Casa Guigou, sede del Archivo Histórico Diocesano de Tenerife

 
Por Carlos Hernández Bento (Publicado en El Día / La Prensa el 3 de noviembre de 2004).
 
 
          La familia que da nombre a esta casa es de origen francés y se afincó en Canarias a principios del siglo XIX. Carlos Esteban Guigou y Poujol, compositor nacido en Orange el 11 de octubre de 1799, fijó su residencia en Santa Cruz de Tenerife, cuando se hallaba de paso para Brasil, adonde iba contratado como maestro de capilla musical por el Emperador Pedro I. Fue fundador de la Sociedad Filarmónica en el año 1827 y su nieto, el benemérito doctor Diego Guigou y Costa, lo fue a su vez del Hospitalito de Niños de Santa Cruz de Tenerife en 1901.
 
        El edificio, situado en el casco histórico de San Cristóbal de La Laguna, tiene una ubicación inmejorable, ya que se encuentra en la calle Anchieta, nº 23, cerca de los centros administrativos, docentes, culturales y religiosos de la ciudad: juzgados, Ayuntamiento, Instituto de Bachillerato “Cabrera Pinto”, Universidad de La Laguna, sede de la UNED, Museo de Historia y Obispado, lo que facilita las labores de consulta de los investigadores.
 
          La casa Guigou fue construida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII y adquirida por la Diócesis a la familia en 1941. Se destinó a escuela de artes y oficios con el nombre de “San Alberto Magno”, uno de los doctores de la Iglesia. Posteriormente, fue ocupada por los movimientos de Acción Católica, quedando abandonada y en estado ruinoso en los años setenta. Ya con la entrada del siglo XXI fue sacada del ostracismo cuando el obispo de Tenerife, monseñor Felipe Fernández, la inauguró como nueva sede del Archivo Histórico Diocesano, el 15 de noviembre de 2004, festividad de San Alberto Magno.
 
          En este buen ejemplo de la vivienda tradicional lagunera, la sencillez de la fachada -con cuatro ventanas de guillotina en la segunda planta y dos puertas simples con una ventana en la baja- contrasta notablemente con la riqueza del interior.
 
          Como la gran mayoría de las casas señoriales urbanas denominadas “altas”, ha sido construida en dos plantas y cuenta con un amplio zaguán que lleva al patio principal, desde el que arranca, a la izquierda, una escalera de dos tramos con rellano.
 
          En la planta baja, aparte del zaguán, estaban las caballerizas, la bodega y una huerta al fondo de la misma. Mientras que en la segunda, se ubicaron la gran sala, la cocina, los dormitorios y los demás servicios, comunicados a través de un corredor orientado hacia el patio central. El edificio cuenta además con un tercer nivel que estaba destinado a granero.
 
          La carpintería del patio principal o la belleza del salón noble son dignas de contemplación y admiración. Es por ello, que la restauración de esta casa supone una aportación al sostén del reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad que la ciudad ostenta.
 
          En su nuevo destino, se ha pretendido resolver los problemas funcionales que para un archivo supone el establecimiento en un edificio de factura no ex profesa. En su rehabilitación, llevada a cabo por el arquitecto de la Diócesis Aurelio Hernández Martínez, se corrigieron algunas intervenciones anteriores poco afortunadas: fue abierto el patio central, que había sido cerrado con mampuesto, y hubo que derruir pilares y demoler una ampliación trasera de los años 50, para construir los depósitos documentales, los cuales constituyen el añadido arquitectónico más importante para la conversión del edificio en archivo.
 
          El salón noble, situado en el frente de la segunda planta, ha dado una magnífica sala de investigadores, que cuenta, además, con una estancia acomodada para la utilización de lectoras de microfilmes. Las dependencias que están bajo dicho salón, se han transformado en salas polivalentes que permiten realizar desde una exposición hasta una conferencia. Otras habitaciones han pasado a ser: despacho técnico, sala de recepción de fondos, sala de reuniones, cuarto de materiales especiales, etc., adaptando el conjunto a las necesidades exigidas por la moderna Archivística para la conservación documental y el desarrollo de la investigación histórica.
 
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