El Embalse de Tahodio

 
Por Miguel Ángel Noriega Agüero  (Publicado en asotavento.com el 15 de enero de 2015).
 
 
          Cuando en centro Europa estaba a punto de estallar la Gran Guerra, en uno de los barrancos de la vertiente sur del macizo de Anaga, en Tenerife, comenzaban los trabajos de una obra hidráulica de gran importancia para la capital insular. Y es que allá por el mes de agosto de 1914, tras varios años de proyectos, ideas e intentos, la “Comunidad de Embalses de Tahodio” iniciaba las obras de construcción de la que ha sido una de las presas más importantes de la isla, la conocida popularmente como “Charca de Tahodio”.
 
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Situación del Embalse de Tahodio sobre imagen de Google Earth
 
          Todo empezó en los primeros años del siglo XX, cuando el tinerfeño Rafael Calzadilla presentó un proyecto de construcción de embalse en el Valle de Tahodio que nutriera de agua de riego a las fincas agrícolas del entorno de Santa Cruz. Sin embargo tuvo que pasar más de una década para que el propósito echara a andar definitivamente, esta vez liderado por el célebre Santiago García Sanabria, quien fuera años más tarde alcalde de Santa Cruz de Tenerife. Así, el 12 de diciembre de 1913 quedó constituida la “Comunidad de Embalses Tahodio”, figurando como miembros del primer Consejo de Administración las siguientes personas: Administrador, Santiago García Sanabria; Secretario, Américo López; Contador, Miguel Rodríguez; Depositario, Juan Yanes; Vocales, Juan Martí, José Ruiz Arteaga y Pedro Duque. Los terrenos fueron adquiridos por esta entidad a Cieto Hernández, José Montesdeoca y Concepción Clavijo, por un total de 57.395 pesetas.
 
          Tras ello, se encargó la redacción del proyecto al arquitecto Antonio Pintor y Ocete, autor de algunos de los edificios más conocidos de Tenerife levantados en la primera mitad del pasado siglo: el Teatro Leal, en La Laguna, así como la Plaza de Toros, las Casas Amarillas en la calle Méndez Núñez, la Casa Elder en Robayna y el Edificio Simón, en la Plaza de la Candelaria, en Santa Cruz; por citar algunos.
 
          El proyecto fue aprobado el 26 de julio de 1914, comenzando las obras en agosto de 1914, con más de 50 trabajadores contratados para el cometido. En total se emplearon varios centenares de obreros, peones, capataces y demás operarios, en los 12 años que duraron las obras, con picos de empleados de casi 400 personas. Eso sí, los trabajos sufrieron paros los cuales hicieron retrasar considerablemente la finalización completa del embalse. Hubo varias huelgas, con parones de varios días, pero fue la I Guerra Mundial la que causó el mayor retraso en las obras. En 1916 se puso en servicio el acueducto de más de 14 kilómetros, que llegaba hasta Hoya Fría. Pero en noviembre de 1917 se suspenden los trabajos, debido a situación bélica en Europa, lo cual dificultaba la llegada de maquinaria necesaria para la faena. En mayo de 1920 se reanudaron los trabajos, finalizando definitivamente seis años más tarde. En total, fueron gastados en esos años más de dos millones y medio de pesetas para la construcción del embalse, el acueducto, la compra de terrenos, los salarios, etc.
 
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(Fuente: periódico La Prensa, 18 de mayo de 1935)
 
 
          En estos 12 años de duración en la construcción del embalse hubo varios accidentes. Por citar algunos, que fueron recogidos en la prensa del momento, recordaremos tres de ellos. En agosto de 1915 un trabajador sufrió heridas graves en un pie, medio año más tarde el capataz de la obra padeció la pérdida de una de sus piernas y en el verano de 1917 un chico de 14 años fue impactado por una piedra debido a la explosión de un barreno padeciendo heridas diversas en cara y tórax. Ya terminados los trabajos de construcción, peor suerte corrió un joven vecino de Las Carboneras que con solo 17 años perdió la vida en mayo de 1930 al ahogarse en la charca durante un baño en sus aguas.
 
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Vista actual del muro de la presa, al pie una densa sauceda
 
 
          Sus principales características son:
 
MURO
 
– 44 metros de alto en la base y 41 metros fuera de los cimientos
– 39 metros de ancho en la base y 3 metros en la coronación
– 170 metros de longitud
– 26 metros de altura de la cara exterior y 23 metros de la cara de aguas
 
ACUEDUCTO
 
– 14,681 Km de longitud
– sifón de 324 metros
– 8 puentes
– 1 túnel de 145 metros de longitud
– 33 arquillas de toma
 
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          Hoy en día, a una cota de aproximadamente 250 metros sobre el nivel del mar, la Charca de Tahodio continúa almacenando el agua de escorrentía de una de las mayores cuencas hidrográficas de Anaga. Y se ofrece a los ojos del visitante de esta zona del macizo como un elemento más del paisaje, enmarcado en un entorno privilegiado. Aguas arriba, el Monte de Aguirre, plagado de galerías  y una de las joyas vegetales del macizo y de toda la isla. En la cumbre, enclaves muy conocidos como la Cruz del Carmen, el Pico del Inglés o el Cabezo del Viento. Y por debajo de la presa, el Pozo “El Valle”, al mismo pie de la presa; la confluencia del valle principal con el Valle Luis, que desciende desde la Degollada de la Fortaleza y las áreas ya urbanizadas de Santa Cruz: Barrio de La Alegría y Residencial Anaga.
 
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Embalse desde el aliviadero
 
          Un siglo después de iniciadas las obras, este embalse sigue siendo una de las infraestructuras hidráulicas más importantes de la historia de Santa Cruz de Tenerife. Por su proyecto, por el uso y disfrute de los regantes de la zona a los largo de los años y por ser durante décadas un elemento clave en la distribución hidrológica del valle, merece ser conservado y, al menos puesto en valor.
 
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