba con el convencimiento de que defendía su tierra y además su número era muy elevado, superior incluso al de los milicianos. Sin embargo, en la defensa de Santa Cruz frente a la escuadra del contralmirante Nelson, parece que muy pocos paisanos llegaron a tiempo o siquiera acudieron a la llamada, sólo unos 400 individuos (3), aproximadamente un 6% de todo el paisanaje de Tenerife suponiendo que la lista de paisanaje de 1795 alcanzara los 7.000 sujetos. Muchos de estos hombres fueron enviados a otras zonas de la isla a prevenir un posible desembarco enemigo, otros simplemente huyeron, pero aún así sumando todos estos elementos el número de paisanos movilizados para defender Santa Cruz se nos antoja escaso. A falta de más datos se podría decir que la movilización del paisanaje para la defensa de Santa Cruz de Tenerife entre los días 22 y 25 de julio de 1797 casi fue un fracaso, situación comprensible ya que, como hemos dicho anteriormente, no eran soldados profesionales ni milicianos, sino individuos llamados a toda prisa para defender la isla. Por todo ello destacó más si cabe la actuación del alcalde de Taganana a la cabeza de sus paisanos.
 
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Se trata de Taganana, aunque, por error de impresión de la época, en la postal se lea otra localidad
 
 
El alcalde de Taganana en las fuentes documentales
 
          Es ahora, justo en el momento en que entramos en detalle para repasar aquellos testimonios históricos que nos hablen de la participación del «alcalde de Taganana» y de su gente en la defensa de Santa Cruz de Tenerife frente a Nelson, cuando advertimos la primera circunstancia curiosa respecto a este personaje inmerso en el subconsciente tradicional de la propia Gesta: tan solo aparece citado en una única fuente, en la Relación circunstanciada escrita por José de Monteverde y Molina. En ella este testigo presencial afirma refiriéndose al 22 de julio: 
 
                    "A Creagh se le fueron incorporando cerca de 500 hombres de las milicias de La Laguna [..], a quienes seguía el paisanaje de los contornos capitaneados por el alcalde de Taganana" (4)
 
         En ninguna de las otras fuentes documentales contemporáneas a los hechos se cita al mandatario de aquella localidad, si bien vuelve a aparecer con fuerza su figura en un retazo apócrifo de tradición oral, recogido por Francisco Martínez Viera a mediados del siglo XX, si bien identificando al alcalde de Taganana en una hipotética situación y de una forma bastante arbitraria:
 
                "A esta columna a su paso por La Laguna se le incorporaron numerosos milicianos, y al descender de la cumbre se les unieron también, todos los hombres útiles de los valles y caseríos más próximos, armados y capitaneados por el alcalde de Taganana... Seguramente que uno de estos campesinos fue el que, según refiere don Elías Zerolo, al recoger en la calle de Las Tiendas a un marino inglés malherido, le dijo entre irónico y cortés: «¿Y por qué no se quedó su merced allá en su tierra?» (5)
 
        La versión original citada por Martínez Viera hace alusión al artículo "Granos de arena", publicado por dicho Elías Zerolo en estos términos, que parecen llamar a ese ideal del campesino canario propio de la época regionalista:
 
                "Recuérdese la candidez encantadora, la bondad y hasta el poquito de filosofía con que exclamó un campesino, soldado improvisado, a la vista de un invasor malherido: ¡Cuitado (6), ¿por qué no se quedó su merced allá en su tierra?" (7).
 
        Con estas escasas referencias, y mal que nos pese, su presencia en la madrugada del 25 de julio en Santa Cruz de Tenerife es difícil de corroborarse si nos atenemos además a una anécdota recogida por el alcalde Domingo Vicente Marrero, tras haberse recibido noticia del acercamiento del HMS Leander a las costas de Taganana en el día 23: 
 
                "En este día se cundió la voz en La Laguna de que por Taganana estaba un navío haciendo nuevo desembarco por aquellas playas con lo que crecieron de nuevo nuestros no mal fundados cuidados por que fue destacado con 100 hombres el capitán de granaderos provinciales D. Alonso de Fonseca, para que impidiese el internarse el enemigo hacia aquella ciudad, pero cuando llegó ya el navío se había retirado y siendo aquella jornada tan penosa por lo agrio y largo de sus caminos no pudo hallarse en esta plaza este oficial en los días de nuestro mayor conflicto" (8).
 
          Si dicho capitán Alonso de Fonseca acudió a dicha alarma y no pudo retornar a tiempo para estar en el puerto santacrucero, dudamos que el alcalde de Taganana -que debía de acudir obligatoriamente a la salvaguarda de su territorio- sí lo hubiese efectuado, aunque siempre hemos de dejar espacio para ese rápido desplazamiento. 
 
Causas por las que acude a la defensa de las cumbres
 
         A pesar de todo, su actuación en la retaguardia y frente defensivo establecido en las cumbres de Valleseco y Bufadero no da espacio a la duda (9), y solo nos faltaba comprender o discernir el interrogante que había llevado a dicho alcalde a aquella jurisdicción, aparentemente tan lejana de su localidad. ¿Por qué el mandatario de Taganana se acercó a la primera línea de defensa de las cumbres interiores del macizo de Anaga? La respuesta viene a través de la división jurisdiccional de los propios montes de Anaga, al recaer dicho pago de Catalanes y de las conocidas entonces como “cumbres de Taganana” bajo su potestad, tal y como se recoge en el censo de Taganana custodiado en la RSEAPT (10). Siendo el alcalde de Taganana el máximo exponente jurisdiccional a nivel local dentro de esta jurisdicción, su presencia no solo es justificada sino perentoria.
 
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Identificación del alcalde
 
          Sobra indicar que la tarea de obtener la identidad certificada del alcalde de Taganana para 1797 no ha sido fácil y la mayor prueba de esta afirmación descansa en que su biografía haya permanecido oculta casi 220 años. En primer lugar acudimos a los archivos municipales tanto de Santa Cruz de Tenerife como de La Laguna en ansiada búsqueda de la documentación administrativa emanada por aquella localidad anaguense a lo largo del siglo XVIII, algo que se nos antojaba -como se demostró posteriormente- absolutamente quimérico aunque de obligado cumplimiento. Tan solo pudimos hallar retazos de información fragmentarios, especialmente en el archivo perteneciente al antiguo Cabildo de la isla -hoy depositado en el municipal lagunero-, con puntuales referencias a temas concretos, especialmente sobre la temática de las atalayas, tema este que era de primordial atención para la defensa de la isla. Incluso las actas capitulares de la institución del máximo gobierno insular, que solían reflejar a comienzos de cada año o finales del anterior los nombres de los alcaldes reales designados para cada localidad de Tenerife, no arrojaron resultado válido alguno (11)
 
          A pesar de todos los obstáculos, en nuestro recorrido y proceso de búsqueda sí pudimos consignar la identidad de diferentes personas que sostuvieron la vara de mando en Taganana en la década de los 90 del siglo XVIII (12), siendo especialmente primordial cuando centramos nuestras esperanzas de certidumbre en los registros parroquiales depositados en el Archivo Histórico Diocesano de Tenerife. Así nuestras pesquisas empezaron a dar frutos: para el año 1795 encontramos como testigo del bautismo de Bartolomé Santiago Ravelo López, en 26 de julio de dicho año, al "alcalde D. Juan Francisco Marrero", natural de Taganana (13); y para el año 1796, el 27 de marzo exactamente, tuvimos la suerte de hallar el acta de bautismo de Antonia Mariana Rivero Martínez, en la que figura que era "hija legítima de Dn. José Lorenzo Rivero, alcalde real de este pueblo, y de doña Bárbara Martínez" (14). Nos faltaba encontrar un testimonio que refrendase la identidad de ese mandatario para 1797 y dicha prueba plena, definitiva, nos llegó a través del libro V de Entierros:
 
                     "En quatro dias del mes de avril de Settecientos noventa y siete años se ente- / rro en esta yglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves de Taganana a Antonia Abad, / de edad once años, hija legitima de don Andres Perdomo, alcalde real de este referido / lugar, y doña Francisca Melian; haviendo muerto el dia tres del dicho. Resibio el sacramento / de la estrema uncion por estar privada y son todos vecinos de este referido lugar y lo firmo. /  Jose de la Concepcion Quintero y Estebes [firmado rubricado] "(15).
 
          El entonces alcalde Andrés Perdomo Álvarez, nacido hacia 1742, era uno de los hijos del matrimonio conformado por Francisco Javier Perdomo y Josefa Álvarez, "vecinos y naturales de Taganana", y había contraído esponsales el 27 de febrero de 1786 con Francisca Melián, hija del alférez Francisco Melián, y de Ana de Vera (16). En el censo de 1776 figura dicha familia viviendo en el pago de Vegueta, en dicha jurisdicción de Taganana, concretamente en la vivienda nº 76 (17), donde la titular es la citada Josefa Álvarez, su madre, ya viuda con 70 años, junto a sus tres hijos Francisco, Esteban y Andrés (18)
 
Conclusión
 
          Es muy posible que, como dijera André Maurois, “en muchos casos encontramos móviles nobles y heroicos para actos que hemos cometido sin saber o sin querer” y que nuestro alcalde de Taganana, D. Andrés Perdomo Álvarez, sencillamente ejerciese su papel con toda la humildad y eficacia que supiera, quedando bajo nuestra mirada, desde la óptica de unos tiempos en que se ha perdido el sentido de los valores, como un ejemplo de una magnificencia, de una entrega, de un patriotismo sano que hoy no podemos sino admirar. Bajo estas premisas señaladas, y con toda la humildad y honradez posibles, sirvan estas líneas de homenaje a su memoria y a la de su entrañable localidad natal. 
 
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NOTAS
 
1.- Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (AHPSCT), Fondo Zárate-Cólogan, sin foliar.
2.- Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT), fondo Rodríguez Moure, signatura 117, f.12rº-14vº. En este padrón en concreto la firma del alcalde de Taganana es una cruz, como hacían todos aquellos individuos que no sabían escribir.
3.- CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos. Cronología de los prolegómenos en la Gesta del 25 de julio de 1797. Ediciones idea, Tenerife, 2004, p. 302.
4.- ONTORIA OQUILLAS, P. / COLA BENÍTEZ, L. / GARCÍA PULIDO, D.: Fuentes documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento. Relación de Monteverde, p. 181.
5.- MARTÍNEZ VIERA, Francisco: «El 25 de julio y la Avenida de Anaga». La Tarde. Santa Cruz de Tenerife, 24 de julio de 1954. p. 3. Artículo incluido en MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la capital de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1968. pp. 24-25.
6.- No deja de resultar curiosa la utilización por Elías Zerolo de la expresión «cuitado», palabra muy del uso en el siglo XIX como puede atestiguarse, por ejemplo, en la obra Mi álbum, de José de Olivera, o en los versos de Graciliano Afonso en su poema «El canario», dentro de la obra El beso de Abibina.
7.- Número especial de Diario de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 25 de julio de 1897, p. 28.
8.- ONTORIA OQUILLAS, P. / COLA BENÍTEZ, L. / GARCÍA PULIDO, D.: Op. cit. Relación de Marrero. pp. 147-148.
9.- En la relación de Juan Aguilar o en la anónima B, de hecho, se nombra a estas cumbres de Valleseco y del valle del Bufadero como «cumbres de Taganana», dando certeza a esa adscripción comarcal. ONTORIA OQUILLAS, P. / COLA BENÍTEZ, L. / GARCÍA PULIDO, D.: Op. cit. Relación de Aguilar, p. 59; y Anónima B, p. 258. El topónimo actual de toda aquella región, Pico del Inglés, responde de hecho a aquel movimiento de tropas isleño frente a la amenaza «del inglés».
10.- RSEAPT. Archivo. Signatura RS 23. Accesible on-line a través de la web de la institución: http://www.rseapt.es/es/tomo-3.
11.- Agradecemos a nuestra amiga la Dra. Ana Pérez Álvarez la paciente consulta de dichas actas entre el 1 de enero de 1796 y agosto de 1797.
12.- MARTÍN HERNÁNDEZ, Ulises [coord.]: Historia general de la comarca de Anaga. Santa Cruz de Tenerife: Edic. Idea, 2006. En esta obra figura un listado de alcaldes para Taganana, con dos nombres para este decenio: José Francisco Hernández Cuervo, que figura como alcalde en 1792, y José Lorenzo Rivero, para 1796 -pp. 188 y 193-.
13.- Archivo Histórico Diocesano de Tenerife (en adelante, AHDTF). Libro VI de bautismos de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, f. 116rº.
14.- AHDTF. Libro VI de bautismos VI de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, f. 123rº. La casualidad hizo que tristemente falleciera una hermana soltera de este último alcalde, José Lorenzo Rivero, el 16 de abril de 1797, y no apareciera consignado el oficio de su hermano. (Libro V de entierros de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, f. 139vº.). 
15.- AHDTF. Libro V de entierros de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, f. 139rº.
16.- AHDTF. Libro V de casamientos de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, 27 de febrero de 1786, f. 40rº. Testigos: José Hernández, Bernardo de Vera y Diego Perdomo.
17.- RSEAPT. Archivo. Signatura RS 23. f. 172rº. 
18.- Según el censo citado, tanto Andrés como su hermano Esteban se encontraban «ausentes en Indias», teniendo su madre «dos fanegas de trigo en tierras de señorío de renta y medias», con una vaca y un caballo. 
 
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