El Marqués de Branciforte y Carlos Soler de Carreño y Castilla (1)

 
Por Alastair F. Robertson (Publicado en inglés en Tenerife News en su número 534 - 18 de septiembre a 1 de octubre de 2015). Traducción de Emilio Abad.
 
 
 
           El nombre del Marqués de Branciforte es bien conocido en Tenerife, en especial por ser quien regaló a Santa Cruz el Paseo de la Alameda, la avenida flanqueada por árboles cercana a la Plaza de España, y que aún existe, incluso con su entrada de triple arcada. Aunque fue el promotor de ésta y muchas otras obras de servicio público, su filantropía no fue tan altruista como hubiera sido deseable.
 
Branciforte Custom
 
 
Escena 1: Vamos a conocer al Marqués de Branciforte
 
          Don Miguel de la Grúa Talamanca de Carini y Branciforte, 1er Marqués de Branciforte (c.1755-1812), Capitán General del Ejército español y Grande de España fue designado Comandante General de las Islas Canarias en 1784. Tras escribir desde Cádiz el 20 de mayo una carta de agradecimiento al Marqués de Villanueva del Prado por el ofrecimiento hecho de ocupar su casa en Santa Cruz de Tenerife, comenzó el viaje para incorporarse a su destino.
 
          Su primera impresión de Santa Cruz no tuvo que ser muy favorable, porque el muelle, o el espigón, del puerto había sido destruido por una tormenta diez años antes, en diciembre de 1774, y aún no había sido reparado. No fue hasta después de su llegada cuando el tema se activó. En octubre de 1784 el Marqués reunió en su casa a comerciantes y hombres de negocios con objeto de reunir fondos para ese fin, lo que contó con la aprobación de los ciudadanos más importantes a los que acudió para que contribuyeran a sufragar los gastos. Se propuso también que la restauración debía ampliarse con vistas a la construcción del Paseo de la Alameda, un espacio público donde la gente pudiera relajarse en paz y tranquilidad. Que el paseo se terminase en 1787 se recoge en una de las casi indescifrables placas colocada sobre la entrada.
 
          Por lo que respecta a sus obligaciones como Comandante General de las Canarias, en julio de 1785 Branciforte recibió una Real Orden, a través del Cabildo de Tenerife, en la que se le encomendaba la reunión de responsables de las fortificaciones de Tenerife y de otros subordinados de las restantes islas del Archipiélago Canario a fin de llegar a un acuerdo sobre el equipamiento de las Milicias. Como una persona ilustrada, Branciforte se convirtió en un mecenas de las artes en Canarias, a la vez que buscó la mejora de las instituciones mercantiles y sociales. En 1785 fue nombrado director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, sita en La Laguna. Impulsó la creación de una asociación de pescadores y, tras el éxito obtenido, animó a hacer lo propio a los productores de vino. Esta idea recibió el apoyo del Cabildo de Tenerife, pero no prosperó al no llegarse a un acuerdo con los productores. Sus intentos de promover la creación de organizaciones similares tuvieron poco éxito, lo que hizo decrecer su entusiasmo en el tema.
 
          Las actividades del Marqués tuvieron un amplio eco. William Bradley, primer teniente a bordo del HMS Sirius, que en ruta hacia Nueva Gales del Sur hizo escala en Tenerife en 1787, oyó decir que “El Marqués de Branciforte, Brigadier del Ejército español, y actual Gobernador, es italiano, muy estimado por su gran benevolencia y muchas otras destacadas virtudes.”
 
         Branciforte mostró su preocupación por los santacruceros más desafortunados creando el Hospital de San Carlos para inválidos y ancianos. Años después, cuando ya Branciforte había abandonado las islas, otro inglés, George Barrington, arribó también a Santa Cruz en su viaje hacia Nueva Gales del Sur y dejó escritas sus favorables impresiones acerca del Marqués. Destacó que Branciforte había “creado una fabrica de productos de seda y algodón en las afueras de Santa Cruz, en la que trabajaban niños pobres, personas ancianas y enfermas y mujeres abandonadas con el objeto de recuperarles para la sociedad.” Pero luego puntualizaba: “Sin embargo, se cree que los habitantes, tan pronto como el Gobernador deba marcharse y regresar a España, retirarán su apoyo a esta institución, porque aseguran que fue creada para limpiar las calles de vagabundos y que no ha sido efectiva.”
 
          Y continuaba Barrington con sus impresiones acerca del carácter del Marqués: “He oído decir que el Marqués de Branciforte, el último Gobernador español,  era muy dadivoso y desinteresado en su relación con los ciudadanos, aunque su salario no alcanzaba las 1.500 libras anuales. Incluso en el desembarcadero del muelle de piedra, que estaba destrozado, recientemente apareció una inscripción en español en la que se dice que su reparación completa se debió a la liberalidad del Gobernador con la ayuda recibida de algunos comerciantes. A la vez se destaca también que la casa de Su Excelencia, situada en la parte alta de la calle o plaza principal, no era, en absoluto, la mejor de la ciudad. Y parece que Mr. Carter, el tesorero y algunos comerciantes vivían en edificios más grandes y mejores.”
 
          Todo ello podía ser verdad, pero mediante estas buenas obras y todos sus negocios, el Marqués, por medios ilícitos, había conseguido una gran cantidad de dinero en beneficio propio, buena parte del cual provenía de fondos públicos.
 
         En su ascenso en la escala social, el Marqués llegó a ser amigo íntimo y protegido del favorito de la reina María Luisa, Manuel de Godoy (1767-1851), quien estaba en camino de convertirse en el hombre más poderoso de la Corte real. Godoy había ingresado en sus años jóvenes como Guardia Real, y allí llamó la atención de la reina por sus habilidades como cantante y guitarrista. Pronto fue su amante, y no es de sorprender que la influencia de la reina le ayudara en su meteórica carrera. En 1791, con tan sólo 24 años, fue nombrado Ayudante General de la Guardia Real, y al año siguiente Ministro de Asuntos Exteriores. Ese mismo año vio la estrella de Godoy subir a lo más alto, al acceder al cargo de Primer Ministro, en el que permaneció desde 1792 a 1797. El Marqués de Branciforte y Manuel Godoy eran almas gemelas.
 
          En el siguiente número veremos lo que sucedía cuando alguien osaba oponerse al Marqués o cuestionar sus métodos.
 
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